EL LIBRO DE TEPHI
POR J.WOODCHLD
LONDRES
1897
9-14
3) Fui llevada como esclava a Egipto, como cautiva a manos del Faraón, porque la voluntad del hijo de Carea aún dependía de nosotros.
Pero el corazón del Faraón se ablandó. Nos dio un lugar de descanso. Como hijas, nos presentamos ante él, y el Profeta de Dios halló gracia para guiarnos a Tafanes, para que de ahora en adelante fuéramos entre los hombres de Jehudía, la casa de la hija de Judá, acordándose de mí hasta el fin de los días. (4) Allí descansamos un tiempo, hasta que Baruc, el escriba, supo de las Islas del Oeste que los caminos a Tarsis estaban abiertos, y las naves de Javán, lejos, en, y naves de Tiro partieron a la izquierda de la estrella de Raclen,//comercianteS// desde la lengua del mar hasta el pórtico de Melcarth, del sol poniente, de donde navegaron hacia el norte y el oeste hasta llegar a la Isla de las Torres, a su derecha Bregan y Eber, y a su izquierda, aquellas aguas cuyo límite es la Promesa de Dios, donde Su propósito aún se cumplirá.
(5) Entonces el Profeta profetizó sobre la gran ira y la aflicción que se avecinaban sobre el rey y el pueblo de Misraim, y sobre todos los que habitaban en Cus. Será una tierra débil y pobre. Tres reyes vendrán del este: Nimrod, Madai y Elam, para doblegar a la bestia sagrada. Después, Javán y Quitim, de las islas, saldrán para gobernar los ríos de Egipto y llevar su botín al norte,
Tursi y Roumi reinarán sobre ellos con un yugo de hierro hasta que se abra la puerta del Cielo y se rompan las ataduras de la muerte; pero la tierra se llenará de angustia, lamentación, llanto y dolor. Aunque nazca el Príncipe de la Paz y sea enaltecido para reinar en las colinas sagradas, porque Saba y Dedán se desbordarán.
Y sobre el ancho Éufrates la luna se alzará con dolor; brillará como la sangre desde el alto techo del mundo hasta su puerta occidental, una media luna que nunca se llena, y la Estrella de la Paz odiará hasta que la noche casi termine y naves salgan del oeste cuyas bocas son como serpientes que pican, y fuegos hay en sus pechos; sin embargo, los ángeles de Dios están con ellos. Llevan los Rollos de la Ley. El espíritu de paz está con ellos, y la promesa de paz comparten.
Entonces Egipto será como el agua, pero ahora las naciones se alzarán, y los libros se abrirán sobre ellos, sí, incluso a los ojos de todos, de la ira y la promesa de Jacob, sus hijos serán purificados de su culpa, los caminos del Rey serán abiertos; y la casa de nuestro Dios será edificada, que jamás será conmovida. Estas cosas serán grabadas y fijadas en la cal junto a los hornos del Faraón. Su lugar aún estará oculto.
Con ella está mi historia escrita, y tallada en piedra por los escribas, secretos de lo que será, y los nombres de once tribus, señalados al final de sus días, pero Judá va de un lado a otro como un león herido en el foso hasta la hora del ay final.
Capítulo III
(l) Las hermanas de Tefi, deseando permanecer en Egipto, mueren allí. (2) Una vasija de Tarsis llega a una de las desembocaduras del Nilo. (3) Tefi sale de Tafanes, pero es ungida antes de partir; (4) su profecía al respecto*
(i) Hermanas mías, no lamentaron por Sión, aunque breve y triste fue su día. Amaron las ollas de carne de Egipto y se maravillaron. Mi alma se alegró de que se acercara el tiempo de nuestro viaje. Anhelaban quedarse con sus dioses, y el Ángel de la Muerte desenvainó su espada y ambas fueron asesinadas en un día.
** Al escribir esta parte de mi relato, mi desconocimiento de los detalles de la historia contada por los escritores irlandeses me llevó a cometer una injusticia con Maacha y Bathba, las hermanas de Tephi. Dicen que la primera cayó mientras animaba a las tropas de su hermana en el ala comandada por Nuadh en Moytura, pero hay muchos errores y omisiones en esta obra que requerirían mucha más habilidad y paciencia de la que poseo para corregir, en mi esfuerzo por reparar el descuido en el que ha caído el relato. Sin embargo, todos mis lectores habrán vislumbrado al menos a estas tres reinas llorando en la barcaza del Rey Arturo, mientras lo transportaban para esperar su hora y la suya.***
Entonces los siervos de los ídolos os ataron con áloe, especias aromáticas y mirra, y os depositamos entre los paganos, pero no en su sepulcro.
Baruc escribió vuestros nombres en la madera, y sobre ambas caras, artesanos hábiles moldearon el oro donde esperáis en vuestro lugar de descanso. No podía llorar. Habíais pecado. Sobre el pecado de Egipto fue vuestro amor; y el clamor del Hombre de Dios atrajo su ira desde arriba.
(2) Ahora un barco se acercaba al puerto, un barco de los mares lejanos. Su piloto era hijo de los danitas, cuyas velas se habían hinchado al viento en el río inmenso de Dios. Regresó del almacén de estaño. Había resistido el mar de tormentas y las aguas que lo enfurecen. Vendió su estaño a los fundadores de naves de bronce y plomo.
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