lunes, 27 de noviembre de 2023

MARÍA 318-320

María

— Pero eso será porque conozco que no lo haces por coquetería.

— ¿Qué no lo hago qué? ¿Cómo es el cuento?

— Go-que-te-ría.

— Y eso ¿ qué quiere decir? Dígame, que de veras no se... Solo que sea cosa mala... Entonces me la tiene muy guardadita, ya l'oye?

— ; Buen negocio ! mientras tú la desperdicias.

— A ver, á ver : de aquí no paso si no dice.

— Me iré solo, le respondí dando unos pasos.

— ¡ Jesús ! era yo capaz hasta de revolverle I' agua.

¿Y con qué sábana se secaba?... Nada, dígame que es lo que yo desperdicio. Ya se me va poniendo qué es.

— Di.

— ¿Será... será amor?

— Lo mismo.

— ¿Y qué remedio? ¿porque quiero á ese creído?

Si yo fuera blanca, pero bien blanca; rica, pero bien rica... sí que lo querría á usté ; ¿no?

— ¿Te parece asi ? ¿Y qué hacíamos con Tiburcio ?

— ¿Con Tiburcio? Por amigo de tenderle i´ ala á todas, lo poníamos de mayordomo y lo teníamos aquí, dijo cerrando la mano.

— No me convendría el plan.

— ¿Por qué? ¿No le gustaría que yo lo quisiera

?

— No es eso, sino el destino que te agrada para Tiburcio.

MARÍA. 319

Salomé rió con toda gana.

Habíamos llegado al riecito, y ella después de poner la sábana sobre el césped que debía servirme de asiento en la sombra, se arrodilló en una piedra y se puso á lavarse la cara. Luego que acabó, iba á desatarse de la cintura un pañuelo para secarse, y le presenté la sábana diciéndole :

— Eso te hará mal si no te bañas.

— Casi... casi que vuelvo á bañarme; y que está el  agua tan tibiecita; pero usté refresqúese un rato; y ora que venga Fermín, mientras usté acaba, doy una zabullida yo en el charco de abajo.

En pie ya, se quedó mirándome, y sonreía maliciosa mientras se pasaba las manos húmedas por los cabellos. Al fin me dijo :

— ¿Me creerá que yo me he soñado que era cierto todo eso que le venía diciendo ?

— ¿Que Tiburcio no te quería ya?

¡ Malaya ! que yo era blanca... Cuando desperté, me entro una pesadumbre tan grande, que al otro día era domingo y en la parroquia no pensé sino en el sueño mientras duró la misa : sentada lavando ahí donde usté está, cavilé toda la semana con eso rnismo y...

Interrumpieron las inocentes confidencias de Salomé los gritos de " chiiino, chuno " que hacia el lado del cacaotal daba mi compadre llamando á los cerdos. Salomé se asustó un poco, y mirando entorno, dijo : — Y este Fermín que se ha vuelto humo... Báñese pronto, pues; que yo voy á buscarlo río arriba, no sea que se largue sin esperarnos.

— Espéralo aquí, que él vendrá á buscarte. Todo eso es porque has oído á mi compadre. ¿ Te figuras que á él no le gusta que conversemos los dos?

— Que conversemos sí, pero... según.

Saltando con suma agilidad sobre las grandes piedras de la orilla, desapareció tras de los carboneros frondosos.

Los gritos del compadre seguían y me hicieron pensar que la confianza de él en mí tenía sus limites.

Sin duda nos había seguido de lejos por entre el cacaotal, y solamente al perdernos de vista se había resuelto á llamar la piara.

 

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