lunes, 24 de octubre de 2022

EL CIELO ES TAN REAL CHOO THOMAS –Parte 009

  EL CIELO ES TAN REAL

CHOO THOMAS –Parte 009

La gente puede pensar que tú no eres nadie, pero quiero que entiendas que tú eres mi hija especial. Te trato como mi amiga, y confió en ti incondicionalmente. No te preocupes por nada. Yo me encargaré de todo. » "¿Cuándo vendrás para llevarnos a casa?"

"Tú has visto el reino. Todo está listo,  y por eso tengo prisa en que todos estén listos. Por tanto, quiero que hagas este trabajo para mis hijos. A ti te ha  sido dada una unción especial para poder hacer esta obra. Te bendeciré más de lo que tú puedas imaginar. »

"Señor, tú sabes que te amo, pero no me puedo olvidar del rostro de mi madre, atormentado por las llamas del infierno. No quiero acor­darme de lo que vi.»

En ese momento, el Señor tocó mis ojos, y de ahí en adelante, no pude acordarme del rostro de mi madre. Aun ahora, escribiendo estas palabras, ya no recuerdo su rostro. Lo único que puedo recordar es que una vez la vi en el abismo del infierno y fue una experiencia terrible.

Jesús entonces dijo: "Sé que estás cansada. Hablaremos más tarde" Nos levantamos, y Él me abrazó. Entonces se marchó. Mientras el Señor me abrazaba, mi cuerpo se sacudía con tal fuerza que sentí que me caía en pedazos. Cada vez que Él tocaba mi cuerpo transformado, mi cuerpo físico experimentaba una poderosa fuerza de su toque, y cada nervio y tendón de mi cuerpo se sacudía y temblaba. Entonces, en el momento en que Él se marchaba, mi cuerpo dejaba de sacudirse.

Esa misma mañana, fui a la iglesia y experimenté la presencia del Señor que sacudía mi cuerpo durante todo el servicio. Pude verlo de pie cerca del pastor. Durante el servicio, el Señor caminó por la parte delantera de la iglesia. Fue maravilloso ver su radiante presencia en la iglesia.

Durante todo el servicio, derramé lágrimas de gozo y amor. Mi corazón palpitaba fuertemente dentro de mi pecho, mientras contem­plaba la majestad del reino celestial que había visitado. La unción estu­vo tan fuerte sobre mí que no pude levantarme. No pude ni escuchar el sermón del pastor, ya que mi cuerpo respondía a la presencia del Señor con un intenso calor y una fuerte sacudida.

La gente en mi iglesia entendía lo que me estaba pasando, y fue muy comprensiva. Tiempo atrás, me hubiera sentido avergonzada por tal manifestación física en público, pero estaba contenta porque sabía que todo era un regalo de Dios, y Él me estaba preparando para servirle de maneras que nunca pensé fueran posibles. No quiero que esta manifestación de su poderosa presencia en mi vida desaparezca.

LA TRIBULACIÓN

El 4 de marzo, el Señor me visitó desde las 2:30 A.M. hasta las 5:05 A.M. Mi cuerpo se sacudió por veinte minutos. Entonces, el Señor me llevó a la playa y subimos por la montaña hasta llegar a la roca grande donde nos sentamos la última vez.

Todo parecía normal durante los primeros minutos, pero de repen­te me di cuenta que donde los fuegos habían estado encendidos el día anterior, ahora sólo quedaban montículos de cenizas y escombros quemados. Toda el área era simplemente un inmenso abismo negro de destrucción. Me fijé que la playa, donde la gente corrió y cayó el día antes, estaba ahora salpicada de manchas negras. Me supuse que estas manchas representaban los restos quemados de seres humanos que habían muerto en los fuegos de los últimos días.

El mar, una vez lleno de sangre ardiente, era ahora una excavación vacía, quemada e irreconocible. Después de contemplar por unos ins­tantes esa escena de máxima desolación, el mar y las áreas alrededor de la playa volvieron a la normalidad.

