lunes, 6 de febrero de 2023

LA CANCION QUE TOMÓ A UNA CIUDAD Por LINDA GOTTLIEB 1968

Martes, 9 de febrero de 2016

LA CANCION QUE TOMÓ A UNA CIUDAD
Por LINDA GOTTLIEB
1968 

Fue escrita como un canto personal de anhelo
y de nostalgia, mas para una nación  atribulada se
convirtió en himno de victoria.


EN TODO Israel se canta hoy una canción gloriosa Yerusha1a'im shel zahav ("Jerusalén de oro"), que en solo tres semanas se convirtió a la vez en himno nacional y en plegaria. Más de 30 versiones se están vendiendo en Israel; en Londres la ha grabado Eddie Fisher, un artista popular la toca en la armónica, y ya circula también en los Estados Unidos. lerusalén de oro" ha penetrado hasta los tuétanos de todos los israelíes y perdurará 'como recuerdo de la guerra de seis días de junio de 1967.
En Tel Aviv, Naomi. Shemer, cuya larga cabellera negra enmarca un rostro sacado de una pintura de Gaugin, no sale aún de la sorpresa que le produjo el éxito instantáneo de su más reciente composición. Para ella fue un milagro que ocurrió el 15 de mayo de 1967. Unas 3500 personas   llenaban el Teatro de la Nación, en la moderna jerusalén, para asistir al festival anual de canciones con que se conmemora la independencia de Israel. Para ese festival se había pedido a cinco de los más notables compositores que escribieran canciones. El director del festival había explicado que estaban en libertad de escribir acerca de cualquier tema que quisieran, pero el alcalde de la ciudad, Teddy Kollek, expresó el ferviente anhelo de que alguno de ellos compusiera una canción alusiva a Jerusalén. Cuatro no se interesaron en hacerlo así. Naomi Shemer, de 34 años autora de más de 200 canciones, aceptó.
Naomi pasó dos meses sin escribir nada. Sin embargo, mientras atendía a sus ocupaciones habituales, pensaba en la Jerusalén que había conocido de niña. Recordó que sus padres hablaban de su pueblo natal, Vilna, en Polonia, como "la Jerusalén de la Diáspora" como si ninguna otra ciudad pudiera igualarla. Recordó los colores, los sonidos,    silencios  de Jerusalén, las visitas que hizo de niña a los lugares bíblicos, cerrados para ella permanentemente desde 1948. Vínole también a la memoria una historia del. Talmud, según la cual la mujer del eminente rabino Akiva vivió en la miseria durante muchos años a fin de que su marido pudiera proseguir. sus estudios. Cuando el rabino Akiva llegó a ser sabio y famoso, recompensó a su esposa con una lerusalén de oro", esto es, un alfiler de este metal, labrado a martillo en la forma de la antigua ciudad, para que lo usara como símbolo de la dedicación que le había demostrado.
Naomi Shemer tomó la frase talmúdica, Yerusha1a'im shel zahav ("Jerusalén hecha de oro"), y la  utilizó, como título de su canción. Había de ser una canción nostálgica, una íntima lamentación por la ciudad que ella en lo personal había perdido. "Jerusalén de oro, de cobre y de luz", decía el estribillo; y luego, tomando las palabras del escritor hebreo medieval Yehudí Halevi, Naomi continuaba : "Sea yo un violín para todos tus cantares . . .  Por primera vez en el canto o la poesía modernos se refería al "antiguo muro" con queJerusalén "ciñe su propio corazón", y hablaba de escenas de la vieja ciudad, escenas que los judíos de nuestra época no verían nunca:Las cisternas están secas
y desierto el mercado
No podemo visitar nuestro templo en la vieja ciudad.
Gimen los vientos en rocosas cavernas, allá en las montañas.
 No podemos llegar al mar Muerto por el camino de Jericó.
Tu nombre quema mis labios como el beso de un serafín.
No permitas que te olvide,
¡oh, Jerusalén de oro!
Cuando se cantó en el Teatro de la Nación, en Jerusalén, era casi medianoche. Ya, se habían escuchado otras 14 melodías, con completo acompañamiento orquestal, que habían sido recibidas con un cortés aplauso. Salió en seguida al escenario una joven a quien en la misma autora había descubierto apenas hacía pocos días y era desconocida del público. No tuvo más acompañamiento que el de la guitarra que ella misma rasgueaba.. A medida que cantaba la "Yerusha1a'im shel zahav", entre el público se fue haciendo el silencio. Cuando terminó, el silencio se prolongó un instante y en seguida estalló una ensordecedora salva de aplausos que duró siete minutos. Era evidente que todo israelí compartía con Naomi Shemer su sentimiento de pérdida personal. A petición del público
 fue preciso repetir la "Jerusalén de oro". Y esta vez (la segunda apenas en la historia de la canción) todo el auditorio coreó el estribillo.
