martes, 9 de agosto de 2022

LONDRES, INGLATERRA - “POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS”

 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

POR J. MOISÉS DELEON LETONA

(El escritor es tio abuelo del autor del blog- un huehueteco apasionado por lo de antaño.)

IMPRESIONES DE UN GUATEMALTECO EN SU VIAJE
ALREDEDOR DEL MUNDO DURANTE LOS AÑOS DE
1922 A 1924.

Es el libro que a continuación leeremos y es debidamente apreciado a nivel mundial. Se encuentra en las siguientes bibliotecas

Librería del Congreso de  los Estados Unidos de América

Biblioteca Teológica "Lorenzo Boturini" de la Basílica de S.M. de Guadalupe. Ciudad de México

Bibliotheca Generalis Custodiae Terrae Sanctae-Ciudad de Jerúsalen

Libro que forma parte del Patrimonio Literario de España-. -Dedicación del autor a S.M. el Rey D. Alfonso XIII-XIV.

CAPITULO XVII.
Inglaterra: Londres, Ipswich.
Londres.

 Después de haber permanecido por "Tierras Santas" y por "Tierras Profanas," pues ya habíamos recorrido el Egipto y Palestina, Norte-América, Francia, Suiza e Italia, fuimos de París a Londres. Posteriormente, de esta capital a Ipswich.

 El tren que tomamos por la mañana en la "Gare Saint Lazare" llegó a Dieppe a la 1 p.m. y una hora más tarde nos embarcamos para cruzar el Canal de la Mancha, habiendo arri­bado como a las 6 de la tarde a Newhaven, en Inglaterra. A bordo iban centenares de personas de todas nacionalidades, abundando las europeas y entre éstas, franceses e ingleses, yendo la mayoría para la poderosa Albión. Otras iban para Irlanda y Escocia. El barco, que pertenecía a una compañía inglesa, era espacioso, fuerte, cómodo y propio para estas tra­vesías.

 Al alejarnos de las costas francesas y al acercarnos a las inglesas veíamos las montañas arenosas cubiertas 'de verde hierba y con cortes perpendiculares—a tajo—sobre las orillas del mar. Este estaba picado; las olas, que alcanzaban hasta 2 y 3 metros de altura, balanceaban a su capricho el barco. Las aguas revueltas no dejaban de moverse con precipitación y ésta era mayor a medida que nos internábamos en el canal. En las orillas estaban sucias, luego tomaban un color lechoso y de último, verde claro, ya en alta mar. Había momentos en que la lluvia, el aire y las encrespadas olas sostenían una verdadera lucha como para impedir la navegación, mas el poder del hombre vencía mediante el vapor aplicado a las hélices del barco que, contra "viento y marea," siguió vencedor y a su des­tino llegó, sano y salvo.

 El frío obligaba a todo el mundo a abrigarse bien y con­centraba a los viajantes en los salones, comedores y camarotes para recibir la calefacción, sobre las aguas.

 A propósito del continuo movimiento de pasajeros entre

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 Londres y París, hay que decir que el servicio entre ambas metrópolis es diurno y nocturno: los vapores y los trenes no cesan, siendo, en consecuencia, perenne su correr. Las vías principales para atravesar el Canal de la Mancha son las si­guientes : Calais-Dover (la más corta), Boulogne-Folkestone y Dieppe-Newhaven (la más ancha). Las líneas aéreas entre las dos capitales también contribuyen al rápido servicio llevando pasajeros que, por precisión o por placer, en dos horas se tras­ladan de "Nótre Dame" sobre el Sena a Westminster sobre el Támesis, o viceversa, gracias a los aviones impulsados por las otras hélices de madera, de sólo una pieza. A manera de gigantescos pájaros blancos y grises, como águilas y cóndores, se ven elevarse o aterrizar en los campos que contienen sus hangares o bien hendiendo el espacio, emocionante tarea que los pilotos del aire ejecutan casi sin parpadear, como intentando sobrepasar la velocidad con que el sonido o la luz van camino del infinito ...El valor monetario de tales viajes (por el aire) no es caro, relativamente: cuesta el cuádruplo de los terrestres, pero, en cambio, se gana tiempo, se acerca uno al cielo; se goza de la Naturaleza en sus ricas capas atmosféricas, de las más ele­vadas para nosotros y se tiene la probabilidad (no hay que ape­narse), si malos vientos corren, de pasar desde las alturas a la gloria o por lo menos a la eternidad, como ya ha sucedido, siempre con toda rapidez ... Bien: descendamos ya; dejemos los aires favorables o en contra y prosigamos con la rica Albión, que bien lo merece.

 Desde que desembarcamos en sus simpáticas tierras, notamos la diferencia de pronunciación de su idioma—el más esparcido en el mundo—comparándola con la estadounidense, pues, por otra parte, no obstante ser el mismo inglés, está muy modificado en la Unión Americana; en el puerto y Ciudad de Newhaven, en el tren que ahí tomamos para ir al interior del país, y en Londres, notamos más tal discrepancia, porque el inglés que allá se oye es suave, a veces dulce.

 Ya veíamos magazines, folletos conteniendo historias cor­tas, revistas ilustradas, caricaturas jocosas y periódicos con muchas figuras divertidas para los niños y en fin todo el mate­rial de lectura a que son tan adictos los ingleses por doquiera en su país.