Yo había estudiado la Palabra de Dios para ver lo que decía sobre este fenómeno. En Apocalipsis 8:8 leí estas palabras: "El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre

Apocalipsis 16:3 se refiere a que el mar se convertirá en sangre: el segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en  sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar". Dios me había mostrado aquellas cosas exactamente como Él ya las había descrito en su Palabra.

«¿Cuándo sucederán estas cosas?", le pregunté al Señor con gran curiosidad.

“En la tribulación. »

"¿Señor, cuándo ocurrirá la tribulación?"

«Después que traiga a mis hijos a mi reino. Todos los que hayan leído mi libro y que hayan creído en mis profetas, deben saber sobre estas cosas concernientes al fin de los tiempos. Todas estas cosas que te enseñé en la playa pasarán muy pronto. »

Siento que el Señor vendrá por nosotros muy pronto, y por eso están sucediendo muchas cosas inusuales en este mundo. Sólo un pequeño vistazo a las noticias diarias concuerda con esta observación Terremotos, desastres naturales (incluyendo tornados, huracanes tifones, incendios, inundaciones y fuertes nevadas), violencia, anarquismo, plagas, terrorismo y muchos otros fenómenos están sucediera do con más intensidad y frecuencia que nunca antes, exactamente como la Biblia lo predijo. Jesús le dijo a sus discípulos:

"Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantarán nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.»

—MATEO 24:6-14

Estos fueron los eventos que Jesús ya me había enseñado. Cómo descaría poder mostrar la realidad y claridad de estos eventos a todo el mundo, de la misma manera que ellos fueron tan claramente impresos en mi mente. ¡Las palabras de Jesús son reales, y sus profecías pronto ocurirán!

EL LUGAR DE AGUA VIVA

En el libro de Apocalipsis, la Biblia nos habla sobre el "agua de vida":

"Me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto» (Apocalipsis 22: 1-2).

Después de que el Señor me llevó al cielo, fuimos al edificio blanco y un ángel me llevó al cuarto donde me cambié de vestimenta. Cuando salí de ahí, vi que el Señor también se puso vestiduras celestiales. Me llevó a su trono e indicó que me sentara en una silla junto a Él. Esta fue la primera vez que el Señor me sentó a su lado.

Allí vi a muchos hombres que llevaban túnicas y coronas hermosas,

y estaban sentados delante de nosotros. Noté que ellos tenían una apariencia muy digna e importante.

"¿Señor, quiénes son estos hombres?"

"Ellos son a los cuales he dado mis palabras sagradas, y fielmente han escrito esas palabras en mi libro. »

Él señaló una gran Biblia ( de  tapa ) negra en la esquina del cuarto, y noté que las páginas de las Escrituras se hojeaban por sí mismas como si una ligera brisa soplara las páginas. Esto me sorprendió, pero entonces, me di cuenta que era el viento del Espíritu de Dios que hojeaba las páginas de la Santa Palabra.

Los hombres empezaron a salir lentamente, y un ángel me llevó de nuevo al cuarto de baño para que me pusiera un vestido regular. Mi cuerpo tomó la forma de una jovencita. Recordé que el cielo es un lugar donde nunca se envejece, y este pensamiento me encantó y llenó de admiración.

Cruzamos el puente de oro nuevamente, y caminamos a lo largo de una colina, cerca de un valle hermoso. Una verja de oro establecía un límite alrededor de todo el área, y la verja tenía varias puertas coloca­das una cerca de la otra alrededor de todo el perímetro. Había árboles plantados cerca de la verja, y unas hermosas flores amarillas crecieron alrededor de los árboles. A esto le seguía una magnífica hilera de rocas que guiaba a un río claro y cristalino.

Observé que los árboles estaban llenos de frutos de color púrpura. El Señor eligió uno de ellos y me lo dio para que lo comiera, mientras Él disfrutaba de otro que había escogido. El río era muy estrecho pero parecía interminable, mientras seguía su curso por aquel fértil valle. Nada en la tierra, ni las majestuosas montañas ni los campos fructífe­ros, podría compararse con el paraíso fértil que estaba frente a mí.

"¿Qué es este lugar, Señor?"

Es el lugar del agua viva. ¿Deseas beber de esta agua?"

"Oh, sí, Señor."

