sábado, 22 de octubre de 2022

EL CIELO ES TAN REAL CHOO THOMAS –Parte 004

EL CIELO ES TAN REAL CHOO THOMAS –Parte 004

cielo y de la tierra había suspendido las leyes de la gravedad, la vida, el tiempo y el espacio para enseñarme unas cosas que nunca olvidaré.

La Biblia dice: "La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción" (1 Corintios 15:50). Yo estaba a punto de descubrir el verdadero significado de estas palabras del apóstol Pablo.

Mientras empezaba a darme cuenta de mi nuevo cuerpo, sentí que se parecía a mí, pero no era yo. He oído anteriormente de experiencias "fuera del cuerpo", pero en este caso fui sacada de mi cuerpo y deposi­tada en un cuerpo que no era el mío, pero que a su vez sí lo era.

Era el cuerpo de cuando era adolescente. Hasta tenía el mismo pelo que tenía cuando adolescente. No podía ver mi cara claramente, pero tenía la impresión de que era la cara de una joven desconcertada que había estado viviendo sin Dios y sin esperanza. Sin embargo, esta vez la joven sí conocía a Dios, y estaba llena de esperanza. ¡Era tan fascinante! ¿Qué significaba todo esto?

UN TÚNEL BRILLANTE Y MURALLAS DE PIEDRA

¿Adónde me había llevado el Señor? ¿Por qué me había llevado con Él? No podía esperar oír sus respuestas a estas preguntas, porque sabía que eran para mí, así como para quienes Él me guiaría.

Primero, fuimos al lado derecho de una colina que estaba llena de follaje. Podía ver un camino estrecho y serpenteado hasta llegar a la cima. Entonces, caminamos a lo largo de un río angosto donde fluía el agua más clara y cristalina que jamás había visto. Seguimos por el río hasta la entrada de un túnel brillante que parecía interminable. Era alto y ancho en comparación con nosotros; el Señor y yo nos veíamos bastante pequeños. Pasamos por el túnel misterioso, y cuando llegamos al otro extremo, bajamos de nuevo hasta la playa.

“Vamos a un sitio muy alto", dijo el Señor.

En el momento que dijo esas palabras, me tomó de la mano, y mi cuerpo empezó a elevarse de la superficie de la playa. Mientras tanto, mi cuerpo físico temblaba frenéticamente en la cama. Mis manos y brazos empezaron a moverse en todas direcciones como si estuviera nadando desesperadamente para evitar ahogarme. Los gemidos que procedieron de mi espíritu aumentaron, y eran cada vez más altos y más fuertes.

Estuvimos literalmente volando por el aire. Aterrizamos en un sitio que estaba lleno de árboles y césped, y nuestros pies tocaron tierra en un estrecho y serpenteado camino. El Señor y yo bajamos el camino que descendía de la cima de la colina. Finalmente, alcanzamos una enorme puerta blanca delante de un gran edificio del mismo color. Entramos por la puerta y seguimos hacia el edificio blanco.

Entramos al edificio y pasamos por un corredor largo que condu­cía a un cuarto muy grande al cual entramos. Al mirar hacia abajo, me di cuenta, por primera vez, de que llevaba una túnica diferente a la que llevaba en la playa, y podía sentir que algo pesado estaba puesto sobre mi cabeza. Descubrí que llevaba una preciosa corona sin saberlo.

Entonces, miré directamente al Señor. Él estaba sentado en un trono, y tenía puesto un vestido radiante y una corona de oro. Otras personas estaban allí conmigo, de rodillas en el suelo y postradas ante Él. Las paredes de la habitación eran de piedras grandes y brillantes. Las piedras multicolores produjeron un efecto de calidez, felicidad y algo de misterio en la habitación.

DONDE SOLO LOS DE CORAZÓN PURO PUEDEN IR

 Entonces, tan pronto como fui transportada arriba a la montaña y dentro del edificio blanco, me encontré otra vez en la playa. Tal como había ocurrido todo ese tiempo, me encontré de forma alterna riendo, gritando, llorando, temblando, sudando y agitando los brazos brusca­mente. El gozo era tan intenso, que sentía que podía tocarlo. Sabía que había sido transportada a un mundo diferente, pero ¿adónde fue? ¿Por qué me estaba pasando esto a mí? ¿Qué significaba todo esto?

El Señor contestó a mis preguntas clara y enfáticamente: "Hija mía, fuimos al reino". Él reconoció rápidamente la pregunta que estaba formándose en mi mente: ¿Cómo llegamos allí?

Los únicos que irán allí son los hijos obedientes y los de corazón puro. »

El Maestro se detuvo por un momento y luego continuó: "Dile a mis hijos que prediquen el evangelio. Vengo pronto por quienes estén listos y esperando por mí.

Ahora sí sabía cuál era mi misión principal. Había visto el reino del cielo y éste era muy real. Nunca olvidaré todas las cosas maravillosas que vi.

El Señor añadió: "Los que no dan el diezmo son hijos desobedientes".

 "¿Debo decir esto a alguien en especial, Señor?", pregunté.

"Quiero que se lo digas a todos.

Entonces, Él reiteró algo que me había ordenado que hiciera varias veces antes: “Escribe todo lo que te enseñe y te diga”.

"Dime más, Señor", respondí.

”En otra ocasión, hija. Sé que estás cansada. Duérmete.”

El Señor se marchó, y lo mismo hizo mi cuerpo transformado. Alcancé la mesa de noche, tomé el cuaderno y el bolígrafo, y empecé a escribir todo lo que había experimentado en mi emocionante viaje e al reino de Dios. Me sentía muy entumecida y humillada. No había palabras para describir mis sentimientos. Sentía que no pertenecía más a este mundo

Desde entonces, todo lo que podía pensar era en el Señor y el cielo. Anhelaba volver al reino. Este anhelo debe haber sido escuchado como oración, porque, como verá, después de esto el Señor me llevó con Él muchas veces más.

