martes, 2 de agosto de 2022

SUIZA- (2)- “POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS”

 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS”

POR J. MOISÉS DELEON LETONA

(El escritor es tio abuelo del autor del blog- un huehueteco apasionado por lo de antaño.)

IMPRESIONES DE UN GUATEMALTECO EN SU VIAJE
ALREDEDOR DEL MUNDO DURANTE LOS AÑOS DE
1922 A 1924.

Es el libro que a continuación leeremos y es debidamente apreciado a nivel mundial. Se encuentra en las siguientes bibliotecas

Librería del Congreso de  los Estados Unidos de América

Biblioteca Teológica "Lorenzo Boturini" de la Basílica de S.M. de Guadalupe. Ciudad de México

Bibliotheca Generalis Custodiae Terrae Sanctae-Ciudad de Jerúsalen

Libro que forma parte del Patrimonio Literario de España-. -Dedicación del autor a S.M. el Rey D. Alfonso XIII-XIV.

Los pesimistas dirán que la guerra es una ley ineludible,que "the struggle for life" de que nos habló Darwin, existirá por los siglos de los siglos, mientras haya hombres sobre la superficie del Planeta; pero el espíritu cristiano, la voz de redención que desde hace veinte siglos viene sonando en los oídos de la Humanidad, nos muestra a lo lejos la estrella de La Esperanza y nos hace confiar en que algún día, el Amor ha de extender sus blancas banderas sobre la Tierra, el hombre dejará de ser el lobo del hombre; y el Edificio de La Ligade las Naciones será un monumento luminoso ante el que loshombres futuros se inclinarán llenos de respetuosa emoción.
El Lago Lemán es el más grande, el más azul y el más bello de los lagos de Suiza o Confederación Helvética. Ha sido cantado por muchos grandes poetas y descrito con entusiasmo por todos los escritores que han tenido la fortuna de contemplar sus orillas llenas de una indescriptible seducción.
Incontables vaporcitos y embarcaciones de vela y remo van
y vienen constantemente sobre el lago—que tiene forma de una media luna—llevando a los turistas a los muchos puntos pintorescos que bordean la costa, desde donde se hacen excursiones, ya sea por entre las praderas apacibles en donde pasta

—81_ Paisaje de los Alpes Suizos

POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

el ganado o a los huertos o viñedos, o a las numerosas mon­tañas de donde bajan rizadas y espumosas corrientes a verter sus aguas en el lago.

Una vieja leyenda, que escuchamos de boca de un remero, circula entre los habitantes de estas deliciosas orillas. Según ella, en tiempos ya lejanos, un esbelto esquife de velas pla­teadas aparecía, de tarde en tarde, deslizándose majestuosa­mente sobre las aguas del Lago Lemán. Ocho cisnes blancos como la nieve tiraban del esquife; y el canto, a la vez dulce y fantástico de otras aves canoras, se esparcía sobre el lago acompañado por las armonías de un arpa tañida por los invi­sibles dedos del Espíritu de los -Vientos. De pie, cerca del mástil de la embarcación, venía siempre una alta mujer de belleza subyugadora; sus dorados rizos se extendían en el aire, empujados por la brisa, mientras los oros del crepúsculo pare­cían avergonzados ante los delicados tintes de sus mejillas. Vestida con flotantes ropas de un purísimo color blanco, ella permanecía en el lago por largos ratos sonriendo gentilmente a incontables espíritus alados que en forma de querubines revo­loteaban cerca, como mariposas alrededor de una rosa y que derramaban profusión de flores y frutos a sus pies. La leyenda agrega que donde quiera que el barco tocaba la costa, el suelo daba las más lindas flores y los más sabrosos frutos; y que el mortal afortunado que lograba dar, aunque sólo fuera una fugaz ojeada al barco misterioso y a su dueña, estaba seguro de ver colmadas las aspiraciones más íntimas de su corazón. Aun los deseos más escondidos, aquellos de cuya existencia el mismo corazón no está advertido, eran percibidos por los húmedos y azules ojos de aquella mujer divina y, una vez descubiertos, eran pronto satisfechos.

 Con el advenimiento de la civilización y de los prosaicos botes de vapor que llenan de ruido el lugar—dicen los gine­brinos—la adorable mujer, el esquife y sus cisnes han huido; y ya sólo los más viejos habitantes pueden describir esta barca, a la cual ellos pudieron ver más de una vez en su temprana juventud, cuando llegaban a sus orillas con la esperanza de obtener la realización de sus más caras ilusiones.

Esta leyenda no sólo se oye de boca de las gentes senci­llas, al rededor de la lumbre, durante las largas horas de invierno. Con frecuencia se hacen alusiones a ella en las tarjetas de congratulación. Entonces el "Felicidades" o el "Feliz Año Nuevo" se escribe a través de las velas del esquife mis­terioso; y tal clase de felicitaciones se cree que lleva al que

—82—   las recibe, tanta suma de dicha como la que hubiera tenido al lograr una mirada de la bella mujer de la leyenda.

El Lago Ginebra o Lemán, que está atravesado por el río Ródano, tiene 72 kilómetros de longitud, 13 de anchura y 167 de circunferencia; sus aguas son sumamente frías.

En una isla formada a la salida del Ródano se halla la estatua de Juan Jacobo Rousseau.

Bordean el mencionado lago muchos puertos y, como ya hemos dicho, tiene un activo tráfico o movimiento de embarcaciones, algunas de regular tamaño que llevan y traen  pasajeros.

