CIENCIA Y BIBLIA
HERBERT W.MORRIS
ANTIGUAMENTE PROFESOR DE MATEMÁTICA EN EL NEWINGTON COLLEGIATE INSTITUTION.
1871
CIENCIA Y BIBLIA *MORRIS*-41-45
En el período Posterciario, incluso la región del globo que ahora abarca las Islas Británicas, estaba habitada por enormes y formidables razas de animales, de las cuales el profesor Owen ofrece la siguiente descripción: "Elefantes gigantescos, de casi el doble de tamaño que los individuos más grandes que existen actualmente en Ceilán y África, vagaban por aquí en manadas, a juzgar por la abundancia de sus restos. Rinocerontes de dos cuernos se abrían paso a través de los antiguos bosques o se revolcaban en los pantanos. Los lagos y ríos estaban habitados por hipopótamos, tan voluminosos y con colmillos tan formidables como los de África. Tres especies de bueyes salvajes, dos de ellos de fuerza colosal y uno de ellos con crin y velloso, como el Bonassus, se alimentaban en las llanuras." Durante este período, se produjeron vastos y maravillosos cambios en la superficie terrestre; los grandes agentes dinámicos del globo operaban intensa e incesantemente sobre las amplias extensiones de mar y tierra, como si aceleraran la culminación de la gran estructura terrestre. La geología nos ha revelado no solo que nuestro planeta estuvo ocupado por una larga sucesión de razas de animales, como las que hemos visto, sino también que estas se introdujeron en orden ascendente. «Hay un progreso manifiesto en la sucesión de seres sobre la superficie terrestre», dice Agassiz, «y este progreso consiste en una creciente similitud con la fauna viviente; y, especialmente entre los vertebrados, en su creciente semejanza con el hombre. El hombre fue el fin al que tendió toda la creación animal, desde la aparición de los primeros peces silúricos».
El hombre, el último en el tiempo, pero el primero en la contemplación del Creador, fue predestinado a ser el producto final y más perfecto de este vasto y magnífico plan de creación terrestre.
La geología establece, además, que a lo largo de estos períodos preadamitas, también hubo una preparación progresiva del propio globo: su atmósfera, clima, suelo y productos. Pero cuando llegó al final de su historia geológica, aún no estaba completamente preparado para recibir al hombre; pues aún carecía de muchas cosas esenciales para su bienestar, e incluso para su existencia.
Hasta el último de los depósitos post-terciarios no se ha descubierto ningún fósil, ni rastro cierto de un fósil, de ninguna de esas plantas que producen vino, aceite, pan o perfume; ninguna de las que tanto nos cautivan con la belleza de sus colores y la riqueza de su fragancia; ninguno de los cereales, trigo, cebada, centeno, mijo, arroz o maíz, que constituyen nuestro sustento vital. Estos debían estar entre los productos de la última época humana de nuestro planeta. Hemos presentado un esbozo de la historia de nuestro globo terráqueo durante su existencia preadánica, tal como la investigación humana ha podido descifrarlo.
Por impactantes y sorprendentes que parezcan las afirmaciones anteriores, y a pesar de diferir de todo lo que la imaginación humana en años anteriores concibió sobre la historia de nuestro mundo, son verdades innegables, y se confirman en nuestra muerte mediante evidencias tan completas e innegables que no dejan lugar a dudas sobre su realidad en quienes, con las cualificaciones requeridas, han estudiado el tema. Sin embargo, ni a partir de la formación de las rocas ni de los restos fósiles que contienen podemos realizar un cálculo definitivo o certero sobre la edad real del planeta en el que vivimos. Pero todos los hechos e indicios coinciden en asignar períodos de tiempo muy extensos y gigantescos, ocupados por los eventos que formaron sus estratos y los trajeron a su condición actual.
No hay nada que supere la magnitud que la observación y el razonamiento sugieren para los períodos geológicos, al suponer que los estratos Terciarios (o últimos) ocuparon, en su deposición y elevación, un período tan extenso como el período de la historia humana, como el sistema solar es más grande que la Tierra; que los estratos Secundarios fueron mucho más largos que estos, en su formación, como la estrella fija más cercana es más distante que el Sol; que las masas aún más tempranas, las Primarias, se extendieron, en su producción, a través de un período de tiempo tan vasto, comparado con el período Secundario, como la nebulosa más distante es más remota que las estrellas más cercanas.
Si la Tierra, como morada del hombre, es una mota en medio de un espacio infinito, la Tierra, como morada del hombre, es también una mota al final de un tiempo infinito. Si somos como nada en el universo circundante, somos como nada en el Transcurrida antigüedad orgánica, durante la cual la tierra ha existido y ha sido la morada de la vida." * * Pluralidad de Mundos, pág. 123. EL COMIENZO. 45 REFLEXIONES.
En el principio —¡asombroso también! Las palabras transportan la mente, asombrada y desconcertada, a ese período inconmensurablemente distante e intemporal que ahora contemplamos, y todo lo que ahora existe no existía — cuando ningún sol iluminaba los vacíos del espacio, ninguna luna aliviaba la oscuridad de la noche, ni una estrella centelleaba en los cielos — cuando el tiempo no había concluido ni comenzado su primera revolución — cuando ningún sonido, ningún movimiento jamás rompía el silencio eterno — cuando ni mente ni materia se encontraban en toda la oscuridad profunda — cuando ¡Dios era la existencia solitaria! Entonces, incluso entonces, Él era, y era todo lo que ahora es, en sabiduría, poder, amor y felicidad.
Solo, ¡habitó las soledades de la eternidad!
¡Qué admiración, qué reverencia deberían despertar tales pensamientos en cada corazón!
Quien no se sienta inspirado por sentimientos de devoción ante reflexiones como estas, debe estar muerto a lo que ennoblece principalmente a todas las inteligencias creadas.
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