sábado, 3 de septiembre de 2022

8- “…CUANDO HUYE SATANÁS” C.S.LOVETT

“…CUANDO HUYE SATANÁS”

C.S.LOVETT

Covina, California.

1969

EL PRINCIPIO

Repito que la emoción de esta experiencia fue algo intoxicante. Triunfar en la vida cristiana era ahora una fascinante realidad. Cierto que en esto yo no era más que un bebé comenzando a caminar. Pero aquí estaba un nuevo campo de acción y yo quería adentrarme más y más en él. Había sido algo glorioso sentirme libre de aquella tremenda presión diabólica. Y eso que yo tenía escrito un libro (todavía no en español: "Ahora es Fácil Edificar Almas." N. del T.) que caracteriza las dos naturalezas del creyente. Pero no está incluida en él esta verdad de cómo se libra uno de la presión que ejerce Satanás sobre la naturaleza carnal. Esta era una expe­riencia nueva y que me acaba de ocurrir. Era similar a la que tuve por primera vez en el área de cómo ganar almas. Cuando alguien por vez primera inclinó la cabeza y dijo "¡Sí!" a Cristo, por mediación mía. Eso me "engan­chó." La emoción que sentí actuó como una droga en el sentido de que yo quería más y más. Ahora, me había invadido una sensación de gozo muy semejante a aquella. Ella sería el principio de nueva y audaz aventura en Cristo.

MEDITACION

Volvamos a aquella mañana. Por un rato permanecí sentado en la cama, tratando de revivir tan grandioso acontecimiento. Casi tan grande como el de mi salvación. Tal parecía que acababa yo de recibir la clave para rea­lizar el anhelo de triunfo en la vida cristiana. Todo tan oportunamente, incluyendo las circunstancias externas y la actividad íntima de mi mente. El Señor lo había pre­parado todo para que yo aprendiera cómo resistir a Sa­tanás hasta hacerlo huir.

Usted comprende que para mí no era nada nuevo trabajar estrechamente con el Espíritu
Santo. "Ahora es Fácil Ganar Almas" y "Ahora es Fácil dar Testimonio", son frutos experimentales de esta ciencia de trabajar con el Espíritu Santo muy de cerca. Así que, mientras meditaba y repasaba la expe‑

¿Cómo es que no me di cuenta de esto antes?

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1riencia recién tenida, el significado de ella cristalizó en mí como un relámpago.

"¡Desde luego!" exclamé casi a gritos. Esta vez Ma­gue, que estaba ya levantada, me oyó.

"¿Qué decías, querido?" Como que me dio pena no poder explicarle.

"No es nada, chula." ¡Nada! Era tan grandioso que no había manera de ponerlo en palabras. Y era evidente que yo necesitaba digerir lo sucedido aquella noche. No sé que habría pensado mi esposa de mí si en aquel mo­mento me hubiera puesto a tratar de explicárselo. En ese momento estaba yo todavía demasiado excitado y asom­brado para poderlo hacer. Ya después lo haría.'

BOTON MARCADO "SATANÁS"

Mi grito involuntario fue la respuesta a la ilumina­ción espiritual que acababa de recibir. De repente, todo estaba claro. Era algo tan sublime, pero también tan lógico, que lo comprendía totalmente.

• En "Ahora es Fácil dar Testimonio", empleo el ejem­plo de la fuerza que tiene la rueda del automóvil. Si la fuerza del motor no se trasmite a las ruedas, de nada sirve que el auto tenga un motor poderoso. Lo mismo pasa con tantas cosas que hoy día se mueven a motor. Cuando digo esto pienso en nuestra puerta cochera. Para que suba, basta con apretar levemente un botón eléctrico. Ni siquiera hay que oprimir con fuerza. Un motor eléc­trico hace por mí todo el trabajo de abrir la puerta. ¡Pero nada sucede hasta que oprimo el botón!

