martes, 11 de octubre de 2022

VIENTO SOLLOZANTE 1 LIBRO Pags. 142-149

VIENTO SOLLOZANTE

  1 LIBRO Pags. 142-149

 

142         Viento Sollozante

nada. A lo mejor me ayudaba a pasar el tiempo y me hacía sentir mejor.

Serví un poco en un vaso. Me llevó varios minutos tragarlo. Tenía mal gusto y me quemaba la garganta, pero persistí. El segundo sorbo bajó con más facilidad, y me sentía con sueño y calor. Debe ser que voy bien, pensé. Me serví otro vaso.

La habitación comenzó a girar, la luz me hería los ojos, así que me arrastré hasta la cama y apagué la lámpara. En pocos segundos estaba profundamente dormida. No me desperté hasta tarde la mañana siguiente.

Me sentía mal cuando me desperté, pero decidí tomar un poco más de whisky para ver si la cabeza me dejaba de dar vueltas. Pasé el resto del día tomando, durmiendo un poco, tomando un poco más.

En algún momento entre los tragos y los períodos en que dormía, comenzó a atacarme la depresión. Se me venían interrogantes a la cabeza: ¿Por qué seguir pro­bando? ¿Por qué no abandonar?

No recuerdo haber salido del departamento, pero en algún, me encontré parada al borde de la ve­reda_ En la bruma mental que me envolvía, no hacía más que pensar: "Elige un vehículo que pase velozmente y tírate frente a él, y se acabará todo." Entonces vi a un automóvil que venía mucho más rápido que los otros. ¡Cerré los ojos con fuerza, respiré hondo, y bajé del cordón de la vereda!

Oí el ruido de los frenos y el chirrido de las gomas cuando esperaba que el vehículo me golpeara.

¡Pero estaba demorando demasiado! Ya tendría que haberme arrollado. Abrí los ojos en el momento en que el auto me esquivaba. Al pasar, el conductor levantó el puño y me gritó: – Estúpida, india borracha. . . —No – No pude oír el resto de sus palabras por el ruido del motor. El automóvil siguió la marcha y desapareció.

Repentinamente me sentí perfectamente lúcida. Me encontraba parada en medio de una calle llena de tráfico. Oía las bocinas por todas partes y procuré llegar apresu­radamente a la orilla de la calle.

Con las piernas débiles volví a mi departamento. Ten­dría que buscar otra forma de matarme. Terminé lo que quedaba del whisky y me tiré sobre la cama al través. Traté de pensar en alguna forma rápida y fácil de suicidarme. No tenía ni revólver ni píldoras para dormir. Había oído hablar de gente que tomaba hasta morirse, pero eso podía llevar años. No quería seguir viviendo tanto tiempo. Tenía apuro por ponerle fin a la cuestión.

Todo el día siguiente lo pasé pensando cómo hacer para ponerle fin a mi vida. Pensé en docenas de formas de morir, pero llegué a la conclusión de que no hay ninguna fácil

Es difícil morir.

Tambien llegué a la conclusión de que era demasiado pobre para morirme. Estaba tan pelada que no podía pensar en comprar un revólver ni píldoras para dormir. Vivía en planta baja, de modo que no podía saltar por la ventana. No tenía ni un cordón, ni menos una soga, de modo que no podía ahorcarme. Las mujeres indias tienen muy poco pelo en el cuerpo, de modo que tampoco tenía hojas de afeitar. La cocina del departamento era eléctrica, de modo que no podía morir asfixiada. La única forma que me quedaba era la de tirarme frente a un vehículo, y para eso ya me faltaba coraje. ¡No estaba dispuesta a intentar ese método otra vez!

Era demasiado pobre para morir. Tendría que conseguir trabajo y ahorrar dinero para poder comprar algo que sirviera para matarme. Resultaba tan gracioso, que no pude menos que reírme. Vivir resultaba difícil, pero morir resultaba más difícil todavía.

 Capitulo Díez

AL DIA SIGUIENTE VISITE al reverendo McPherson.

¿Has conseguido algún empleo? — me preguntó. —No. — No le dije que ni siquiera estaba buscando trabajo.

— Estaba pensando que me haría falta un poco de ayuda aquí en la oficina. No sería más que por unos días y no te podría pagar mucho — dijo.

— ¿Qué clase de trabajo? — le pregunté.

— Bueno, por una parte, necesito una lista de todos los libros de la biblioteca de la iglesia. Hay que reparar la encuadernación de algunos y ponerles etiquetas nuevas. Tengo un poco de correspondencia misionera que hay que ordenar y archivar. Cosas de ese tipo.

Lo pensé un momento y luego le dije:

— Muchas gracias, pero creo que a él no le gustaría.

¿A quién no le gustaría? ¿A tu tío?

Al viento. Al viento no le gustaría que trabaje en la casa de otro dios.

Hay un solo Dios — me dijo.

— Pero si el viento no es un dios, luego ¿quién es el viento? ¿O qué es el viento? — pregunté.

— Es difícil decirlo. Supongo que los científicos podrían darte algún tipo de contestación en relación con presiones barométricas altas y bajas, frentes fríos y cosas semejantes, pero entiendo que no es ésa la clase de respuesta  que buscas. — Luego se le iluminaron los ojos, y sonrió —. No quiero que pienses que no estoy tomando en serio el asunto, pero es que acabo de recordar una poesía que aprendí de niño. La escribió Robert Louis Stevenson. Aparentemente el también tenía sus dudas acerca de quién o qué era el viento, , . a ver si lo puedo recordar, hace muchos años que he dejado de ser niño. . .

