martes, 25 de octubre de 2022

EL CIELO ES TAN REAL - (12) EL camino es aéreo-

 EL CIELO ES TAN REAL

CHOO THOMAS –Parte 012

Capítulo 10

JERUSALEN ESTÁ LISTA

He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que
ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré
columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de
allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre
de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual
desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.

APOCALIPSIS 3: 1 1- 12

Era la primavera, maravillosa estación de flores, brisas cálidas y florecientes árboles. En el estado de Washington, donde resido, es una época del año espectacular. En el cielo, tal parece que es primavera todo el tiempo: es cálido, hermoso, tranquilo y con gozo por todas partes. En mi corazón he estado celebrando la primavera a través del invierno, debido a las visitas del Señor y mis viajes al cielo.

El 24 de marzo, Roger y yo fuimos a los servicios de la iglesia. Nuestro pastor predicó acerca del sufrimiento de Jesús antes de la crucifixión. Era Cuaresma, la época del año cuando los cristianos se preparan para la crucifixión y resurrección de Jesucristo. Mientras que el pastor describía el sufrimiento de Jesús y leía las Escrituras relaciona­das a su pasión, empecé a llorar. No era nada fuera de lo común para mí empezar a temblar durante el tiempo de alabanza, pero esta vez mi cuerpo temblaba tan fuerte, que casi me arroja de mi asiento. La unción del Espíritu Santo fue muy poderosa sobre mí.

MANOS Y PIES CON CICATRICES

Vi a Jesús delante de mí y me dijo: "Hija mía, quiero que veas mis manos nuevamente", y señaló las cicatrices en sus manos y pies. La extraña voz que salía de mí cuando aparecían mis visiones, no la escuché en esta ocasión. Permanecí sentada en la presencia del Señor en total silencio, mientras Él seguía hablándome.

"Quiero que continúes escribiendo todo lo que te enseño", me dijo el Señor.

Yo asentí con la cabeza.

Era increíblemente maravilloso poder contar con la visita privada del Señor durante un servicio público de alabanza. Yo quería pararme y decirle a todos que acababa de ver al Señor, y que Él me había mos­trado sus cicatrices, pero algo profundo en mi espíritu evitó que lo hiciera. Me senté pacientemente hasta que el servicio terminó. Creo que fue la "pequeña voz" del Espíritu Santo de Dios que me dijo que no hablara.

Desde ese momento en adelante, como escribió Salomón, he aprendido que hay un tiempo para hablar y un tiempo para permane­cer en silencio (ver Eclesiastés 3:7). Jesús me estaba entrenando para ser sensible a la dirección del Espíritu en mi vida, y sabía que hasta que Él no me guiara de otra manera, yo debía recibir y no dar.

Durante todo el servicio, lloré bajo la preciosa unción del Espíritu Santo. El temblor cesó cuando el Señor se fue, pero las lágrimas continuaron. Escuché la prédica del pastor, pero mi mente y espíritu estaban concentrados en otra cosa: las cicatrices que el Señor me había mostrado ya dos veces.

Empecé a meditar en algunas escrituras que recordé de estudios bíblicos y servicios en la iglesia:

"Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados."

-ISAÍAS 53:5 9

«Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera, le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo. Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, paraque se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes"

-MATEO 2.7:33-35

Podía ver a mi precioso Señor y Maestro colgado en la cruz del Calvario, en lo alto del Gólgota. Los afilados clavos rasgaron su carne en las palmas de sus manos y tobillos, mientras colgaba ahí tan débil. La lanza del soldado romano abrió una herida en su costado, e hileras de sangre bajaban por su rostro producto de la corona de espinas que le habían incrustado en la cabeza.

Había un charco de sangre a los pies de la cruz, y la gente pisoteaba su sangre, mientras trataban de conseguir su túnica. El cielo sobre ellos era gris oscuro y unos rayos se veían a la distancia.

La gente se burló de Él, lo escupió y lo maldijo. Las personas allí tuvieron una fiesta diabólica a expensas de mi Maestro. Luego, con los ojos de mi mente, vi a su madre, María, que se inclinába cerca de la cruz. Su cuerpo temblaba y ríos de lágrimas corrían por su rostro

 ¡Oh, cómo comprendí el dolor que ella debió haber sentido ese día! Tuvo que ver a su hijo, a quien amaba tanto, desnudo, torturado y muerto delante de ella. Y no hubo nada que ella pudiera hacer para impedirlo. Jesús pudo haber llamado a 10,000 ángeles para que vinie­ran en su ayuda. Pero en lugar de eso, eligió aceptar la cruel y vergon­zosa muerte en la cruz, de manera que nosotros pudiéramos encontrar el camino de la vida.