Él se inclinó y puso su mano en forma de copa, y la llenó con esa agua pura y limpia. Bebió de su mano y me indicó que hiciera lo mismo. Me incliné, llené mi palma con agua y bebí a sorbos de su deliciosa frescura. Era el agua más dulce que jamás hubiera saboreado.

¿Te gusta esta agua, hija?"

"Es deliciosa, Señor." Ahora quiero llevarte a un lugar muy especial. »

LA  MANSIÓN

Me pregunté dónde me llevaría, a la vez que tomó mi mano y empezó a caminar. Me llevó al castillo que habíamos visitado el día anterior. Mi corazón comenzó a cantar con admiración. ¿Cómo podía haber algo tan bello como esto?

Las calles de oro me sorprendieron y me sentí muy feliz, mientras caminábamos a lo largo de este lugar que Dios ha preparado para sus hijos. La calle parecía resbaladiza porque era muy brillante, pero se sentía muy normal al caminar. Por su brillo, se parecía a una pista de patinaje sobre hielo. La luz del sol parecía alumbrar por todas partes.

Cada vez que camino con el Señor, me siento intensamente feliz, y de verdad que no hay palabras para describirlo. Es un sentimiento de consuelo y gozo mezclado con una seguridad firme.

Caminamos pasando cerca de muchas mansiones y castillos, cada uno más suntuoso que el anterior. Delante de una de estas moradas, el Señor se detuvo drásticamente. Yo sabía que me iba a llevar adentro, por lo cual me sentí más que emocionada. Mi corazón palpitaba rápi­damente mientras subíamos la escalera del frente.

Mis ojos se concentraron en la manija de la puerta, era de oro. Entonces vi una placa de oro en la puerta principal. Había un nombre escrito en ella, y me di cuenta inmediatamente de que era mi nombre. Casi me desmayo por la sorpresa. Escrito en letras muy elaboradas, estaba el nombre "Choo Nam".

"¡Éste era el lugar que Jesús había preparado para mí! Me quedé boquiabierta. Era demasiado para ser verdad. Allí estaba, parada en la puerta de un gran palacio en el cielo, y ¡mi nombre estaba escrito en oro en la hermosa puerta! ¡Era demasiado para comprenderlo! Mi cabe­za daba vueltas por el asombro. ¿Cómo podrían ser estas cosas?

Me salían lágrimas de gratitud y gozo, mientras mi corazón se inundaba de amor y adoración al Señor. Nunca hubiera esperado cosas tan grandiosas de parte de Él. Yo siempre pensaba que si Él me reco­nocía, eso sería suficiente para mí. Pero ahora, literalmente, Él estaba derramando sus bendiciones sobre mí.

Yo había saboreado el agua viva, y sabía que nunca más tendría sed. Había saboreado la fruta púrpura del paraíso, y nunca más podría tener hambre por las cosas del mundo.

Había estado con Jesús, mi Señor y Maestro, y me había llevado a la mansión que Él había hecho para mí. Lloré libremente mientras el Señor me llevaba adentro de la casa. Él dijo: "No llores, bija mía. Deseo que seas feliz. »

Mientras cruzamos por el umbral de la mansión, canciones espiri­tuales; brotaron de mi corazón, y continuaba llorando lágrimas de gozo y gratitud. Estaba maravillada por el resplandor de las paredes de pie­dras alineadas en el corredor de mi mansión. Me encantó la alfombra roja y crema con patrones redondos. Las sillas rojas de terciopelo, tan clásicas y sofisticadas, eran como las que yo siempre quise para mi casa. Las cortinas rojas eran las más finas que jamás había visto.

El Señor se sentó en una de las sillas de terciopelo, mientras yo subía la majestuosa escalera, disfrutando de cada momento único en mi mansión. El dormitorio tenía una alfombra de color blanco puro, y noté que la cabecera de la cama era de plata decorada con piedras azules incrustadas alrededor del borde.

El espejo en la cómoda también tenía piedras azules reflejando su resplandor. El cuarto de baño tenía una bañera de plata, decorada con joyas preciosas de todos colores.

