martes, 16 de agosto de 2022

CONCLUSIONES (1)“POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS”

POR TIERRAS SANTAS Y POR TIERRAS PROFANAS

POR J. MOISÉS DELEON LETONA

(El escritor es tio abuelo del autor del blog- un huehueteco apasionado por lo de antaño.)

IMPRESIONES DE UN GUATEMALTECO EN SU VIAJE
ALREDEDOR DEL MUNDO DURANTE LOS AÑOS DE
1922 A 1924.

Es el libro que a continuación leeremos y es debidamente apreciado a nivel mundial. Se encuentra en las siguientes bibliotecas

Librería del Congreso de  los Estados Unidos de América

Biblioteca Teológica "Lorenzo Boturini" de la Basílica de S.M. de Guadalupe. Ciudad de México

Bibliotheca Generalis Custodiae Terrae Sanctae-Ciudad de Jerúsalen

Libro que forma parte del Patrimonio Literario de España-. -Dedicación del autor a S.M. el Rey D. Alfonso XIII-XIV.

 

Teniendo a la vista la gran parada militar que hubo en Longchamp, París, en Julio de 1922 en que las tres armas unidas a la marina y la aviación estaban gallardamente repre­sentadas después de haber desfilado por Los Campos Eliseos, el Arco del Triunfo y la Avenida de la Gran Armada, llegó a nuestra memoria el recuerdo imperecedero de nuestras fes­tividades patrias celebradas hacía 10 meses con motivo del primer centenario de la Independencia, cuando el 15 de Sep­tiembre de 1921, en la Plaza de Armas de Guatemala se izó

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 la bicolor bandera federal Centro-americana bajo la égida de su viejo escudo de los 5 volcanes, el sol y el gorro frigio, coro­nados por "DIOS, UNION Y LIBERTAD;" cuando ésta ascen­día majestuosa como señalando el cenit con toda la clara luz del mediodía para ser saludada por las voces argentinas que entonaban el Himno Nacional, los atronadores aplausos de las muchedumbres delirantes de júbilo y las sirenas de las máqui­nas que se mezclaban con el estrépito de los 21 cañonazos, entusiasmando más a los patriotas que celebraban tan magno suceso. Y fué entonces que vimos entre el "Parque Inglés" y Catedral (nuestra bella iglesia metropolitana), frente al Pala­cio del Centenario, algunas piezas de las Baterías de Campaña, de Montaña y de "Saint Chamond" que la Artillería y demás fuerzas del servicio de plaza que tomaron parte en aquella ma­nifestación memorable, lucían a su vanguardia. La Escuela Politécnica, ostentando el Pabellón, engrosaba dichos cuerpos de ejército en movimiento disciplinario. Individuos de tropa, clases o galonistas, oficiales y jefes—todos—al escuchar las clarinadas que comunicaban órdenes, marchaban gravemente con su uniforme de gala y con la uniformidad de las bélicas no­tas de las bandas de guerra que resonaban en el espacio. El más joven de nuestros Generales, Ciudadano Mauro de León R., era su jefe, montado en brioso corcel y rodeado de su Estado Mayor. A la cabeza de aquella falange sostenedora de la paz y que regresaba a los fuertes de San José y Matamoros, mar­chaba el gallardo militar, quien al dar la voz preventiva de “¡presenten! . . . " y la ejecutiva de "¡ armas !" ante la enseña sa­grada, lo hizo con tan vibrante y vigorosa entonación que ambos imperiosos y solemnes mandatos emanados del Alto Comando que él mismo tenía, parecían condensar toda la gratitud de los seis millones y medio de centro-americanos hacia los períncli­tos varones que nos dieron patria; parecían también una pro­mesa de honor garantizando que todo lo escrito con la fragi­lidad de la pluma que el amor al suelo natal y a la Libertad dictaron en el Acta de Independencia, se sostiene dignamente con el filo de las espadas y el acero de las bayonetas.

 Printed in the United States of America.

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     CAPITULO XXI.

Conclusiones.

En los Estados Unidos, el obrero tiene la palabra. Es él quien mejor vive entre todos los obreros del Mundo entero. Tiene sus asociaciones que constituyen verdaderos gobiernos bien organizados: fuertes, respetados. Todos los obreros en los Estados Unidos leen y escriben; todos se dan cuenta exacta de sus derechos y obligaciones. Su fraternidad es un evangelio y su vida tranquila, con todas las comodidades, es muy digna. Son respetuosos, cumplidos y su trabajo, es bien retribuido.

Tomad como ejemplo a Henry Ford que, de modesto mecánico—mediante la perseverancia en el estudio y en el tra­bajo—pasó rápidamente a ser el industrial más rico de los tiempos actuales y quizá el más rico de los millonarios estado­unidenses. He aquí el éxito del obrero—todo cerebro y mús­culo—que, no siendo egoísta, divide sus pingües utilidades en­tre todos sus colaboradores, desde el más inteligente Ingeniero hasta el más humilde aprendiz. Así se explican las constantes innovaciones de sus automóviles en favor del cliente, quien en último término sale favorecido: todos trabajan con alegría, con esfuerzo, seguros de obtener recompensa: así se explica la revo­lución que en la industria ha hecho este hombre que ya está laborando en los aeroplanos de aluminio a fin de ponerlos al alcance de todas las fortunas (como sabiamente lo hizo con los automóviles), acelerando los medios de comunicación. Tales causas dan origen a la familiaridad, confianza y cariño con que todos sus obreros trabajan al lado de Henry Ford que, no obs­tante ser dueño de una fabulosa fortuna, vive como cuando inventó su primera máquina, modestamente, con la confianza de que su mayor placer está en el trabajo.