Yo le agradezco a Dios por la visión que me dio, porque ahora entiendo verdaderamente por todo lo que tuvo que pasar Jesús por la gente que tanto ama. Fue suspendido en la cruel cruz, entre el cielo y el infierno, para que nosotros pudiéramos tener vida eterna. Él nunca pecó, y, sin embargo, Él voluntariamente tomó todos nuestros pecados y se hizo pecado por nosotros. ¡Qué maravilloso Salvador tenemos!

Las cicatrices en sus manos y pies son reales. Yo las he visto. Son las marcas del tremendo sufrimiento y angustia que experimentó por ti y por mí.

¿PECES EN EL CIELO?

El 25 de marzo, Jesús me visitó desde las 6:35 A.m. hasta las 8:50 A.M. Caminamos y conversamos de la manera usual: en la playa, en el puente de oro, a lo largo del camino. Después de andar por el camino un buen rato, el Señor me escoltó por un camino diferente, hacia un camino ancho y blanco. Se parecía a una autopista de los Estados Unidos y estaba delineada por árboles a ambos lados.

Estos árboles eran muy, muy altos, y sus hojas eran las más her­mosas que hubiera visto. Mientras caminábamos, vi que los árboles empezaron a cambiar de color. Era como caminar a lo largo de un arco ir¡s. ¡El arsenal de colores era espectacular!

Este camino nos dirigió a un cerro que era mucho más pequeño que la montaña a la cual usualmente subíamos. Desde la cima, vi un río plateado que brillaba a la luz del sol del cielo. Una diversidad de montañas llenaba el panorama de una belleza que sólo el cielo podía prooducir. Las montañas estaban pobladas de verdes árboles.

Descendimos del cerro y caminamos hacia el agua, donde vimos toda clase de peces que nadaban en el río con un fondo rocoso. Me divirtió mucho ver peces en el cielo, y empecé a reírme. Yo estaba disfrutando tanto del momento, que me paré y empecé a vadear en el agua.

Me agaché y agarré un pez rojo con rayas, y lo saqué fuera del agua. Yo me reía incontrolablemente, así que el pez saltó de mis manos y volvió a salvo al agua. Al ver aquel pez que tuve cautivo nadar libre­mente en el agua junto a otros peces, causó una risa casi histérica en mí. Agarré otro pez, esta vez de otro color, y también saltó de mis manos. Fue un tiempo de diversión y gozo, donde el Señor empezó a reírse conmigo también.

Él empezó a participar de la actividad conmigo, se agachó y agarró un enorme pez de muchos colores, similar a un abrigo de muchos colo­res. Pasó un tiempo admirando al pez, y luego lo echó de nuevo al río, riéndose. Fue tan bueno ver al Señor disfrutar ese momento conmigo.

Yo seguí riéndome a grandes carcajadas, y me sentí muy bien. Mientras más sentía la risa del Señor, más me reía. Al final, me dolía el vientre de tanta risa, pero me sentí muy bien.

Jesús me dijo: "Hija mía, debes estar disfrutando mucho esto. ¿Te gusta pescar?»

"Simplemente estoy disfrutando el estar aquí, Señor."

«Tengo más peces para mostrarte después. ¿Quieres atrapar más peces?" "Me estoy riendo tanto que no podría atrapar ningún pez, Señor", contesté. Mejor regresamos, hija mía. Tengo que llevarte a otro lugar. "

Dejamos el río, y me sentí liviana por los momentos allí vividos de gozo y risa. Los peces fueron divertidos, y recordé la escritura: "El corazón alegre constituye buen remedio", (Prov. 17:22). ¡Sentí que había tenido la dosis suficiente de gozo como para el resto de mi vida!

Fue tan maravilloso ver a mi Señor disfrutar con mi gozo y alegría. Esta experiencia me ayudó a entender el versículo: "Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre" (Salmo 16:11).

Había caminado a lo largo del camino de la vida en el cielo y bebi­do del río de sus placeres como menciona el salmista: ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz". (Salmo 36:7-9).

Mi gozo sube como una fuente y se rebalsa como una catarata.