 Las pipas, de las cuales salían espirales blancas y olor de tabaco Sumatra y Java—la misma clase que emplea Don Agus­tín Leiva en sus puros—eran comunes en todos los

recintos

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 TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

 fumables; bien se observa el placer que sienten los ingleses al paladear sus inseparables compañeras, sus máquinas para fumar bien. Con alegría que a sus ojos azules y a sus carrillos rosa­dos sale convertida en chispeante mirada y en animada sonrisa, van sacando la obscura bolsa de hule dentro la cual meten los tres dedos grandes para aprisionar el tabaco desmenuzado que acondicionan en la pipa, para luego encenderla y chuparla como si fuera un pirulí de París o un sabroso caramelo chapín. No hay en la tierra quien quite el primer puesto al inglés como buen fumador. Tal vez sea para él, el fumar, además de un gusto exquisito, una necesidad, por el clima, que es tan frío y húmedo al mismo tiempo. La circunstancia de vivir en una isla situada al N., puede ser que contribuya también. Las frías aguas de los mares que circundan la isla que tiene más influencia que todo un continente, sobre todas las naciones, pondrán su óbolo; es posible. En fin, lo cierto es, que el inglés siempre fuma en todas partes. En este sentido, es aplicable a los habitantes de la Gran Bretaña e Irlanda en general, la opinión de que algunos campesinos de los Países Bajos (donde igualmente son numerosos los fumadores) cuentan las distancias por pipas (tal es el exceso y sistema con que fuman) en vez de contarlas por kilómetros o por millas, cuando en los caminos van a pie. Se comprende que aquellos ciudadanos empederni­dos en su culto al tabaco, se fuman una tras otra sin ningún intermedio siquiera y que hasta regulan el número de succiones que dan a cada una. En algunas revistas, para dar idea aproxi­mada del tabaco que consumen durante su vida, aparece un hom­bre con un puro en la boca, puro que tiene 25 veces el volumen de aquel.

 Llegamos a Londres de noche y bajo la lluvia. Los rigo­res del Invierno aumentaban el frío y disminuían el vaivén de los y de las londinenses por sus calles sin fin, mas éstas brillaban por la limpieza, por el aguacero que les caía y por la luz eléctrica que las iluminaba simultáneamente.

 Al salir de "Victoria Station," que fué donde bajamos del tren, nos encontramos con infinidad de personas que iban y venían, que se movían como un hormiguero, todas con sus grue­sos sobretodos, sus capas de hule, paraguas y zapatones. Las que venían de la calle dejaban la huella del agua que destilaban; otras se sacudían, otras se quitaban el abrigo empapado y, al hablar, abundante vapor de agua les salía de la boca: tal el efecto del frío excesivo, de la luz y del cambio notorio al aproximarse a la calefacción.

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 Damas y caballeros cenaban dentro del restaurant; otros, sentados en el salón de espera, abrían los ojos para ver en las portezuelas del frente su hora de partida; otros inquerían en la oficina de información; otros compraban sus tickets y otros descendían a los subterráneos.

 Se oían las voces de los porteros que anunciaban la entra­da o la salida de los trenes, viéndose los grupos de pasajeros que aparecían o desaparecían al ascender o descender del piso principal, y se oía, así mismo, el rumor de las voces que se acercaban o se alejaban.

 Ya veíamos los chelines, coronas, medias coronas y peniques, monedas de plata y cobre de pequeño valor que sonaban y reso­naban sobre los mostradores y ventanillas al hacer los pagos o al dar los vueltos. Las libras esterlinas las vimos más tarde, en billetes de banco, de papel consistente, de fondo blanco con grabados verdes y filigranas, como los greenbacks.

 

Bien. Después de haber reposado en nuestro alojamiento y ya con la opaca luz del nuevo día, comenzamos a conocer la ciudad sorprendente: los palacios, las grandes avenidas y calles hermosas, los templos, los jardines, las otras estaciones del ferrocarril, los puentes sobre el Támesis, en fin, todo; lleno de suntuosidad, de riqueza, de fastuosidad que hacen que los días parezcan horas, máxime para el extranjero que por vez primera es huésped de la capital inglesa y si se toma en con­sideración el trabajo físico y mental que significa la admira­ción de aquella Babilonia de los tiempos modernos, pues en su seno están de relieve, en todas sus manifestaciones, la asom­brosa prosperidad e inagotables recursos del país y de sus numerosas colonias cuya extensión es mucho mayor que la me­trópoli. Ahí estábamos, pues, frente a la primera potencia del mundo: primera por su marina, su colonización, por su indus­tria y por su comercio; estábamos en la tierra de los grandes políticos, de los lores, de los hombres serios., de los intrépidos exploradores, de las grandes apuestas cuyo importe (de sólo una de las más chicas) haría acaudalado capitalista a cualquier modesto industrial; estábamos en la tierra del hierro y del carbón de piedra; en el territorio donde son famosos los caba­llos y perros finos; (donde los primeros dan gran placer y pro­ducen enormes ganancias en las carreras a sus propietarios y simpatizadores) ; donde el agricultor cubre de cultivos de todos los cereales el suelo bien removido; donde la riqueza amasa los mayores tesoros concebibles y, finalmente, donde todas las industrias prosperan sin interrupción

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 Los ocho millones que constituyen la población de Londres millón y medio más del total de habitantes de toda Centro­América—con su notable servicio urbano y el progreso que representan del Imperio Británico en conjunto, nos hacían pen­sar en dos de sus factores más importantes: la Policía Metro­politana y las vías de comunicación, siendo en la gran ciudad donde los efectos de la primera se notan de bulto, si se permite la expresión.

