martes, 5 de agosto de 2025

LA VERDAD DE LA BIBLIA * BOURCHIER WREY SAVILE* i-vii

  LA VERDAD DE LA BIBLIA

EVIDENCIA DEL MOSAICO Y OTROS REGISTROS DE LA CREACIÓN; EL ORIGEN Y LA ANTIGÜEDAD DEL HOMBRE; LA CIENCIA DE LAS ESCRITURAS Y DE LA ARQUEOLOGÍA DE DIFERENTES NACIONES DE LA TIERRA.

BOURCHIER WREY SAVILE

Autro de” Revelacion y Ciencia” “ Testimonio Egipcio de la historia sagrada”

La Palabra del Señor es recta, y todas sus obras son hechas con verdad. Salmo 33:1. Te he mostrado cosas nuevas desde este tiempo, incluso cosas ocultas, y tú no las conocías. Isaías 48:

LONDRES

1871.

LA VERDAD DE LA BIBLIA * BOURCHIER WREY SAVILE*  i-vii

Al publicar esta obra sobre la Verdad de la Biblia, cuyo objetivo es mostrar la armonía existente entre la Escritura y la Ciencia, quisiera introducir algunas observaciones sobre el uso de ciertos términos que se encontrarán ocasionalmente en las páginas siguientes. Un distinguido escritor* actual ha condenado con mucha justicia el uso demasiado frecuente de epítetos como «ateo, panteísta, infiel, sociniano, sionista», neologismo, blasfemo, deshonesto, abominable, demonio, instrumento de Satanás, etc., al referirse a aquellos con quienes nos vemos obligados a diferir, no solo en cuanto a la correcta interpretación de la Escritura, sino más especialmente en su manera de tratarla.

 Aunque he sido cuidadoso al evitar cualquier tipo de abuso hacia aquellos cuyas opiniones sobre temas bíblicos difieren de las mías, considero que es imposible evitar ocasionalmente el uso de algunos de los términos menos objetables de la categoría mencionada; al mismo tiempo, renuncio deliberadamente a usarlos en cualquier sentido ofensivo. Por ejemplo, entiendo que el término «neólogo» describe a quien trata la religión como los eruditos actuales tratan la ciencia, bajo un aspecto «nuevo»; y diferente de la forma en que ha sido vista por los cristianos durante los últimos dieciocho siglos. El término «nacionalista» no es injusto ni descortés aplicarlo a quienes colocan la razón al mismo nivel que la revelación, o por encima de ella, en su manera de manejar las Escrituras, aunque probablemente negarán que aquellas porciones de la Biblia que cuestionan y critican sean una «revelación» en el sentido común de la palabra.

Si el término «infiel» se incluye en las siguientes páginas, ruego al lector que comprenda que no se usa en el mismo sentido que el de «ateo». Los dos términos, aunque a menudo se usan erróneamente como sinónimos, son en realidad esencialmente diferentes. Por el primero entiendo a quien niega a las Escrituras la infalibilidad o supremacía en todo lo que en ellas se trata, con la que la Iglesia de Dios, tanto del Antiguo como del Nuevo Pacto, las ha considerado desde el principio. Por el segundo, dado que solo puede aplicarse a quienes niegan la existencia del Ser Supremo, sería manifiestamente impropio emplear tal término para quienes creen que «Dios es» tanto como nosotros.

Si es posible, sin infringir ese principio divino con el que nos corresponde conducir toda controversia, y que, como dice el Apóstol, "lo abarca todo", dar razón a que tantos hoy en día cuestionen y nieguen la verdad de la Biblia, creo que esto puede atribuirse a la falta de formación temprana y a una deficiencia en el estudio de la letra de las Escrituras, por un lado, así como a la ausencia de una fe recta, que es la única que inclina el corazón a recibir el espíritu de las Escrituras, por otro. Porque, como dice SanBernardo: "El estudio de la Palabra de Dios y su mera lectura varían tanto como la amistad de quienes a diario conversan amorosamente, desde la amistad con un extraño en una posada hasta un conocido casual a quien saluda en la calle". Lo mismo ocurre con lo que hace SanAgustín comentó sobre la comprensión espiritual del Salmo 119: «Cuanto más abierto parece, más profundo me parece; tanto que ni siquiera puedo demostrar su profundidad». Por lo tanto, con espíritu de amor y con un arma de controversia tan eficaz, logra convencer a aquellos con quienes estamos en disputa, de acuerdo con el consejo tan acertadamente expresado por George Herbert: Mantén la calma al discutir, pues la ferocidad convierte el error en falta y la verdad en descortesía. ¿Por qué debería preocuparme por los errores de otro más que por su enfermedad o su pobreza? En el amor, debería; pero la ira no es amor, ni la sabiduría tampoco; por lo tanto, actúa con suavidad. La calma es una gran ventaja: quien permite que otro se irrite, puede calentarlo en su fuego, observar todas sus divagaciones y disfrutar de sus inquietudes; como los esgrimistas astutos sufren el calor hasta la extenuación, la verdad no habita en las nubes: el arco que está allí a menudo apunta a la esfera, pero nunca la alcanza.

 

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