VOLAR POR EL CIELO

Regresamos al mismo camino que tomamos para ir hacia el cerro. Luego, el Señor me llevó a una montaña alta que estaba en un camino angosto, bordeado por árboles y arbustos inmensos. Caminamos a lo largo de este camino por bastante rato. Esto me hizo preguntarme hacia dónde iría­mos. También me pregunté por qué sería tan angosto el camino.

Por fin, llegamos al final del camino, donde pude ver desde la montaña que una verja blanca rodeaba muchos edificios blancos. Éstos relucían con el blanco más puro, un blanco más brillante que la fresca nieve recién caída. Quise acercarme más a la escena que tenía ante mí, pero como era casi siempre el caso, Jesús me mostró todo a la distancia. Yo no entendía la razón.

Me dijo: "Hija mía, quiero que lo veas claramente, así que vamos a ir allá abajo" Se acercó a mí, tomó mi mano y empezamos a volar. Fue una experiencia que me quitó el aliento, y un sonoro gemido emergió de mi cuerpo terrenal.

Cuando aterrizamos en el fértil valle, Jesús me llevó a una calle blanca y limpia. Luego vi que tenía casas blancas a ambos lados. La calle era blanca y brillante como el cristal. Todo parecía tan blanco allí. La verja parecía mucho más alta que las casas que yo había visto desde lo alto de la montaña.

En este momento, todavía se me hace imposible para mí explicar o inclusive sugerir,el porqué el Señor me ha mostrado algunas de estas cosas. Muchas veces, Él me ha mostrado lo mismo en dos ocasiones diferentes. Normalmente, no pasamos mucho tiempo en cada lugar, y pocas veces me ha dado explicaciones sobre el significado de las cosas, pero yo no tengo ningún problema con eso. Yo sé que llegará el tiempo que hasta conoceré como fui conocida (formada) (ver 1 Corintios 13:12).

El Señor me dijo que tenía que mostrarme esto, y nos acercamos a una de las casas. Tenía doble puerta con bordes de oro. La puerta estaba delineada con vidrio de color. ¡Yo me fijé, particularmente, que la perilla de la puerta estaba hecha de oro puro!

Cuando entramos a la casa, vi que todas las ventanas estaban hechas de vidrio de color. Las alfombras eran muy coloridas, una mez­cla de tonalidades suaves, que le daba al interior de la casa una vista muy clásica. Las joyas que adornaban las paredes brillaban. A mí me daba la impresión de que estaba entrando dentro de una figura más que en una casa.

Subí las escaleras de oro que tenían un intrincado diseño gra­bado sobre la superficie. Al terminar las escaleras, caminé hacia un dormitorio donde había una cama más grande y más larga que la del tamaño matrimonial "king" de la tierra. Caminé y entré en el cuarto de maquillaje. Estaba cargado de oro y piedras preciosas en cada pared, excepto una. Esa pared tenía un espejo de arriba a abajo, que reflejaba la impresionante belleza del ambiente.

Me di cuenta que todos las habitaciones en esta casa eran inmensas, incluyendo el cuarto de baño. De hecho, cada casa que el Señor que ha mostrado tiene habitaciones enormes y tan hermosas que sobrepasan toda expectativa.

Empecé a cantar con gozo mientras caminaba por los corredores, mirando en cada uno de los cuartos y disfrutando de esta maravillosa residencia. Después que mi excursión por el piso superior terminó, bajé y fui a la habitación donde estaba el Señor. Esta habitación era más bien como una sala. Él me escuchó, me miró y dijo: '¿7e gusta este lugar? "

"Sí, mi Señor. Es hermoso. ¿Quién va a vivir en estas casas?" "Todos mis hijos vivirán en estas casas que he preparado para ellos.Estarán viviendo aquí más pronto de lo que creen.

LA CIUDAD SANTA

El Señor tomó mi mano y dejamos el precioso valle. Luego, caminamos sobre una calle que estaba dividida y que era del mismo color que la calle de ladrillo amarillo en "El mago de Oz". Había casas blancas a ambos lados del camino. La isla en el medio de la calle estaba adornada con árboles frutales que fueron plantados al mismo nivel, por todo lo largo de una clara, azul y extremadamente larga corriente. Habían rocas bonitas en ambos lados de la corriente.