 En efecto; es ella quien, mediante estudios serios y larga experiencia, escogiendo, seleccionando sus miembros entre gen­te honrada, trabajadora, que ha estudiado la carrera de Agente de Policía en la escuela respectiva, dirige el tráfico entre los ocho millones de almas y vela por el orden y seguridad de las mismas.

 La organización que tiene es perfecta; su disciplina, admi­rable; su educación e instrucción, completas y con sólo decir que su Jefe o Director es un caballero del más refinado trato que, a su larga y limpia hoja de servicios une capacidades no comunes y que tiene el don de gentes, basta para entrever las condiciones morales, físicas e intelectuales de sus subordina­dos, que pasan de 30,000, pues ya se sabe que, cuando la cabeza está bien, todo el cuerpo camina perfectamente. En aquella culta persona—que es como un Ministro—hay sujeto en todo sentido; se encuentra esencia si se exprime el individuo. Para ser policía en Londres se necesita, además de otros requisitos naturalmente, tener, cuando menos, seis pies de altura y ser muy fuerte y sano.

 Con sólo la presencia de aquellos hombrazos que, por lo corpulento y lo alto parecen gigantes o atletas, es suficiente para que todo género humano se conduzca como se debe; a ésto hay que sumar la cortesía y las finas maneras con que proce­den, la decencia y elegancia de su uniforme. De esta manera, goza de fama y de simpatía la policía londinense como la mejor de todas. Se le respeta, se le obedece y es tal su preponde­rancia que se creyera que es la única o la primera autoridad en Londres.

 Ocasiones hay en que su Majestad el Rey concede meda­llas y otras distinciones de honor a los "Bobbies," como cari­ñosamente se les llama a los Agentes, para premiar sus ser­vicios en bien del público.

 Como una quinta parte de su personal se ocupa en el trá­fico del punto que puede llamarse el centro de Londres, en la manzana donde está el Banco de Inglaterra, que es la más

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 transitada del mundo entero, porque ahí pasan diariamente alre­dedor de 1.500,000 personas, 125,000 vehículos visibles, 700 tre­nes subterráneos que conducen 100,000 pasajeros y 10,000 almas que cada hora cruzan el "subway."

 Para calcular el enorme trabajo que tiene sólo en ese cen­tro la Policía Metropolitana, debemos recordar que ahí desem­bocan siete de las más importantes calles de la ciudad y que en la vecindad se encuentran: la Bolsa, La Maison House y las iglesias de Santa María Woolnoth y San Esteban, que au­mentan la afluencia de séres humanos.

 Desde luego, por otros puntos su trabajo en el tráfico es de mucha consideración, porque la regulación de éste requiere mucha actividad y sangre fría en todo caso, pero mayor en las grandes aglomeraciones de gentes que quieren pasar todas a la vez; es de notarse cómo se detienen tales muchedumbres, cómo sigue ese oleaje humano con sólo la mano enguantada que levanta el agente de policía o bien con el timbre o la señal que él hace sonar o ver; es de observar los enormes cordones, los enormes grupos que, matemáticamente, esperan parados los mismos minutos que los otros emplean en pasar las bocacalles: luego, con la misma exactitud puesto que los timbres suenan por electricidad intermitentemente, las cosas cambian: los que espe­raban, ahora pasan muy ufanos y así siguen todos, siendo espec­tadores y actores, cada uno a su tiempo, como las cuestiones políticas, cuyos cambios a veces son tan rápidos y pasajeros que algunos comparan a los lugares en que duermen las galli­nas en diferentes alturas, pero todas obedeciendo a la impres­cindible ley de gravedad para todos los efectos consiguientes.

 Sólo viendo aquel hormiguero puede creerse; parece un sueño, casi es increíble la afluencia de transeuntes, cuyo número es incontable en Londres: con todos ellos y con los vehículos, incontables también, la metropolitana tiene que ver de día y de noche para dirigir bien el tráfico, que requiere práctica y mucha sangre fría, repetimos. Se entiende que todos los autos, tranvías, bases, bicicletas, carruajes, camiones, caballos, etc., están bajo su control y se mueven a sus indicaciones. Durante las noches se valen de luces de colores, de, pitos y de otros signos para seguir las maniobras de los cruces de las calles y del tráfico en general, siendo siempre sucesivamente un turno para los que transitan en las avenidas y otro para los que van en las calles, yendo todos los pedestres y no pedestres sanos y salvos en las vías citadinas, gracias a la oportuna interven­ción de la policía metropolitana que regula el tráfico.

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 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

 El nombre de "Bobby" se le da en -memoria de su funda­dor, Mr. Robert, y se dice como para tratar al agente en el seno de la familia, de la intimidad. Ellos escuchan con agrado tal denominación y son objeto de simpatía, de cordial acogida de parte del público; ayudados por planos y guías, dan cuan­tos detalles se les solicitan relativos a la ciudad. Los foras­teros hallan fuentes de información en los celadores del orden.

