jueves, 2 de noviembre de 2023

LA TRAMPA MORTAL -LA BÚSQUEDA

 LA BÚSQUEDA FINAL

Rick Joyner

1997

La trampa mortal

Luego miré por encima de la matanza que se encontraba abajo y sobre el ejército demoníaco que se retiraba lentamente. Detrás de mí, más de los guerreros gloriosos continuaban tomando constantemente sus lugares sobre el monte. Sabía que ahora éramos lo suficientemente fuertes como para atacar y destruir lo que había quedado de esta hueste del enemigo.

«Todavía no», dijo Sabiduría.«Mira allá.»

 Miré en la dirección en la cual estaba apuntando, pero para poder ver cualquier cosa tenía que proteger mis ojos de la gloria que emanaba de mi propia armadura. Luego logré captar de un vistazo un movimiento en un valle pequeño.

No lograba ver qué era lo que estaba mirando, debido a la gloria resplandeciente de la armadura, la que me dificultaba ver en la oscuridad

 Le pregunté a Sabiduría si había algo con lo cual pudiera cubrir mi armadura de manera que pudiera ver.

Él entonces me entregó un manto para colocármelo.

 «¿Qué es esto?», pregunté un  tanto molesto por su mal aspecto.

 «Humildad», dijo Sabiduría. «No podrás ver bien sin él.»

 Con disgusto me lo puse e inmediatamente vi muchas cosas que no podía ver antes. Así miré hacia el valle y el movimiento que había visto. Para mi asombro, había una división entera de la hueste del enemigo que esperaba al que se aventurara a bajar del monte.

«¿Qué ejército es este?», pregunté. «¿Y cómo se escaparon de la batalla intactos?»

«Eso es Orgullo», explicó Sabiduría. «Es el enemigo más difícil de ver después de haber estado en la gloria. Aquellos que se rehusan a colocarse este manto sufrirán mucho en manos de este tortuoso enemigo.»

Mientras miraba hacia atrás a la montaña vi muchos de los gloriosos guerreros cruzando la planicie para atacar al remanente

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LA BÚSQUEDA FINAL

de la hueste del enemigo. Ninguno de ellos llevaba puesto el manto de humildad y no habían visto al enemigo que estaba listo para atacarlos desde la retaguardia. Comencé a correr para detenerlos, pero Sabiduría me detuvo.

«No puedes detener esto», dijo él. «Solo los soldados que llevan puesto este manto reconocerán tu autoridad.

Ven conmigo; hay algo más que debes ver antes de que puedas ayudar a liderar en esta gran batalla que ha de venir.»

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