VAUDOIS *MONASTIER* 25-27

UNA HISTORIA

 DE

LA IGLESIA VAUDOIS

 DESDE SU ORIGEN,

Y DE

LOS VAUDOIS DEL PIAMONTE

HASTA LA ACTUALIDAD.

 POR ANTOINE MONASTIER,

ANTES PÁRROCO DEL CANTÓN DE VAUD,

 Y ORIGINARIO DE LOS VALLES VAUDOIS DEL PIAMONTE.

TRADUCIDO DEL FRANCÉS.

REVISADO DE LA EDICIÓN DE LONDRES,

 PUBLICADO POR LANE - SCOTT,

 200 Mulberry-street.

 IMPRESOR JOSEPH LONGKING,

1849.

25-27

Tampoco debemos dejar de notar la vigorosa oposición que se hizo en los dominios de Carlomagno a las decisiones del segundo concilio de Nicea, en el año 787, a favor del culto de las imágenes. Estas decisiones, y otras también sobre la señal de la cruz, fueron rechazadas por el concilio de Francfort, en el año 794, a pesar de las representaciones de los legados del papa. Los prelados del segundo concilio de Nicea, habiendo anatematizado a quienes se negaban a adorar imágenes, Carlomagno observó que, "al hacerlo, habían anatematizado y marcado como herejes a sus propios padres, y como habían sido consagrados por ellos, su consagración era nula, y por lo tanto ellos mismos no eran verdaderos sacerdotes". — Dupin, Nouvelle Biblioth., etc., t. v., p. 148. Uno de los hechos más llamativos para ilustrar la resistencia que opuso la Iglesia fiel a la introducción de aquellos errores de los que Roma era el centro, es el episcopado de Claudio de Turín. Es un faro que ilumina la noche de aquellos remotos tiempos y refleja a lo lejos su brillante y hermosa luz. Por su brillo distinguimos a lo lejos los valles de Vaudois, donde la llama sagrada del Evangelio, que Claudio había reavivado y mantenido, continuaba purificando el corazón, cuando las húmedas nieblas de la herejía romana la habían extinguido en campo abierto. -26 HISTORIA DE LOS VAUDOIS. -Claude,* al principio capellán de Louis le Débonnaire, mientras Carlomagno aún vivía, fue nominado por Luis para el obispado de Turín, alrededor del año 822, bajo el pontificado de Pascal L, quien murió el 13 de mayo de 824, y administró esa diócesis hasta 839, el momento de su muerte, según se cree. Predicador elocuente y profundamente versado en las Escrituras, ejerció un ministerio activo y exitoso durante diecisiete años; y, lo que constituye un rasgo más destacado en sus labores, desterró todas las imágenes de las basílicas [iglesias]. Siendo censurado por los partidarios de un culto desconocido para la Iglesia piadosa, escribió varios libros para refutar a sus oponentes extranjeros. Estos escritos se han perdido, con excepción de los fragmentos que ha conservado su oponente, Jonas d'Orléans. Aunque incompletos y tal vez mutilados, forman un espléndido testimonio de la doctrina que se predicó durante diecisiete años en los mismos países donde la encontramos, en un período posterior, profesada por los vaudois. Los pasajes que vamos a citar probarán que Jonas d'Orléans no hizo una concesión demasiado grande cuando admitió que Claudio tenía algún conocimiento de las Sagradas Escrituras.

La obra de Claudio de Turín que Jonas d'Orléans, así como Dungal, ha conservado para nosotros, se titula "Respuesta apologética de Claudio, obispo, al abad Teodemiro". "He recibido", dice, "por un mensajero del campo (portitorem), tu epístola, llena de palabrería y tonterías, en la que declaras que te has preocupado, porque se ha difundido un rumor para mi descrédito desde Italia a toda la Galia, e incluso hasta España, de que predico para formar una nueva secta, contraria a la regla de la fe católica, que es totalmente falsa; pero no es extraño que los miembros de Satanás hablen de mí de esta manera, ya que llamaron a nuestro Señor seductor y demoníaco. Porque yo, que permanezco en la identidad (de la Iglesia) y proclamo la verdad, no tengo por objetivo formar ninguna nueva secta; pero, en la medida de mis poderes, reprimo sectas, cismas, supersticiones y herejías; las he combatido, derribado y eliminado, y, con la ayuda de Dios, no dejaré de hacerlo al máximo.

Y puesto que, contrariamente a mis deseos, se me ha encomendado la carga de

** * Se puede encontrar algún relato de Claude en Maxima Biblioth., P. P., t. xvi, p. 139, * Era español y no escocés, como Claude Clemente, mencionado anteriormente, [p. 24.]- PASAJES DE LOS ESCRITOS DE CLAUDE. 27 -un obispado, y enviado por el piadoso Luis, un hijo de la santa Iglesia de Dios, y he llegado a Italia, he encontrado en Turín todas las basílicas llenas de execrables impurezas e imágenes, contrarias a los mandamientos de la verdad (del evangelio); y como yo solo he derribado todas estas cosas que otros adoran, es solo contra mí que están amargados. Por esto han abierto todos sus bocas para calumniarme; y si el Señor no hubiera estado de mi parte, probablemente me hubieran devorado vivo. La prohibición tan claramente expresada, No te harás imagen de nada que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, etc., se aplica no sólo a las imágenes de dioses extraños, sino también a las de seres celestiales, y a todo lo que la mente humana pueda inventar en honor del Creador.

( La eterna excusa católica para mantener imágenes)

"No pretendemos, dicen aquellos contra quienes defendemos a la Iglesia, que la imagen que adoramos tenga algo divino; pero la adoramos con el respeto debido a lo que representa.”

 A esto respondemos: si las imágenes de los santos son adoradas con un culto diabólico, mis adversarios no han abandonado los ídolos, sino que sólo han cambiado sus nombres. Si, pues, dibujáis o pintáis sobre las paredes las imágenes de Pedro, Pablo, Júpiter, Saturno o Mercurio, éstos no son dioses ni apóstoles, ni uno ni otro son hombres; el nombre ha sido cambiado; pero el error permanece y continúa siempre igual, puesto que tienen una imagen de Dios privada de vida y razón, en lugar de imágenes y animales, o, lo que es más cercano a la verdad, en lugar de madera y de piedra. " Debemos, pues, tener esto en cuenta cuidadosamente, que todos aquellos que rinden honores divinos, no sólo a imágenes visibles, sino a cualquier criatura, ya sea celestial o terrestre, espiritual o corpóreo, y que esperan de él la salvación que viene de Dios solamente, son de aquella clase a la que el apóstol describe como sirviendo a la criatura más que al Creador.