miércoles, 1 de febrero de 2023

SEGUNDA GUERRA MUN DIAL -UNA MUJER EN SHANGRI-LA (2) MARGARET HASTINGS

 Sábado, 11 de febrero de 2017

UNA MUJER EN SHANGRI-LA (2) MARGARET HASTINGS

SELECCIONES DEL READER´S DIGEST

FEBRERO DE 1946

NUESTRO DESAYUNO consistió en un sorbo de agua de los botes de emergencia, una píldora de vitaminas y unos pocos caramelos. Laura, Decker y yo estábamos tiritando, sin poder evitarlo.

Se convino en que pasaríamos el resto del día y la noche en aquel peñasco para reponernos un tanto del choque, y que luego, a la mañana siguiente, nos aventuraríamos montaña abajo. Muy en secreto yo me decía a mí misma que probablemente descalza como estaba, no podría hacer aquella jornada a través de la selva.
Estábamos seguros de que los pilotos del ejército acudirían a prestarnos auxilio. Efectivamente, el primer avión pasó en la mañana. McCollom sacó apresuradamente el espejo del estuche de señales y lo hizo funcionar sin descanso. No nos vieron pero 1a sola idea de que estaban buscándono hizo que nos sintiéramos mil veces mejor.
Como de costumbre, lluvia y niebla empezaron a envolver la montaña en las, primeras horas de la tarde. Yo me refugié debajo del encerado, junto con Laura, que estaba terriblemente inquieta. Ni siquiera la morfina pudo tranquilizarla. Dormí un rato y cuando desperté, Laura estaba tan inmóvil que tuve miedo y llamé a McCollom. Vino él, le tocó las manos, le tomó el pulso, Y sin decir una palabra, trajo otro encerado, la envolvió en él y la puso al lado de Eleanor. Yo debía haber sentido una pena horrible por la muerte de aquella amiga tan querida. Pero todo lo que pude pensar fue: «Ahora sus zapatos me pertenecen». McCollom encendió un cigarrillo y me dio a mí otro. Hasta el amanecer estuvo sentado junto a mí haciéndome compañía. Creo que nunca en la vida volveré a pasar una noche más larga que aquella.
 AL AMANECER nos dispusimos a emprender la marcha montaña abajo.
McCollom hizo—para cargarlo él—unpaquete grande con la mayor parte de las raciones de emergencia, el agua y dos Lamparas eléctricas de mano; luego preparó uno más pequeño para Decker. A mí me dio un balde con las raciones del día, dos botes de agua y un puñado de caramelos.
McCollom salió adelante, yo iba en medio, y Decker atrás. Todo en la selva parecía abalanzarse a clavarnos las uñas. El cabello que aún  conservaba me caía hasta la mitad, de la espalda, y a cada momento mis compañeros tenían que estarlo desenredando de los arbustos erizados de espinas. Tanto me desesperaba aquello que acabé por rogarle a McCollom que me cortara el cabello. Sacó su navaja de bolsillo y procedió a complacerme, desmochando sin reparo hasta que todo aquel estorbo no quedó más largo de seis centímetros.
Tratando de orientarnos entre la salvaje maleza, dimos con un zanjón que descendía en áspero declive, y echamos por él. No habíamos bajado mucho cuando nos vimos metidos casi hasta la rodilla en un rápido arroyo que, saltando de piedra en piedra, se precipitaba por la vertiente de la montaña. Seguimos su curso, pero de pronto nos atajó un salto de más de 6 metros de altura. McCollom asió uno de los bejucos, gruesos como cables, de que estaba llena la selva, y se lanzó al aire. Por un momento quedó meciéndose sobre la catarata, y luego se deslizó bejuco abajo hasta tocar tierra.
—¡Ahora tú, Margaret!—me ordenó.
Sin detenerme a pensarlo agarré el bejuco, y un segundo después estaba flotando en el espacio, con la cabeza medio entontecida por el vértigo. Vino luego el turno de Decker. Cayó en el agua, al lado nuestro, y exclamó sonriendo:"!De todo había pensado yo hacer en la vida, menos de Tarzán

