Martes, 9 de febrero de 2016
LA CANCION QUE TOMÓ A UNA CIUDAD
Por LINDA GOTTLIEB
1968
Fue escrita como un canto personal de anhelo
y de nostalgia, mas para una nación atribulada se
convirtió en himno de victoria.
Naomi Shemer tomó la frase talmúdica, Yerusha1a'im shel zahav ("Jerusalén hecha de oro"), y la utilizó, como título de su canción. Había de ser una canción nostálgica, una íntima lamentación por la ciudad que ella en lo personal había perdido. "Jerusalén de oro, de cobre y de luz", decía el estribillo; y luego, tomando las palabras del escritor hebreo medieval Yehudí Halevi, Naomi continuaba : "Sea yo un violín para todos tus cantares . . . Por primera vez en el canto o la poesía modernos se refería al "antiguo muro" con queJerusalén "ciñe su propio corazón", y hablaba de escenas de la vieja ciudad, escenas que los judíos de nuestra época no verían nunca:Las cisternas están secas
y desierto el mercado
No podemo visitar nuestro templo en la vieja ciudad.
Gimen los vientos en rocosas cavernas, allá en las montañas.
Tu nombre quema mis labios como el beso de un serafín.
No permitas que te olvide,
¡oh, Jerusalén de oro!
La misma noche que aquel público judío cantaba la Jerusalén que no esperaban volver a ver, Gamal Abdel Nasser invadía con sus tropas la península del Sinaí. Los días que siguieron al estreno de la canción de Naomi Shemer, los soldados de Israel empezaron a dejar sus casas para ir a la guerra.
La compositora empezó a recibir llamadas telefónicas y cartas. Los soldados le escribían para decirle que en los campamentos cantaban su canción al anochecer. Los cantantes profesionales le pedían permiso para iniciar y terminar con ella los programas que presentaban ante las tropas, puesto que los soldados invariablemente la solicitaban. Un alto jefe de las fuerzas armadas la visitó para invitarla a cantarla para las tropas destacadas alrededor de Jerusalén.
Entre el auditorio reconoció muchas caras: médicos, abogados, personas a quienes veía todos los días en ese pequeño país de Israel. Recordaba que algunos habían combatido en 1948 y 1956. Aquellos rostros formaban en torno de ella un círculo, y mientras Naomi cantaba, solo rompían la oscuridad de la noche los faros de algún camión que pasaba. Y con voz fuerte y resuelta, los soldados la acompañaron en el estribillo.
El domingo 4 de junio llamaron a Naomi Shemer a uno de los puestos centrales de mando del Ejército para darle de nuevo la misión de cantar para las tropas. La presentaron a algunos de los principales jefes militares de Israel, como el general brigadier Ezer Weitzman, delegado del general Itzhak Rabin, y el brigadier Ariel Sharon, general de división que dirigiría uno de los ataques principales en la campaña del Sinaí. El general Sharon, con su habitual modo brusco, se volvió hacia ella y le dijo:
—Es importantísimo que venga usted a cantar ante nuestras tropas.
Y quedó dispuesto que Naomi Shemer se trasladara en el avión de Ezer Weitzman a la base de operaciones del general Sharon en la región del Néguev.
Esa misma tarde, antes de anochecer, la cancionista de Tel Aviv y el comandante delegado de las fuerzas arniaclas de Israel volaron juntos al campamento de las tropas del general Sharon, en el sur. Esa noche la cena se compuso de tomates, pepinos y huevos. Se habló muy poco. Después de cenar, la joven esperaba que la invitaran a cantar, pero no fue así. Por fin el ayudante del general Sharon la llevó aparte y le dijo:
—La guerra va a ser dura y tenemos razones para creer que va a estallar pronto. Hemos resuelto que esta noche no cante usted.
Ella no contesto nada. El oficial continuó:
—A pesar de eso , usted no Se imagina cuan inportantwe es param nosotros us presencia aquí. Es dificil explicarselo . . . Pero usted es una poetisa,, una música . . . y necesitábamos una persona espiritual para que Comparta con nosotros estos momentos.
Ya bien entrada la noche, el ejército partió, y el lunes por la mañana la radio anunció que había estallado la guerra. Naomi Shemer se dispuso a ayudar en la única forma que ella podía hacerlo. El martes se unió a las tropas en las afueras de Rafa y al anochecer cantó para los soldados. El miércoles entraron en El Arish, donde todavía ocurían esporádicos encuentros de infantería. Ella y otros varios ejecutantes se agazaparon alrededor de unacolumna que, por ironía de las cosas, había sido erigida por los
egipcios para conmemorar su "victoria" sobre Israel en Sinaí en el año 1950.
Alguien tenía un radiorreceptordle transistores. Súbitamente un locutor anunció:
"¡La ciudad de Jerusalén ha silo tomada!"
La trasmisión pasó a la propia Jerusalén. Se oían los disparos como fondo de la voz del locutor que describía la lucha de los paracaidistas al avanzar calle por calle en el corazón de la antigua ciudad. "Parte de las tropas israelíes avanza hacia el Muro de las Lamentaciones", agregó el locutor. Luego empezó a oírse, indistintamente al prinicipio, una canción, o más bien un himno, que cantaban centenares de voces roncas, jadeando entre uno y otro verso: "Yerushala'im shel zahav, veshel nechoshet or Halo lechol shiraich ani kinor" ("Jerusalén de oro, de cobre y de luz, sea yo un violín para todos tus cantares").
Y allí, en medio del fragor del combate que se reñía en Jerusalén y en El Arish, se le ocurrió una modesta idea, personalísima, profesional: tendría que reescribir la segunda estrofa de su canción. Ya no había necesidad de que expresara nostalgia alguna: ¡Ya Jerusalén estaba en poder de Israel!
Por la noche, cuando los soldados israelíes se habían congregado en sus campamentos del desierto, la joven se presentó ante ellos y les dijo:
—Voy a cantaros una nueva estrofa que he compuesto para "Jerusalén de oro", porque cuando escribí esa canción Jerusalén no era sino un hermoso sueño para todos nosotros, ¡mientras que ahora ya es nuestra!
Y los soldados la escucharon atentamente mientras ella cantaba así:
Hemos vuelto ya a las cisternas,
estamos de vuelta en el mercado.
Del Muro de las Lamentaciones
de la vieja ciudad llega hasta nosotros la voz del shofar.*
Y de las rocosas cavernas de las montañas mil soles se levantan. Ahora iremos al mar Muerto. ¡Iremos por el camino de Jericó!
*El shofar (o también shophar) rs un primitivo instrumento musical hebreo, h cho de un cuerno de carnero.
y olor a pinos, llevado por el viento del atardecer
con sonido de campanas
y al descansar el árbol en la piedra, presa de su sueño,
la ciudad se encuentra sola y en su corazón una muralla
oh!, de todas tus canciones soy violín
la plaza del mercado está vacía,
y no hay quien guarde el Monte del Templo
en la ciudad antigua
y en las cuevas en la roca laméntense los vientos,
y no hay quien baje al Mar Muerto por el camino de Jericó.
soy el menor de tus hijos y el último de los poetas
porque tu nombre quemaría los labios
como el beso de un ángel, si te olvidase Jerusalén,
Jerusalén de oro.
al mercado y la plaza, el shofar vuelve a sonar
en el Monte del Templo en la ciudad antigua,
y en las cuevas en la roca miles de soles brillan,
bajaremos nuevamente al Mar Muerto por el camino de Jericó.
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