jueves, 9 de noviembre de 2023

“MI CORAZÓN INQUIETO “ 131

 “MI CORAZÓN INQUIETO “

POR VIENTO SOLLOZANTE

Primer Libro

—¿Qué le sucedió a tu familia? —le pregunté.

 —Supongo que deben estar todavía en la hacienda. Mi hermana se casó tan pronto como pudo, para irse de casa —me dijo.

—¿ Crees que les volverás a ver de nuevo?

 —No, Viento Sollozante, mis padres son. . . —dijo suspirando— son dañosos. Mi padre se emborracha y mi madre es ... bueno, es muy mala persona. Mi hermana y yo nos alejamos de ellos tan pronto como pudimos y yo me considero huérfano porque no he tenido nunca unos padres auténticos. Yo no fui para ellos un hijo, sino un obrero barato. Me harías un favor si no volvieses a hablar nunca más acerca de mi niñez y de mi familia. Quisiera olvidarme de todo cuan­to me sucedió antes de conocerte y tú eres lo único bueno que me ha sucedido.

 Era nuestra primera Navidad juntos y yo deseaba que fuese algo especial porque por primera vez en mi vida tenía a alguien mío a quien poder hacer un regalo.

 Comencé a poner la decoración demasiado pronto, pero estaba excesivamente emocionada como para es­perar más tiempo, así que nuestro árbol de Navidad estuvo en pie y decorado el último día de noviembre.

 Estuve yendo de tiendas horas enteras, buscando un regalo especial para mi esposo, pero nada me pa­recía apropiado, hasta que un día me puse a ver camisas de caballero y encontré la respuesta. Le ha‑                                     130       MI CORAZÓN INQUIETO

 ría una camisa de cacique cherokee. Compré una ca­misa color azul celeste y metros enteros de cinta de colores brillantes. Una vez en casa cosí las cintas a la camisa con pequeñas puntadas. Me la puse y di vueltas con ella. Las cintas de colores, rojas, amari­llas azules y verdes, volaban a mi alrededor como un arcoiris de color. ¡Le encantaría! Una camisa cacique! Yo estaba segura de que jamás había te­nido una y la envolví orgullosa y la coloqué con cui­dado bajo nuestro árbol.

 Don también colocó regalos debajo del árbol y yo los meneaba, los pellizcaba y los apretaba hasta que los papeles, con dibujos navideños, se quedaron arru­gados y los lazos se soltaron.

 Don me regañó y amenazó con esconderlos si yo no los dejaba en paz, pero yo no podía pasar junto a los regalos sin ponerle el dedo encima.

 —Deberías dejarme abrirlos ahora. —¿Qué su­cedería si me pasase algo y me muriese antes de Navidad? ¡Nunca me enteraría de lo que me has que­rido regalar!

 Pero Don sólo se reía y añadía más papel celofán a los regalos.

 La Nochebuena nos sentamos a oscuras, viendo parpadear las luces del árbol y escuchando los cán­ticos de Navidad del tocadiscos.

Sentía en mi corazón una profunda soledad y echa­ba muchísimo de menos a mis amigos de casa. De vez en cuando me caía una lágrima por las mejillas y cuando el tocadiscos comenzó a tocar "Volveré al Ho­gar para la Navidad" las lágrimas se convirtieron en un manantial y enterré mi cara en mis manos y lloré.

Don supo sin preguntarlo lo que me sucedía y me dejó a solas con mi ataque de añoranza.

 Estaba llorando con toda mi alma cuando sentí que toda la casa temblaba por lo que olvidé rápida­mente mis lágrimas y mi corazón se quedó paralizado. —¿Qué ha sido eso? —pregunté en voz baja.

Es solamente un pequeño temblor de tierra —me dijo Don.

MI CORAZÓN INQUIETO 131La casa tembló de nuevo y los platos hicieron ruido en el armario y la ventana se resquebrajó. —¡ Es un terremoto! —grité. Agarré uno de mis regalos y salté al centro de la cama. —i Vamos a morirnos! ¡Ya te dije que algo iba a pasar, dame ahora mis regalos!

 La casa retumbó fuertemente y las luces del árbol de Navidad se apagaron. Me quedé en el centro de la cama con un regalo a medio abrir en mis manos. Hubo un profundo silencio mientras esperábamos para ver si se iban a producir más temblores o si la tierra se iba a abrir para tragarnos vivos.

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