Te vi agitar los barriletes en las alturas

Y desplazara las aves por el cielo;

Y por todas partes te oí pasar,

Como las faldas de las damas cruzando el césped —

íOh viento, que soplas a lo largo de todo el día, Oh viento, que cantas una canción tan fuerte!

Vi las diversas cosas que hacías,

Pero siempre a ti mismo te ocultas.

Sentí cuando me empujabas, te oí llamar, A ti no te he podido ver en absoluto

¡Oh viento, que soplas a lo largo de todo el día, Oh viento, que cantas una canción tan fuerte!

Oh tú que eres tan fuerte y tan frío,

Oh soplador, ¿eres joven o viejo?

¿Eres una bestia del campo y del árbol,

O simplemente un niño más fuerte que yo? ¡Oh viento, que soplas a lo largo de todo el día, Oh viento, que cantas una canción tan fuerte!

¿Cómo decía esa parte final otra vez? —pregunté apenas terminó.

La repitió lentamente para que se me fuera grabando.

¿Era indio ese hombre? —le pregunté.

— No, era un inglés. Escribió ese verso hace más de cien años.

— Tendría que haber sido indio. Entendía al viento.

_Repetí las líneas que podía recordar:

Oh tú que eres tan fuerte y tan frío,

Oh soplador, ¿eres joven o viejo?

¿Eres una bestia del campo y del árbol,

O simplemente un niño más fuerte que yo?

Asentí con la cabeza. — Me gusta. ¿Sabe algún otro verso, sobre el viento?

— ¿Cómo es realmente el Dios de ustedes? — le pregunté mientras me retorcía los dedos y me mordía el labio.

— Es todo para todos. Dice la Biblia: "Como el padre se compadece de los hijos, se compadece (Dios) de los que le temen."

— Mi padre me abandonó — le dije —. No me gusta pen.sar en Dios como un padre.

— También dice: "Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros" — citó.

— Mi madre se escapó y, me abandonó hace años. No he vuelto a saber nada de ella — le recordé.

lb Es un amigo que está más cerca que un hermano dijo.

Nunca he tenido amigos, y no tengo ni hermanos ni hermanas — le dije desafiante.

Se encogió de hombros y sonrió:

—Bueno, también dice: "Maridos, amada vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia", pero como tú no estás casada, eso tampoco significa nada para ti, ¿no es así

— No. Supongo que nada de eso se aplica a mi caso — dije.

— Tal vez ninguno de estos versículos, pero en alguna parte de la Biblia hay un versículo que será especial para ti, y cuando lo oigas, te abrirá el corazón y la mente a las verdades espirituales de la Biblia. Entonces todo tendrá sentido para ti. Una vez que oigas ese versículo, tu vida cambiará. No volverás a ser la misma nunca.

148         Viento Sollozante

 Seguiremos buscando hasta que encontremos ese versículo especial que fue escrito para Viento Sollozante. —Dejó caer sua­vemente su mano sobre la Biblia.

No creo que haya un versículo allí para mí.

Hay un versículo aquí adentro para todos. La Biblia le habla a todos los corazones.

No menciona al viento — le dije. Seguro que esta vez tenía razón yo.

— Menciona al viento muchas veces.

Me incliné hacia adelante: — ¿Qué dice?

—No puedo recordar todo lo que dice, pero podría buscar todas las veces que se menciona el viento y hacerte una lista. Luego tú buscas los versículos cuando tengas tiempo.

— Bueno. Supongo que no me puede hacer ningún mal saber lo que dice su libro sobre el viento. — Me encogí de hombros como para indicar que no le daba mucha im­portancia; pero estaba interesada.

Viento Sollozante             149

Cuando hizo la lista, doblé el papel cuidadosamente y lo guardé en el bolsillo.

Más tarde esa misma noche, cuando me acosté, puse.' algunos almohadones en el respaldo de la cama y co­mencé a buscar en la Biblia todas las menciones que había sobre el viento. Después de todo, pensé, no es lo mismo que si estuviese estudiando acerca ele este Dios. Lo único que quiero es aprender más sobre el viento.

Me llevó mucho tiempo encontrar todos los versículos, porque no conocía el orden de los libros de la Biblia, pero por fin logré encontrarlos a todos y escribí lo que decían. La primera mención del viento estaba en Génesis 8:1: "Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, todas las bestias que estaban con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y disminuyeron las aguas." En Exodo 15:10 decía: "Soplaste con tu viento." Job habló del viento dos veces: "Mi vida es un soplo (viento)" (Job 7:7), y "Las palabras de tu boca serán como viento impetuoso" (Job 8:2).

Leí infinidad de veces los versículos sobre el viento, y algunos de ellos parecían llegarme.

11¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños?" (Proverbios 30:4).

"He aquí, el que forma los montes, y crea el viento ... Jehová Dios de los ejércitos es su nombre" (Amós 4:13). Hablaba de que el Señor había enviado un gran viento al mar, pero cuando leí Mateo 8:26, donde decía que Jesús "reprendió a los vientos", comprendí que había descubierto algo.

¿Por qué había permitido el viento que este otro Dios lo reprendiese y le mandase que se aquietara? No se le da órdenes a alguien, a menos que esa persona esté por debajo de uno, y no se toma en cuenta las órdenes, a menos que provengan de alguien que sea más fuerte o más sabio, o que tenga autoridad y poder. Estaba co­menzando a sentir curiosidad por este nuevo Dios. ¿Podría

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