domingo, 14 de agosto de 2022

“POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS”- México

 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

POR J. MOISÉS DELEON LETONA

(El escritor es tio abuelo del autor del blog- un huehueteco apasionado por lo de antaño.)

IMPRESIONES DE UN GUATEMALTECO EN SU VIAJE
ALREDEDOR DEL MUNDO DURANTE LOS AÑOS DE
1922 A 1924.

Es el libro que a continuación leeremos y es debidamente apreciado a nivel mundial. Se encuentra en las siguientes bibliotecas

Librería del Congreso de  los Estados Unidos de América

Biblioteca Teológica "Lorenzo Boturini" de la Basílica de S.M. de Guadalupe. Ciudad de México

Bibliotheca Generalis Custodiae Terrae Sanctae-Ciudad de Jerúsalen

Libro que forma parte del Patrimonio Literario de España-. -Dedicación del autor a S.M. el Rey D. Alfonso XIII-XIV.

 Ibamos ya a internarnos al Estado de Veracruz: familiari­zados, como estábamos, con el "Spaardam" y su tripulación, era justo que de ellos nos despidiéramos y así lo verificamos ;breves instantes permanecimos a bordo, bajamos del buque transatlántico regresando paralelamente a la ribera y ya de lejos, cerca del Hotel Termina], le dimos el último vistazo, Era el postrer recuerdo material que ahí dejábamos de la vieja Europa y el cual tenía que seguir a Tampico y New Orleans para regresar a Inglaterra, Holanda ... y seguir su vida errante o nómada sobre los mares!

 Llegó la hora de proseguir el viaje por tierras veracru­zanas : mostrando nuestro boleto al portero respectivo, gana­mos la portezuela y plataformas interiores de la estación para meternos en uno de los vagones que irían a Puerto México sobre la línea ferroviaria del Istmo, pero que a nosotros nos dejarían en Tierra Blanca, y así fué. Muy cerca de la ciudad

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 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

 vimos el río Alvarado, tan grande que parece brazo de mar; el tren lo corta pasando por encima de sus aguas. Ya este otro Alvarado necesariamente rememoraba al Comendador Don Pedro a quien los indianos, comparando su hermosura mascu­lina con la del sol, le decían Tonatiúh, epíteto que sin duda aprendió la princesa que dicen le tocó en el reparto de una familia real del Imperio de Moctezuma. En una de las para­das del tren, preguntando a qué hacienda pertenecían los tori­les y corrales que teníamos a la vista, se nos informó que eran de "Piedras Negras," cuyos bravos toros han sido lidiados en los redondeles guatemaltecos.

 Al despedirnos de Veracruz dejamos a mano derecha la vía ancha que, pasando por el centro ferrocarrilero de Córdoba, va hasta "la Ciudad de los Palacios," México, donde llama tanto la atención su Catedral, a la derecha, la vía angosta del Interoceánico que se extiende a Jalapa, Puebla, etc., etc.

 El tramo del camino de hierro entre la ciudad de Córdoba y La Esperanza, ostenta la obra más atrevida que se conoce en materia de ferrocarriles: existen 19 túneles perforados en la viva roca y entre dos de ellos, un gigantesco puente de acero que tiene la sugestiva forma de una herradura, como las bellas Cataratas del Niágara, aumentando la tensión nerviosa hasta de las propias locomotoras al pasarlo, pues se sale de un túnel para entrar presto a otro en aquellas alturas de seis y siete mil pies ; donde las águilas son las reinas del espacio, que en su inmensidad allá lo representa el nítido cielo azul; los trenes en esas majestuosas cumbres de Maltrata necesitan de locomo­toras "cuaches" y de engranajes especiales en sus ruedas para ir ascendiendo y hacer sus carreras de una manera regular; en cada curva que se pasa, en cada altura que se recorre, en cada túnel que se deja, las emociones vivifican el alma y forti­fican el corazón porque los panoramas que sucesivamente se ofrecen al viajero que piensa y que siente, son de una belleza suprema. "Sin duda, las cumbres de Maltrata con el extenso valle que se ve en el fondo, constituye una obra maestra de la misma Naturaleza y que ofreció al Creador para que en ella se viera su magnificencia. Desde las crestas de las montañas, desde los agrestes picos rocosos, se divisan allá al pie y a lo lejos de las cumbres: la población de Maltrata, los ríos v ria­chuelos, los cimborrios de las iglesias de las otras poblaciones que se confunden con los bosques y los llanos, que dan un confuso color gris obscuro por la distancia. Y aquel soberbio conjunto del natural, utilizado y embellecido por la mano labo‑