 Si en las vías públicas del centro son tan útiles las activi­dades policiacas, en los teatros, estaciones, parques, boulevards, jardines y bosques, también son indispensables, y allá se les ve en el constante desempeño de sus funciones.

 Puede decirse que en Londres ella tiene la dirección, la seguridad de los millones de vidas que diariamente trafican por sus prolongadas y anchas calles. A continuación consignamos algunos datos respecto de la organización de la policía de que nos venimos ocupando, pues justamente se le considera como la mejor del mundo.

 Informe del Comisario de Policía de la Metrópoli, por el Año de 1921, Presentado al Parlamento por Orden de Su Majestad.

 Londres, 27 de Abril de 1922.

 Al Honorable Secretario de Estado por el Ministerio de Gobernación.

 Ciudad.

 Señor:

 Tengo el honor de someter a Ud. mi informe sobre la Poli­cía de la Metrópoli, por el año terminado el 31 de Diciembre de 1921.

 Varios.
Fuerza de Policía.

 La fuerza autorizada y la fuerza en servició, fué como sigue:

 Fuerza autorizada   …………………………21.230

 Fuerza en servicio  …………………………20.931.

 Removidos del Servicio.

 973.dejaron el servicio. De éstos, 107 por impedimento físico sufrido en ejercicio de funciones, gozando de pensión según lo ordenan las Actas de Policía. 20 resignaron por falta de salud y éstos no gozan de pensión. 130 resignaron voluntaria­mente. 72 fueron obligados a resignar. 15 fueron expulsados, y 49 murieron.

 Al terminar el año estaba en servicio un agente que ingresó al cuerpo en el año de 1875.

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 Reclutamiento.

 Los hombres reclutados para el servicio durante el año han sido de un tipo más satisfactorio de aquellos reclutados en el año inmediato después de la guerra. La razón es simple: du­rante la guerra el número de la fuerza se disminuyó mucho y cuando terminó se procedió a ponerla a su antiguo nivel, habien­do habido necesidad de recurrir más al número que a la calidad de los reclutados.  

 Pensiones.

 Algunos cambios se hicieron al Acta de Pensiones Policia­cas. Los principales cambios hechos son: Primero: La fijación de edad según el rango del agente, a la cual el retiro con pen­sión es compulsorio. Segundo: Las pensiones a las viudas de los agentes fueron aumentadas. Tercero: Una pensión anual a los niños menores de 16 años, hijos de todo agente que muera en servicio o en el primer año de retiro con pensión.

 Disciplina.

 El número de faltas cometidas contra los Reglamentos de Policía ha disminuido bastante y nunca puede compararse al enorme número cometido por agentes jóvenes durante el pri­mer año después de la guerra. Muy buen resultado ha dado el método de poner a todo agente durante el primer año de servicio en "probación." Los sargentos han reconocido mejor su responsabilidad como superiores.

 Acuartelamiento.

 

Es imperativa la necesidad de aumentar y mejorar el alo­jamiento de los agentes. Las secciones para alojamiento de los agentes solteros son suficientes; pero hay una necesidad imperiosa de suministrar alojamiento a los agentes casados. No obstante que el dinero está escaso y que la economía se impone, es de esperarse que se haga todo lo posible para mejorar las insatisfactorias condiciones actuales.

 Consejos Federados.

 La opinión general de la fuerza policiaca es que se le ha prestado una cuidadosa atención y que cualquier defecto ha sido remediado y estudiado con esmero.

 Sports.

 Conciertos, bailes, etc., han sido organizados para espar­cimiento de los agentes, sus mujeres, hijos y amigos. Esto ha contribuido a la alegría y buen comportamiento de toda la fuerza policiaca.

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 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

 Intemperancia.

 La siguiente lista dará una idea:

 Acusados de embriaguez, total  30.091

 Condenados por embriaguez, total        27.410

 De este número 5494 fueron mujeres. El mayor número de arrestos por embriaguez, fueron hechos durante la Sema­na Santa y la Navidad.

 Detención de Menores.

 Durante el año fueron detenidos 865 niños y 130 niñas. De este número 4 varones fueron sentenciados y enviados a la Escuela Industrial, institución encargada de reformar y rehabilitar a los niños con inclinaciones perversas. Del número de niñas arrestados no hubo ni una sola sentencia.

 Aprehensiones.

 Las aprehensiones por otras causas llegaron a 37.492, con­tra 49.991 efectuadas el año anterior. De consiguiente las aprehensiones disminuyeron en 12.499.

 Mendicidad.

 En vista del gran número de impostores que mendigan bajo el disfraz de soldados impedidos, se dieron instrucciones para aumentar la vigilancia de éstos a fin de disminuir impos­tores. Para mejor efecto se emplearon agentes vestidos de civiles.      

 Medalla Real.

 Durante el año su Majestad el Rey tuvo a bien premiar con esta Medalla a los siguientes agentes:

 Al Capitán William Burton de la División E, por sus es­fuerzos para salvar a una mujer que se ahogaba. Al sargento John Thomas de la División D, por haber salvado a un luntico que iba a tirarse de un piso alto. Al Capitán George Smith de la División L, por haber salvado a una mujer del techo de una casa en peligro. Al Inspector Thomas Buchanan de la División M, por haber arrestado a un criminal armado. A los Capitanes Samuel Taylor y Harry Powel, ambos de la Divi­sión N, por sus esfuerzos por salvar personas de un edificio incendiado. A los Capitanes Charles Hall y Jack Lewis de la División P, por haber arrestado a un hombre que los agredió con arma de fuego.

