martes, 14 de febrero de 2023

EL VINO A LIBERTAR A LOS CAUTIVOS -OO3

 Domingo, 31 de julio de 2016

EL VINO A LIBERTAR A LOS CAUTIVOS Por Rebecca Brown 003

  Martes, 2 de agosto de 2016

EL VINO A LIBERAR A LOS CAUTIVOS REBBECA BROWN-OO5

 EL VINO A LIBERAR A LOS CAUTIVOS
 REBBECA BROWNUn día, hacia el final de aquel largo mes, el pastor de su iglesia, el pastor Pat, la fue a visitar. Como era un hombre de Dios, el pastor Pat no se conformaba con la certeza de que Rebecca iba a morir, y presentó el caso ante el Señor en oración. Fue a hablar con ella y le dijo que el Señor le había revelado que su voluntad no era que muriera. -Sé que esto puede sonar ridículo, pero creo que el Señor me ha revelado que estás bajo el ataque de un poderoso grupo de brujas. Tu enfermedad ha empeorado mucho por los poderes demoníacos que te están lanzando. ¿Es posible? ¿Has estado en contacto con algunas brujas?
¡Al instante Rebecca comprendió! ¿Cómo no había relacionado su estado con la batalla que había estado librando contra los satanistas del hospital?
Como nunca le había contado al pastor Pat sus experiencias, le refirió los acontecimientos del año anterior.
Pat se paseó de un lado a otro muy preocupado. Luego se volvió y le dijo: -Yo sé que no es la voluntad del Señor que tú mueras. No cabe duda que tu enfermedad es causada por brujería. Tenemos que orar y contener el poder de esas brujas.
¡Y sí que oró! No solo el pastor, sino los ancianos y unos 200 miembros de su iglesia ayunaron y oraron las 24 horas del día toda una semana. Intercedieron por Rebecca, y le pidieron al Señor que la escudara y quebrantará el poder de las brujas que había sido dirigido contra ella. Como a la semana, una noche en que permanecía en su cama al borde de la inconsciencia, el Señor puso en su mente algo que había leído en un libro de Watchman Nee: «A menos que un cristiano entienda claramente que su trabajo ha terminado y que ya el Señor no requiere que permanezca aquí, debe resistir a la muerte por todos los medios. Si los síntomas de la muerte aparecen en su cuerpo antes de que su labor haya terminado, definitivamente debe resistir a la muerte y sus síntomas.
Aceptar simplemente - por el ambiente, la condición física y las emociones - que nuestro tiempo ha llegado es un error de nuestra parte; mejor busquemos una indicación definitiva del Señor. Como vivimos para El, debemos morir para El. Cualquier llamada a partir que no proceda del Señor debe ser resistida.
Para vencer a la muerte, los creyentes deben de pasar de una actitud de sumisión a una actitud de resistencia. A menos que nos despojemos de nuestra pasividad no podremos derrotar a la muerte. Ella se burlará de nosotros y finalmente se producirá un inoportuno fin. Muchos santos hoy día confunden la pasividad con la fe. Razonan que lo han puesto todo en las manos de Dios. Si no tienen que morir, Ellos salvará; si tienen que morir, sin duda permitirá que mueran: hágase la voluntad de Dios. Suena correcto, pero ¿es eso fe? No. Es simplemente pasividad perezosa. Cuando no sabemos cuál es la voluntad de Dios, es correcto decir: «No se haga mi voluntad sino la tuya» (Lucas 22:42). Esto no quiere decir que no tengamos que orar específicamente, dejando que nuestras peticiones sean conocidas de Dios. No debemos someternos pasivamente a la muerte, porque Dios nos ordena actuar en correlación con su voluntad. A menos que sepamos definitivamente que Dios quiere que muramos, no debemos permitir pasivamente que la muerte nos subyugue. Más bien debemos cooperar. Activamente con la voluntad de Dios resistiéndola. ¿Por qué debemos adoptar una actitud así? La Biblia trata a la muerte como nuestra enemiga (l Co. 15:26).»
 A medida que el Señor traía a su memoria aquel pasaje, el Espíritu Santo le dijo que no era la voluntad del Padre que muriera, pues todavía tenía mucho que hacer. Debía levantarse, resistir a Satanás, rechazar la enfermedad y la muerte. Le costó un poco hacerlo, porque en lo más íntimo de su corazón no quería vivir. No deseaba seguir luchando, sino ir al cielo con el Señor y disfrutar la paz y el gozo que allí le esperaban. Pero la quieta y suave voz del Espíritu Santo fue insistente.
Al fin, con muchas lágrimas, se irguió sobre «la Roca», comenzó a reprender a Satanás y a ordenarle en el nombre de Jesús que se fuera, que no iba a seguir aceptando la enfermedad que había enviado contra ella, y que no iba a aceptar la muerte. Más tarde el Señor le reveló que la única razón por la que se había manifestado aquella noche para que se levantara y luchara contra la muerte, había sido la poderosa intercesión del pastor Pat y la gente de la iglesia.
La enfermedad le había dañado tanto los músculos que tardó tres meses en recuperarse. Pero el Señor la levantó y la sanó completamente. Así que regresó al Memorial Hospital para terminar sus últimos dos años de entrenamiento, lista al fin para el encuentro que el Señor le había estado concertando con Elaine, la bruja principal que había intentado matarla.

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