sábado, 11 de noviembre de 2023

RIOS MONTT Campaña presidencial-3

  SIERVO O DICTADOR RIOS MONTT

La Verdadera Historia del Controversial Presidente de Guatemala

 Por

SIERVO O DICTADOR RIOS MONTT

JOSEPH ANFUSO   Y   DAVID SCZEPANSKI

 Uno de sus ayudantes le dijo: "Esto luce muy mal, no parece ofrecer nada bueno". Y, efectivamente, esa noche no hubo más noticias.
Al fin, a las diez de la mañana del día siguiente, la televisión volvió a funcionar anunciando que esas largas horas fuera del aire habían sido "por dificultades técnicas". Y, para sorpresa de Ríos Montt y de toda la demás gente que ansiosamente esperaba el resultado de los cómputos,
Kjell Eugenio Laugerud, que figuraba de último en los resultados de la noche anterior, ahora estaba a la cabeza.

"¡Imposible!" Imposible!" dijo Efraín.

¡Fraude! Es fraude. Sabía que lo harían", gritó uno de sus asistentes.

El teléfono comenzó a sonar como loco, los líderes de la DC y del FUR querían reunirse con Efraín inmediatamente. "Tenemos que hacer algo", le dijeron. En pocos minutos la casa era un manicomio. Los teléfonos sonaban incesantemente, los periodistas locales y los corresponsales extranjeros, que ya se habían dado cuenta del fraude, querían entrevistarlo. %Qué van hacer ahora?", le preguntaban a Efraín.

A las cinco de la tarde de ese mismo día, la noticia se anunció oficialmente: el General Kjell Eugenio Laugerud había ganado las elecciones para Presidente de Guatemala en 1974. Una mezcla de ira y de profunda decepción hervía en el corazón de Ríos Montt cuando oyó la declaración. Con la cabeza baja salió del salón y subió a su oficina, en el segundo piso. "Quiero estar sólo", dijo a sus seguidores. Y así sucedió. Durante las siguientes horas se aisló completamente, saliendo sólo una vez para hablar con los líderes de la DC y del FUR.

"Debemos ir al Palacio y actuar; allí tenemos gente leal que está lista a tomar las armas y luchar por usted", le insistieron.

"Nó", les dijo Efraín, "yo no voy a dirigir a la gente contra el gobierno. Se derramaría mucha sangre".

Mientras tanto, diferentes mensajes llegaban a la casa, tanto por teléfono como con enviados especiales, agregando más intranquilidad a la ya existente. Uno de ellos les informaba que cinco nicaragüenses habían sido enviados por Anastasio Somoza, gran amigo y aliado de Arana, para asesinar a Ríos Montt. Después, alguien vino a decirles que el Secretario de Ríos Montt, un hombre que él había aceptado a propuesta del Partido DC, era un doble agente que tenía órdenes de asesinarlo. El secretario se encontraba en ese momento en la casa y los agentes de seguridad de Ríos Montt lo rodearon.

"Quiero ver al General respecto a ésto, pido verlo inmediatamente", gritaba.

"Usted no puede pedir nada ahora", le contestó uno de los hombres de seguridad, mientras lo sacaban con órdenes de no regresar nunca.

Casi a la media noche se recibió un mensaje indicando que el Presidente Arana quería verlo. Uno de sus ayudantes interrumpió su aislamiento para darle la noticia. Dándose cuenta del peligro que tal llamado entrañaba, Ríos Montt dividió a sus hombres en dos grupos y les ordenó que le acompañasen en dos vehículos diferentes.

Después de manejar por una ciudad desierta llegaron al Palacio a las 21:30. Ríos Montt se anunció y fue llevado ante la presencia de Arana.

"Usted me mandó a llamar", le dijo. "Bien, aquí estoy".

"Yo no lo he mandado a llamar", le dijo Arana bastante molesto.

"Entonces no tengo nada que discutir con usted", le contestó Ríos Montt. "Yo gané. He sido electo limpiamente".

"Eso lo vamos a ver", le contestó Arana. "Vamos a ver qué dice el Tribunal Electoral".

Ríos Montt dió la vuelta y se retiró. Uno de sus ayudantes le comentó más tarde: "Creí que él no saldría vivo de allí".

Esta entrevista la había arreglado alguien que conocía a Arana y a uno de los líderes que apoyaba a Ríos Montt.

Al día siguiente hubo más y más llamadas para que Ríos Montt se decidiera a organizar y encabezar las manifestaciones de protesta contra el fraude. Es más, se organizó una sin su consentimiento. No del todo anuente, aceptó ir, pero a última hora un fuerte aguacero obligó a cancelarla. Más tarde supieron que habíalun gran número de policías listos a disparar,en caso de que salieran.
Para entonces los líderes de la DC se sentían frustrados y molestos con Ríos Montt porque se había rehusado a organizar las manifestaciones de protesta y alzarse en armas contra el gobierno. Tampoco había querido usar la influencia que aún tenía en el Ejército para provocar un golpe.

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