SIERVO O DICTADOR RIOS MONTT
La Verdadera Historia del Controversial Presidente de Guatemala
Por
SIERVO O DICTADOR RIOS MONTT
JOSEPH ANFUSO Y DAVID SCZEPANSKI
El 7 de marzo de 1974 fue el día fijado oficialmente para las elecciones. Todos los indicadores políticos señalaban a Ríos Montt como el ganador. En sus oficinas era tanta la seguridad, que se contestaba el teléfono con estas palabras: " ¡Oficina del Presidente electo!" Los partidarios se abrazaban y felicitaban anticipadamente, seguros de una victoria que muy pronto les comunicarían oficialmente.
A Ríos Montt, como a cualquier ciudadano, le tocó ir a votar y lo hizo por la mañana, acompañado sólo de unos cuantos elementos de seguridad. La mesa que le correspondía conforme a su número de votante estaba en el Parque de la Industria. Había una larga fila esperando cuando él llegó, pero al reconocerlo, rompieron en entusiastas aplausos. Sonriente y saludando, tomó su turno al final de la línea. Inmediatamente empezó a acercarse gente a saludarlo. Era obvio que él era el favorito.
Habrían pasado unos 40 minutos y aún esperaba en línea, cuando un fuerte rumor hizo que todos volvieran la cabeza para ver quien llegaba. Era el candidato oficial, el General Kjell Eugenio Laugerud, que llegaba rodeado de una fuerte escolta de hombres armados quienes, para que Laugerud no tuviese que esperar en línea, con lujo de fuerza movieron a la gente y lo colocaron a él a la cabeza.
"¡Que haga cola!, ¡que haga cola!", gritó alguien desde atrás. Inmediatamente le hicieron coro y el " ¡Que haga cola!", resonó fuertemente. En el rostro de Laugerud se pudo observar cólera reprimida, así que inmediatamente que votó se marchó con pasos apresurados.
Al poco rato llegó otro de los candidatos a votar en la misma mesa, esta vez era el Coronel Ernesto Paiz Novales, .y la misma escena se repitió.
Cuando sólo faltaban unas diez personas antes que él, el que estaba delante cedió su lugar y fue a donde estaba Ríos Montt para invitarlo a que lo ocupara. Inmediatamente, dos o tres más hicieron lo mismo, instándole a moverse al primer lugar en la fila.
Con su educación característica, los saludó y les agradeció su fineza, pero antes de aceptarla, con voz bien alta, preguntó al resto de los que estaban, "¿No les molesta si me paso al frente de la fila?". Inmediatamente lo aplaudieron en señal de aprobación y pasó a votar. Para entonces, por supuesto, se había formado una gran multitud a su alrededor.
Este episodio se había prolongado por casi dos horas, durante las cuales Ríos Montt estuvo de pie, esperando su turno con toda la educación y corrección posibles. Esta actitud fue contrastda por la gente, que pudo observar la forma imperiosa y ruda de los otros dos candidatos. Al retirarse después de votar, la gente lo aplaudía y vivava entusiasmente. " ¡Ya ganamos, ya ganamos, nos vamos al Palacio!", gritó alguien de la multitud.
Esa noche, cuando María Teresa, Efraín y sus ayudantes más cercanos veían por televisión los resultados de las elecciones, todo parecía ir muy bien. "Ganamos en Zacapa", dijo uno de ellos al leerse el cómputo final de ese Departamento. La victoria parecía segura.
De pronto, la pantalla del televisor se quedó en blanco. Pensaron que era una falla del aparato, pero a los pocos momentos los teléfonos empezaron a sonar para informar que lo mismo sucedía en todas partes.
Ni Efraín, ni María Teresa, ni sus ayudantes, pudieron dormir esa noche. Caminaban, hablaban y trataban de obtener noticias telefónicamente durante una larga y desesperante espera.
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