Sábado, 21 de diciembre de 2024
—¡YA NO TE QUIERO¡—MI HISTORIA DE LOS DÍAS SABADOS
MI HISTORIA DE LOS DÍAS SABADOS
(Inspirada y adaptada en un episodio de la vida de la vida real, sucedido en una ciudad de Estados Unidos)
—¡YA NO TE QUIERO¡—
SÁBADO, 21 DE DICIEMBRE DE 2024
El autor dedica esta historia al PADRE ETERNO, A MI SAVADOR JESUCRISTO Y E.S.
Por el autor del blog - un apasionado por la historia de antaño
— ¡Ya no te quiero¡—
Regreso con mi novio. El es en quien pienso todas las noches—
Estas Palabras sonaron como ráfagas de hielo en mi rostro, y en mi pobre corazón.
Fueron como golpes muy dolorosos en mi estomago.
Me quedé allí, sin sabe que decir, mudo de asombro, de sorpresa y dolor angustiante.
Aturdido, no atiné a decir nada, casi me desmayo, por lo que tuve que sentarme en la marchita hierba otoñal.
Esa tarde, y los siguientes días, mi mente, corazón y vida se vieron envueltos en una espesa bruma que aplastaba con furia mí huérfano corazón.
El dolor se acrecentó cuando a la semana la vi abrazada con él en una cafetería, vi su rostro iluminado, sus ojos amorosos, Ella lo veía arrobada, embelesada, fascinada, acariciaba su rostro, y le daba ardientes besos que quizás el no le solicitaba
No pude evitar el ver esta situación, había entrado a esa cafetería a comprar un chocolate caliente, algo que calentara mi estomago, cuando en realidad mi alma necesitaba ser confortada.
¡Qué pronto la vida da vuelta y cambia todo aquello que nosotros soñamos y creemos seguro!
Seis meses más tarde, alguien me comentó que el “amor” por el cual ella me había dejado, andaba ya con otra, más bonita y más “glamorosa”, pero así es la vida, nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ha perdido.
Respecto a mí, seguía con el corazón encogido de dolor, la herida se negaba a cerrar, me acompañaba a todo el dolor intenso y las pocas ganas de vivir.
Pasaron tres años exactos.
Un sábado de Diciembre, entré a una tienda de libros, y compré la novela María de Jorge Isaacs. Atendiome una bella señorita, de ojos encantadores y sonrisa cálida.
Quince días más tarde, otro tarde de un sábado, iba con el libro bajo el brazo rumbo a un parque para continuar mi lectura.
Estaba allí, absorto leyendo, cuando una voz agradable a mis oídos dijo:
—¡María de Jorge Isaács! ¡Que inolvidable novela!
—¿ Acostumbra recordar a las personas que compran libros en la tienda?—
—Si son personas dignas de recordar, sí— respondió ella.
—¿ Puede decirme que recuerda de esta maravillosa novela?—
—Claro, con mucho gusto—
Fue así como a la sombra de los árboles , conversamos, y se abrió el paso a una sana amistad con Elizabetha Languedoc, antes de atreverme a decirle:
—la invito a pasear este sábado por la playa , quisiera leerle algunos poemas que usted me ha inspirado, espero que acepte—
Un sábado 21 de Diciembre, llegamos a una playa al pie de los acantilados, cerca de nuestra pequeña ciudad. Llevábamos una cesta con fruta y unos “sandwichs” de pollo, y refrescos.
Al sonido de las olas rompiendo contra las rocas milenarias, volvíamos continuamente para mirarnos.
Sentados cómodamente, dejé entrar a Elizabetha a los rincones más sagrados de mis sentimientos del corazón. Expresele mis dudas, mis temores, mis anhelos mas caros,…Ella supo tratarlos con delicadeza y también abrió sus sentimientos más profundos y anhelos.
En el firmamento azul, las gaviotas chillaban y revoloteaban , y algunas pasaban sobre nosotros. No pude contenerme más y dije:
—Sabe una cosa, Podría quedarme aquí muchas horas contemplando su bello rostro, sus ojos brillantes y su esplendoroso cabello. Nunca, Nunca me cansaría de verla, porque el hacerlo me da paz, me sana el corazón y me produce el más intenso éxtasis que jamás en mi vida pudiera experimentar—
En este mundo de engaños y dolores, el saber que el sol había salido sobre nosotros, y que el amor fluia continuamente dentro y sobre nosotros, como las olas del mar estrellándose sobre las peñas, nos hicieron sentir que en nuestro amor teníamos un cálido y seguro refugio contra las tempestades de la vida.
Era aquel amor que tanto habíamos buscado, un amor que dura y perdura, y que cultiva y hace crecer en nuestros corazones lo más noble , sublime, sagrado hasta florecer en derroche de quietud, canela y bálsamo aromático
Es el amor que sabe, entiende, perdona y olvida lo indicado.
Hoy Elizabetha es mi amada esposa y madre de nuestra preciosa hijita.
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