 Funciones Públicas.

 Durante el año, los siguientes acontecimientos hicieron ne­cesario arreglos especiales en la fuerza policiaca.´

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 Primero: Visita de Su Majestad al Príncipe Heredero del Japón. Segundo: Visita de su Majestad al Rey y Reina de los Belgas. Tercero: Inauguración de la estatua del Rey Eduardo VII por S. M. el Rey. Cuarto: Inauguración de un nuevo muelle por S. M. el Rey. Quinto: Inauguración de un puente por su Majestad el Rey. Sexto: Celebración del día del

 Armisticio.  

 Admisión a Hospitales.

 492 agentes fueron tratados en los diferentes hospitales y el número de muertos llegó a 21. Nueve agentes fueron pues­tos en observación de sus capacidades mentales. De éstos, 5 fueron declarados locos, tres de los cuales murieron.

 Departamento Dentario.

 El número de casos vistos y tratados por los Cirujanos Dentistas de la Policía es el siguiente:

 Casos vistos ……………………………….2355

 Visitas pagadas       6634

 Extracciones            7778

 Rellenos         512

 Tratamientos varios           1027

 Anestesia local        2054

 Anestesia general               1

 Heridos en Servicio.

 El número de heridos en el ejercicio de sus funciones asciende a 2,275 incluyendo 59 agentes mordidos por perros.

 Primera Ayuda.

 El número de agentes que han obtenido certificado de com­petencia para practicar primeras curaciones a heridos asciende a 14,661.

 Exámenes Bactereológicos y de Rayos X.

 Los siguientes fueron hechos durante el año: Por bacilo de la tuberculosis, 38; por bacilo de la difteria, 19; Rayos X, 113; Wassermann, 11; varios, 6. Total, 187.

 Entrenamiento de Novicios.

 El sistema de someter a los novicios a ciertas "pruebas" para que prueben su eficiencia y adaptación al servicio ha dado buen resultado. Merece especial mención el Comité de Selec­ción, por sus buenos trabajos.

 Uniforme y Equipo.

 Se ha introducido toda economía posible en este ramo, pro‑

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 POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

 curando al mismo tiempo no mermar el "confort" y nitidez de los agentes. Algunas de las nuevas recomendaciones incluyen el usar ciertas prendas de vestir por un período más largo del hasta hoy acostumbrado.

 Dificultades Sociales.

 El presente año ha sido de bastante trabajo debido a varias causas. Primero: El gran número de hombres sin empleo. Segundo: Las actividades de los Sinn Fein (revolucionarios Irlandeses). Estos y otros muchos problemas extraordinarios ha habido que enfrentar con tino. Sin embargo, está visto que el verdadero hombre trabajador, aunque esté sin trabajo, es poco predispuesto al desorden y al robo. Afortunadamente en las postrimerías del año, la situación mejoró en lo que se refie­re a hombres sin trabajo.

 Transportes.

 El número de ómnibus para conducir arrestados ha sido reducido a 40. Motocicletas han sido dadas a agentes que ope­ran en los alrededores de la ciudad.

 Policía Montada.

 Ha probado su utilidad, principalmente cuando ha habido que tratar con tumultos. El ginete de policía es actualmente más que un corriente buen policía: él es también un ginete de primera clase.

 Policía de Agua.

 La policía que opera en el río Támesis está provista de botes rápidos de gasolina, y su servicio para prevenir robo de los buques ha sido efectivo.

 Policía Femenina.

 La policía femenina ha cumplido con los deberes que le corresponden, con inteligencia y cuidado. Han sido especial­mente útiles para contrarrestar las faltas de moralidad y tam­bién en lo que se refiere a delitos cometidos por niños.

 Crimen en 1921.

 Con una sóla excepción, los crímenes cometidos durante el año no han tenido nada extraordinario. A principios del año ocurrieron varios disturbios causados por pequeñas bandas de irlandeses extremistas. Las medidas enérgicas tomadas por la policía uniformada y por los detéctives, dieron buen resultado.

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 Las personas asesinadas durante el año llegan a 20, dos de las cuales se debieron a operaciones médicas ilegales. De los 18 restantes, 2 fueron por causas políticas. De los 16 restantes, once de los autores cometieron suicidio. De los cinco restan­tes, 3 fueron condenados a muerte y dos fueron declarados locos.

 Por allanamiento de casas privadas fueron hechos 1,500 arrestos. Los casos de robo de automóviles han sido muy nu­merosos. Muchos de estos robos se debieron a negligencia de los dueños. Los carros robados ascendieron a 624. En parte esto se debe también a que los dueños han tenido asegurados sus carros contra robo.

 Departamento de Identificación.

 El número de impresiones de los dedos tomadas durante el año es de 372,635. Durante el año, 36,965 impresiones digi­tales fueron usadas para buscar delincuentes. De ese número 14,229 identificaciones fueron hechas.

 El Indice Criminal.

 En este Indice se inscriben los criminales clasificados según los métodos que han usado para cometer el delito, descripción de los semblantes, etc. Este Indice ha sido de gran utilidad para el trabajo de los detéctives.

 Tráfico en las Carreras.