Yo cantaba mientras paseaba por el interior de mi mansión. Me sentía como una princesa en un país de hadas. Pero sabía que ésta no era una fantasía, era mucho más real de lo que jamás me hubiera imaginado. Siempre había creído en un paraíso celestial, pero nunca había estado absolutamente segura de su existencia. Ahora sabía, sin ninguna duda, que el cielo es real, y deseo que todo el mundo lo conozca también.

Después de varios momentos de maravilloso gozo, bajé la escalera hacia donde estaba sentado el Señor. Él se levantó y me preguntó: ¿Estás feliz, Choo Nam?

Sabía que el Señor estaba feliz en mostrarme mi mansión.

"Sí, estoy muy feliz y agradecida por todo lo que has hecho por mí respondí, "pero todavía me siento como si no mereciera tales bendiciones. Realmente no he hecho nada por ti todavía, Señor, pero siempre quiero servirte y hacerte feliz."

"Tú ya me has hecho feliz, hija mía. Tú eres una hija muy especial para , y quiero bendecirte mucho. »

MIS HIJOS NO ESTÁN LISTOS PARA MI

Luego, salimos y caminamos por el puente de oro. Regresamos al edificio blanco y nos quitamos nuestras bellas túnicas y coronas, y nos dirigimos al pequeño lago. Me sentía tan feliz, que estaba cantando antes de que llegáramos al pequeño lago.

Nos sentamos y hablamos por un rato. Me di cuenta que era la persona más afortunada del mundo. El Señor rompió mi gozo con un mensaje urgente.

"Choo Nam, he preparado todo para mis hijos. Tengo prisa en todo, porque mi reino ya ha estado listo por mucho tiempo, pero muchos de mis hijos no están listos para mí, porque ellos aman demasiado al mundo.

`»r eso quiero que escribas un libro. Yo sé que estarás muy agotada, pero este trabajo tiene que estar hecho muy pronto. »

"Señor, estoy tan sorprendida por todas las cosas que ya me has enseñado. Si yo oyera de un libro así, sé que querría leerlo porque te amo mucho."

"Sé que me amas, hija", respondió Él con una sonrisa. Es por eso que estoy con tanta prisa. Predicar el evangelio es lo más importante en el mundo. Quiero que todos mis hijos sepan que vengo pronto. »

Mi mente regresó a algunas palabras que cierran la Biblia, y con todo mi corazón exclamé con llanto las mismas palabras: "¡Amén, sí, ven, Señor Jesús!"

¡Maranata! Verdaderamente el Señor viene pronto.

Capítulo 8

PREPARACIÓN PARA EL SERVICIO

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

ROMANOS I2:I-2

Mis maravillosas experiencias sobrenaturales fueron de gran regocijo, pero a la vez agotadoras. Y el Señor reconocía las conscuencias que resultarían en mi cuerpo y mi salud. Los temblores que mi cuerpo tenía que soportar eran parte de la preparación para el servicio. Esta manifestación física del trabajo sobrenatural de Dios en mi vida, así como el profundo gemir de mi espíritu, producían un efecto en mi cuerpo.

Después de mi cuerpo ser tratado con tanta intensidad por un período de dos o tres horas, quedo realmente agotada. Mi cabeza se queda dando vueltas y me siento muy mareada. Algunas veces, esta sensación es tan fuerte que me es difícil caminar.

La fuerza de la unción del Señor en mi vida evitó que comiera mucho por varios días consecutivos. La falta de sueño y alimento hicie­ron que me sintiera débil. De hecho, ya había perdido casi cinco libras. Algunas veces, me sentía con náuseas y, frecuentemente, experimentaba dolor en el estómago y las coyunturas. Sin embargo, todos los días, antes de irse, el Señor me sanaba las dolencias.

Él me abrazaba, y ese simple toque de sus manos quitaba todo

 

dolor y hacía que el temblor cesara. Usualmente, Él pronunciaba suaves palabras de cuidado y cariño que me aseguraban que realmente entendía lo cansada que me encontraba. Es maravilloso saber que a Él le importa todo lo que concierne a sus hijos: nuestros dolores y penas, nuestras preocupaciones, nuestro cansancio, nuestras esperanzas y sueños.