La misma noche que aquel público judío cantaba la Jerusalén que no esperaban volver a ver, Gamal Abdel Nasser invadía con sus tropas la península del Sinaí. Los días que siguieron al estreno de la canción de Naomi Shemer, los soldados de Israel empezaron a dejar sus casas para ir a la guerra.
La compositora empezó a recibir llamadas telefónicas y cartas. Los soldados le escribían para decirle que en los campamentos cantaban su canción al anochecer. Los cantantes profesionales le pedían permiso para iniciar y terminar con ella los programas que presentaban ante las tropas, puesto que los soldados invariablemente la solicitaban. Un alto jefe de las fuerzas armadas la visitó para invitarla a cantarla para las tropas destacadas alrededor de Jerusalén.
Entre el auditorio reconoció muchas caras: médicos, abogados, personas a quienes veía todos los días en ese pequeño país de Israel. Recordaba que algunos habían combatido en 1948 y 1956. Aquellos rostros formaban en torno de ella un círculo, y mientras Naomi cantaba, solo rompían la oscuridad de la noche los faros de algún camión que pasaba. Y con voz fuerte y resuelta, los soldados la acompañaron en el estribillo.
El domingo 4 de junio llamaron a Naomi Shemer a uno de los puestos centrales de mando del Ejército para darle de nuevo la misión de cantar para las tropas. La presentaron a algunos de los principales jefes militares de Israel, como el general brigadier Ezer Weitzman, delegado del general Itzhak Rabin, y el brigadier Ariel Sharon, general de división que dirigiría uno de los ataques principales en la campaña del Sinaí. El general Sharon, con su habitual modo brusco, se volvió hacia ella y le dijo:
—Es importantísimo que venga usted a cantar ante nuestras tropas.
Y quedó dispuesto que Naomi Shemer se trasladara en el avión de Ezer Weitzman a la base de operaciones del general Sharon en la región del Néguev.
Esa misma tarde, antes de anochecer, la cancionista de Tel Aviv y el comandante delegado de las fuerzas arniaclas de Israel volaron juntos al campamento de las tropas del general Sharon, en el sur. Esa noche la cena se compuso de tomates, pepinos y huevos. Se habló muy poco. Después de cenar, la joven esperaba que la invitaran a cantar, pero no fue así. Por fin el ayudante del general Sharon la llevó aparte y le dijo:
—La guerra va a ser dura y tenemos razones para creer que va a  estallar pronto. Hemos  resuelto que esta noche no cante usted.
Ella no contesto nada. El oficial continuó:
—A pesar de eso , usted no Se imagina cuan inportantwe  es param nosotros us presencia aquí. Es dificil explicarselo . . . Pero usted es una poetisa,, una música . . . y necesitábamos una persona espiritual para que Comparta con nosotros estos momentos.
Ya bien entrada la noche, el ejército partió, y el lunes por la mañana  la radio anunció que había estallado la guerra. Naomi Shemer se dispuso a ayudar en la única forma que ella podía hacerlo. El martes se unió a las tropas en las afueras de Rafa y al anochecer cantó para los soldados. El miércoles entraron en  El Arish, donde todavía ocurían esporádicos encuentros de infantería. Ella y otros  varios ejecutantes  se agazaparon alrededor de unacolumna que, por ironía de las cosas, había sido erigida por los
egipcios para conmemorar su "victoria" sobre Israel en Sinaí en el año 1950.
Alguien tenía un radiorreceptordle transistores. Súbitamente un locutor anunció:
"¡La ciudad de Jerusalén ha silo tomada!"
La trasmisión pasó a la propia Jerusalén. Se oían los disparos como fondo de la voz del locutor que describía la lucha de los paracaidistas al avanzar calle por calle en el corazón de la antigua ciudad. "Parte de las tropas israelíes avanza hacia el Muro de las Lamentaciones", agregó el locutor. Luego empezó a oírse, indistintamente al prinicipio, una canción, o más bien un himno, que cantaban centenares  de voces roncas, jadeando entre uno y otro verso: "Yerushala'im  shel zahav, veshel nechoshet or Halo lechol shiraich ani kinor" ("Jerusalén de oro, de cobre y de luz, sea yo un violín para todos tus cantares").
Y allí, en medio del fragor del combate que se reñía en Jerusalén y en El Arish, se le ocurrió una modesta idea, personalísima, profesional: tendría que reescribir la segunda estrofa de su canción. Ya no había necesidad de que expresara nostalgia alguna: ¡Ya Jerusalén estaba en poder de Israel!
Por la noche, cuando los soldados israelíes se habían congregado en sus campamentos del desierto, la joven se presentó ante ellos y les dijo:
—Voy a cantaros una nueva estrofa que he compuesto para "Jerusalén de oro", porque cuando escribí esa canción Jerusalén no era sino un hermoso sueño para todos nosotros, ¡mientras que ahora ya es nuestra!
Y los soldados la escucharon atentamente mientras ella cantaba así:
Hemos vuelto ya a las cisternas, 