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 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROVANAS

 riosa del azteca, semeja un risco, un nacimiento sin límites en que el sol es el sublime artista que da la última pincelada. Las mañanas pasadas ahí saben a luna de miel.

 Ya en los planes, está "La Esperanza," sitio muy simpático por la fragancia y blancura de sus magnolias (especiales), pre­ciosas flores que las "chamacas" del lugar venden de varios modos: en ramos, coronitas, cruces, estrellas, etc., a precios tan reducidos que todo sér humano compra su bouquet de magno­lias, que le sirve de mascota y que demuestra que pasó por "La Esperanza."

 Después se llega al pueblo de Apizaco, donde fabrican y venden vistosos bastones pintados de vivos colores, de matices caprichosos; llaman la atención los pequeñitos, que son muy finos.

 Finalmente se entra a la floreciente capital de México, la más bella ciudad de toda la América Española, en cuyos alre­dedores se encuentra la "Villa, de Guadalupe," donde el año 1531 apareció ante Juan Diego la Virgen de Guadalupe, Reina y Patrona de México y de toda la América.

Volvamos de nuestros ensueños y regresemos a Tierra Blanca donde pasamos la noche y el calor apenas si nos dejó dormir: al siguiente día nos fuimos para Santa Lucrecia, aprovechando el tren que venía de Córdoba por la otra línea.

 Dos nombres curiosos anotamos en esta segunda jornada: "El Burro" y "El Paso del Cura," siendo en este último donde está "el casco" de una vasta finca de bananos, cuyas plantacio­nes se pierden con el horizonte; un río explayado, sucio y con poco declive, pasa cerca, en las inmediaciones "Del Paso del Cura" y sobre sus riberas está tendido un puente de arco, recto, que también pasamos, viendo un cayuco en el que remaba "un güero " regresando de la pesca.

 Al llegar a Santa Lucrecia llovía torrencialmente y era de noche; los cántaros de agua que emanaban de las nubes dificul­taban los efectos del alumbrado. De madrugada tomamos al otro día un tren del Ferrocarril de Tehuantepec que une Salina Cruz en el Pacífico con Puerto México o Coatzacoalcos en el Atlántico—atravesando el Istmo de Tehuantepec, Istmo que en esta ocasión cruzamos nosotros por primera vez—y después de pasar por Rincón Antonio y otros parajes, nos detuvimos en San Jerónimo donde hicimos cambio de tren: ahí trasbordamos al Panamericano, que es parte del Gran Ferrocarril Interconti­nental que en no lejano día pondrá en comunicación directa, con las aceradas paralelas, la ciudad de Dawson en el Canadá

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 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

 y la de Valparaíso en Chile, con sus respectivos ramales que comunicarán New York y Buenos Aires también.

 Las mujeres de esta ciudad mexicana (San jerónimo, que está en un extenso y pintoresco valle) tienen fama por su belle­za; probablemente el buen clima contribuye a que ellas tengan un color blanco rosado, que compite con el de las rosas de sus jardines.

 De dicha ciudad seguimos hasta la frontera pasando por Tonalá, Escuintle, Tapachula y Mariscal.

