sábado, 11 de noviembre de 2023

LOS PIRATAS 28-29

 "A vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una continua semimiseria o aún peor, sólo os pido que, en compensación por las ganancias que os he proporcionado, os ocupéis de los gastos de mis funerales. Os saludo rompiendo la pluma". ( ( A sus editores)  Lamentable suicidio al estilo harakiri - Emilio Salgari- Italia

LOS PIRATAS DE MOMPRACEM

EMILIO SALGARI

ITALIA

¿Qué le importaba que en Mompracem lo lloraran por muerto? ¿Qué le importaba su fiel Yáñez, cuando Mariana comenzaba a corresponderle? ¿Qué le importaba no experimentar las emociones terribles de las batallas, si ella le hacía sentir emociones mucho más sublimes? ¿Qué le importaba que lo descubrieran y que lo mataran, si todavía respiraba el mismo aire que respiraba Mariana?

—Sí, milord, me quedaré el tiempo que usted quiera —contestó—. Acepto su hospitalidad y si algún día, no olvide estas palabras, milord, nos encontramos con las armas en la mano como valientes enemigos, recordaré cuánto agradecimiento El inglés lo miró estupefacto.

—¿Por qué habla así?

le debo.

—Quizás lo sepa algún día.

El lord antes de salir se volvió al pirata y le dijo:

—Si quiere bajar al parque, encontrará en él a mi sobrina, cuya compañía espero que le hará más agradable el tiempo.

—¡Gracias, milord!

Era lo que deseaba Sandokán, poder encontrarse a solas con ella para revelarle la pasión que lo devoraba.

Se asomó a la ventana. Allá, debajo de un magnolio en flor, estaba sentada la joven lady en actitud pensativa. Le pareció una visión celestial.

De pronto se hizo atrás con un grito ahogado, semejante a un rugido.

—¡Qué iba a hacer! —exclamó con voz ronca—. Pero, ¿será verdad que amo

a esa muchacha? ¿No es esto una locura? No soy ya el pirata de Mompracem, pues me siento arrastrado por una pasión irresistible hacia esa hija de una raza que odio.

¿Olvido a mi salvaje Mompracem, a mis fieles tigrecitos, a mi buen Yáñez? ¿Olvido que los compatriotas de ella no esperan más que el momento oportuno para destruir mi poder? ¡Apaguemos este volcán que arde en mi corazón, indigno del Tigre de la Malasia! ¡Haz oír tu rugido, Tigre; destierra de tu pecho el reconocimiento que debes a estas gentes que te han curado la herida y huye de estos sitios! ¡Vuelve al mar; vuelve a ser el terrible pirata de Mompracem!

Apretaba los puños y los dientes, tembloroso de cólera. Sin embargo, permaneció con los ojos ardientes fijos en la joven.

—¡Mariana! —exclamó al cabo de unos minutos—. ¡Mariana!

29

Con un movimiento rápido abrió la ventana. Estuvo mucho tiempo absorto, y cuando volvió a la realidad ya no estaba Mariana en el parque. Comenzó a pasearse a lo largo de la habitación, con los brazos cruzados sobre el pecho y la cabeza inclinada, sumido en sombríos pensamientos.

Se asomó nuevamente a la ventana para que la fresca brisa le secara la frente sudorosa.

—¡Aquí —dijo—, la felicidad, una nueva vida, una nueva embriaguez, dulce y tranquila. Allá en Mompracem, una vida tempestuosa, tronar de cañones, carnicería sangrienta, mis rápidos paraos, Yáñez. ¿Cuál de estas dos vidas preferiré? Toda mi sangre arde cuando pienso en Mariana. Se diría que la antepongo a mis tigrecitos y a mi venganza. ¡Siento vergüenza de mí mismo al recordar que es hija de una raza que odio tan profundamente! ¿Y si la olvidara? ¡Mi corazón sangra, no quiere olvidarla! Pero es preciso que huya.

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