CRUZ Y CORONA*JAMES D. MCCABE,* 1874 7-10

CROSS AND CROWN:

O, EL SUFRIMIENTOS Y TRIUNFO DE LOS HOMBRES Y MUJERES HEROICOS QUIENES FUERON PERSEGUIDOS POR LA FE  DE JESUCRISTO.

 JAMES D. MCCABE,

 1874

7-10

En una palabra, todas aquellas cosas que constituyen lo que los hombres llaman las "glorias del siglo XIX, la gran era del progreso e iluminación", son protestantes

Son los resultados de los trabajos y sufrimientos de los hombres y mujeres nobles de la Reforma, que vivieron  y murieron  para ganar la libertad religiosa y una Biblia abierta, para derribar las barreras que Roma había colocado en el camino del libre pensamiento y la expansión mental, y abrir el camino para el cumplimiento del verdadero destino del hombre. Horrible fracaso en sus esfuerzos, si la Biblia hubiera seguido siendo un libro sellado, todos nosotros  hoy todavía estaríamos en las profundidades de la Edad Media, en la  superstición y barbarie. La tiranía de Roma hizo al hombre una simple bestia del campo

La Reforma le dio la Biblia, le enseñó que era hijo de Dios, heredero de la más gloriosa de las promesas, y elevándolo a una verdadera concepción de su dignidad y poder, le permitieron cumplir su noble destino. Es apropiado entonces que la historia de los sufrimientos de aquellos a quienes a quien debemos tanto debería ser siempre recordada, porque es viendo estas pruebas como podemos entender mejor los principios de los cuales eran la afirmación.

Hoy, Sin embargo, existe una tendencia a ignorar estas cosas y a considerarlas con desaprobación cualquier intento de llamar la atención sobre los martirios de los Reformadores. Sin embargo, nunca ha habido un momento en que una apreciación adecuada del espíritu y los principios de los reformadores era tan necesario como en la actualidad.

Entre cierta clase de protestantes se manifiesta un fuerte deseo de revivir muchos de los errores ,( y  para sacrificar ,desechar, todos los resultados sustanciales de la Reforma.) contra el cual los mártires protestaron con sus vidas.

 El autor de las persecuciones, el gran diseminador del error, la Iglesia de Roma, aún sobrevive y mantiene la misma política que siguió en los días de nuestros padres.

En nuestro propio país y en Inglaterra, las circunstancias lo han obligado a presentarse en una forma más pura y mejor forma que en países donde su autoridad es indiscutible, pero su política sigue siendo la misma, y ​​quienes la controlan son hombres ignorantes de nuestras instituciones y del espíritu de nuestro pueblo, y hostil hacia ellos.

 La Iglesia de Roma en América está dirigida de Italia, por hombres no aptos por educación, aspiraciones y moda de pensamiento para controlar una institución estadounidense. ya tiene comenzadamente  sigilosamente y con gran destreza, sus ataques contra nuestra  instituciones. Ha atacado abiertamente a la Biblia y la desterraría de cada hogar si pudiera.

 Se ha esforzado para destruir nuestro sistema de escuelas públicas y declara abiertamente su hostilidad a cualquier sistema de educación secular. Se busca enriquecer mediante la adquisición de propiedades y constantemente interfiere en nuestras cuestiones políticas influyendo en el voto católico romano a favor de aquellos hombres que lo sostendrán en sus agresiones. Apunta al poder político, con el objetivo declarado de derribar las instituciones que los estadounidenses consideran los baluartes más fuertes de su libertad: la Biblia libre , la Prensa libre (periodismo y libros)  y la escuela libre.

Estas cosas son verdad y no hay argumento contra ellas, que el pueblo de la Iglesia Católica Romana son  ciudadanos esdounidenses. El peligro es real.

La Iglesia Católica Romana No es una institución estadounidense: es un establecimiento extranjero que ha sido introducido entre nosotros, y que no tiene ninguna simpatía con nuestras instituciones o nuestro espíritu nacional.

El principio sobre el cual toda Iglesia americana permanece inamovible, y sobre la   cual es nuestra Constitución misma, es el derecho de todo hombre a leer y examinar la Palabra de Dios por sí mismo, e interpretarla por las normas de su propio juicio y conciencia. la iglesia Roma repudia por completo este derecho, establece sus decretos concilios y las bulas de sus papas, y requiere obediencia implícita a ellos bajo pena de condenación, castigando la desobediencia a ellos con persecución dondequiera que sea lo suficientemente fuerte para hacerlo; y estas bulas y decretos se extienden tanto a las cosas temporales como a las espiritual

La masa de los miembros de esa Iglesia en este país son personas de origen extranjero, todavía no imbuidas del espíritu americano, y acostumbrado a escuchar al sacerdote antes que  a los magistrados de ley (civil)  Son ignorantes y muchos de ellos tienen ninguna oportunidad de mejorar su condición. Sin embargo, si fueran eruditos todos eruditos y nacidos en el país, el caso no sería diferente. La Iglesia es algo diferente a nuestro pueblo. la iglesia se sitúa por encima de ellos e insiste en una obediencia irracional. 10 PREFACIO. Su lealtad no se debe a la ley, sino a un Papa infalible, cuyos mandatos están por encima del derecho civil.  Se debe de estar ciego, de hecho, para no ver el peligro que debe acompañar a las intrigas de tal Iglesia en este país.

Surge la pregunta: ¿cómo se puede afrontar y evitar este peligro? ¿Proscribiendo a la Iglesia Católica Romana o persiguiendo sus miembros? Eso sí sería cometer el mismo crimen contra el cual la religión   cristiana protestó en su tiempo e hizo conocer la verdad El remedio es este. Familiaricémonos tan a fondo con los principios de los reformadores que podamos hacer ellos de ellos nuestros guías a lo largo de la vida, y defendernos de los ataques de Roma y sus aliados: esos "hijos degenerados de dignos "padres" que están haciendo el trabajo de Roma bajo la apariencia de protestantismo, y quien, como uno de los más celosos de los romanos bien ha dicho el clero, lleva un corazón romanista bajo un  vestido protestante .  Esforcémonos por que no triunfela intolerancia y la crueldad odiosa; aferrémonos a nuestra Biblia abierta; mantengamos nuestro noble sistema escolar gratuito, y desacreditar todos los esfuerzos para dar a ello un elenco denominacional; mantengámos fuera del poder político todos los hombres que sean súbditos jurados de un potentado extranjero; dejemos y mantengamos trazada la línea profunda y ancha que separa a la Iglesia del Estado; incorporemos a nuestra vida diaria y estemos a la altura de  esos grandes principios de la Reforma que son la base misma de nuestra libertad civil y religiosa, y no tengamos  miedo por el futuro.