martes, 25 de octubre de 2022

EL CIELO ES TAN REAL CHOO THOMAS –Parte 011

EL CIELO ES TAN REAL

CHOO THOMAS –Parte 011

Capítulo 9

LA PREOCUPACIÓN ES PECADO

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

FILIPENSES 4:6-7

Después de diez días de descanso, teniendo buenas noches de sueño, sabía que ya estaba lista para encontrarme con el Señor nuevamente e ir con Él al cielo. El 15 de marzo de 1996 llegó, pero no me preocupaba, ya que esos días me fortalecieron para el momento que esperaba tan ansiosamente, desde hacía casi dos semanas cuando partió el Señor.

Desde las 6:40 A.M. hasta las 8:40 A.m., disfruté otra visita del Señor y otro viaje al cielo. Como siempre, antes de su llegada mi cuer­po tembló y yo gemí por treinta minutos.

Luego, el Señor se me apareció y dijo: «Hija mía, veo que estás des­cansada ahora. Tenemos mucho trabajo por hacer':

El Señor de los cielos y la tierra estaba preocupado por mí, su hija, su criatura. Se aseguró que yo hubiera descansado antes de llevarme nuevamente con Él. Él entiende las limitaciones de mi cuerpo y alma, y verdaderamente se preocupa por mí. Él sabe todo lo que es bueno para sus hijos, y aparta toda cosa mala de aquellos que le aman.

Después de las dos últimas veces que fui al cielo, mi cuerpo se sentía como fuera de control. Yo estaba muy cansada por causa del temblor, y me sentía mareada la mayor parte del tiempo. Dormía sólo tres horas ,por noche por un período de dos semanas. Era imposible que pudiera dormir durante el día debido a la fuerte unción del Espíritu Santo.

Poco a poco, fui aprendiendo a manejar la situación. Me iba a la cama más temprano y así me aseguraba tener las suficientes horas de sueño antes de que el Señor viniera. Una mañana, el Señor llevó mi cuerpo transformado a la orilla de la playa donde solemos caminar. Luego me llevó al cielo. Mi corazón rebozaba de alegría y gozo mientras nos elevábamos.

Llegamos al lugar acostumbrado e ingresamos al edificio blanco. Ya estaba acostumbrada al procedimiento que siempre seguíamos. Nos pusimos nuestra vestimenta celestial, y luego el Señor tomó mi mano mientras me dirigía por un camino ancho que subía por una montaña extremadamente alta.

Se parecía a las Cascade Mountains, las cuales visité en el 1995, ubicadas al noroeste de los Estados Unidos. Y hago hincapié en que el cielo se parece, en muchos aspectos, a la tierra, pero con una belleza que supera todo lo que haya podido verse o existir en la tierra.

Había muchos árboles y arbustos frondosos en las montañas. Desde la cumbre se podía ver la playa. Era una línea costera rocosa, parecida a las fotografías que he visto de Bar Harbor, en Maine. Todo resplandecía con una blancura que era asombrosamente brillante y pura. Descendimos de la montaña y caminamos por la arena entre las rocas. Era la arena más blanca y limpia que haya visto jamás. Y la playa era también la más hermosa que haya visto en mi vida.

Algunas de las rocas cercanas eran tan grandes que no podía ver la parte superior de ellas. Mientras caminábamos alrededor de una de ellas, vi un gran grupo de personas que vestía túnicas blancas. Cada persona era distinta a la otra en apariencia, y muchos niños se veían jugando en la arena. Algunos niños sostenían las manos de los adultos, y todos caminaban de una manera juguetona y alegre. Era maravilloso ver un lugar de tanta alegría y gozo.

El Señor y yo nos sentamos en una de las grandes rocas por un buen rato, simplemente regocijándonos en la vibrante belleza que nos rodeaba. Él volteó y me dijo: "Yo he creado muchas de las cosas similares a la tierra para que mis hijos puedan gozarlas cuando vengan a mi reino. Pero hay muchas otras que no son iguales que en la tierra. Tengo muchas sorpresas para mis hijos':

El Señor parecía muy feliz, como un padre cuando da muchos regalos a sus hijos para ser abiertos en Navidad. El Señor quiere que sus hijos estén felices, como aquellos que jugaban felizmente en la arena. Por eso, Él ha creado el cielo como un lugar maravilloso. Va a ser el hogar de sus hijos por toda la eternidad.

