SIERVO O DICTADOR RIOS MONTT
La Verdadera Historia del Controversial Presidente de Guatemala
Por
SIERVO O DICTADOR RIOS MONTT
JOSEPH ANFUSO Y DAVID SCZEPANSKI
Ríos Montt siempre había creído que un
Ejército sano significaba una nación sana. Un ejército disciplinado, honorable
y orgulloso, le daba a su país fuerza y valor internos. Desde el día en que se
gradúo en la Escuela Politécnica había buscado la manera de usar su influencia
para implantar estos valores en lo profundo del corazón de los soldados que
estaban bajo su mando. Por esta razón, había buscado y aceptado posiciones de
Instructor, pues este papel le permitía moldear la mente de los soldados
jóvenes, adiestrar a futuros oficiales e infundirles una devoción por construir
y mantener una institución armada honorable.
Ahora pues, estaba en la mejor de las posiciones posibles para efectuar los
cambios que consideraba necesarios para su Ejército. Una de las cosas que
esperaba poder cambiar era que el Ejército ya no fuera usado como un arma política.
La otra era la indiferencia moral y falta de profesionalismo de muchos de sus
subalternos. Aquellas cosas que muchos veían con indiferencia, Ríos Montt las
lamentaba. Un Oficial que se emborrachara o que
frecuentara prostitutas, podría ser objeto de chistes para otros militares de
alto rango, pero para Ríos Montt era un asunto de Corte Marcial.
También esperaba poder cambiar el mal trato que se les daba a los soldados.
Cuando fue Director de la Politécnica, visitaba la cocina para ver qué era lo
que estaban sirviendo y probar la calidad de la comida. Ahora que él era Jefe
del Estado Mayor, cada base militar y cada destacamento tenía que cumplir con
las mismas normas de calidad. El mismo celo que lo llevó de soldado de
infantería a General de Brigada lo concentraba ahora en limpiar a su Ejército
con el poder que tenía como Jefe del Estado Mayor.
En lugares aislados como la Politécnica o en una base militar en particular,
este celo e integridad le ganaron innumerables simpatías. Pero al tratar de
ejercerlo sobre todo el Ejército, empezó
también a ganarse antipatías y amarga oposición. Tuvo que superar muchos obstáculos.
Al parecer, el Presidente Arana no sabía en lo que se estaba metiendo cuando
decidió nombrar a Ríos Montt como Jefe del Estado Mayor del Ejército. Tal vez
pensó que en tan alto puesto sería menos estricto y se haría de la vista gorda
ante muchas cosas. Pero el rechazo de Ríos Montt de involucrarse en aspectos
políticos y su profunda desconfianza de los políticos le mantuvo inflexible en
su alta posición en el Ejército, y esto lo convirtió en persona no grata para
muchos funcionarios. Es más, muchos deseaban que se fuera.
Después de varios meses como Jefe del Estado Mayor del Ejército, recibió un día
la noticia de que a doce policías militares los habían asesinado cerca de la
Villa de Sansirisay, en el departamento de Jalapa, en el oriente del país. Le
fue informado, además, que habían sido los indígenas de la localidad quienes
asesinaron a los policías y que otros dos mil más estaban a punto de alzarse.
Ordenó que dos unidades rodearan el área y luego le informaran directamente a
él. Como no recibió ningún informe, voló en helicóptero a Sansirisay para
investigar personalmente. Encontró a sus hombres preparándose para avanzar
sobre un pequeño grupo de indígenas campesinos, residentes de la localidad.
Aparentemente aquellos indígenas habían sido provocados
por los finqueros locales, que habían contratado a los policías militares
asesinados para despojarlos de esas tierras que
ellos habían usufructuado desde el tiempo de Carlos V de España, hacía más de
cuatrocientos años. Los indígenas, enfurecidos, reaccionaron
matando a los policías.
Cuando Ríos Montt descubrió que la matanza se había debido a que los policías estaban tratando de "defender" tierras que no les pertenecían a
aquellos finqueros, ordenó el retiro de sus tropas,
arriesgándose con ello a ser blanco del odio de
ciertos altos funcionarios de gobierno, que tenían intereses personales en
aquellas tierras.
De regreso a la ciudad de Guatemala, supo que sus
enemigos habían hecho correr el rumor de que él, personalmente, había dirigido
una masacre en Sansirisay, en donde cientos de indígenas inocentes habían sido
brutalmente masacrados por órdenes suyas. Aunque
sus verdaderos amigos pronto desvanecieron esa mentira, desde entonces los oponentes a Ríos Montt la continuan usando repetidamente
para desacreditarlo.
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