Capítulo 4

MÁS PRONTO DE IDO PENSADO

El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente
vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús!

APOCALIPSIS 22:20

Choo Nam, hija mía, soy tu Señor." Era la voz familiar de mi Maestro hablando con tanta compasión y confianza en mi dor­mitorio durante las horas de la madrugada del 24 de febrero.

El temblor de mi cuerpo ya me había despertado alrededor de la medianoche. Esta vez miré el reloj para ver por cuánto tiempo duraría el temblor. Después de casi veinte minutos, comenzó el gemido que provenía desde lo profundo de mi espíritu. Yo seguía temblando, y el alor de la unción del Señor hacía que mi cuerpo sudara. Después de este tiempo de preparación, oí la voz del Señor hablándome.

Estaba acostumbrándome un poco más a su presencia. La mayoría del tiempo me gozaba mucho con sus visitas. En esta ocasión, la imagen de su presencia era muy clara. Su figura estaba envuelta en un resplandor suave, cálido y de color blanco muy puro. El Señor dirigió su mano hacia mí mientras yo temblaba con más intensidad aún, y los brazos empezaron a agitarse bruscamente.

Así como había experimentado la semana anterior, mi espíritu se levantó de mi cuerpo, y yo podía verme como una joven con pelo largo y liso. Una vez más estaba caminando por la playa con el Señor. Caminamos y caminamos. Era un período de tranquilidad y silencio. Parecía que Jesús estaba pensando, y, por un largo rato, no dijo ni una palabra.

44           ¡EL CIELO ES TAN REAL!

Finalmente, dijo algo una y otra vez, y fue lo siguiente: "Tenemos mucho trabajo por hacer".

VAMOS Al CIELO

Una vez más, el Maestro me llevó al interior de un gran túnel. Este, como ningún otro, era luminoso y brillante. Pronto me di cuenta que era el mismo túnel por el cual me había llevado la primera vez. Debía ser el túnel que la gente que ha tenido una experiencia cercana a la muerte, describe como el pasillo que lleva de esta vida a la otra.

En la mayoría de esos casos de experiencias "fuera del cuerpo", la gente relata que es arrojada dentro de un túnel largo y oscuro a alta velocidad. Al final del túnel, ellos pueden ver el glorioso resplandor del cielo. Esto, pensé, debe ser el portal hacia el indescriptible y maravilloso reino del cielo. Ahora mi Señor y Salvador me llevaba allí de nuevo.

Caminábamos junto al bello, claro y cristalino río una vez más, y luego volvimos a la playa. Jesús entonces dijo: "Vamos alcielo”

Mi corazón dio un salto, mientras mi alma se colmaba de una emoción tal y gran expectación por darme cuenta que nuevamente iba al cielo. Iba a casa, y Jesús me daba una excursión personal de la vida futura con el fin de que pueda escribir sobre ella y así informar a otros. Fue tan emocionante ser elegida para tal honor, que casi no podía con­tener el gozo que me abrumaba.

Tan pronto como Jesús anunciara nuestro destino, comencé a volar. Había volado en aviones anteriormente, y esos vuelos habían sido siempre emocionantes y estimulantes; pero esta vez mi cuerpo estaba volando como un pájaro. Me vino a la memoria el pasaje de Isaías: "Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatiga­rán" (Isaías 40:31).

Siempre había interpretado ese versículo desde una perspectiva espiritual, pero ahora todo esto había llegado a ser una realidad viva. Alcé vuelo y volé como un águila, y no tenía miedo, porque sabía que Jesús estaba conmigo.

No obstante, la experiencia de volar no duró mucho. Pareció durar sólo un segundo. Pronto aterrizamos en ¡in camino estrecho y serpenteado, bordeado por árboles altos y hermosos, y césped verde y exuberante. Justo enfrente podía ver un portal grande puesto en una reja blanca. Llegando al portal, podía ver que el camino del otro lado  de la reja era todo blanco y, a ambos lados, flores bellas de todo tipo mostraban la variedad de colores y tiernos brotes.

Nunca había visto tanta belleza antes, y otro versículo me vino al pensamiento:

«Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas."

—MATFO 6:2.8-33

Entonces, comencé a entender más claramente por qué Dios me permitía visitar su reino. En ese momento, me di cuenta que si los mortales en la tierra pudieran ver lo que yo estaba viendo, nunca más se preocuparían. Yo sabía que tendría que contar mis experiencias a todos aquellos con quienes me encuentre, para que también dejen de preocuparse.

De hecho, Dios se ocupa de todo en nuestra vida. Dios está desa­rrollando sus propósitos. Su amor por sus hijos es eterno. Su palabra es verdad. Ahora el ardiente deseo de mi corazón es ayudar a la gente  a entender, ver y creer la verdad. Mis experiencias me han enseñado , "que todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28).

EL CIELO ES MEJOR

El surtido de flores era mucho más espectacular que cualquier jardín que , jamás haya visto. Yo misma me decía: "Estoy contenta de saber que hay flores en el cielo". Allí había las más hermosas flores que jamás hubira visto, y parecían crecer más luminosas y con colores más vivos,a medida  que nos acercábamos a la entrada del gran palacio.

Jesús me llevaba escaleras arriba hacia una doble puerta de frente. Vi que la  entrada estaba enmarcada en oro y tenía unos hermosos paneles  de vidrio a ambos lados. Entramos por las puertas a un piso de  mármol blanco. Las paredes de piedras brillantes me recordaron que

 

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