Algo semejante es lo que hay que hacer para poner en huida a Satanás. En nosotros reside el Todopoderoso. El se enfrentó a Satanás, soportó sus peores ataques y lo hizo huir. La sola mención del nombre de Cristo hace trepidar al mundo espiritual, aterroriza a Satanás y lo ahuyenta. Dése cuenta que Satanás no huye de la pre‑

i De paso, esa misma mañana llamó el Secretario del Ayuntamiento pidiendo que olvidáramos el incidente. La confusión había sido causada por traspapeleo, pero ahora todo estaba claro. ¿Un simple accidente? Yo digo que no. El Espíritu Santo había permitido la confusión de papeles como material de enseñanza. Da pena que tenga que valerse de cosas así para hacernos comprender lo estúpido que es preocuparse.

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 Sencia del Señor ¡sino de Su poder! Y su poder no entra, en acción sino hasta que resistimos en Su Nombre.

Resistir a Satanás viene siendo como apretar el botón eléctrico. Un toque, sólo un leve toque,

y el poder del motor se encarga de la tarea. Un poquillo de resistencia, un gesto físico de resistencia y el poder de Dios hace el resto.

Queda pues, muy claro, que Satanás no huye de C. S. Lovett. Sería ridículo pensarlo. Lejos de temerme, por todos lados me anda siempre tentando y tratando de explotar mi naturaleza carnal. Pero, eso sí, si volun­tariamente oprimo el BOTON MARCADO "SATANAS", entra raudo en acción el poder centelleante del Salvador que mora en mí, y el diablo sale en corrida. Si no aprieto el botón, la presencia de Cristo carece de eficacia para marcar automáticamente el alto al tentador. Si yo per­sonalmente no opongo resistencia a Satanás, nada en el mundo podrá ahuyentarlo. Lo mismo se aplica a usted.

¡Entender esto cambiará a usted como me cambió a mí!

Así que, somos aprieta-botones Vuelva a leer aquel versículo:

"Mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo" (la. Juan 4: 4).

No es casualidad que San Juan diga precisamente "El que está en el mundo." El mundo es de Satanás, su ciclópeo gobernante. Este versículo compara el poderío de dos gigantes. La enseñanza NO es que los cristianos triunfen automáticamente porque en ellos mora el Todo­poderoso. No ... sólo que pueden triunfar.

Ahora observe el versículo completo desde este án­gulo:

"Vosotros sois de Dios y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo."

Note que los vencedores somos nosotros. Los cris­tianos son los vencedores. Con Cristo como medio. Vol­vamos al ejemplo de la puerta del garage. Adentro hay un motor de tres cuartos de caballo de fuerza. El motor tiene mayor fuerza que la puerta pues la abre y la cierra fácilmente. Pero la presencia del motor no abre automá­ticamente la puerta, sino el poder del motor. No aprieto el botón, no hay poder. ¿De acuerdo? Nada sucede hasta que aprieto el botón.

Sí, en nosotros vive el Poderoso celestial. Es nuestro Motor espiritual, instalado al momento de la Salvación. Lo digo con profundo respeto. De El viene toda nuestra energía espiritual para dar testimonio de El o para re­sistir a Satanás. El Motor Celestial proporciona la fuerza que no entra en acción hasta que oprimamos el botón de arranque.

En la práctica, ¿qué es ese botón? Palabras. La pala­bra hablada. Al hablar a los perdidos de que hay un Salvador, oprimimos el botón. Nuestro testimonio sale acompañado del poder de Dios. Cuando hablamos a Satanás, el poder de Dios lo hace huir. Sea testificando o sea resistiendo, las palabras de nuestra boca oprimen el switch. Primero actuamos nosotros y luego lo hace Dios. "Id y predicad" abarca resistencia y testimonio.

¿Victoria automática?

Si la presencia de Cristo fuera pararrayos automático contra Satanás, también sería máquina automática para salvar almas. Nos consta que no es así. Quien está en íntima comunión con el Señor no gana almas automáti­camente. Necesita entrar en acción; hablar a los perdidos. Si no actúa abiertamente, si no presenta de alguna ma­nera a Cristo, el testimonio es inexistente. Cercanía de Cristo no equivale a lejanía de Satanás. Con mucha fre­cuencia, los dardos más penetrantes del maligno se re­servan para quienes tienen mayor comunión con Cristo. Muchos han experimentado claramente que las arreme­tidas de Satanás aumentan al acercarse a Cristo.