"7e gusta lo que te estoy mostrando, Choo Nam?"

"Sí, mi Señor. He visto muchas playas en la tierra, pero ninguna se compara con esta."

Pude sentir que mi respuesta agradó a mi Maestro. Luego, rápida­mente dejamos la playa y regresamos al edificio blanco. Nos pusimos túnicas y coronas reales, y nos dirigimos al lago donde usualmente terminamos cada visita al cielo. El Señor se sentó sobre su roca favorita mientras yo cantaba alegremente y danzaba con mi cuerpo transforma­do. Mientras tanto, las manos de mi cuerpo terrenal se movían al ritmo de la música celestial.

"Todavía tengo mucho por mostrarte, hija mía", dijo el Señor mien­tras me acercaba hacia Él. "Tienes que ser paciente. "

Estas eran buenas noticias para mí, porque sabía que eso significa­ba que seguiría yendo al cielo con Él muchas veces más. Mi corazón se regocijaba mientras danzaba en este maravilloso lugar, llego de gozo, cerca del tranquilo lago. Yo estaba en la presencia del Señor, en el lugar que Él había preparado para mí, y sabía que debía ser la persona más feliz que jamás haya existido.

iBASTA DF PREOCUPARTE!

Lágrimas de profundo gozo corrieron por mis mejillas cuando dije: "Gracias Señor, por traerme al cielo nuevamente contigo".

"Hija mía, me doy cuenta que te preocupas por todo lo que te pido que hagas. Te he dicho muchas veces que no tienes que preocuparte, hija, y no estás obedeciendo. "

"Lo siento, Señor. Es que parece que no puedo parar de preocupar­me. Todo lo que me importa es hacer el trabajo para el cual me has llamado. Quiero hacerlo de la manera en que tú me digas y esto me preocupa.,

 "No quiero que te preocupes por nada de ahora en adelante", me dijo. "Yo me voy a encargar de todo. Cuídate de algunas personas que van a darte el consejo equivocado. Es por eso que, mientras escribes el libro, no quiero que salgas de la ciudad, ni quiero que otra gente venga a tu casa, excepto tu familia. »

El Señor fue más específico en sus instrucciones esta vez. Yo escuché atentamente mientras Él prosiguió.

has dado cuenta que nadie ha venido a visitarte desde que te llevé  al  cielo por primera vez?"

"Bueno, sí. Parece que cada vez que invitó a alguien para que venga a mi casa o hago arreglos para tener compañía en casa, siempre ha pasado algo y han tenido que cambiar sus planes."

Ahora sabes la razón, hija mía. Quiero que te concentres en el libro, sin interrupciones. Este libro es muy importante para mí, y va a ser de bendición especial para mis hijos. Sea lo que sea que hagas, quiero que me hables a mí primero. Todo acerca de este libro debe estar dentro de mi voluntad. "

El mensaje claro del Señor sonaba en mis oídos, mientras nos ale­jábamos del lago y regresábamos al edificio blanco para cambiarnos la vestimenta otra vez. Luego, volvimos a la playa en la tierra, y el Señor dijo: "Hija, ¿ves que esta playa es muy diferente a la que viste en mi reino?"

"Señor, todo lo que me has enseñado en tu reino es muy hermoso, excepto las cosas tristes que me mostraste."

Es por eso que te escogí para hacer este trabajo. No quiero que ningu­no de mis hijos tenga que ir al infierno. Todo depende de que ellos crean o no. Yo te seguiré hablando de esto después, hija. »

Luego, se me acercó y me abrazó. Cuando partió, el temblor de mi tcuerpo se detuvo.

El poder que el Señor estaba soltando en mi cuerpo estaba empe­zando a sanar heridas y debilidades de mi carácter que quedaban de mi niñez. Estaba aprendiendo a ser más segura en mí misma, cómo buscar i confiar en el Señor, aunque todavía batallaba con preocupaciones y temores.

El 19 de marzo, el Señor pasó dos horas conmigo, de 7:00 A.M. 9:00 A.m. Temblé por media hora y gemí en el Espíritu por otros Inince minutos esa mañana. Luego, escuché el placentero sonido de la mi, del Señor hablándome. Me tomó de la mano y fuimos a la playa.

