ESPEJO DE LOS MARTIRES
por Thieleman J. van Braght
Traducido del idioma holandés original de la edición de 1660
279-281
-80 ESPEJO DE LOS MÁRTIRES -
Así lo confirman los autores de la Introducción. al Espejo de los Mártires, página 50, col. 1, quienens dice Baronius, que entre otros cosas que sostenían que el bautismo infantil no es necesario a la salvación. Finalmente llegamos al testimonio de Juan Pablo. Perrin Lionnoys, quien, según la traducción de B. Lydius, también confirma lo anterior, aunque el traductor, Lydius, así como J. M. V., después de la manera de pedobautistas se ha esforzado por dar dicha creencia de los valdenses una apariencia diferente ; sin embargo, aparecerá suficientemente desde el asunto en sí, ¿quién ha sido más honesto, el autor o el traductor?. Por tanto, entraremos sobre nuestro trabajo y someterlo al juicio del lector.
En el tercer capítulo del primer libro de la Historia de los Valdenses, se relatan varias cosas de las que los papistas acusaron a los Valdenses, algunas de las cuales eran verdaderas y otras falsas. Entre ellas, se menciona su opinión contra el bautismo infantil, que se expresa en estas palabras: "La cuarta calumnia fue que rechazaron el bautismo infantil". Lib. 1, parte 1, Hist. Waldenses, cap. 3, página 6, col. 1, de St. Bernh., Horn. 66 sobre Cant.
B. Lydius (página 10) intenta refutar estas cosas, como si los Valdenses postergaran el bautismo de sus hijos, no como consecuencia de su creencia, sino por necesidad por falta de maestros; en lo que coincide con su colega, Abraham Mellinus, predicador de los calvinistas, en el Polder de San Antonio; El cual, observando que varios escritores testifican que los Valdenses dejaban a sus hijos sin bautizar, dice (Hist. Mart. 435, col. 3): "El que los hijos de los Valdenses llegaran a ser bastante mayores antes de poder recibir el bautismo, no era un asunto voluntario de su parte, sino que se debía a la falta de maestros; porque la cosecha entre ellos era grande, pero los obreros que podían administrar los sacramentos, especialmente el bautismo, que ellos tenían en gran estima, eran pocos. Por lo tanto, como sus ministros con frecuencia se dispersaban por todas partes, por la violencia de la persecución, o habían ido a otros países a predicar, a menudo se vieron obligados a posponer el bautismo de sus hijos, y así sucedió que sus hijos no pocas veces llegaban a ser casi mayores antes de poder obtener el bautismo". Hasta aquí, A. Mellinus. Pero, ¿quién no ve que esto es sólo una invención, sí, un artificio, por el cual no sólo Lidio, sino también Melino, ambos calvinistas acérrimos, buscan imponer a los Valdenses que omitieran el bautismo infantil no como una cuestión de fe, sino por necesidad. Pues, que no necesitaban omitirlo por necesidad, o por falta de maestros que administraran el bautismo, si, de otra manera, hubieran sostenido que el bautismo infantil era correcto, aparece de varios autores; porque tenían sus iglesias, que no podían estar sin maestros, no sólo en reinos, principados, condados y provincias, sino incluso en casi todas las ciudades, como mostraremos más completamente en el lugar apropiado. ¿Quién, entonces, puede creer que ellos por necesidad, por falta de maestros, dejaron a sus hijos sin bautizar, es más, los dejaron crecer hasta que llegaron a la mayoría de edad, sin bautismo? Es evidente, por tanto, que no dejaron a sus hijos sin bautizar por necesidad o por falta de maestros, sino por su creencia, al sostener que el bautismo sin fe no podía conducir a la salvación, como se manifiesta en las confesiones que profesaban ya en aquellos tiempos. Así, tanto B. Lydius como A. Mellinus han cometido un error no pequeño, al tratar de obligar a los Valdenses a bautizar a sus hijos, algo en lo que aparentemente nunca habían pensado de tal modo, y privarlos del bautismo por fe, que habían confesado tantas veces.
Pero, como la brújula, aunque su punto se dirija hacia el este, el oeste o el sur, finalmente regresa al norte; así también sucede con la verdad: aunque se la fuerce a salir de su lugar apropiado, eventualmente regresará a él. Este es el caso aquí; porque, dicho traductor, que primero quiso demostrar que los valdenses administraban el bautismo no sólo con fe, sino también sin fe, a los infantes, afirma en otro lugar que siempre se administraba con fe y arrepentimiento. Pues, ¿qué más indican las palabras, que recibían los sacramentos (es decir, no sólo la Cena, sino también el bautismo) con fe y arrepentimiento, y esto invariablemente? como se afirma en el primer libro de la tercera parte de la Historia de los valdenses, cap. 9, página 138, col. 1, art. 8. Si, pues, no sólo el segundo, sino también el primer sacramento, como se le llama, es decir, el bautismo, se recibe con fe y arrepentimiento, no se puede decir que se administró a los infantes, puesto que éstos no tienen ni conocimiento ni capacidad para creer, ni para manifestar arrepentimiento, y, por tanto, carecen de todo el fundamento sobre el cual se administraba el bautismo por los valdenses. En el tratado de los valdenses, en cuanto a cuáles son las obras del anticristo, se tratan varios reproches contra el papa de Roma y la iglesia romana; Entre otras cosas, se dice, después de haber tratado el segundo artículo: "La tercera obra del anticristo consiste en esto, que él atribuye la renovación del Espíritu Santo a la fe externa, muerta (es decir, al credo que los padrinos solían recitar en el bautismo, como de boca de los niños), y que bautiza a los niños en esa fe, pretendiendo que por ella se debe obtener el bautismo y la regeneración". Historia de los Valdenses, 3er libro, 3ra parte. Tratado contra el Anticristo, Art. 3, página 162, col. 1, página 163, col. 2. En otro lugar se cita, de Reinerius, esta acusación contra los Valdenses: "También censuran muchas cosas en los sacramentos (papal), y dicen que el bautismo de los infantes no les sirve de nada". B. Lydius, Tractaet van de Kerke, página 86, col. 1.