El autor del libro de Hebreos explica cómo esto es posible:

"Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nues­tras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro."

-HEBREOS 4:14-16

Jesús lloró. Él conocía el dolor de la soledad y el rechazo. Él se enfren­tó a la tentación. Luchó con la voluntad de Dios. Experimentó ira y temor. No importa lo que enfrentemos, ya Él lo enfrentó. Más impor­tante aún, nuestro gran Sumo Sacerdote está ahí con nosotros. Él intercede por nosotros. Él sobrelleva nuestras cargas. Jesús realmente nos entiende.

Él sabía que muchas cosas tenían que ser sanadas en mi vida inte­rior, antes de ser usada efectivamente en el ministerio para el cual Él me había llamado. Él ya me había explicado que repetía las cosas varias veces para que realmente las pudiera entender. Me llevó a algunos luga­res celestiales en más de una ocasión, para que pudiera experimentar su realidad y recordarlos. Me enfatizó que la razón por la cual mi cuerpo tiembla cada vez que estoy en su presencia, es porque Él derrama de su poder sobre mí.

Por eso, pronto iba a ser preparada para un ministerio de evange­lismo y sanidad mundialmente, que empezaría con el libro que usted tiene en este momento en sus manos.

LA GRAN BIBLIA NEGRA

(De tapa, cubierta, portada de color negro, bordes rojos, como la de los puritanos , y  cuáqueros de siglos pasados)

El 5 de marzo, el Señor me mantuvo despierta desde la 1:50 A.M. hasta las 4:20 A.M. En el proceso, mi cuerpo tembló por algunos veinticinco minutos. Luego, el Señor me llevó a la playa y preparó para el nuevo viaje al cielo.

Volvimos a visitar él edificio blanco y el cuarto de baño. Ambos nos cambiamos y nos pusimos túnicas y coronas celestiales. Luego, fuimos a la habitación del trono, donde el Señor tomó su lugar y me pidió sentarme en una silla junto a Él. Había varios hombres delante de nosotros que llevaban coronas similares a la mía.

¿"Quiénes son estos hombres?", pregunté.

El Señor respondió: "Son aquellos que escribieron mi Palabra".

Observé las caras resplandecientes y traté de adivinar quiénes eran. Sentados frente a mí estaban los apóstoles: Juan, Mateo, Lucas, Marcos, Santiago, Pedro y Pablo. Los profetas también se encontraban allí. Hombres como Isaías, Jeremías, Joel, Miquear, Malaquías, Daniel, Abdías, Oreas y muchos otros.

Pensé, Moisés y Josué deben estar entre la multitud también; y Nehemías, Job, David, Salomón, Ezequiel, Nahum, Jonds y Zacarías. Hubiera deseado tener tiempo para conversar con cada uno de ellos. Le hubiera preguntado a Jonás cómo era estar dentro de la barriga del gran pez. Me hubiera gustado que Daniel me contara cómo se siente estar en un abismo con leones. Me hubiera encantado escuchar a David describir su experiencia con Goliat.

Entonces, mi mente se iluminó: Un día, en un futuro cercano, viviré en el domicilio celestial que el Señor me ha mostrado, y ¡podré compartir con los santos de todas las edades! Entonces, podré preguntarles. Entonces, podré averiguar. Entonces, podré saber ¿No será acaso maravilloso?

Pablo escribió: "Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas enton­ces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces cono­ceré como fui conocido" (1 Corintios 13:12). Todavía no entendía por qué el Señor me había elegido para recibir tanto por adelantado, de ese grande y maravilloso día del Señor, pero entendí que me fue dada una gracia especial para poder ver tantas cosas. Entendí, además, que este privilegio especial no era sólo para mí. Sabía que era para todos, así que todos aquellos que estuvieran dispuestos a creer, podrían ser salvos.

La gran Biblia negra (De tapa, cubierta, portada de color negro, bordes rojos, como la de los puritanos , y  cuáqueros de siglos pasados)

que había visto en una visita anterior estaba ahora frente a mí. Ésta irradiaba el poder del Espíritu Santo, quien habló a mi corazón: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin nde que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Timoteo 3:16-17).

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