“MI CORAZÓN INQUIETO “
Por Viento Sollozante
Primer Libro
CAPITULO
SEIS
Pedernal y yo estábamos sentados a la mesa y nuestro café se nos estaba enfriando.
—Pedernal —le dije—nuestra familia se está reduciendo. Ha muerto la abuela,
Pascal se mató y ahora Kansas ha muerto. Tú deberías tal vez casarte y tener
unos cuantos hijos o pronto no quedará nada de nuestra familia.
—Creo que tienes razón —me dijo y yo me quedé boquiabierta por la sorpresa.
—Lo he estado pensando y creo que debo casarme, pues estoy cansado de vivir
solo. Rosa Otoñal es muy trabajadora y es bonita, supongo que ella es la
indicada.
—Ella es cristiana y no se casará contigo si tú
no eres también cristiano —le recordé.
—Ya lo sé. He estado pensando en eso y creo que
voy a probar este nuevo Dios del que tú estás siempre hablando. El te ha
ayudado a ti y a lo mejor me ayuda a mí.
Estaba tan contenta que apenas podía contener mis deseos de gritar.
—Pedernal, si te decides a creer en Jesús y ser
salvo no te arrepentirás jamás.
—Creo que voy a hacerlo, pues ¿ qué tengo que perder? —dijo encogiéndose de
hombros.
Actuaba como si tratase el tema con ligereza, pero yo conocía a mi tío y sabía
que nunca trataba nada con ligereza. Lo había pensado mucho y había llegado a
una decisión. Parecía avergonzado y yo sabía que estaba esperando que yo dijese
algo.
—Te alegrarás de haber escogido a Jesús.
Estoy orgullosa de ti y sé que tú y Rosa Otoñal serán felices y tendrán muchos
hijos. Puedes creer en Dios
MI CORAZÓN INQUIETO 61
y continuar siendo un indio, el ser cristiano te
hace más hombre, no menos.
Parecía aliviado. —Ahora que he decidido, supongo que vale más que lo lleve a
cabo. Esta noche voy a ir a ver a Rosa Otoñal y fijaremos la fecha.
Ahora podía decirle a Pedernal algo que había estado reservando durante meses
en mi corazón: —¡Que Dios te bendiga, tío mío!
Yo estaba contenta por él, pero triste por mí, porque sabía que nuestros días
de aventuras habían tocado a su fin. Pedernal iba a tener una esposa y luego
tendrían hijos, así que ya no podía vivir a lo loco como el viento.
El tío Nube vino a casa para la boda y se colocó junto a Pedernal, actuando de
padrino. Yo les miré a los dos, tan apuestos y orgullosos, al frente de la
iglesia, los dos últimos de mis siete tíos. Dos
habían muerto, uno estaba en la cárcel y dos habían desaparecido y
no sabíamos sí estaban muertos o vivos.
Contemplé a Pedernal y a Rosa Otoñal haciendo sus promesas de amor y sentí que
un dolor sordo me invadía al desear haber sido Relámpago Amarillo y yo los que
nos casásemos en este día. Cerré mis ojos y vi una vez más su rostro y cuando
levanté la vista vi a los novios que venían por el pasillo. Nunca había visto a
Pedernal tan feliz.
Después de la boda Nube me llevó a casa en su coche. Yo le dije por el camino:
—A Pedernal le ha hecho muy feliz tenerte hoy aquí. Necesitaba a su hermano a
su lado y yo también me alegro de que hayas venido. No creí volver a verte
jamás.
El sonrió y me dijo: Es un milagro la manera en que
tú, Pedernal y yo creíamos en la antigua religión india y adorábamos a los
antiguos dioses y en cuestión de unos
pocos meses todos oímos el evangelio por primera vez y fuimos salvos,
es verdaderamente un milagro.
Estaba de acuerdo con él y así se lo hice saber y a continuación le pregunté:
—¿Sabías que Kansas había estado viviendo en mi casa durante un tiempo? Intenté
compartir con él nuestra historia, pero no
62 MI CORAZÓN INQUIETO
quiso escucharme. Yo me sentí terriblemente mal cuando le mataron.
Respiré profundamente e hice todo lo posible porque no me temblase la voz al
preguntarle: —Nube, ¿ tú crees... bueno . . . que Kansas ha ido al infierno?
