miércoles, 31 de agosto de 2022

“…CUANDO HUYE SATANÁS” C.S.LOVETT -3-

“…CUANDO HUYE SATANÁS”

C.S.LOVETT

Covina, California.

1969

La rabia de Satanás aumenta a medida que se aproxima su fin. Su furia alcanzará el clímax cuando sea expulsado del mundo espiritual (Apoc. 12). Tendrá que ocupar un cuerpo físico y des­aparecerá la influencia invisible que tiene hoy, cuando puede alcanzar

encubiertamente las mentes de los hombres. Se posesionará del cuerpo del estadista mundial que haya escogido, para ofrecerse a la humanidad como el Dios verdadero. Ocupará la cátedra del Templo, posando como el Altísimo mismo (2a. Tes. 2: 4), algo que ambiciona desde el principio. Su imperio durará poco tiempo y terminará con la aparición personal del Señor Jesucristo....

"A quien el Señor matará con el espíritu de su boca, destruirá con el resplandor de su venida" (2a. Tes. 2: 8).

6. LAS LIMITACIONES DE SATANÁS

. a. Puede asegurarse que Satanás no lo sabe todo, desde que cometió el costoso error de crucificar al Señor Jesucristo. Pablo menciona una sabiduría oculta, "la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de la gloria" (la. Cor. 2: 8). Ciertamente Satanás ignora "el día y la hora" de la revelación final, cosa que "ni aun al Hijo" fue permitido conocer.

b.   La mayoría de los autores concuerdan en que Satanás no es omnipresente y todos opinan que tiene acceso directo o indirecto a los seres humanos. Tal parece que nadie está fuera de su alcance y que, aunque no puede atacar directamente los cuerpos humanos, es capaz de manejar las circunstancias que los rodean. (En esto debe estar también muy limitado puesto que a cada momento podría usar las auto-pistas para deshacerse de muchos de nosotros.) Sus ataques al cuerpo humano parecen circunscribirse al poder de su­gestión mental y sus resultantes desórdenes sicosomáticos. Cuando alguien se lo permite, es capaz de posesionarse de esa persona en cuerpo y mente.

c.   Por lo tanto, Satanás no es omnipotente. Si pudiera arrancar vidas a su antojo, ya estaríamos todos muertos. Le sobran razones para querer acabar de golpe con los cristianos que son "la sal de la tierra." Lo haría si pudiera. Tiene poder sobre los elementos natu­rales, como la tempestad en el Mar de Galilea que Jesús reprendió. Todo el universo lleva la marca destructora. Hasta los insectos, las semillas, las bestias feroces y las inundaciones parecen estar bajo control satánico. Dios jamás podría ser el autor de la sanguinaria lucha por "la supervivencia del más fuerte," en que se agita el mundo.

d.   El único contacto que tiene Satanás con el creyente es por medio de la naturaleza carnal,- no tiene acceso a la naturaleza nueva que se recibe con la salvación. El cristiano siempre está libre para escoger entre sus dos naturalezas. Por tanto, Satanás no puede tocar la voluntad del creyente. En consecuencia, su control que pueda tener sobre el cristiano parte del permiso, de la sumisión personal que se le entregue. Su influencia tiene como límite las presiones intelectuales y emocionales que pueda ejercer mediante la naturaleza carnal. Le suplico que tenga esto muy presente mientras lee este libro.

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Repito que, si podemos aceptar total o mayoritaria­mente esta síntesis sobre Satanás, entonces tendremos una base común para analizar sus ataques al pueblo de Dios. Estudios como esos me parecen fascinantes, pero lo que he seleccionado del DEPOSITO DE INFORMA­CION nos proporcionarán el punto de partida para nues­tro estudio aquí.

LA REVELACION COMO INSTRUMENTO VALIDO

Como el pensamiento humano tiene sus límites, de­bemos evitar la necedad común de anegarnos en especu­laciones. Nunca estorban las pruebas aportadas por una imaginación iluminada. Pero el escepticismo constituye el mayor obstáculo para mantener una discusión a fondo sobre Satanás.

No es difícil entender a qué se debe el vacío que actualmente se hace al tema de Satanás, si se toma en cuenta que tanto él como sus legiones operan en el plano de lo invisible. Así tiene que ser, pues se trata de algo sobrenatural. Y esta es otra palabra prohibida por la superstición materialista de la época. No es de "catego­ría" citar una esfera de acción donde la deducción y el método científico carecen de influencia. La revelación divina no tiene aceptación general como instrumento respetable.