El cambio que experimenta la persona al salir de su tierra natal, siempre es favorable: si es mala, se vuelve buena; si es buena, se vuelve mejor. La Naturaleza, los centros de cultura, el aprendizaje, la visión del Arte, las maravillas del mar, todo contribuye al perfeccionamiento del hombre observador, amigo

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del adelanto, que quiere ser un abanderado, un número uno entre los hombres. En otro ambiente, ya purificado por los siglos y por los hombres, se perdona de verdad a los enemi­gos y envidiosos que, por desgracia, abundan. Así, el hombre superior se coloca a muchos kilómetros sobre ellos, como re­sultado de la ilustración y del valor intrínseco que se adquieren con el trabajo ordenado y el estudio metódico.

Cada nueva palabra que de otro idioma se aprende, es una conquista intelectual, es una nota musical que enriquece el cere­bro. El que viaja por el extranjero tiene perennemente el ejer­cicio y la gimnasia para su espíritu y para su cuerpo, pues todas sus facultades entran en acción con gran actividad, sien­do el resultado muy provechoso para la persona.

El Príncipe de Gales viaja muy a menudo y ya conoce más de la mitad de los vastos dominios que más tarde gobernará; su contacto con los Jefes y hombres de Estado en el extranjero ayudan poderosamente a su preparación para el elevado cargo a que está destinado; el General Plutarco Elías Calles, antes de tomar posesión de la Presidencia de la República, siendo conocedor de México y bien conocido de sus habitantes, hizo una gira por el exterior llegando hasta Europa, viendo y oyen­do a los mandatarios de varias naciones, donde se codeó con los más notables hombres públicos y entrevistándose con dife­rentes agrupaciones políticas y sociales; tales prácticas leccio­nes y confirmación de ideas entre los hombres libres tienen que rendir beneficios positivos a nuestra pujante vecina del Norte, toda vez que los patriotas deben poner en práctica en su país cuanto de bueno vieron y observaron con sus propios ojos, máxime si son sus directores, pues, si al extenso o completo conocimiento del país que gobiernan se suma el de otros, ya pueden hacer reales comparaciones y seleccionar. El Gene­ral Barrios viajó antes de sus gloriosos triunfos del 71; hizo venir personas notables del extranjero y, siendo jefe del Ejecutivo y del Ejército, también estuvo lejos de las fronteras guatemaltecas con fines progresistas que realizó. En pequeño, podemos formarnos un concepto del bien que al Estado y a los gobernados reportan tales expediciones pensando en la visita de pueblos, que a veces llevan a cabo los presidentes, empezando porque las vías de comunicación se atienden con esmero a fin de que la comitiva no tropiece con nada malo: todas las auto­ridades de las cabeceras departamentales y empleados públicos en general, en las ciudades y en los pueblos, se preocupan ven‑

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tajosamente del cumplimiento de sus deberes y los pacíficos moradores que reciben tal honor, reparan y engalanan sus casas y sus calles, vistiendo de gala, con lo que el comercio, el ornato y la sociedad ganan naturalmente.

(Aquí tal vez siente bien un paréntesis: el dinero que an­taño se gastaba en los arcos efímeros para celebrar tales visitas no debe seguir el mismo camino, sino llegar a las escuelas en forma de útiles y de profesorado, que exornan día a día los radiantes arcos del cerebro de los alumnos, que indudablemente son más bellos y más útiles que el Arco Iris.)

Admirad las golondrinas que periódicamente cruzan los ma­res y atraviesan los desiertos; el águila que despliega sus alas para ir cerca del cielo, el cóndor que desafía las alturas, la abeja infatigable y laboriosa que nos brinda su miel y nos muestra sus simétricas habitaciones : en vuestra esfera de acción, haced otro tanto, viajando. No estéis toda la vida en casa: salid; respirad aire libre, puro; no estéis siempre pegados a la choza, como el musgo a la piedra.

Teniendo buenos modelos, buenas muestras, nuestros dibu­jos, nuestras planas, serán buenas o mejores. Copiemos lo que nos parezca adaptable al suelo patrio, a nuestra manera de ser y apliquémoslo en nuestra propia casa. Que las gentes de poco espíritu no tengan miedo de ir a toda velocidad en un auto­móvil, en un tren ni en un barco o en un aeroplano, que dan seguridad y son obras de los tiempos modernos para dar faci­lidad y medios de acercarse más entre sí a los hombres. Muchos hay que sienten una gran pena con sólo la idea de embarcarse; otros que se afligen demasiado al oír que se atra­viesa el Atlántico para ir a Europa. Pues bien: desvestíos de ese traje anacrónico que no os va y vestid cívicamente a la moderna, tened ánimo para viajar haciendo uso de cuantos factores de comunicación estén a vuestro alcance y conoced lo más que podáis. No tengáis miedo. Gastad parte de vuestro dinero viajando; no os volváis avaros. Poned en circulación la riqueza educando esmeradamente a vuestros hijos o a otros familiares, si no tenéis hijos

De todas las escuelas, la más práctica, es la de los viajes; del dinero, el mejor empleado; de nuestra vida, la parte más agradable y de mejor acopio intelectual y preparación para el

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futuro. No olvidéis que durante la niñez y la juventud es cuan­do con más provecho pueden y deben realizarse los grandes viajes.

Los sentimientos del que viaja necesariamente se refinan: su fantasía, sus visiones, sus ideales, tienen origen en los por­tentos del mundo espiritual, en las maravillas del mundo físico.

 

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