Durante un minuto se mordió el labio inferior y luego contestó: —No lo sé. No
creo que haya manera de que sepamos quién va a estar en el cielo o en el
infierno hasta que muramos y lleguemos al cielo nosotros mismos. El ladrón que murió en la cruz junto a Jesús confesó y
creyó durante los últimos minutos de vida que le quedaban y Jesús le dijo que
le vería en el cielo, así que a lo mejor Kansas hizo lo mismo.
—Me gustaría creer eso —le dije tranquilamente.
—A mí también —me dijo.
—Creámoslo, tal vez sucediese realmente así —le
dije con esperanza.
—Tal vez —me dijo y cambió el tema.
Comenzamos a contarnos el uno al otro todas las cosas que nos habían sucedido
desde que él se había marchado a Oregón y me había dejado a mí en Colorado,
después de la muerte de la abuela.
Entonces me habló de su novia. —Me gustaría que pudieses conocerla —me dijo con
los ojos que le brillaban. —Es tan dulce y amorosa, es como un cervatillo. Ella fue la que me habló acerca de Dios y
nos vamos a casar en la primavera.
Me miró de reojo para ver cuál había sido mi reacción.
—Estoy contenta de que hayas encontrado a alguien y espero que tú y Pedernal
tengan unos hogares muy felices y que tengan muchos hijos.
—¿Y qué me dices de ti? ¿Has encontrado tú a alguien? —me preguntó.
Le miré y me quedé dudando, no sabiendo si hablarle o no acerca de Relámpago
Amarillo.
Antes de que me hubiese decidido, Nube dijo: —Pedernal me ha hablado acerca de
Relámpago Amarillo y lo siento, pero le olvidarás y algún día aparecerá otra
persona.
MI CORAZÓN INQUIETO 63
—No, —dije en voz baja— nunca más volverá a haber otra persona.
—¿Te gustaría ir de caza? A lo mejor podríamos conseguir un poco de carne
fresca para ti antes de que yo regrese a Oregón.
Tengo mi arco en la parte de atrás de la camioneta.
—¡Eso me gustaría!
Nos detuvimos en mi departamento y me cambié de ropa y a continuación nos
dirigimos a las altas montañas.
Yo caminaba lentamente detrás de Nube que se movía como una sombra, por el
bosque denso. El olor a pino y a humedad de la tierra llenaba el aire fresco.
Mi tío era el mejor cazador y trampero que yo jamás había conocido, pero no
mataba nunca a ningún animal por deporte, porque amaba a las criaturas salvajes
y solamente se llevaba lo que necesitaba para el alimento.
Mi tío se agachó cerca de un tronco caído y apuntó a un pequeño gamo pastando
en la loma de la colina. Tensó su arco, estudió su
blanco detenidamente y dejó que la flecha volase a su marca. La
flecha voló silenciosamente por el aire y se
abrió paso hasta dar en el corazón del gamo.
Nube caminó hacia donde había caído el ciervo y pronunció las antiguas
palabras: "Perdóname, hermano mío,
pero mi familia tiene que comer. Dudó y me miró diciendo: —Ahora soy cristiano. ¿Está mal llamarle al ciervo
hermano mío?
—No lo sé, yo no veo que haya ningún mal en ello.
Creo que Dios tenía la intención de que nos sintiésemos cerca de los animales,
pero añadí: —Pero no como
acostumbrábamos a hacer en los antiguos días, cuando
pensábamos que algunos de ellos eran dioses. Mi tío asintió y yo me di cuenta de que se acordaba de cuando había adorado al águila y a los dioses
osos. Se inclinó y empezó a despellejar al ciervo.
—¿Necesitas la piel? —le pregunté.
—No, no la quiero, te la doy.
Se echó hacia atrás y yo octupé su lugar junto al ciervo, despellejándolo con
mis manos en lugar de 64 MI CORAZÓN INQUIETO
hacerlo con un cuchillo porque quería la piel
para un vestido y no quería que el cuchillo dejase las marcas sobre
ella. Cuando terminé enrollé la pesada piel y la arrastré hasta la camioneta
mientras que mi tío luchaba con el ciervo.
Cuando Nube se marchó a Oregon me sentí terriblemente sola, más que nunca, y pasé todo el tiempo que me fue posible en la iglesia y
en la casa de los McPhersons. Sabía que en algunas ocasiones me quedaba más
de la cuenta y que con harta frecuencia me presentaba a la hora de la comida,
pero no sabía qué hacer conmigo misma porque mis horas eran demasiado largas y
vacías.
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