¿Qué significa esto? Que la presencia de una persona en nuestras vidas no produce la ausencia de otra, por sí misma. Conservar a Cristo no implica expulsar a Satanás. Cristo es más poderoso que el diablo. Por medio de Su poder podemos librarnos de nuestro enemigo. Cuando nos consagramos a Cristo y nos olvidamos de Satanás, éste queda en libertad para explotar nuestras debilidades carnales.

Siendo así, .. .

Verdaderamente tenemos un adversario personal, siempre listo a experimentar nuevos medios para exa­cerbar nuestra naturaleza pecaminosa. El no dormita ni duerme. Con razón, Francisco de Enzinas tradujo que el Señor nos enseñó a orar:

"No nos permitas caer en la tentación, sino líbranos del malo" (Mat. 3: 13).

El peligro es bien real. Tan real como su presencia infernal. Los poderes del maligno son fantásticos y no quedan anulados por la presencia de Cristo en nuestros corazones. Es tan seria la situación que nuestro Salvador llegó a rogar: *

"No te pido     sino que los defiendas del diablo" (Juan 17: 15 VP).

·       Así pues, quedamos en el momento de mi historia cuando estaba sentado en la cama, la mente casi esta­llando bajo el impacto de la nueva verdad. El Señor me acababa de enseñar algo que cambiaría radicalmente mi concepto de Satanás. Fue un momento decisivo. Allí co­menzó un esfuerzo de concentración intensa, experimen­tación y consulta con el Señor. El resultado lo tiene usted ahora en sus manos.

¿ Cómo produce Satanás nuestra preocupación ? ¿ Có­mo puede obligarnos a dar vueltas v vueltas al mismo problema en nuestras mentes, a sabiendas de que eso es inútil ? A eso vamos ahora.

COMO ATACA SATANAS EL PROCESO PENSANTE

Si Satanás tiene acceso a nuestras mentes, ¿cómo las controla ? ¿Manipulará nuestros pensamientos hasta que coincidan con los de él? ¿Podrá interferir en la selección de nuestras ideas? ¿Podrá imponer su modo de pensar en violación a nuestro libre albedrío?

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¡Jamás!' Ese es un privilegio que aun Dios se niega a sí mismo. Todo el programa humano se basa en la liber­tad del hombre para escoger. Sin libertad, el método de la fe se vendría al suelo, pues ella es la respuesta que damos libremente a la revelación divina. Puede usted tener la plena seguridad de que Satanás jamás podrá traspasar los límites que Dios se ha impuesto a sí mismo.

Pero no tenga lástima de Satanás. No la merece. A él no le interesa controlar nuestra personalidad imponiendo la de él. Así jamás seríamos responsables de las alucina­ciones obscenas y egoístas que acariciamos. Su interés es que se nos juzgue por la maldad inspirada por él y reali­zada por nosotros. Le conviene que escojamos libremente sus insinuaciones. Sólo así podrá tornarse en nuestro acusador, después de habernos hecho caer.

·       Así que ambos quieren que tengamos libre elección. Satanás quiere que escojamos libremente el mal para que seamos juzgados por nuestra decisión. Dios quiere que escojamos libremente lo recto, para que recibamos nuestro galardón. Ambos quieren que les sirvamos vo­luntariamente.