Mi cuerpo pasó por su transformación sobrenatural, y me encontré vistiendo una túnica blanca igual a la que Jesús vestía. Luego, ascendi­—— por la poderosa montaña a lo largo del estrecho camino. Vi una roca donde nos sentamos a descansar.

El  tiempo que mi cuerpo terrenal tuvo que soportar las manifestaciones que preceden las visitas del Señor, fue extraordinariamente largo. Así que supe que esta visita iba a ser muy especial. Los pensamientos corrían por mi pensamiento, y yo estaba con mucha expectativa y gozo. ¿Qué me mostraría el Señor esta vez? ¿Adónde me llevaría?

Jesús interrumpió mis pensamientos y dijo: "Sé que todavía estás preocupada por las cosas que te he dicho y mostrado. Te he dicho que no te preocupes"

El tono de voz del Señor sonó molesto y severo. "No confias en mis palabras. »

Supe inmediatamente a lo que se refería. Yo seguía preocupándome por el libro, incluso después de lo que Él compartió conmigo la últi­ma vez. Me dijo que cada detalle iba a ser cuidadosamente manejado por Él, pero yo seguía sintiéndome intimidada por este proyecto tan importante. Estaba realmente abrumada por la magnitud de esta tarea.

Comencé a llorar lágrimas de vergüenza y arrepentimiento por la reprimenda del Señor. Junté mis manos, bajé la cabeza y empecé a clamar: "Por favor, perdóname Señor. No importa cuánto trate de no preocuparme, Señor, igual termino preocupándome por todo esto."

«De ahora en adelante, Choo Nam, quiero que dejes de preocuparte. No quiero que te preocupes por nada. Algunas personas no te creerán, pero no debes preocuparte por eso. Hija mía, yo simplemente te estoy utilizando para este libro. Este es mi libro, y yo me voy a ocupar de él.

"Como te dije al principio, va a tomar tiempo prepararte para este trabajo, así que no te preocupes. Deja todo en mis manos. Si te preocupas, no me estás agradando. "

"Lo siento, Señor, perdóname."

"Yo sé que desconoces muchas cosas, pero veo que eres de corazón puro. Sé que crees todo acerca de mí. He visto tu obediencia y sé que temes a mis palabras.

"Quiero que te concentres sólo en mi libro y en nada más. Me com­place todo acerca de ti, bija mía. Después que termines este libro, te voy a bendecir más de lo que jamás bayas deseado. "

"Señor, la única bendición que deseo es que toda mi familia te ame más que a nadie y a nada en este mundo."

"Porque tú eres quien eres, te elegí para esta obra. Este es mi libro y mi responsabilidad. Yo me ocuparé de todo. No vuelvas a preocuparte por nada. Quiero que seas feliz, porque tú eres mi hija especial. "

"Señor, necesito que Roger me ayude en tu obra."

"Tu esposo va a servirme a través de ti. Tengo muchos planes para ambos, así que preparen sus corazones para servirme. Todo va a suceder muy pronto. Ahora tengo que llevarte de regreso. »

Caminamos de regreso bajando la montaña. Mientras caminába­mos sobre la arena, me sentí increíblemente feliz. Sentía como que una gran carga había sido levantada de mis hombros. Realmente, el Señor me había mostrado muchas cosas nuevas e importantes. Cosas que han traído sanidad y libertad a mi tímida alma. Después que el Señor me dejó esa mañana, me sentí como una nueva persona.

PON A Dios PRIMERO

Comencé a escudriñar las Escrituras para ver qué podía aprender acerca del pecado de la preocupación. Mis ojos se dirigieron a las palabras de Jesús que se mencionan en Mateo: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal" (Mateo 6:33-34).

El contexto en este pasaje es el Sermón del Monte, en el cual Jesús comparte secretos espirituales de victoria con sus discípulos. Al igual que yo, los discípulos se preocupaban por muchas cosas. A ellos les preocupaba lo que iban a comer y vestir.

Jesús les recordó: "Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, 1a la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?" (Mateo 6:28-30).

