Jueves, 27 de abril de 2017
TORTURADO POR SER DISCIPULO DE CRISTO- LA OFICIAL RUSA
Torturado por Cristo
Richard Wurmbrand
Una relación de los sufrimientos y testimonio
de la Iglesia Subterránea en los países tras la Cortina de Hierro.
Traducido y adaptado por
CARLOS A. MORRIS
Habíamos encontrado un tipo de cristiano enteramente diferente: el cristiano de la Iglesia Subterránea.
Aquí también hallamos muchas sorpresas
Así como hay muchos que creen que son cristianos, y en realidad no lo son, asi entre los rusos encontramos a muchos que se dicen ateos y en verdad no lo son.
Conversamos con un matrimonio ruso, ambos escultores. Cuando les hable de Dios me contestaron: “No, Dios no existe. Nosotros somos “Bezboshniki”- ateos. Pero permítanos contarle una curiosa experiencia que nos sucedió.
“Una vez, mientras esculpíamos una estatua de Stalin, mi esposa me pregunto: “Querido, ¿Qué piensas de los pulgares? Si no pudiésemos oponer el pulgar a los otros dedos, si los dedos de la mano fuesen como los de los pies, no podríamos sostener el martillo, un mazo, o cualquier otra herramienta, un libro o aun un trozo de pan. La vida humana seria imposible sin el dedo pulgar. Dime ahora, ¿Quién hizo el pulgar? Ambos aprendimos el marxismo en la escuela y sabemos que el cielo y la tierra no fueron creados por Dios, sino que existen por si mismos, pues así lo hemos aprendido y así lo creemos. Si Dios no ha creado el cielo y la tierra, pero solamente hubiese creado el pulgar, por esa pequeña cosa debería ser aclamado.
Nosotros elogiamos a Edison, a Bell y a Stephenson por haber inventado la bombilla o lámpara de luz eléctrica, el teléfono y el ferrocarril. ¿No deberíamos entonces elogiar al que invento el pulgar? Si Edison no hubiese tenido ese dedo no podría haber inventado nada. Si aceptamos que Dios creo el dedo pulgar es justo que lo elogiemos por ello”
El marido se enojo mucho, cosa que a menudo ocurre con los maridos cuando sus esposas dicen algo acertado. “¡No hables tonterías! Has aprendido que no hay Dios. Por otra parte, nunca podremos estar seguros que no hay en esta casa algunos micrófonos ocultos que nos puedan acarrear problemas. Convéncete de una vez por todas que no hay nadie en el cielo. Dios no existe”
Ella replico: “esto es aun mas asombroso. Si en el cielo estuviera el Dios omnipotente, en el cual estúpidamente creían nuestros antepasados, seria natural que tuviéramos pulgares. Un Dios Todopoderoso puede hacerlo todo, por lo tanto le seria fácil hacer también pulgares. Sin embargo, si en el cielo no hay nadie, por mi parte estoy dispuesta a alabar desde el fondo de mi corazón a ese “Nadie” que ha hecho los pulgares.”
Por lo tanto, ¡se convirtieron en adoradores de ese “Nadie”! Su fe en este “Nadie” aumento con el tiempo y creyeron en El no solamente como el creador de los pulgares, sino de las estrellas, las flores, los niños, y todas las cosas bellas de la vida.
Si, se repetía lo sucedido en Atenas, cuando San Pablo encontró a los adoradores del “Dios desconocido”.
Esta pareja se sintió inmensamente feliz al decirles que sus creencias eran correctas, que en el cielo realmente hay “Alguien”, Dios que es Espíritu: espíritu de amor, sabiduría, verdad y poder; que los amo tanto que envió a Su Hijo unigénito para morir por ellos en la cruz.
Hasta ese momento habían creído en Dios, sin siquiera saberlo. Tuve el gran privilegio de llevarles un paso mas adelante – a la experiencia de la salvación y redención.
Cierto día vi a una oficial rusa en la calle. Me acerque a ella y le dije: “Comprendo que es mala educación dirigirse a una dama a quien no se conoce, pero yo soy pastor y mis intenciones son honestas. Deseo hablarle de Cristo”.
Me pregunto: “¿Ama Ud. a Cristo?” Le conteste: “Si desde lo mas profundo de mi corazón”. Entonces ella me abrazo y besó una y otra vez. Era una situación bastante embarazosa, siendo yo pastor, así que, con la esperanza que los transeúntes nos creyeran parientes, la bese también. Ella exclamo: “¡Yo amo a Cristo también!”
La lleve a mi casa, y allí descubrí para mi asombro que ella no sabia nada de Cristo, absolutamente nada, excepto el nombre. Y sin embargo le amaba. No tenia idea que El era el Salvador, ni tampoco sabía el significado de la salvación. Ignoraba donde y como El había vivido y muerto. No conocía Sus enseñanzas, Su vida o Su ministerio. Para mi ella era una curiosidad psicológica. ¿Cómo se puede amar a alguien, de quien solo se conoce el nombre?
Cuando se lo pregunte, me explico: “De niña me enseñaron a leer por medio de grabados. La “a” era una abeja, la “b” era una bandera, la “c” era una campana, y así sucesivamente. Cuando ingrese a la escuela secundaria, se me enseño que era deber sagrado defender la patria comunista. Además se me enseño la moral comunista, pero yo no sabia que era un “deber sagrado” o “moral”; necesitaba un grabado para esto. Sabía que mis antepasados habían tenido un cuadro que representaba todo lo que era bello, digno de elogio, y verdadero en la vida. Mi abuela siempre se inclinaba delante de el, diciendo que ese cuadro representaba a un hombre llamado Cristo. ¡Yo amaba ese nombre, llego a ser tan real para mi, que el solo pronunciarlo me llenaba de gozo!”
Escuchándola recordé que en la epístola a los Filipenses se dice que al nombre de Jesús se doblara toda rodilla. Quizás el Anti-Cristo llegue a poder borrar del mundo por algún tiempo el conocimiento de Dios. No obstante, el solo nombre de Jesús encierra gran poder y conducirá a la luz.
Con gran gozo ella encontró a Cristo en mi hogar, ahora Aquel cuyo nombre amaba moraba en su corazón.
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