 Aereoplanos han sido empleados como observadores para ayudar a la policía en el manejo de congestiones de tráfico, especialmente a la salida del público de las carreras de caba­llos o autos.

 Guantes Blancos.

 Durante el año se proveyó a la Policía de tráfico de guantes blancos para que las señales sean mejor vistas especialmente en días obscuros.

 Conclusión.

 Para concluir, quiero hacer ver el hecho de que de todos los rangos de la Fuerza Policiaca he recibido toda la ayuda posible para cumplir con los deberes de que soy responsable. Mucho del excelente trabajo llevado a cabo por la Policía es del conocimiento público, y agradecemos las pruebas por las cuales vemos que nuestro trabajo se aprecia. Con mejor cono­cimiento debo añadir, hablando en general, que no hay alabanza suficiente para la devoción que han demostrado en el cumpli‑

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 miento del deber, tanto los policías como los civiles empleados en las Demarcaciones.

 Tengo la honra de suscribirme de Ud., Señor Ministro, su muy respetuoso servidor.—W. Horwood.

    Decíamos de la poderosa palanca que para Inglaterra repre­sentan sus espléndidas vías de comunicación; a medida que per­manecíamos en la ciudad capital y que fuimos más adelante en la propia isla, lo constatamos; ellas son realmente un efi­ciente factor de su progreso material: además de las 9,000 calles de la metrópoli, asfaltadas, encementadas y pavimentadas con los mejores sistemas, existen las vías del interior, pues los ríos navegables, canales, ferrocarriles, carreteras, líneas telegráficas y telefónicas cruzan el reino en distintas direcciones, habiendo numerosas estaciones radiográficas y campos de aviación y el notable servicio de la marina mercante que, con sus diversas líneas de vapores, la tiene en contacto con todas las naciones, a través de los mares. En este concepto, gran papel desempeña el cable submarino.

 Londres es la ciudad más grande del mundo. La actividad que se nota en su vida material es indescriptible; el lujo y la riqueza de su sociedad, así como la exquisita cultura de ésta, sobresalen.

 Sus fábricas, bancos y establecimientos mercantiles son inmensamente grandes y en ellos están las personas como enjambres.

 Algunos consideran a New York, como la ciudad más gran­de del mundo (después de la Guerra Mundial) siendo, pues, la única que se le acerca en cuanto a población, mas, por lo que se refiere al perímetro de la ciudad, nó porque Londres es muy extendida.

 Millas y millas se recorren en distintas direcciones sobre sus calles cruzando el pobládo y no se encuentran las orillas. La calle más importante es la de Oxford, que se mantiene reno­vada con interminable concurrencia.

 Bien marcada está la parte comercial y la parte residencial, así como el barrio aristocrático; las factorías están separadas.

 Del corazón y de las afueras de la ciudad salen muchas líneas férreas que van a las otras ciudades y a los otros puertos de la gran isla, que constituye la regia metrópoli del Imperio Británico. Por aquellos rieles de acero, pasan más de setenta millones de pasajeros por año, y el número de toneladas de carga que sobre ellos se transporta, es incalculable, y por estos

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 datos puede imaginarse algo de la enormidad del comercio inglés.

 Los trenes capitalinos, aéreos y subterraneos, facilitan el tráfico; el túnel construido bajo el "Támesis" también descon­gestiona en parte la ciudad; sobre este gran río, que la atra­viesa, hay muchos puentes de hierro y acero, siendo los prin­cipales: Blackfriars, South Eastern and Catham, Waterloo and City, el de la Torre y el de Londres.

 Aquí es oportuno decir, que en este puerto hay tal canti­dad de barcos, que sus mástiles constituyen un bosque; que las aguas son quietas, aunque sucias, aprovechándose los 370 kilómetros navegables del "Támesis," que desde su desembo­cadura en el Mar del Norte hasta 80 kilómetros río arriba permite embarcaciones de gran calado para contribuir a la supremacía que Londres tiene, no sólo como primera ciudad, sino como el primero de todos los puertos (sin embargo de ser fluvial), debido a su extraordinario movimiento: he ahí, pues, la gran importancia de esa arteria denominada "Támesis."

 En sus márgenes hay constante ir y venir de personas y de vehículos, y las casas de varios pisos se alzan a la par, calle de por medio.

 Londres tiene más de 100 teatros; entre ellos recordamos: el de La Opera, Alhambra, Trocadero, Victoria, Dury Lane, Haymaket, London Hippodrome y Garrick.

 El Banco de Inglaterra, situado en el punto más caro del mundo entero, en que una simple, una minúscula pulgada vale más que una caballería de ciertos terrenos, es el más rico de cuantos bancos existen. Leed estos datos: custodia en sus sóta­nos más de 100.000,000 de Libras Esterlinas, posee una Teso­rería de Piedras Preciosas, una máquina para pesar monedas de oro y un Museo de Billetes: se diría que en aquel famoso establecimiento, cuyas cajas de caudales están conectadas con timbres eléctricos de alarma y herméticamente cerradas por la misma fuerza eléctrica, corre el oro del mundo a chorros, como licuado para alimentar las cascadas de la ambición...

 Entre los monumentos, sobresale el Arco del Almirantazgo, que es bellísimo, de cinco pisos.

