MILAGRO EN HAMBURGO SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
“Alzad, oh puertas,
vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el
Rey de gloria.
8 ¿Quién es
este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla.
“Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y
cerrojos de hierro haré pedazos;”
MILAGRO EN HAMBURGO SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Basado en un hecho Real***
Nombres y fechas son recurso literario
MI HISTORIA DE
LOS DÍAS SÁBADOS
El autor
dedica esta historia al PADRE ETERNO, A MI SALVADOR JESUCRISTO Y E.S.
Por el
autor del blog - un apasionado por la historia de antaño
Ciudad de Huehuetenango, Sábado 2 de Agosto del año del Señor de 2025
Señor Todopoderoso,
Gracias por regalarme un nuevo día de
vida. Ayúdame a honrarte, a glorificar tu, nombre y a pensar en ti ”Danos el pan nuestro de cada día” “ Caerán a tu lado mil y diez mil
a tu lado, más a ti no llegará, porque has puesto al Altísimo…
”— Así de esta manera, invocando el poder
del Eterno Padre, se levantó muy de mañana el día 1 de Agosto de 1943, la hermosa Krystabel Von
Strüber en la ya muy
golpeada Hamburgo.
Siendo las nueve de la mañana, estando en
su iglesia, juntamente con sus hermanos evangélicos, dieron inicio a un
bendecido culto de fe.
A las diez de la mañana, sonaron
las alertas de un ataque aéreo.
El Pastor Hans Schäfer, hizo
salir a los fieles de la iglesia inmediatamente. Se dirigieron
todos al bunker. Trescientas personas se amontonaron
en su interior.
Al cerrarse las puertas, un diluvio de bombas
explosivas e incendiarias explotaron alrededor.
Los edificios de los alrededores fueron demolidos y reducidos a escombros. Una y otra
vez caían y caían las bombas. El fuego
acababa la tarea que los aviones habían dejado en pie.
Interminable les pareció el tiempo a los
hermanos en medio del caluroso ambiente del bunker. Los
creyentes escuchaban el chisporroteo y crepitar del rugiente fuego que devoraba arriba los
alrededores.
Al
cesar al fin la alerta que señalaba que podían salir ya sin peligro al
exterior, el El Pastor Schäfer
subió los escalones para abrir las puertas. No pudo hacerlo porque estaban
demasiado calientes. Encontró un taburete y
lo lanzó a las puertas que ni siquiera se movieron. Los hombres unieron fuerzas
y halaron con todas sus fuerzas, pero las recias y solidas hojas de acero no
cedieron. Golpearon, martillaron con todas sus energías, pero era inútil.
El alto grado de calor de la
tormenta de fuego había fundido las puertas, uniéndolas y
soldándolas firmemente. Si continuaban golpeando las
puertas más rápido consumirán
el precioso oxigeno que los mantenía con
vida.
—Hermanos míos, fieles ovejas del rebaño del
Señor, arrodillémonos y supliquemos con
todo nuestro corazón y fe al Salvador. Hagámoslo de manera silenciosa
para que conservemos el mayor tiempo el
oxigeno que nos queda.—dijo el Pastor Schäfer.
La bella Krystabel arrodillada
clamaba desde lo profundo de su noble corazón:
—Mi padre celestial, imploro tu misericordia…tu puedes hacer
un milagro, no dejes que perezcamos asfixiados…el bien y la misericordia nos seguirán
todos los días de nuestra vida—
Todos de rodillas, escuchaban en medio del silencio,
los sollozos de niñas y de algunas mujeres, que apenas movían sus
labios…
A mucha distancia, se escuchaba que llegaba
un nuevo bombardero. Luego el ruido de los
motores fue acercándose. Después comenzó a volar en círculos
sobre la ciudad una y otra vez.
Todos los creyentes que estaban en el interior de su tumba sellada ,escucharon
el zumbido de una gran bomba al caer. Se
acurrucaron llevados por la
costumbre para sobrevivir a los bombardeos.
La bóveda y la tierra retemblaron
y se sacudieron violentamente. Las niñitas gritaban de susto. La bomba había estallado cerca, muy cerca, pero no lo suficiente para herir a los fieles. Las dos puertas de metal que
estaban fundidas se abrieron de par.
Al aquietarse el polvo, el Pastor
y la congregación salieron entre los
escombros y el humo que los envolvían
por todas partes.
(Pueblo mío, abriré tus tumbas, te sacaré de ellas. Ezeq. 37.12)
Trescientas personas a la luz
de la ciudad llameante, se
arrodillaron una vez más y dieron gracias al
Padre Celestial.
***Basado en un hecho real que aparece en “La Gente más feliz de la
tierra” Demos Shakarian**
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