PERSECUCIONES Y BATALLAS
DE LOS
VALDENESES.
POR J. T. HEADLEY.
1853
35-39
Cada pueblo hizo sonar sus campanas de alarma. a su llegada, y bandas armadas de campesinos dispuestos a disputar su paso ; pero el orden firme y la presencia de los valdenses los aterrorizaron, y los obligó a suministrar provisiones y guías. De vez en cuando se producía una escaramuza en algún lugar, y algunos fueron asesinados; pero los atrevidos valdenses siguieron su camino durante mucho tiempo sin obstáculos serios, excepto lo que presentaban los Alpes. A través de sombrías gargantas, donde veinte valientes hombres podrían haber resistió cien, y sobre alturas cubiertas de nieve, siguieron adelante hasta llegar al fin, a la base del "Alto Luce
Esta montaña estaba cubierta de nieve, y envuelta en niebla; todavía en lo alto Los lados presionaron a los viajantes. Los guias (de forma traicionera ) trataron de desviarlos hacia el barrancos que lo cruzan, donde podrían deambular ( sin rumbo fijado) hasta que los saboyanos pudieran llegar y ( cayendo sobre ellos de forma sorpresiva) les cortaran el cuello. Pero Arnaud, detectando el juego sucio, ( de esta emboscada ) amenazó con colgarlos ( a los guías) si no realizaban su tarea de manera segura, y así los asustó de su (infame )traición. Caminaron largamente en fila india, sobre los escalones cortados en la roca firme a la cima. De allí, deslizándose, uno tras otro, sobre sus espaldas, guiadas sólo por la blanca nieve, Llegaron, ya entrada la noche, a unas casas de pastores, en la base, que destecharon para abastecerse de combustible.
En suave nieve, de un pie de profundidad, y arrojada por una alpina tormenta, comenzaron el ascenso al Col de Bonne Homme. A lo largo de este paso de 7500 pies de altura, los fuertes habían sido erigidos por los enemigo, y los valdenses esperaban a cada momento un conflicto sanguinario; pero sus oraciones habían sido escuchadas y contestadas (Por Dios) y el silencio y la soledad reinaban sobre la marcha ( en medio de la nieve) . Ahora colgando sobre un acantilado alpino a medianoche, ahora encendiendo en su campamento fuego en algún prado tranquilo, ahora tragados en un temible desfiladero, y ahora atravesando un valle tranquilo, lenta pero constantemente se acercaron su antiguo hogar.
Una lluvia fría y torrencial que duró hasta mañana, enfriaron sus cuerpos, y ellos se levantó aturdidos, pero todavía decididos, para comenzar la marcha del cuarto día
Por fin, Llegaron al pie del monte Cenis, donde, según se informó, esperaban tropas para recibirlos. Nada intimidados y, confiando en aquel Dios cuya protección ellos habían invocado, comenzaron el ascenso.
¡ No ¡ El lenguaje no puede describir los horrores de esto.
Paso a paso los exiliados perdieron el rumbo y tropezaron en espantosos desfiladeros. Varios de los hombres se perdieron y fueron hechos prisioneros, y la a oscuridad comenzó a cubrir el camino del exiliados.
Al pie de los Touliers, tocaron sus trompetas durante mucho tiempo para recordar ( o guiar ) a los fugitivos que se habían perdido, y luego siguieron adelante.
Sobre la cumbre vieron, a través de esa espesa niebla que coronaba la altura, una banda de doscientos hombres armados avanzaban al son de tambores.
Estos últimos, sin embargo, siguieron por otro camino, y los exiliados continuaron hasta que llegaron a tres millas del pueblo de Salbertrann. Este fue el octavo día de LOS VALDENOS. 39 su marcha y, cansados y hambrientos, preguntaron a un campesino si podían obtener provisiones en el pueblo
—Sigan —" él respondió, "—y te darán todo eso que deseas, y ahora están preparando una cálida cena para ti—
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