Viernes, 27 de mayo de 2016

 LA ORACION CONTESTADA DE UNA MADRE

Huo-Ping (La madre del conocido escritor chino watchman Nee) 

 Watchman Nee nació el 4 de noviembre de 1903, en Fuchow, China. Su nacimiento fue una respuesta a la oración. Su madre, Huo-Ping, temía seguir el mismo camino que su cuñada, la cual tuvo seis hijas, pues de acuerdo a la costumbre china, los varoncitos eran preferidos. Ella ya había tenido dos hijas y, aunque en esa época era sólo una cristiana de nombre, oró por un hijo, prometiendo dedicarlo al servicio de Dios. El año siguiente, ella dio a luz el hijo solicitado.
En 1916, a los trece años, Nee entró en una escuela cristiana en Fuchow para recibir una educación al estilo occidental. Por ser un alumno brillante él no necesitaba estudiar mucho para estar entre los mejores de su clase. Aunque había observado algunas tradiciones cristianas como el bautismo, la comunión y la escuela dominical, hasta entonces no había aceptado a Jesús como su Salvador. Él amaba el mundo y anhelaba la gloria terrena. Gustaba de leer novelas románticas e ir al cine; escribía artículos para revistas y con el dinero ganado jugaba a la lotería.
Durante este período, China estaba pasando por grandes agitaciones. Naturalmente, por ser joven, Nee fue afectado por los movimientos políticos a su alrededor. Al mismo tiempo, desarrolló una fuerte aversión a la iglesia y a los predicadores. Cuando su padre le habló que él había sido consagrado a Dios para ser un predicador, su reacción fue la más negativa imaginable. “¡De ninguna manera!”, fue su firme respuesta, dejando en claro que él había planificado su propio futuro en una dirección completamente diferente. El joven prometió que nunca sería un predicador.
A fines de febrero de 1920, Dora Yu, una de las primeras evangelistas chinas, fue a Fuchow para realizar reuniones de avivamiento en una capilla metodista.
Huo-Ping, que la conocía de antes, acudió a las reuniones y fue salva. Por su parte, Nee, aunque fue invitado por su madre, no asistió a las reuniones. En realidad, en aquella época él odiaba a su madre, por haberlo acusado injustamente de la quiebra de un jarrón valioso en su casa. Ella había descubierto más tarde su error, pero nunca se disculpó.
Ahora, sin embargo, Huo Ping había sido salva. Comenzó, entonces, a hacer devocionales con su familia. En una de esas ocasiones, cuando ella comenzó a tocar al piano el primer himno, fue profundamente tocada por el Espíritu de Dios. Ella sintió que debía hacer una confesión a su hijo antes de que pudiese adorar al Señor públicamente. Para sorpresa de la familia, ella repentinamente se levantó, fue hasta su hijo, y envolviéndolo en sus brazos, le pidió: “Por amor de Jesús, por favor, perdóneme por haberlo castigado injustamente y con ira”.
Esto tocó a Watchman Nee profundamente. Él nunca había oído de un padre chino que asumiera una culpa ante su hijo. Si su propia madre fue así transformada, debería haber algo poderoso en la predicación de la evangelista visitante. “El cristianismo”, pensó, “debe ser más que un simple credo. Esa predicadora es digna de ser oída”. Entonces, a la mañana siguiente él dijo a su madre que estaba dispuesto a oír a Dora Yu.
El joven Nee fue a la reunión aquella noche, como lo había prometido, y su corazón fue tocado por el evangelio. Sin embargo, él sintió una gran lucha porque sabía que no sólo debería aceptar la salvación, sino también consagrar su vida entera al Señor. Después de varios días de desazón interior, por fin, la noche del 29 de abril él se arrodilló en su cuarto e hizo una decisión radical. Él mismo lo diría después: “Yo sabía que Él había muerto y que ahora vivía en mí – así también yo debería morir y vivir para Él. Yo debería servirlo por toda mi vida”.
Así se cumplió el deseo de su madre cuando ella lo ofreció al Señor aun antes de nacer. ¡Maravilla de los caminos de Dios!

 

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