domingo, 5 de noviembre de 2023

“MI CORAZÓN INQUIETO “Primer Libro 115-118

 “MI CORAZÓN INQUIETO “

POR VIENTO SOLLOZANTE

Primer Libro

MI CORAZÓN INQUIETO    115
Yo tenía pesadillas todas las noches. Eran sueños horribles que me hacían despertarme gritando, con el corazón latiéndome con tal fuerza que me temblaba todo el cuerpo. Yo había creído que después de hacerme cristiana cesarían las pesadillas, que mi mente ya no estaría atormentada y que podría dormir en paz, pero los sueños habían continuado y cada noche temía irme a la cama. Sabía que a media noche mis sueños me obsesionarían y que me despertaría terriblemente asustada.
Había un sueño que tenía con harta frecuencia acerca de Doble Ciego, el brujo, cuya familia le había cortado las piernas al morir éste para que no saliese caminando de su tumba y los matase. Yo soñaba una y otra vez que se arrastraba sobre sus muñones sangrientos, saliendo de su tumba.
En otro de mis sueños yo era una niña que iba a la escuela con una maestra de aspecto duro que me castigaba por todo lo que hacía porque en su opinión estaba mal. Cuando era hora de marcharse a casa, me perseguían un montón de niños, gritándome insultos y tirándome piedras. Cuando me despertaba y me daba cuenta de que ya no era una niña y que nunca más tendría que ir a la escuela le daba gracias a Dios. Ya era una persona mayor y no tenía que ir al colegio otra vez. Nadie me perseguiría hasta casa tirándome piedras ni habría más maestras que me asustasen de tal manera que sintiese angustia en el estómago. No, estaba a salvo de la escuela.
Algunas pesadillas eran tan espantosas que ni siquiera se las podía contar a Don, haciéndome despertar gritando, debilitada por el miedo, demasiado asustada como para volverme a dormir, me levantaba de la cama, me sentaba en una silla y dejaba todas las luces encendidas durante el resto de la noche.
Había llegado el momento de nuestra primera separación, pues Don tenía que tomar un avión hasta el lugar de su trabajo.
—En diez días estaré de regreso —me dijo, abrazándome en el aeropuerto. —Pasarán más rápido de
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lo que tú crees. Si necesitas cualquier cosa llama al número que te he dado y mi amigo te ayudará.
Me dio un beso de despedida, recogió su maleta y subió al avión y en unos pocos minutos el pequeño avión se perdió de vista.
—¡ Se ha ido! ¡ Nunca más regresará! ¡Estoy sola en un país extranjero! Fui llorando todo el camino hasta casa. Pedernal había tenido razón, yo había sido abandonada, tal y como él me había dicho que me sucedería.
Durante días enteros me sentí abatida y me pasé las largas horas leyendo libros. Exactamente diez días después Don entró de golpe en un remolino de nieve. ¡Aquí estoy! —gritó.
Yo corrí hacia él y le eché los brazos al cuello. —¡ Has vuelto! ¡Has vuelto!
No podía creerlo.
—Te dije que volvería en diez días. ¿Para qué me iba a casar contigo y traerte hasta aquí para dejarte? ¿Es que nunca vas a aprender a confiar en mi?
Los cinco días que estuvimos juntos pasaron rápidamente y pronto fue hora de que se fuese otra vez. Cuando se marchaba Don las horas se me hacían interminables, pero cuando estaba en la ciudad se me pasaban volando. Cada vez que pasaba diez días fuera regresaba y cada vez yo me preguntaba cuántas veces más regresaría antes de dejarme para siempre. Me habían abandonado demasiadas veces en mi vida como para que no esperase a que fuese a suceder de nuevo.
Cuando había vivido sola no había habido en la casa más sonidos que los míos, pero ahora había sonido por la casa cuando él le daba cuerda al despertador en el dormitorio o cuando se vaciaba el cambio que llevaba en los bolsillos y lo colocaba sobre el aparador. Había los sonidos de las puertas que se abrían y se cerraban, los platos que tintineaban. Sonidos llenos de vida, pero cuando se iba había silencio, pero no era el silencio profundo y solitario que yo había conocido con anterioridad, porque aho-
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ra sabía que cuando regresase la casa volvería a tener vida en ella.
MUSICA NOCTURNA
La noche está envuelta en silencio
A excepción del sonido del amor junto a mí, Sonido cálido y familiar
Que me dice que no estoy sola.
Las cargas del día por la oscuridad ocultas; Me elevo muy por encima de la tierra sobre una mullida nube,
Llevando tan sólo conmigo el eco de tu presencia.
La noche está envuelta en silencio,
A excepción del sonido del ronquido de mi marido,
Sonido cálido y familiar
Que me dice que no estoy sola.
—Desde que nos hemos casado no me has pedido absolutamente nada —me dijo Don un día. —Necesitas algunas cosas. ¿No te gustaría ir de compras y comprarte alguna ropa nueva o algo?
—La verdad es que . . . —dije dudando. —Me gustaría un vestido nuevo.
—¡Estupendo! ¿Cuánto dinero necesitas? —dijo sacándose la billetera.
—Me lo iba a hacer yo misma —le dije.
—Está bien ¿qué necesitas? Te lo compraré. —Necesito dos pieles de alce y cinco kilos de cuentas —le contesté.
—¿Qué has dicho?
—Quiero hacerme un nuevo vestido de pieles para ceremonias —le expliqué.
Se quedó callado un momento y luego se le iluminó el rostro.
—Hay un mercader de pieles junto a la Boot Legger's Cove. Veremos a ver si él tiene algunas pieles.
Poco tiempo después tenía en mi poder algunas                               118    MI CORAZÓN INQUIETO
pieles de ciervo y cinco kilos de cuentas, así como seis pieles de conejo, que yo había admirado.

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