viernes, 2 de mayo de 2025

ESCONDIENDO LA BIBLIA * TORREGROSA* 49-56

 CUARENTA

AÑOS DE LUCHA

MOISÉS TORREGROSA

SANTIAGO DE CHILE

DEDICO ESTE LIBRO A LOS INTRÉPIDOS CRISTIANOS QUE PUEBLAN LA PENÍNSULA IBÉRICA Y LOS PAÍSES HISPANO-AMERICANOS, COMO TESTIMONIO DE LA CONFIANZA QUE TENGO EN ELLOS, PARA TRASMITIR A NUESTRA RAZA, LA FUERZA DE SU CARÁCTER, LA SALUD DE SUS IDEAS Y LOS PRINCIPIOS SUBLIMES DEL EVANGELIO DE CRISTO.

 ¡LIBRO MÍO! TE LANZO A LA LUZ PÚBLICA PARA QUE HAGAS BIEN.

 DIOS TE BENDIGA A FIN DE QUE CUANTOS TE LEAN ENCUENTREN EN TUS PÁGINAS INSPIRACIÓN PARA SER MÁS ACTIVOS, MÁS CELOSOS, MÁS SANTOS Y MÁS PROPAGANDISTAS DE LA VERDAD.

 MOISÉS TORREGROSA. SANTIAGO DE CHILE, FEBRERO DE 1921.

1921

49-56

III Otro agente providencial Un domingo por la mañana, salía don José de su casa en dirección al Club. Encontróse en la calle con un amigo que él sabía era de ideas liberales. Hablaron de «religión» y, de improviso, el amigo le invitó a una reunión evangélica. 50 MOISÉS TORREGROSA Intentó alejarse de aquel joven que deseaba llevarlo a la ruina. Fueron momentos de lucha. Una fuerza superior obraba en él. Recordaba las palabras del pastor. Fué aquel instante el momento decisivo para cambiar por completo el curso de su vida.

El Espíritu de Dios obraba en él, siendo inconsciente en esta lucha. Aquel joven que le hablaba era el instrumento, en las manos de Dios, para su conversión. Pero él seguía obstinado.

—Eres un cobarde,—le decía,—el hombre es libre para examinarlo todo y sólo es de cobardes el estar encerrado en ciertas ideas, como el caracol lo está dentro de su caparazón. ¡Sé hombre!

 Y él, que nunca había deseado pasar por cobarde, decidió en el acto acompañarle. Se pusieron en marcha hacia el local de cultos de los protestantes, a la luz de aquel día esplendoroso y bajo las miradas escrutadoras de cuantos les veían

Al llegar a la puerta y oír cantar muchas voces juntas, un temblor nervioso se apoderó de él; miró a diestra y a siniestra para ver quién le observaba, y entró rápidamente en el corredor. Subieron la escalera y se quedaron tras la cortina, escuchando la predicación, pero sin entrar. Un joven, desde su asiento, los alcanzó a ver y. en el acto se les apersonó, instándoles a entrar.

¡Qué apuros para don José! ¡Qué confusión! Sentíase como un criminal sorprendido. Sus palabras eran excusas balbucientes, pero aquel joven (a quien don José nunca olvidaba),

insistiendo con cariño, hízoles entrar.

Llamó mucho la atención del señor Torregrosa, el .predicador, caballero alto, de barba negra, tipo judío, de ojos grandes, nariz aguileña: —¡y hablaba tan fuerte!

 El nuevo asistente recorría su vista por las paredes y no veía ningún cuadro, ninguna imagen.

 Los congregados, en su mayor parte, eran gente obrera. Un gran temor se apoderó de él, y se dijo: ¡«Ciertamente me encuentro en una sociedad de conjurados, esto es la boca del infierno mismo» ! Al salir de su estupor, oyó estas palabras del predicador

: «No temas, habla y no calles; porque yo estoy contigo y ninguno te podrá hacer mal». Esto fué lo único que recordó. No podía decir de qué habló el predicador esa noche. Al terminar, todos se pusieron de pie, con sus cabezas un poco inclinadas, y el orador improvisó una oración. cuyas palabras cautivaron su alma para siempre.

He aquí sus palabras

—: «Tú, oh Señor, que miras desde el cielo las miserias de este mundo, apiádate de nosotros. Tú eres nuestro Padre que nos amas, que conoces nuestros pensamientos, que ves tanta miseria como nos rodea» ; etc., etc.

 —¡Qué franqueza tiene esta gente con Dios!—dijo entre sí el señor Torregrosa —le hablan de «tú». Esto era precisamente lo que él necesitaba; un Dios que le conociese, que le amase; que supiese sus dolencias y estuviese pronto a ayudarle.

 Oh! inefable despertar! Desde aquella reunión, gloriosa para su alma, cayó prisionero * de amor* en los brazos de su Señor, para no apartarse de El jamás. Salió de allí turbado, compungido y sin saber por dónde caminaba. 54 MOISÉS TORREGROSA

Cosa extraña—jamás volvió a ver el señor Torregrosa, en parte alguna, al joven que le llevó a la reunión.

Ya no pudo estar tranquilo; día y noche recordaba lo que oyera en esa ocasión.

IV El investigador se satisface La segunda reunión a que asistió era de oración. Se celebraba en una pieza-habitación más estrecha. Observó esa noche muy grande fraternidad y unión entre las personas que allí había. En esa ocasión el Señor le confirmó más. Allí aprendió que podía dirigirse a Dios directamente. Al terminar la reunión, se acercó al pastor y le comunicó lo que antes CUARENTA AÑOS DE LUCHA 55 explicaba al cura y a lo que aún no había podido encontrar solución.

 Entonces el pastor le habló de la Palabra de Dios.

—Venga ese libro—fueron sus palabras.

 El pastor le invitó a ir a su casa y allí el señor Torregrosa le compró una Biblia, del tamaño más grande que tenía y que le costó un peso y ochenta centavos oro.

 Sería media noche cuando salió de allí, llevando su gran Biblia oculta debajo de la capa, como quien lleva un gran tesoro escondido.

Una cosa le turbaba

,—¿dónde iba a esconder, en su casa, ese libro para que no se lo viesen?

 Llegó a su domicilio; todo estaba oscuro; no quiso encender la lámpara hasta no tener escondida su Biblia.

Por fin la escondió en el fondo de una caja con ropa

. La Palabra de Dios entró en aquella casa ocultamente, pero detrás iba Satanás para empezar su obra, pues al día siguiente la esposa de don José descubrió el escondrijo.

—No.. . sí.. . no es mío.. . es prestado, fué su respuesta.

 Al irse a la oficina, llevaba el gran bulto debajo de su capa, y lo depositó en una pieza de archivos, donde no entraba nadie.

**por el cual sufro penalidades, hasta el encarcelamiento como un malhechor; pero la palabra de Dios no está presa. 2 tim.29 **

 Allí pasaba muchas horas con su Biblia. Así continuó durante tres meses, teniendo mucho cuidado de no ser sorprendido;

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