VENTAJAS DE SATANAS

Si pasamos revista a las grandes ventajas del Adver­sario, veremos cómo puede ejercer poder tan impresio­nante sobre nuestro intelecto. Trataré de resumirlas, pero usted podrá entenderlas mejor si las ve como paralelas a las del Espíritu Santo. Puesto que opera al nivel es­piritual, el "dios de este mundo" tiene, como Dios:

1.   Acceso instantáneo e inmediato a todas las mentes.

2.   Panorama total de lo que pensamos e imaginamos, inclu­yendo nuestras motivaciones, intenciones, ambiciones y nuestros anhelos íntimos.

i La posesión demónica nunca viola la voluntad, salvo en casos de enfermedad o de lesión cerebral. Las drogas alucinógenas como el LSD pueden facilitarla, pero ellas se administran voluntariamente. Las instituciones mentales registran un bajo porcentaje en casos de trastorno cerebral. En su mayoría, se le clasifica impropia­mente como "postración nerviosa" a pesar de antecedentes bien definidos de coque­teos con Satanás, antes de sobrevenir el colapso de la personalidad. El proceso posesivo es gradual hasta llegar a la entrega total cuando la víctima cede control absoluto al diablo. La posesión demónica nunca ocurre de un día para otro ni se impone a la voluntad. Se puede rendir el control de la vida a Satanás, lo mismo que al Espíritu Santo.

3-Conocimiento de nuestras flaquezas y virtudes y en parti­cular de nuestras áreas indefensas o vulnerables.

3.   Poder para sembrar o desarraigar ideas de la mente cuando la ignorancia o el descuido se lo permiten.

¿Respetaremos a un enemigo así? Nos conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos. Sería mag­nífico si pudiéramos olvidar nuestros errores y disimular nuestras faltas. Lástima que él tenga archivo tan com­pleto de nuestras pasiones y debilidades. Esa grandiosa inteligencia, cultivada a través de siglos de relaciones humanas, lo ha hecho experto de cada faceta y cada hendidura de nuestra naturaleza caída.

CONTROL POR SUGESTION

Así es como lo hace, mediante el poder de sugestión. Esa es su especialidad y, en manos de tal experto en de­bilidades humanas, eso significa un poder espantosa­mente imponente. Si tal experto es también genial para concebir medios de ataque a la debilidad humana, podrá enseñorearse de los hombres. Por naturaleza, el ser hu­mano es sugestivo, responde a la sugestión. Así lo hizo el mismo Dios que opera también en el área de las su­gestiones. Su Revelación misma es sugestión, a la cual responde el hombre mediante la fe. El pecado es la res­puesta humana a la sugestión satánica.

Produzca usted una sugestión que coincida con las pasiones de alguien y que apele a sus debilidades, en el momento oportuno, y la aceptará invariablemente. No la acepta porque TENGA QUE hacerlo sino porque LO QUIERE. Esa es la clave del poder diabólico. Conociendo las flaquezas del hombre, puede también presentarle las más apetitosas sugestiones correspondientes. El hecho de que tiene que poner trampas al hombre, demuestra que todo su poder está limitado a la sugestión. Si pudiera jugar arbitrariamente con los pensamientos humanos, no tendría que andar con sus asechanzas.

• Ahora bien, casi todas las sugestiones de Dios apuntan al futuro. Muchas de ellas son promesas no vistas y todas ellas implican -algún tipo de negación o mortificación de

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la carne. Es fácil entender por qué se atiende más a las ideas de Satanás que a las de Dios. "Más vale pájaro en mano que cien volando." Esta es la filosofía tan común, que descarta el futuro por el presente. La inmensa ma­yoría prefiere "ver claro" ahora mismo. Para precisar aún más: ¿cuántos aceptan sugestiones que lastiman al ego, denuncian las pasiones y hasta dominan los instintos corporales ?

Con lo dicho bastará para apreciar que Satanás no es un ser indefenso, digno de lástima, sino alguien que tiene poderosísimos recursos a su favor. Jamás desper­dicia un ápice de su vasta experiencia en las debilidades humanas. Su atractivo reside en que ofrece a cada quien una "carnada" correspondiente al punto débil individual, apoyado en su genio sutil y guiado por un corazón tor­tuoso. No sólo apela a los apetitos personales sino que es capaz de producir sugestiones malvadas que parecen de lo más rectas. Arropa la mentira de manera que se pre­sente ante nuestras mentes como si fuera verdad.