Después, el Señor tomó mi mano y dijo: "Nos vamos a elevar, hija", y nos empezamos a elevar del piso, en forma vertical como lo hacen los helicópteros, y luego empezamos a volar. Él me llevó a la misma montaña donde empezamos este viaje en particular.

Cuando empezamos a volar, mi cuerpo terrenal, tendido en la cama, gritaba de pánico. Sin embargo, en mi cuerpo transformado, me estaba acostumbrando a las cosas extraordinarias que experimentaba en el cielo. Caminamos de regreso por el camino angosto, y fuimos al edificio blanco donde siempre nos cambiamos las túnicas. Luego, fuimos al tranquilo lago.

En el preciso momento que llegamos al lago, empecé a cantar y bailar. Mi corazón seguía volando de gozo. El Señor dijo: "Ven, Choo Narra, siéntate junto a mí" *

Obedecí, me senté en una roca junto a Él y sostuve su brazo.

"Hija mía, te he mostrado el río y la Nueva Jerusalén. Esas casas están en Jerusalén, la ciudad santa. Todos vamos a vivir en Jerusalén cuando traiga a mis hijos al hogar, Quiero que mis hijos sepan que Jerusalén ya está lista para ellos.

"Tú has visto que no hay camino que lleve a Jerusalén. Es por eso que tuvimos que volar para llegar allí. Todos vamos a volar allí pronto, es por eso que tu trabajo es tan importante.

"No quiero que vayas a olvidarte de nada de lo que te he mostrado o dicho", continuó el Señor. "Sé que no todos van a creer muchas de las cosas que te he mostrado, los incrédulos y aquellos que no conocen mi Palabra, pero sé cuánto te esfuerzas por agradarme.

"Después que termines esta obra, tu vida será puro gozo, mucho más de lo que acabas de experimentar. Vas a ser bendecida. Todo aquel que te crea y ayude va a ser bendito también.

"Tú vas a ser una sorpresa para todas las iglesias, un gozo para todos los que estén listos y esperando por mí, y. motivo de tristeza para aquellos que aman el mundo más que a mí. Este libro va a ayudar a liberar a muchos que están en oscuridad espiritual

«Hjá mía, no te preocupes por la que la gente piense o díga; sólo escribe lo que yo te enseño y digo. Yo confío en tu obediencia completamente. Tú has temido y creído en mi Palabra desde el momento en que me conociste. Sé que nunca me has desobedecido deliberadamente desde que me diste tu corazón, y me has puesto primero en tu vida. Es por eso que te elegí mi hija especial y mi  amiga. »

Sus palabras me tranquilizaron y halagaron. Me hicieron sentir bien. De una cosa estaba segura, desde que me convertí al Señor, siempre me había esforzado en agradar a mi Señor, por ponerlo a Él en primer lugar en cada situación y decisión. Él estaba bendiciendo mi obediencia.

<Me tomó largo tiempo prepararte para esta obra", dijo. "Ahora ya sabes lo especial que eres para mí. Tú dijiste que me diste tu vida, y conozco tu corazón. Nunca te desvíes de este compromiso, Choo Nam. »

"Sea lo que sea que tengas que dejar o perder en tu vida terrenal, yo te lo restauraré en el cielo. En el cielo, tú estarás conmigo para siempre.

Para mí, esas eran las palabras más importantes de todas. Era esta promesa la que me mantenía para seguir adelante, porque sabía lo inmensurablemente maravilloso que era estar con Él. El entusiasmo de saber que iba a estar en su presencia para siempre, era el pensamiento más sagrado de todos.

"Señor, no soy tan buena", dije. "Es sólo que te amo más que a mi propia vida. No soy feliz con nada ni nadie, si tú no estás incluido. Yo siento tu control en cada parte de mi vida, y eso me hace muy feliz."

"Quien permite te que yo controle su vida será bendecido. Estos son mis hijos obedientes. eres mi hija especial. »

Cuando la visita hubo terminado, repasé todas las cosas que el Señor me había dicho. La Nueva Jerusalén viene del cielo. Ya está lista. El Señor quiere que sus hijos disfruten de gloria eterna con Él. Él me ha elegido para compartir todo esto con todo aquel que quiera escuchar.

En el transcurso del día, estudié lo que las Escrituras tenían que decir acerca de la Nueva Jerusalén. Cuando leí el capítulo veintiuno de Apocalipsis, me di cuenta que el apóstol Juan había tenido la misma experiencia que yo había disfrutado con el Señor momentos antes."

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