LA POESÍA DE LA CIENCIA; O ESTUDIOS DE LOS FENÓMENOS FÍSICOS DE LA NATURALEZA.
POR ROBERT HUNT,
AUTOR DE "INVESTIGACIONES SOBRE LA LUZ"; "FÍSICA ELEMENTAL ETC.
PROFESOR DE FÍSICA, ESCUELA METROPOLITANA DE CIENCIAS, ETC.
. LONDRES
. MDCCCLIV
LA POESÍA DE LA CIENCIA *HUNT* 3-7
Reúne a su alrededor otras partículas; estas se aferran, y al actuar una sobre la otra, y al organizarse todas alrededor del pequeño centro según alguna ley, resulta un hermoso cristal, cuya perfección geométrica es motivo de admiración. Ejerce otros poderes, y la cohesión atómica, obedeciendo a la influencia de muchas fuerzas radiantes externas, experimenta cambios inexplicables, y el mismo polvo que encontramos formando el diamante se agrega en el majestuoso árbol, se mezcla para producir la elegante, perfumada y ricamente pintada flor, y se combina para dar la suntuosidad del fruto.
Se vivifica con energías aún no descubiertas; se mueve con vida: el polvo se agita por la misteriosa excitación de la fuerza vital; y los resultados son sangre y hueso, nervio y músculo. Fuerzas que, incluso con los mayores refinamientos de nuestra filosofía, no podemos detectar, dirigen el todo, y del mismo polvo que formó la roca y creció en el árbol, se produce un ser vivo y palpitante, capaz de recibir la iluminación divina, de portar en su nuevo estado la alegría y la gloria de un alma.
Estas consideraciones nos llevan a reflexionar sobre la magnitud de nuestro conocimiento. Nos lleva a preguntarnos: ¿qué sabemos? Sabemos que el mundo, con toda su variedad, está compuesto de ciertos átomos materiales que, aunque se nos presentan en una gran variedad de formas, probablemente no difieren esencialmente entre sí.
Sabemos que esos átomos obedecen a ciertas condiciones que parecen depender de las influencias del movimiento, la gravitación, el calor, la luz, la electricidad y la fuerza química. Estos poderes solo los conocemos por sus efectos; solo detectamos su acción por sus operaciones sobre la materia; Y aunque consideramos los diversos fenómenos que hemos descubierto como manifestaciones de diferentes principios, es posible que no sean más que modificaciones de un poder universal, del cual estos son solo algunos de sus modos de acción. Al examinar, por lo tanto, las verdades que la ciencia nos ha revelado, es ventajoso, para fijar la mente en el tema, asumir ciertas condiciones como verdaderas. Estas pueden enunciarse en pocas frases, y luego, sin desperdiciar un pensamiento en esas sutilezas metafísicas que de vez en cuando han confundido a la ciencia y han servido para impedir el progreso de la verdad, procederemos a examinar nuestro conocimiento de los fenómenos que ocurren constantemente a nuestro alrededor. Toda forma, ya sea inorgánica u orgánica, que podemos descubrir dentro de los límites de la investigación humana, está compuesta de átomos, que son capaces de asumir, bajo la influencia de ciertas fuerzas físicas, condiciones esenciales para el estado físico del cuerpo del que forman parte.*
*** Sir Isaac Newton suponía que la materia consistía en átomos duros, impenetrables y perfectamente inelásticos. Boscovitch consideraba la constitución de la materia de manera diferente. Para él, el átomo último era un punto rodeado de potencias de elasticidad infinita. (Véase Filosofía Mecánica del Dr. Robison para una explicación completa de la teoría de Boscovitch). La opinión del Dr. Faraday, que se comprenderá a partir de uno o dos breves extractos de su valioso y sugerente artículo, merece atención:
Si se asume que la visión de la constitución de la materia ya mencionada es correcta y se me permite hablar de las partículas de materia y del espacio entre ellas (en el agua o en el vapor de agua, por ejemplo), como dos teselas diferentes, el espacio debe tomarse como la única parte continua, pues las partículas se consideran separadas entre sí por el espacio. El espacio impregnará todas las masas de materia en todas direcciones como una red, excepto que, en lugar de mallas, formará células, aislando cada átomo de sus vecinos, y siendo él mismo solo continuo. Al examinar la cuestión del poder conductor de diferentes cuerpos y observar que, así como el espacio es la única parte continua, según la concepción convencional de la materia, este debe ser en algunos casos conductor y en otros no conductor, se observa: "Parece, por lo tanto, que al aceptar la teoría atómica ordinaria, se puede demostrar que el espacio es no conductor en cuerpos no conductores y conductor en cuerpos conductores; pero el razonamiento resulta en una subversión total de dicha teoría; pues, si el espacio es aislante, no puede existir en cuerpos conductores; y si es conductor, no puede existir en cuerpos aislantes". Una especulación sobre la conducción eléctrica y la naturaleza de la materia: por Michael Faraday, D.C.L., F.K.S., Ac.: Revista filosófica, vol. XXIV, Tercera serie. Véase también Wollaston, Sobre la extensión finita de la atmósfera. Trad. filosófica, 1822. Young, Sobre las propiedades esenciales de la materia. Lecciones de filosofía natural. Mossotti, Sobre la acción molecular. Memorias científicas, vol. i., pág. 448.***
Las fuerzas conocidas, activas en la producción de estas condiciones, son los modos de movimiento; la gravitación y la agregación, el calor, la luz; y asociadas con estas, el actinismo o radiación química; la electricidad, en todas sus condiciones, ya sean estáticas o dinámicas; y la afinidad química, considerada como el resultado de un principio elemental separado. Estas fuerzas deben considerarse como poderes capaces de actuar con perfecta independencia entre sí. Son posiblemente modificaciones de un principio; pero esta visión, al ser una hipótesis que, hasta ahora, solo se sustenta en analogías vagas, no puede, sin peligro, ser aceptada en ninguna explicación que intente abordar únicamente las verdades de la ciencia.
No podemos examinar los diversos fenómenos de la naturaleza sin sentir que debe haber otros principios más activos de un orden superior a cualquiera detectado por la ciencia, a los que pertenecen las importantes operaciones de la vitalidad, ya sea que se manifiesten en la planta o en el animal. Al tratar estos, aunque la especulación no puede evitarse por completo, Debe emplearse solo en la medida en que ayude a vincular los fenómenos. Debemos abordar los agentes activos que dan forma y características a la naturaleza, que regulan la armonía, la belleza y el vigor de la vida, y de los cuales dependen esos grandes cambios en las condiciones de la materia que deben convencernos de que la muerte no es más que el comienzo de un nuevo estado de ser.
CAPÍTULO II.
MOVIMIENTO.
¿Son las fuerzas físicas modos de movimiento? Definición de movimiento. Perspectivas filosóficas del movimiento y los principios a los que se ha hecho referencia. Movimientos de la Tierra y del Sistema Solar. Pruebas visibles del movimiento de la Tierra sobre su eje. Influencia de los movimientos propios de la Tierra en las condiciones de la materia. Teoría de la conversión del movimiento en calor, etc. Las fuerzas físicas se consideran principios independientes del movimiento, aunque la causa y, a menudo, aparentemente, sus efectos.
Muchos de los pensadores más eminentes de la actualidad se inclinan a considerar todos los principios activos de la naturaleza como "modos de movimiento", a considerar la luz, el calor, la electricidad e incluso la fuerza vital como fenómenos resultantes del "cambio de lugar" entre las partículas de la materia; este cambio, perturbación o movimiento depende de algún motor indefinido.*
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