Sin embargo, es evidente que la inspiración es instru­mento Escritural:

"Como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó

no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido" (la. Cor. 2: 9-12).

Uno de los instrumentos básicos con que contamos es la revelación mediante el Espíritu Santo. ¿No aprendemos cuando El ilumina nuestra experiencia personal con la Palabra de Dios? No debe haber cristiano que desconfíe de la misión docente del Espíritu Santo porque EL es también nuestra garantía contra el error (la. Juan 4: 1 y la. Juan 2: 27). Si yo escribo guiado por el Espíritu de Dios, entonces debe usted probar lo que lee a la luz del mismo Espíritu. Si mi flaqueza carnal me lleva a errar, usted, por su parte, puede determinar qué de lo que digo lleva el testimonio divino al corazón de usted. Vivimos tiempos en que surgen por todos lados espíritus falsarios y compete al pueblo de Dios ejercitarse en el discernimiento espiritual. Lo que usted lea aquí deberá confrontarlo con la Palabra y el Espíritu de Dios. Si lo que digo le ayuda a acercarse más al Señor Jesu­cristo y a exaltarlo con la vida entera, entonces podrá usted aceptarlo. Pero deberá descartarlo si encuentra que en alguna forma estorba a su comunión o desvirtúa su vida de victoria.

De ninguna manera desconfíe de la dirección del Espíritu Santo en cosas como estas. Para quienes ver es creer, aun la fe en Dios carece de respetabilidad. ¡Ima­gine cómo reaccionaría una persona así a la idea de un diablo personal! No podemos dejarnos influir por alguien que proceda de esa manera. La Palabra de Dios es bien clara en esto y si somos los primeros en tomarla seria­mente, entonces los burladores quedarán rezagados.

EL PESO DE LA PALABRA

No es sabio atesorar la Palabra de Dios y al mismo tiempo ser indiferente a la revelación masiva, que, en ella y fuera de ella, existe sobre el diablo. Hay un rico venero de material bíblico que descorre el velo sobre Satanás, los demonios y lo sobrenatural. Es enorme el número de pasajes que tocan este tema y su exposición combinada nos dan un retrato de cuerpo entero de nues­tro enemigo.

La Biblia no sólo destaca nítidamente la PERSONA de Satanás, sino que sus procedimientos se ponen de re­lieve tanto como los del Espíritu Santo. Si lo que dice la Palabra de Dios sobre Su Espíritu, en ninguna manera forza la razón de los creyentes, creer lo que dice sobre Satanás no tiene por qué parecerles menos creíble. Para distinguir al diablo se necesita la misma fe que para discernir al Espíritu Santo, en la Biblia. El ministerio de santidad no es más difícil de imaginar que el ministerio

de maldad. A eso, agregue lo que dice Pablo sobre la existencia de un estado de guerra

"Porque no estamos luchando contra gente de carne y hueso (VP), sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Ef. 6: 12).

¡Fíjese en eso! ¿Quién puede desconocer que esta­mos en guerra? No se necesita ser teólogo para ver aquí el majestuoso despliegue de príncipes malignos. ¿No es ese un cuerpo de ejércitos invisibles, alineados en orden de batalla frente al pueblo de Dios? ¿Cómo es posible tomar esto a la ligera? El cristiano que no pesa estas implicaciones obra sin sabiduría. Pasar por alto que el JEFE de estos ejércitos malignos es su enemigo personál, sería ceguera de la peor: no accidental sino deliberada.

• ¿Necesita usted que alguien le enseñe que esta es una guerra espiritual? Cuando el pasaje habla de "regiones celestiales," descarta toda posibilidad de lucha cuerpo a cuerpo. El campo de batalla está en el espíritu, más allá del plano carnal. Pero eso no quiere decir que sea un ambiente vago o irreal. Quien estudia seriamente la Bi­blia, conoce que imparte mucha luz sobre las actividades en el plano espiritual.

Por ejemplo, cuando se aprende cómo opera el Espíritu Santo, también se aprende mucho sobre la actividad satánica. Satanás es un falsi­ficador "de primera," capaz de copiar las técnicas del Es­píritu de Dios, si es que no se vale precisamente de ellas para sus fines. La medida en que el lector se compenetre de los procedimientos que usa el Espíritu Santo, será tam­bién la medida en que entienda los métodos del espíritu no-santo. ¿Podrá ser de otra manera ?

Ambas personas son seres espirituales. Ambas operan en el espíritu.

Ambas tratan directamente con el hombre. Ambas quieren lo mismo del hombre.

A medida que nuestro argumento se desenvuelva, el peso mismo de la Escritura demostrará que esto es así.

 

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