DIVINE INSPIRATION
OF THE BIBLE
ARTHUR W. PINK
DEPÓSITO DE LA VERDAD BÍBLICA EDITORES Y LIBRERÍAS SWENGEL, PA.
OCT 31 1917
(31 Octubre -95 tesis clavadas en ouertas de Wittenberg)
LA INSPIRACION DIVINA DE LA BIBLIA *PINK* 8-9
Ahora bien, la Biblia no teme a la investigación. En lugar de temerla, la Biblia invita y desafía la consideración y el examen.
Cuanto más conocida sea, más se lea con atención y se estudie con más cuidado, y sin reservas será recibida como la Palabra de Dios.
Los cristianos no son un grupo de fanáticos entusiastas. No aman los mitos.
No anhelan creer en un engaño.
No desean que sus vidas sean moldeadas por una superstición vacía.
No desean cometer errores ni alucinaciones como inspiración. Si se equivocan, desean ser corregidos. Si se engañan, desean ser desilusionados. Si se equivocan, desean ser corregidos.
La primera pregunta que el lector atento de la Biblia debe responder es: ¿Qué importancia y valor debo atribuir al contenido de las Escrituras? ¿Fueron los escritores de la Biblia tantos fanáticos movidos por el frenesí oracular?
¿Fueron meramente inspirados poéticamente e intelectualmente elevados?
¿O fueron, como afirmaban ser, y como afirman las Escrituras, inspirados por el Espíritu Santo para actuar como la voz de Dios en un mundo pecador?
¿Fueron los escritores de la Biblia inspirados por Dios de una manera que ningún otro hombre lo fue en ninguna otra época?
¿Fueron investidos y dotados con el poder de revelar misterios y guiar a los hombres hacia lo que, de otro modo, habría sido un futuro impenetrable?
Es fácil comprender que la respuesta a estas preguntas es de suma importancia. Si la Biblia no es inspirada en el sentido estricto de la palabra, entonces no vale nada, pues afirma ser la Palabra de Dios, y si sus afirmaciones son espurias, entonces sus declaraciones no son fiables y su contenido no es digno de confianza.
Si, por otro lado, se puede demostrar a satisfacción de todo investigador imparcial que la Biblia es la Palabra de Dios, inerrante e infalible, entonces tenemos un punto de partida desde el cual podemos avanzar hacia la conquista de toda la verdad.
Un libro que afirma ser una revelación divina —una afirmación que, como veremos, está respaldada por las credenciales más convincentes— no puede rechazarse ni siquiera descuidarse sin grave peligro para el alma.
La verdadera sabiduría no puede negarse a examinarlo con cuidado e imparcialidad. Si las afirmaciones de la Biblia están bien fundadas, entonces el estudio diligente y con oración de las Escrituras se vuelve de suma importancia: tiene un derecho a toda nuestra atención y tiempo que ninguna otra cosa tiene, y además de ellas, todo en este mundo pierde su brillo y se hunde en la más absoluta insignificancia.
Si la Biblia es la Palabra de Dios, entonces trasciende infinitamente en valor todos los escritos humanos, y en proporción exacta a su inconmensurable superioridad sobre tales producciones humanas, es nuestra responsabilidad y deber darle la más reverente y seria consideración.
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