LA BÚSQUEDA FINAL
Rick Joyner
1997
Pero no he acabado la última», protesté.
«Sólo Cristo podrá acabar aquella prueba», respondió. «Tú lo has hecho bien y ahora debes continuar.»
Entonces pregunté «¿A dónde?».
«Tú debes decidir, pero como el tiempo se va acabando sugiero que procures llegar
a la cúspide pronto.»
El águila se fue, obviamente con apuro.
Entonces recordé las puertas. Comencé a través de aquellas que habían sido atractivas. Cuando llegué a la primera, simplemente ya no me atraía. Luego me fui hacia otra y sentí lo mismo. «Algo parece haber cambiado», afirmé en voz audible.
«Tú has cambiado», respondieron los ángeles inmediatamente.
Me volteé a mirarlos y estaba sorprendido cuánto habían cambiado. Ya no tenían una mirada ingenua sino que ahora eran más reales, y sus rostros más sabios. Sabía que reflejaban lo que también había sucedido en mí, pero ahora me sentía incómodo con el solo hecho de pensar en mí mismo.
«Les pido su consejo», le dije al líder.
«Escucha tu corazón», dijo él. «Allí es donde ahora habitan estas grandes verdades.»
«Nunca he podido confiar en mi propio corazón», respondí. «Está sujeto a tantos conflictos... Estoy sujeto a errores, engaños y ambiciones egocéntricas. Es difícil para mí incluso oír al Señor hablándome por encima del clamor de mi corazón.»
62
EL RETORNO DE LAS ÁGUILAS
«Señor, con la piedra roja ahora en tu corazón, no creo que esto continúe así», afirmó el líder con una confianza no característica.
Me incliné contra la pared pensando que el águila no estaba aquí cuando más lo necesitaba. Ella había estado por este camino antes y sabía qué puerta escoger. Pero sabía que él no regresaría y que estaba bien que yo escogiera. Mientras meditaba en esto, la
«puerta horrible» era la única en la cual podía pensar. Por curiosidad decidí regresar y mirarla. Me había apartado de ella tan rápidamente la primera vez que ni siquiera me había dado cuenta qué verdad representaba.
A medida que me aproximaba a ella podía sentir el temor que se iba acumulando dentro de mí, pero no tan intensamente como la primera vez. De una forma distinta a las otras puertas, estaba muy oscuro alrededor de esta y tenía que acercarme bastante para leer la verdad que estaba escrita sobre ella. Un tanto sorprendido, leí:
«EL TRONO DEL JUICIO DE CRISTO.» «¿Por qué esta verdad es tan temible?», pregunté audiblemente, sabiendo que los ángeles no me responderían. Mientras continuaba mirándola sabía que era una puerta que debía atravesar.
«Hay muchas razones por las cuales es temible», respondió la voz conocida del águila.
«Estoy contento que hayas regresado», respondí.
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