Esa es la clave: ¡fe! El Espíritu Santo me guió a otro versículo de la Escritura que me ayudó a entender mejor esto: "...porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado" (Romanos 14:23). Es por eso que preocuparse es pecado. No proviene de la fe. Dios quiere que caminemos en fe, y aun así en su gran misericordia, Él me ha mos­trado tantas cosas. ¡He visto la realidad del cielo y he caminado con el Señor! ¿Por qué habría de preocuparme nuevamente?

La primavera comenzó con otra visita a la playa terrenal. Desde las 6:30 A.M. hasta las 8:15 A.M. del 22 de marzo, el Señor me visitó. Me llevó a la playa nuevamente, pero esta vez parecía estar mucho más callado que tres días atrás. Finalmente, mientras se sentaba en la roca donde solía sentarse, Jesús dijo: "No te preocupes con estar testificando en la iglesia, Choo Nam; concéntrate en mi trabajo. »

Él sabía que me estaba, literalmente, reventando por contar mi historia a cuantos veía. A pesar de ser una persona tímida, sentía que debía contar a todos lo que había visto, escuchado y experimentado. Mi última visita con el Señor y el subsiguiente estudio de la Palabra me habían impartido una confianza y seguridad que nunca había tenido antes. ¡Me sentía capaz de compartir mi historia con una audiencia de millones!

Aproveché cada oportunidad para testificar de mi Señor y Maestro, y pensé que Él debía estar muy feliz con esto. De hecho, yo tenía tantos deseos de hablar del Señor, que había ensayado mi testimonio una y otra vez con la ayuda de una grabadora. La unción del Espíritu Santo parecía llevarme hacia este tipo de ministerio público.

Incluso, cuando iba de compras, le hablaba a la gente acerca del cielo. Algunas personas reaccionaban con sorpresa. Otras reaccionaban con gozo y deseaban oír más. Yo les decía que leyeran el libro cuando saliera al mercado.

Percibí que algunas personas, por la reacción de su rostro, no desea­ban escuchar acerca de mis viajes al cielo. Yo aprendí que sus respuestas dudosas no eran importantes. Tenía una historia que contar, y ninguna reacción humana evitaría que compartiera el entusiasmo que había experimentado.

Pronto me di cuenta que la mayoría de los cristianos deseaba saber más. Muchos preguntaban cuando terminaría el libro. La mayoría de las personas que conozco son creyentes, incluyendo a miembros de mi familia, quienes me dieron su apoyo expresando que creían en mi historia. Cuando compartí mi historia con uno de mis sobrinos, tam­bién fue llevado al cielo. Ahora él asiste a un estudio bíblico, atiende regularmente a una iglesia y está hambriento del Señor.

El Señor no estaba disgustado conmigo, pero reiteró enfáticamen­te: "Quiero que te concentres en el libro; luego podrás satisfacer a muchas iglesias y llegara los no creyentes. »

El sonido de su voz, sus palabras, su mensaje fue una ola de gozo para mi espíritu. Comencé a cantar en el Espíritu, y me di cuenta que el Señor estaba mirándome a la cara, sonriendo. Pude ver la cara de mi cuerpo transformado sonriéndole al Señor todo el tiempo mientras cantba.

“Hija, disfruto del tiempo que pasamos juntos", dijo el Señor, mientras colocaba mi mano derecha bajo su brazo. Por un largo rato no dijo nada más, hasta que finalmente habló.

"Quiero que escribas acerca de cómo vives tu cristianismo. Es importaate para otros conocer cómo has vivido tu vida conmigo, cómo has tenido tu razón abierto para mí. Tu vida honesta y obediente es muy importante  para mi  y sé que siempre me pones primero en tu vida. Cuando oras, siem­pre dices que me vas a poner a mí primero, que soy más importante que que cualquier persona o cosa en tu vida.

"Quiero que sepas que he escuchado todas tus oraciones, aunque pareciera que no he contestado a todas ellas. Conozco el corazón de todos mis  hijos. No puedo bendecir a los que no tienen un corazón sincero, pero  quiero que todos mis hijos sean bendecidos.” Dcspués que me dejó esta vez, medité en sus palabras. Parecía genuinamente contento conmigo, y yo estaba feliz de que me dijera que  escuchaba todas mis oraciones. Él me guió a un importante pasaje en la  Biblia: "Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticione­s que le hayamos hecho" (1 Juan 5:14-15). Dios escucha y responde las oraciones sinceras de sus hijos.