 Grato recuerdo tenemos del Palacio del Parlamento, al que asistimos. En este soberbio edificio se reunen periódicamente los legítimos representantes del pueblo inglés y ahí se discu­ten las cuestiones más importantes y de interés general, resol­viéndose después de madura meditación, de mucha calma, que es una de las características de los británicos; de su seno salen

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 los Ministros que, en compañía del Rey, ejercen el Poder Eje­cutivo.

 También llegamos a la hermosa Catedral de "San Pablo" en la cual, además de todas las bellezas y joyas que contiene, llama la atención el espléndido órgano que posee. Aparte de la suntuosidad exterior de éste, las voces que se alzan al con­tacto de su teclado, dulces, emocionantes, maravillosas, reper­cuten su eco conmovedor en las bóvedas, que parecen aprisio­narlas para que jamás salgan de aquel templo lleno de música religiosa. Las notas, parece que se asocian a las almas de los visitantes como tomándolas instantáneamente del cuerpo para hacerlas vagar en el espacio glorioso que, impregnado- de soni­dos musicales, da consuelo, da esperanzas a los fieles, bajo la celeste cúpula de aquella casa de Dios en Londres. Parece que las angelicales modulaciones, que los divinos arpegios vie­nen a devolver esas mismas almas ya purificadas, como después de haber estado en el Paraíso.

 Se oye como que esta música viene de lejanos lugares encantados y que lentamente llega hacia nosotros, que nos im­presionamos como pensando que aquellas melodías que escu­chamos, significan algo sobrehumano que asocia la fe a la Ciencia.

 Sus campanarios son de los más elevados que existen por­que alcanzan 67 metros; ellos contienen la campana de mayor peso de toda Inglaterra: se llama "San Pablo"—como la propia catedral a que pertenece—y su gravedad es de 18,000 kilos.

 Después de pasar por 110 gradas de piedra, anchas y en forma de caracol, yendo a pie, ascendimos hasta la cúpula. Hay una gran sala que contiene la biblioteca y recuerdos arqueoló­gicos de la vieja catedral. Más arriba está la "Galería de los Murmullos" ("Whispering Gallery"), célebre porque debido a las condiciones acústicas, la voz de una persona que habla sua­vemente en un extremo, se oye con toda claridad en el otro —que está muy distante, a 33 metros—por la reflexión de los sonidos. Tal fenómeno lo habíamos observado con antelación en Roma, a través de los mosaicos de San Pedro; ahora lo repro­ducimos en San Pablo.

 Después está la Galería de Piedra y, de último, ya tocando la cúpula, la "Galería de Oro."

 Desde el exterior de dicha cúpula se puede ver toda la Ciudad de Londres, cuando hay tiempo despejado, imponente panorama que uno no puede imaginarse. En los subterráneos o bóvedas inferiores, se encuentran tumbas de hombres ilustres

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 como Lord Wellington, Gordon, Roberts, etc., que ahí tienen monumentos suntuosos erigidos a su memoria.

 Al salir de aquella magnífica Catedral tuvimos el honor de ver a Sus Majestades los Reyes de Inglaterra que, en lujoso automóvil, pasaban por la calle seguidos de lucido acompaña­miento. El público, al enterarse que ahí iban los regios perso­najes, concentraba sus miradas sobre el carro real y así miraba al Rey y a la Reina, que llevaban semblante sonriente y amable actitud. Venían de uno de sus palacios y se dirigían al campo, tal vez prefiriendo la sencillez y naturalidad a la etiqueta y fastuosidad!

 En otra ocasión, vimos al Príncipe de Gales, a quien ya habíamos tenido la honra de conocer en París. Esta vez iba montado en una hermosa yegua retinta inglesa, alta y delgada. Le acompañaban otras personas de aire distinguido y que mon­taban soberbios corceles también.

 Notable es el "Hyde Park," hermoso paseo que se considera como "los pulmones de Londres," por lo extenso y por la enor­me cantidad de árboles que lo embellecen. A la entrada existe un vistoso arco de mármol blanco, con tres divisiones y seve­ras puertas de bronce, y en su interior pueden verse: bosques, prados, jardines, lagunas, planes destinados a ejercicios físicos, hipódromos; vías separadas para los peatones, los caballeros, los ciclistas y, la más ancha, para los automovilistas. Ahí se reunen incontables personas cuando hace buen tiempo, sobre­todo los Domingos y días festivos: hasta los leaders políticos de ambos sexos van a disfrutar de la frescura y del oxígeno de"Hyde Park" y aprovechan el lugar para algunas de sus discusiones al mismo tiempo, pues hay la gran ventaja que ahí no se acaloran ... El Lago Serpentina es una preciosidad y aumen­ta, naturalmente, el encanto del mencionado paseo; según las estaciones, ahí se puede nadar, patinar sobre el hielo y gozar de la vista de su puente. En sus inmediaciones hay salones para tomar té, otra de las aristocráticas costumbres inglesas.

 Simpático detalle final: Hay en "Hyde Park" una estatua de Aquiles, fundida con los cañones tomados a los franceses en Waterloo y dedicada por las damas inglesas a Wellington.

 Algunas horas pasamos en el "Museo Británico" que en­cierra cosas de todas partes del globo terrestre, ya que los ingleses, con sus grandes facilidades en la navegación y siendo ellos los primeros marinos, no dejan ni un rincón sin explorar con provecho.