Cuando recorrimos este lago tan lleno de turistas, pensá­bamos en los lagos de Nicaragua y en el de Atitlán, que quizá muy pronto verán también la civilización agitándose sobre sus aguas americanas y oirán el sonoro rumor de los "Steam boats" llenos de gentes que vendrán de lugares lejanos de la Tierra, inclusive de Suiza, a contemplar nuestras bellezas naturales.

El Lago Lemán tiene a su rededor bien acondicionadas aceras, para comodidad de los que llegan a contemplarlo o a pasear por sus orillas.

Se escuchan en Ginebra todas las lenguas civilizadas, pero particularmente el francés, el italiano y el alemán y, a conse­cuencia del turismo, hay siempre una enorme población flotan­te. Con frecuencia encontrábamos en las calles grupos de alpinistas con sus útiles y vituallas que se dirigían a pasar

—83—POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

agradables ratos en las nevadas cimas de las cercanías. Pero los suizos no se atienen tan sólo al oro que dejan en abun­dancia los turistas. Este pequeño país, que cuenta entre sus glorias un Guillermo Tell, héroe admirable que, según refiere la leyenda, se vió obligado por el tirano Gessler a derribar

La Catedral de Zurich, Suiza.-foto-

una manzana de la cabeza de su hijo con la punta de una flecha, habiendo provocado después de este incidente, la revolución que libertó al país del yugo austriaco; este pequeño país, de­cíamos, es también un formidable trabajador, un productor de muchos de los artículos más solicitados en el comercio mun­dial. Hay grandes fábricas de cerveza, de relojes, de instru­mentos de precisión y, en sus campos que tienen muy diversos—

84—J. M. DELEON LETONA

cultivos, se producen también abundantes cosechas de forrajes con los que se alimenta y cría el notable ganado suizo; y cono­cida de todos es la fama de los quesos suizos, los que repe­tidas veces saboreamos en hoteles y restaurantes. En Ginebra visitamos algunas lecherías con el propósito de enterarnos de los métodos que allá se observan en este importante ramo de la industria nacional.

Las aguas del Lago Lemán son aprovechadas para la gene­ración de electricidad y es ahí donde está la planta que pro­duce más fuerza en el mundo, la que se emplea para las indus­trias de la población y para elevar el agua a fin de irrigar los campos de agricultura.

Entre sus templos descuellan los católicos, que son de sólida y majestuosa construcción, predominando en su estilo arqui­tectónico los órdenes gótico y greco-romano.

 Desde Ginebra se contempla una serie de nevadas y altas montañas que rodean el lago y la ciudad, resaltando entre ellas la magnífica vista del Monte Blanco coronado de sus perpetuas nieves y que, desde aquí, presenta uno de sus más bellos golpes de vista.

Pero no son las bellezas naturales de Suiza, ni la laborio­sidad, ni el ímpetu valeroso de sus habitantes, las más bri­llantes facetas de este pueblo privilegiado. Sus mayores méri­tos residen en la pureza de sus instituciones políticas, que pueden servir de modelo a los gobiernos de todo el Mundo, y en sus métodos de instrucción pública. El éxito y prosperi­dad de que goza Suiza, a despecho de las desventajas que le ha impuesto la Naturaleza, se debe a su profunda creencia en el valor de una buena educación. En este sentido el pueblo suizo muestra una verdadera pasión. Este instinto pedagógico de los suizos puede ser atribuído a la serie de grandes refor­madores que en Pedagogía ha producido este país. Nadie puede olvidar que fué Rousseau, el humilde hijo de un relojero de Ginebra, quien despertó con su "Emilio' la conciencia de Europa respecto a la educación de los niños.

En nuestras largas correrías por la ciudad estuvimos a visitar la Catedral de San Pedro, que es el mejor de los edi­ficios antiguos y que conserva un estilo muy pronunciadamente romano.

También visitamos la Universidad de Ginebra, fundada en 1559, que cuenta con uno de los más modernos y elegantes edifi­cios de la Ciudad. El Ateneo, el Conservatorio de Música, el Arsenal, los

—85—POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

teatros, etc., pueden citarse, además, entre sus más notables edificios.

A propósito de nuestras correrías, referimos a los lectores la impresión que nos causó la vigorosa presencia del padre de Monsieur Berthet, un octogenario que aún conserva su hu­mor de joven. Fué un cordial camarada nuestro en muchas excursiones en Suiza. Salpica siempre su conversación con sal y pimienta y conserva un pulso tan firme, que lo envidiaría un muchacho de 15 años. En una ocasión, estando en la mesa de un café, le vimos dibujar preciosas flores, bonitos paisajes y escribirnos los últimos juegos de palabras del francés, con una letra tan clara como la de un Maestro de Caligrafía. En aquel clima tonificante, que parece llevar diluidas entre sus brisas las esencias misteriosas que buscaba Ponce de León en La Florida, sobrelleva sus ochenta años con una alegría que parece mantenerlo en perpetua primavera.

Una mañanita un tanto despejada (hasta donde aquí lo permiten las condiciones atmosféricas), dijimos "adiós" al hote­lero y tomamos un tren de la línea Ginebra-Lozano-Milán. Los inmensos campos cubiertos de pastos se extendían ante nuestra vista, surgiendo aquí y allá numerosos rebaños de ovejas que balaban alegremente y de ganado mayor que mugía. Luego aparece ante nuestros ojos el dorso de plata del Lago Maggiore, ya en la frontera suiza-italiana. Después, campiñas irregula­res, cielos azules... i Italia!

Printed in the United States of America.----86--POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS .PROFANAS

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