 La temperatura cálida de la parte baja de los Estados de Veracruz y Chiapas nos hacía echar de menos los vientos ali­sios y los nortes que soplan en la Bahía del primero y que son tan sabrosos cuando no llevan mucha fuerza; en alas de esta idea nos transportábamos al Lago Catemaco y a la Laguna Tamiahua, veracruzanos, y al puerto más importante de México, donde sus moradores son corteses, alegres y comunicativos, y gozan de la frescura mantenida por la proximidad de las aguas. Las tierras calientes que no disfrutan de tal cualidad, son calientes de veras. Sus lluvias invernales, de Abril a Sep­tiembre como en todo el territorio mexicano y centroamericano, son de patente. El Verano, o sea la estación contraria y que comprende los otros 6 meses del año, es tan marcado como pasa generalmente en todos los lugares citados.

 Muchos guatemaltecos vimos desde el indicado puerto (Veracruz) hasta la, parte limítrofe con Guatemala: entre las colonias extranjeras residentes en los Estados Unidos Mexica­nos, es la guatemalteca la más numerosa—después de la espa­ñola—por razón de vecindad y probablemente por la mejor retribución del trabajo en la Agricultura, pues son jornaleros en su mayor parte, los conterráneos que emigran allende el Suchiate. Honrosa mención debe hacerse de los estudiantes, profesionales y obreros guatemaltecos que, en su laudable de­seo de profundizar sus conocimientos o por los reveses de la política cuyo turbulento oleaje a veces obliga a salir del terru­ño, se han distinguido por sus eficientes ejecutorias al calor de la hospitalidad cívica e intelectual mexicanas.

 En las poblaciones del trayecto vimos que las gentes usan trajes de colores encendidos, sobre todo las mujeres; los varo­nes acostumbran sombreros muy grandes, de alas extendidas y copa cónica, y alta, algunos lujosos. Desde luego, este detalle reza con los campesinos, vaqueros y amansadores de potros y muletos, sin que dejen de usarlos algunas paisanas.

 "Los chamacos" al ofrecer sus servicios para transportar

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 J. M. DELEON LETONA

 el equipaje aplican al cliente, de primas a primeras (sin cono­cerle naturalmente) el pomposo calificativo de "jefecito," aun­que aquél vaya con traje talar con el cual ya se ve claramenteque es eclesiástico, o bien que no sepa qué es una cartuchera o un fusil ; total, amigo: que allá se asciende lueguito, sin más trámite que "la coba" de los chamacos, que son unos astutos tomadores de pelo.

 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

 En los establecimientos respectivos se saborean clásicos guisos como el rico mole de guajolote, las picantes enchiladas, etc., previos aperitivos de licores también nacionales, como tequi­la, comiteco, jobo, arrayán y otros; a media comida o al final, el pulque (ya está dicho) es de ordenanza y sólo es capaz de ocupar su puesto la cerveza Moctezuma o Cuauhtémoc, otro agradable producto de la variada industria mexicana también : por último, los parroquianos ayudan la digestión (palabras tex­tuales) fumando veracruzanos de los cuales.surge el humo que ven al propio tiempo que se retuercen el bigote y se lo echan para arriba como dándole la dirección de los círculos blanque­cinos, tal vez ya sin nicotina, en que   leen algo que su mente tiene en perspectiva ....

 Los pastores, muñecos y juguetes y muchos utensilios do­mésticos fabricados con la fina loza de Oaxaca, son primorosos; los arrieros, Reyes Magos, los limosneros y jugadores repre­sentados por aquellas estatuas en miniatura, reciben vida de la mano prodigiosa de los mexicanos que tienen verdadero gusto y arte en esta clase de trabajos.

 Gruesos y largos cordeles, muy consistentes y en enormes cantidades, se elaboran en las factorías aztecas que tienen la materia prima a toneladas porque sus magueyales son los me­jores y más extensos del mundo; por las estaciones pasan con

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 signados a los diferentes puertos de ambos océanos; de ahí se distribuyen para varios usos en los vapores, muelles y construc­ciones enormes, pues la fibra de que están hechos es fortísima y soporta pesos increíbles. Los cables mexicanos, arrollados en carrizos de acero, trabajan como complemento de las más poten­tes maquinarias marinas y terrestres en todo el orbe. El yute y el ágave o maguey son la base de cien clases de cordeles y sóli­dos tejidos que enriquecen más la industria nacional y que da ocupación bien retribuida a millares de operarios.

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