¿Le disgusta a usted que Satanás posea un poder tan grande? Si así es,
magnífico. Así es como debe ser. Recuerde que el tentador hizo que nuestro Maestro sudara gotas de sangre. Con ello podrá usted tener una idea
del horrendo poder de sugestión que desplegó en el Gethsemaní. El diablo
sabe muy bien que somos dados a preferir toda idea que halague nuestras pasiones y ambiciones. Luego él se encarga de falsificar, disfrazar y torcer tal idea hasta
que nos parezca perfectamente correcta. El resto lo hacemos nosotros mismos: inventamos nuestras propias ra‑zones para seguirle la corriente a la sugestión satánica.

LA VOZ DE SATANÁS

¿Alguna vez oyó usted la voz de Dios? ¿Le ha oído dictar su voluntad de manera audible ? Pienso que no. Usted nunca ha oído el sonido de su voz. La voz de Sata­nás tampoco puede oírse. Como seres espirituales, carecen de órganos burdos para la comunicación ínter-espiritual tales como boca, ojos u oídos físicos.

sin embargo, podemos escucharlos porque tienen otros medios para ofrecer a nuestras mentes sus sugestiones. Hasta hace poco se ha podido entender mejor cómo sucede esto. Lo que antes era una zona tenebrosa del espíritu, ahora ha sido iluminada por la Sicología, que está muy lejos de ser enemiga de la fe. La medicina actual ha encontrado que el hombre es algo más que un cuerpo y busca medios clínicos para curar de enfermeda­des no físicas. Y es justo que aprovechemos tales avances para explicar mejor lo que sucede en el espíritu humano. Aquí hay un versículo fascinante de la Escritura :

"El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios" (Rom. 8: 16).

Cuando usted comprende el mecanismo espiritual im­plicado en ese versículo, entiende también la manera cómo Satanás filtra en nosotros sus sugestiones. Tanto el Espíritu Santo como el espíritu anti-santo apelan a nuestras mentes mediante el mismo procedimiento. Todo contacto con los seres espirituales se establece mediante nuestro propio espíritu.

TESTIMONIO DE SATANÁS

Satanás emplea exactamente el mismo método del Espíritu Santo. Su espíritu da testimonio a nuestro espí­ritu. No vemos ni oímos al "dios de este mundo" como tampoco podemos oír o ver al Dios de los cielos. Pero él confirma cualquier idea en nuestro subconsciente. Pue­de reactivar información sepultada en la memoria y echarla a volar de modo que luego surja a la conciencia como idea propia. Por ejemplo, pasa usted frente a un moderno palacete y se dice: "Yo debería vivir en una casa así." Los cristianos casi nunca llegamos a sospechar de dónde partió la idea. El mayor placer del diablo es agotar y frustrar nuestra capacidad de servicio cristiano embargándonos con ocurrencias de ese tipo.

Usted no tiene que aceptar toda idea que le venga en mente. Tiene libertad para rechazarla. Pero como surge de usted mismo, jamás sospecharía que haya al­guien inyectándosela desde fuera. No hay por qué 'ser suspicaz pues la idea parece ser propia, y la tendencia Pag 64 natural es hacerle ambiente. Así es como deja usted que una idea ajena se clave en la imaginación. Una magnífica disciplina intelectual es habituarse a no aceptar toda idea sólo porque se nos ocurra. El cristiano no la adquiere hasta que conoce al enemigo que siembra cizaña en nues­tra ideación.

Supongamos que va usted a un restorán y es atendido por una mesera bastante atractiva.

¿Qué hay de malo en ver? Hay que ver; para eso son los ojos. Usted mira porque la belleza es para ser vista. Pero cuando menos acuerde, por allí se filtró ya una insinuación lasciva, de insatisfacción con la es­posa, etc. A pesar de usted mismo, ya ha germinado en la imaginación una fantasía que Dios no podría aprobar, y que en cosa de segundos ha fabricado toda una trama. Aun a esa altura, está usted libre para aceptar o rechazar esa idea. Satanás es impotente para imponerle una ima­gen si usted no la quiere en su imaginación. Mas recuerde que él sabe "de qué pie cojea" usted. El sólo le presenta lo que a usted le gusta. En realidad este intruso mental es genial.

 

 

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