Él me enseñó muchas otras ricas y preciosas promesas, y yo sabía que Él quería que reclamara cada una de ellas:

"Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación.',

—SALMO 91!15-16

"Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras."

SALMO 145:18

"Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocul­tas que tú no conoces."

JEREMÍAS 33:3"No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis."

-MATEO 6:8

"Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá."

—MATEO 7:7-8

"Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis."

—MATEO 21:22

Estas fueron sólo algunas de las poderosas promesas de la Palabra de Dios que me fueron reveladas por el Espíritu Santo. El 23 de marzo, yo estaba orando intensamente bajo una gran unción del Espíritu Santo. Mi cuerpo temblaba fuertemente y los gemidos que venían de lo profundo de mi espíritu salían con una violencia que no había experimentado antes.

El Señor entró a mi habitación y se sentó junto a la ventana. Luego vi mi cuerpo transformado sentado junto al Señor, y estaba gratamen­te sorprendida. Era como si tuviera una experiencia totalmente fuera de mi cuerpo. Era completamente espíritu. La suave voz de Jesús me habló: "Estás viviendo tu vida completamente para mí. Tu corazón ha entregado voluntariamente todas las cosas terrenales por mí. Yo sé que nada te brinda más satisfacción que estar en mi presencia. Por eso, no quiero que vuelvas a decir que no eres lo suficientemente buena para mí. Tu fidelidad es importante para mí"

Una voz inusual y que no era terrenal emanó de mi espíritu. Este fenómeno usualmente acompaña a las visiones que el Señor me da.

Luego, el Señor me mostró sus pies y manos. Yo podía ver las cica­trices de los clavos en sus manos y pies. Al principio, Él se sentó con las piernas cruzadas, pero luego estiró las piernas. Me di cuenta que la parte superior de ambos pies tenía una cicatriz redonda y profunda. Luego miré sus manos. Cerca de las muñecas tenía unas cicatrices blancas y redondas.

Mi corazón sintió mucho dolor por mi Señor. Toqué sus manos y pies. Puse mi cara en sus manos y pies, y comencé a llorar con grandes sollozos. Lloraba como una bebé, al darme cuenta de todo lo que el Señor había sufrido. Me preguntaba si toda mi casa me estaría escu­chando. Podía ver mi cuerpo transformado con mi rostro inclinado y mis manos tocando las manos y pies del Señor, sobándolos suavemente. Podía ver que lloraba en mi cuerpo transformado. El Señor comenzó a hablar.

"Cuando estaba en esta tierra, viví conforme a las palabras de mi Padre, y supe a lo que tendría que enfrentarme, pero viví conforme a las palabras de mi Padre. Es por eso que todo en el cielo y la tierra es mío ahora.

`Muchos de mis hijos saben lo que yo quiero que hagan, pero aun así aman las cosas de este mundo más que a mis palabras. Los hijos que viven por mi Palabra, de acuerdo a mi  Palabra, son aquellos puros de corazón. Son los únicos que van a entrar a las mansiones que he preparado para ellos, como aquella que viste con tu nombre en la puerta. Nadie puede amar este reino terrenal y mi Reino. Si alguien ama más al mundo que a mí, no puede entrar a mi Reino."

Este fue el mensaje más fuerte y severo que, hasta el momento, el Señor me había dado. Sabía que debía registrarlo cuidadosa y fielmente para que el mundo supiera que Él quiere ser primero en nuestras vidas. Él nos creó y murió por nosotros para que no tuviéramos que perder­nos en el infierno.

Continuó diciendo: "Cuando yo estuve en este mundo, sufrí hasta el final. Di mi vida por mis hijos. Yo quiero que vivan según mi Palabra para que puedan tener vida eterna conmigo. Esta vida terrenal no se puede comparar a mi Reino.

Cuando dijo estas palabras, sonó triste y dolido.

Nunca olvidaré estas palabras, y sé que es verdad. Esta vida no puede compararse con el Reino de Dios. Lo he visto, y sé que su Reino está preparado para nosotros.

 

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