SAMUEL THE PROPHET
BY
F. B. MEYER, B, A.
23-25
Ella anticipó esas maravillosas palabras que, más que cualquier otra, revelan el secreto de la súplica que prevalece: "Todo lo que pidiereis en oración, creed que lo recibiréis, y os vendrá" (Marcos 11:24)., Antes de que las palabras de Elí: "Ve en paz, y el Dios de Israel te conceda la petición que le has hecho", cayeran como una lluvia de verano sobre una tierra reseca, ella supo que había prevalecido, y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, llenó y guardó su mente y su corazón. Y ella dijo: "Halla tu sierva gracia a tus ojos. Entonces la mujer se fue y comió, y su semblante no estaba más triste". Bien pudo cantar Antiguamente: "Si pudiéramos arrodillarnos y depositar nuestra carga, mientras oramos, sobre nuestro Dios, entonces podemos levantarnos con alegría aliviada". -24 SAMUEL EL PROFETA.- Con demasiada frecuencia regresamos de la oración con rostros tristes y corazones cargados. No hemos depositado nuestra carga sobre el Señor o, si lo hemos hecho, la hemos vuelto a tomar. No ha habido intercambio, ni intercambio. No hemos logrado abandonar nuestras cargas, ansiedades y pecados, dejándolos en manos de nuestro Amigo Todopoderoso, recibiendo en cambio belleza en lugar de cenizas, el óleo de alegría en lugar de luto y el manto de alabanza en lugar del espíritu abatido.
El día siguiente se fijó para el regreso a casa. “Y se levantaron muy de mañana, y adoraron delante de Jehová, y volvieron, y vinieron a su casa en Ramá”.
Pero ¡qué mujer tan cambiada era! ¡Cuán diferente se había comportado en esa última y breve visita al santuario sagrado! Y con qué rostro alegre entró en el hogar que había estado asociado con tanto dolor. Penina debe haberse preguntado qué había sucedido para que se produjera un cambio tan grande; pero Elcana era el confidente de su secreto, y su fe se fortaleció por la confianza incuestionable de ella (v. 23).
Las obras del dolor.—En esta oración podemos rastrear la cosecha sembrada en años de sufrimiento. Sólo alguien que había sufrido mucho podía haber derramado una oración como ésta. Las notas de resignación, de sometimiento a la voluntad de Dios, de súplica desde el polvo, de abandono de toda esperanza salvo en Dios, del sencillo deseo de su reino y justicia, son tocadas con infinita delicadeza y ternura por la mano de esta mujer afligida. El dolor da una belleza indefinible al alma.
El azul del cielo no parece tan hermoso en Egipto sin lluvia como en países donde la atmósfera está saturada de humedad. "¿Qué piensas de su canto?", preguntó el entrenador de una vocalista soprano. "Canta magníficamente", fue la respuesta de su amigo, "pero si tuviera que tratar con ella, le rompería el corazón".
Puede ser que el dolor agudo y prolongado que te ha tocado en suerte durante todos estos años, el hambre en el corazón, las esperanzas defraudadas, la espera silenciosa, el callar, incluso en el bien, hayan sido necesarios para enseñarte a orar, para guiarte al secreto de una fe infantil y para prepararte para ser el padre de algún regalo inestimable para el mundo
A Ana le tocó conforme a su fe. Bienaventurada la que creyó, porque se cumplieron en ella las promesas que Dios había hecho a su alma secreta.
"El Señor se acordó de ella, y cuando se cumplió el tiempo, ella dio a luz un hijo, y lo llamó Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí al Señor."
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