Habiendo, entonces, probado suficientemente que los verdaderos valdenses no sólo eran llamados anabaptistas, sino que también rechazaban el bautismo infantil, pasaremos a otros artículos de su doctrina, que tenían en común con los bautistas actuales.*
LA CREENCIA DE LOS ANTIGUOS VALDENESES RESPECTO AL CARGO DE LA AUTORIDAD SECULAR
Es completamente manifiesto que los verdaderos valdenses, en sus comienzos así como en su progreso, no aceptaron el poder y la autoridad secular, sino que los abandonaron, sí, huyeron de ellos. Esto se desprende, en primer lugar, de aquellos que fueron los originadores, o al menos, representantes nada desdeñables de su religión, a saber, Pedro Valdo y Juan de Lyon, ambos hombres influyentes y muy ricos, que abandonaron voluntariamente sus riquezas y enseñaron a sus seguidores a hacer lo mismo: a renunciar no sólo a la autoridad, sino también a los medios que proporcionaban la ocasión para ello, y a contentarse con las cosas que pudieran serles necesarias para una forma de vida modesta y sobria. Por esta razón se les llamó no sólo Valdenses, sino también Pobres de Lyon. Véase Bapt. Hist., página 599. H. Mont., página 85. A esto también pertenece el hecho de que, aunque su número era grande, se dejaron martirizar como ovejas para el matadero, después de su expulsión de Lyon, a la que no habían ofrecido la menor resistencia; de lo cual la historia antigua nos proporciona abundante evidencia, y que, si Dios nos concede tiempo, comentaremos con más detalle en el lugar adecuado.
En cuanto a lo que los Valdenses, mucho después de haber abandonado Lyon, creían y enseñaban con referencia a este punto, se expresa en uno de sus artículos como sigue: "Pero Él (Cristo) tampoco ejerció ninguna jurisdicción o autoridad temporal, en el estado de Su humillación". Abr. Mell., 2do libro, fol. 446, col. 2.
Con estas palabras los Valdenses indican que así como Cristo no ejerció ninguna autoridad temporal en el estado de Su humillación, así también Sus seguidores, aquí, no deben ejercer tal autoridad, sino que ellos mismos deben estar sujetos a las autoridades seculares, como muestra todo el artículo, tanto en las palabras anteriores como en las siguientes. En otro artículo dicen que son verdaderamente pobres en espíritu, y, por causa de la justicia y la fe, no ejercen autoridad, sino que sufren persecución. Bapt. Hist., página 617, en el cuarto error de su primer artículo, como lo llaman los romanistas.
LAS OPINIONES DE LOS ANTIGUOS VALDENESES CONTRA LA GUERRA
Su salida de Lyon, su peregrinación por países y ciudades extranjeras, su inocente y paciente sufrimiento, su firmeza hasta la muerte, y todo esto sin resistencia, represalias o legítima defensa, indicaron suficientemente la fe que tenían y el espíritu que los movía.
** * "Doopsgesinde", en alemán, "Taufsgejinde**
Pero para tratar este tema de manera apropiada, agregaremos aquí lo que ellos, en relación con este asunto, creían y lo que indicaron, ellos mismos o en nombre de otros. En un antiguo libro de pergamino, que se supone fue escrito hace trescientos años, por un cierto sacerdote llamado Reinerius, se alegan varios asuntos como acusaciones contra los valdenses, que él, en un cierto lugar, comprende en tres artículos, cada uno de los cuales luego divide en secciones. En la décima sección dice: "Que el Papa y todos los obispos son asesinos, a causa de la guerra que llevan a cabo". Bapt. Hist., página 617. B. Lydius, 3. Tract of the Faith of the Waldenses, página 85, col. 1, Art. 10. Éste lo presenta como un artículo de la fe de los Valdenses, llamándolo, sin embargo, un error o herejía; pero ¿cómo puede él, que no ha aprendido otra cosa, hablar de manera diferente?
Jean Paul Perrin Lionnoys, o ( en todo caso) su traductor, acusa también a los Valdenses de lo siguiente, que concuerda bien con lo precedente: "En séptimo lugar, (dice) que ellos (los Valdenses) sostenían, que el Papa comete pecado mortal, cuando envía a hacer la guerra contra los turcos; y que también cometen pecado mortal, quienes lo obedecen al hacer la guerra contra los herejes". Historia de los Valdenses, 1ª parte, 1er libro, cap. 3, página 6, col. 1. ¿Quién no ve que este artículo de los Valdenses se opone a la guerra y a todo lo que pueda llamarse guerra? Sí, de tal manera que no la admite en absoluto. Pues, si uno buscara una causa justa para hacer la guerra, ¿cómo podría encontrar una más justa que contra los turcos? Sin embargo, es injusta contra todos los hombres ; pero hablamos a modo de comparación. ¿Cómo podría uno encontrar mayor razón para hacer la guerra que contra aquellos a quienes considera herejes? Porque de éstos se solía decir que eran peores que asesinos, ya que los asesinos matan sólo el cuerpo, pero ellos, se decía, las almas. Sin embargo, los Valdenses reprendieron al Papa por tal acción, sí, declararon, que cometió pecado mortal con ello; así como a aquellos que se dejaron utilizar como instrumentos por el Papa para este propósito.
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