estamos de vuelta en el mercado.
 Del Muro de las Lamentaciones 
de la vieja ciudad llega hasta nosotros la voz del shofar.*
Y de las rocosas cavernas de las montañas mil soles se levantan. Ahora iremos al mar Muerto. ¡Iremos por el camino de Jericó!

 
*El shofar (o también shophar) rs un primitivo instrumento musical hebreo, h cho de un cuerno de carnero.
Lunes 8 de febrero de 2016
LA EPICA  CANCION QUE CONQUISTO JERUSALEN EN LA GUERRA DE LOS SEIS DIAS
JERUSALEM DE ORO

Aire de montañas, cristalino como el vino,
y olor a pinos, llevado por el viento del atardecer
con sonido de campanas
y al descansar el árbol en la piedra, presa de su sueño,
la ciudad se encuentra sola y en su corazón una muralla
 Jerusalén de oro y de cobre y de luz,
oh!, de todas tus canciones soy violín
 Han secándose los pozos de agua,
la plaza del mercado está vacía,
y no hay quien guarde el Monte del Templo
en la ciudad antigua
y en las cuevas en la roca laméntense los vientos,
y no hay quien baje al Mar Muerto por el camino de Jericó.
 Pero al venir hoy a cantarte y a adornarte con coronas,
soy el menor de tus hijos y el último de los poetas
porque tu nombre quemaría los labios
como el beso de un ángel, si te olvidase Jerusalén,
Jerusalén de oro.
 Hemos regresado a los pozos de agua,
al mercado y la plaza, el shofar vuelve a sonar
en el Monte del Templo en la ciudad antigua,
y en las cuevas en la roca miles de soles brillan,
bajaremos nuevamente al Mar Muerto por el camino de Jericó.

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