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 Un modelo de las ruinas del Partenón de Grecia, después del bombardeo que llevaron a cabo los venecianos en 1687 (y que fué construido en Atenas 2,400 años antes de Jesucristo) destaca como evocando la Mitología Griega; el colmillo más grande (jamás antes visto) de elefante, que mide 10 piés, 2 pulgadas de largo por 24 pulgadas de circunferencia (en la parte más gruesa), con un peso de 226 libras y media, ostenta la fuerza y la riqueza animal africanas ... Volúmenes enteros no serían suficientes para relatar cuántas riquezas y maravillas arqueológicas contiene dicho museo, si intentásemos mencionar siquiera una centésima parte, pero es imposible que dejemos de describir algo relativo a Centro-América, y que observamos al traspasar los dinteles del establecimiento al salir en direc­ción a la calle. Entre las columnas de granito que sostienen las arcadas de los corredores exteriores y a mano derecha, tuvi­mos la sorpresa de encontrar un enorme monolito, tan enorme que no cupo en ninguno de los salones del museo. Por su fenomenal volumen, está fuera, pues de otro modo, estaría en el lugar de honor, a buen seguro presidiendo el complejo teso­ro interior. Este raro obelisco, con inscripciones jeroglíficas relativas al Calendario de la raza Maya y que es un bello monumento de una sola pieza, esculpido por las hábiles manos de nuestros aborígenes, fué llevado de Quiriguá, Guatemala; sacándolo de entre las palmeras, los bosques y las sierras, que junto con el cielo le servían de bóveda: de aquella majestad natural que el oro extranjero va convirtiendo en fuente de pro­ducción para centuplicarse con el oro de los bananos, que desde ahí brotan en paradisiaca abundancia y lleva hasta muy lejos, la riqueza alimenticia a millones de séres humanos que con ellos se nutren.

 Su forma es cuadrangular y sus dimensiones, aproximada­mente, son: 15 metros de alto, 1 metro de ancho y 80 centí­metros de espesor. Sobrepasa las columnas del museo, natu­ralmente, y tanto la base como el ápice tienen las mismas medi­das. Esta obra pétrea, herencia de una raza que contribuyó eficazmente a la anciana civilización de México y Centro-América, conforme las inscripciones que las oficinas de aquel museo colocaron al pie del codiciado monolito, probablemente data del año 242 de nuestra era, es decir, fué erigido en aquel año. Siendo de una sola pieza, como ya consignamos, y tan grande, su peso debe alcanzar algunas decenas de toneladas sin duda. Es una lástima que monumentos como éste no se guar­den en los países de su origen para facilitar el estudio de la

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 Historia Antigua, y para dar a conocer prácticamente el ade­lanto que en aquellos remotos tiempos habían alcanzado estas regiones, mediante la actividad de sus habitantes, que ya sabían del Arte. Son recuerdos nacionales que, por patriotismo, deben conservarse cuidadosamente en casa, en los museos de México o de Centro-América. Este. obelisco y los otros monumentos que aún nos quedan aquí, deben pertenecer especialmente a la juventud y al profesorado para que, frente a ellos, sus leccio­nes sean objetivas, más prácticas.

 Santo y bueno que los arqueólogos extranjeros admiren estas cosas, pero que no se las lleven. (Con el permiso corres­pondiente, pueden copiarlas, si desean.)

 Fijándonos en las espesas y negras columnas de humo que salían de las innumerables fábricas y la neblina que por lo regu­lar hay en Londres, donde al mezclarse forman densas nubes, nos explicamos el aspecto triste que exteriormente caracteriza a la ciudad : su cielo es opaco, y raras veces se disfruta de los esplendores del astro rey: pongamos de un lado toda la fantás­tica grandeza delineada ya a grandes rasgos y de otro, este lunar que afea, para convencernos que no es posible tener todas las magnificencias a la vez, en un mismo sitio; menos en un micros­cópico mortal. Si el sol alumbrara y calentara en Londres como brilla y calienta en Alejandría, de seguro que las sencillas inglesitas de ojos azules y de rubios cabellos, no tendrían su sedoso cutis tan delicado como pétalo de rosa. Una noche que Neptuno dispuso ausentarse de Londres, fuimos por las calles céntricas y comerciales de la urbe a pie, para mejor curiosear, y vimos dentro las vitrinas de varios almacenes muchas mercaderías que exhibían y que indudable­mente llamaban la atención general por lo bueno. Ahí mismo estaban, en artística exposición: la materia prima, las trans­formaciones que iba sufriendo y los diferentes usos de las telas o artículos ya elaborados. A la vez, se veían fotografías, es­pléndidas y claras ilustraciones de los campos, de las plantas, de los animales de donde procedían, así como de la maquina­ria empleada en la manufactura. Muy bien; magnífico; todos los pormenores y en medio de ellos, como para cerrar con broche de oro, se leían rótulos de regulares dimensiones con letras negras sobre cartón blanco, que decían: "Este es producto in­glés; usted es inglés; proteja la industria inglesa."

 ¿No pensáis vosotros, caros lectores, que ese egoísmo está bien justificado y que todos deben tenerlo para ayudar y servir

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 al paisano, al connacional en primera línea, puesto que la Cari­dad debe comenzar por casa?

 Ya que es una utopía borrar las fronteras, tal vez ese sea el único egoísmo tolerable!

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