jueves, 9 de noviembre de 2023

RIOS MONTT IV-a

SIERVO O DICTADOR RIOS MONTT

La Verdadera Historia del Controversial Presidente de Guatemala

 Por

SIERVO O DICTADOR RIOS MONTT

JOSEPH ANFUSO   Y   DAVID SCZEPANSKI

Ríos Montt siempre había creído que un Ejército sano significaba una nación sana. Un ejército disciplinado, honorable y orgulloso, le daba a su país fuerza y valor internos. Desde el día en que se gradúo en la Escuela Politécnica había buscado la manera de usar su influencia para implantar estos valores en lo profundo del corazón de los soldados que estaban bajo su mando. Por esta razón, había buscado y aceptado posiciones de Instructor, pues este papel le permitía moldear la mente de los soldados jóvenes, adiestrar a futuros oficiales e infundirles una devoción por construir y mantener una institución armada honorable.
Ahora pues, estaba en la mejor de las posiciones posibles para efectuar los cambios que consideraba necesarios para su Ejército. Una de las cosas que esperaba poder cambiar era que el Ejército ya no fuera usado como un arma política. La otra era la indiferencia moral y falta de profesionalismo de muchos de sus subalternos. Aquellas cosas que muchos veían con indiferencia, Ríos Montt las lamentaba. Un Oficial que se emborrachara
o que frecuentara prostitutas, podría ser objeto de chistes para otros militares de alto rango, pero para Ríos Montt era un asunto de Corte Marcial.
También esperaba poder cambiar el mal trato que se les daba a los soldados. Cuando fue Director de la Politécnica, visitaba la cocina para ver qué era lo que estaban sirviendo y probar la calidad de la comida. Ahora que él era Jefe del Estado Mayor, cada base militar y cada destacamento tenía que cumplir con las mismas normas de calidad. El mismo celo que lo llevó de soldado de infantería a General de Brigada lo concentraba ahora en limpiar a su Ejército con el poder que tenía como Jefe del Estado Mayor.
En lugares aislados como la Politécnica o en una base militar en particular, este celo e integridad le ganaron innumerables simpatías. Pero al tratar de ejercerlo sobre todo el Ejército,
empezó también a ganarse antipatías y amarga oposición. Tuvo que superar muchos obstáculos.
Al parecer, el Presidente Arana no sabía en lo que se estaba metiendo cuando decidió nombrar a Ríos Montt como Jefe del Estado Mayor del Ejército. Tal vez pensó que en tan alto puesto sería menos estricto y se haría de la vista gorda ante muchas cosas. Pero el rechazo de Ríos Montt de involucrarse en aspectos políticos y su profunda desconfianza de los políticos le mantuvo inflexible en su alta posición en el Ejército, y esto lo convirtió en persona no grata para muchos funcionarios. Es más, muchos deseaban que se fuera.
Después de varios meses como Jefe del Estado Mayor del Ejército, recibió un día la noticia de que a doce policías militares los habían asesinado cerca de la Villa de Sansirisay, en el departamento de Jalapa, en el oriente del país. Le fue informado, además, que habían sido los indígenas de la localidad quienes asesinaron a los policías y que otros dos mil más estaban a punto de alzarse.
Ordenó que dos unidades rodearan el área y luego le informaran directamente a él. Como no recibió ningún informe, voló en helicóptero a Sansirisay para investigar personalmente. Encontró a sus hombres preparándose para avanzar sobre un pequeño grupo de indígenas campesinos, residentes de la localidad. Aparentemente
aquellos indígenas habían sido provocados por los finqueros locales, que habían contratado a los policías militares asesinados para despojarlos de esas tierras que ellos habían usufructuado desde el tiempo de Carlos V de España, hacía más de cuatrocientos años. Los indígenas, enfurecidos, reaccionaron matando a los policías.
Cuando Ríos Montt descubrió que la matanza se había debido a que los policías
estaban tratando de "defender" tierras que no les pertenecían a aquellos finqueros, ordenó el retiro de sus tropas, arriesgándose con ello a ser blanco del odio de ciertos altos funcionarios de gobierno, que tenían intereses personales en aquellas tierras.
De regreso a la ciudad de Guatemala, supo que
sus enemigos habían hecho correr el rumor de que él, personalmente, había dirigido una masacre en Sansirisay, en donde cientos de indígenas inocentes habían sido brutalmente masacrados por órdenes suyas. Aunque sus verdaderos amigos pronto desvanecieron esa mentira, desde entonces los oponentes a Ríos Montt la continuan usando repetidamente para desacreditarlo.

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