Domingo, 1 de noviembre de 2015
CONMOVEDORA HISTORIA DE UN PERRO FIEL HASTA LA MUERTE
EL MEJOR AMIGO DEL HOMBRE
1955
Por Dr.
G. P. C.
BRANDY, un perro de
raza chao, había sido criado cariñosamente por dos pacientes míos; granjeros ya
entrados en años..
Cuantas veces salía de casa cualquiera. de lós dos, allá iba
Brandy siguiéndole los pasos.
Si sus
amos trabajaban en la huerta, buscaba el perro un sitio sombreado, y -echándose
allí no los perdía de vista un solo instante. Cualquiera -hubiese dicho
que temía que se fueran sin él.
Había llegado
Brandy a-la edad madura cuando sus amos murieron de repente. Unos vecinos se lo
llevaron al pueblo y lo
encadenaron mientras se acostumbrába a sus nuevos amos: Pero Brandy no quiso
comer., ni beber. Viendo que á ese paso acabaría por morirse, lo
soltaron.
Pasados dos días fueron a la granja de los antiguós amos. Hallaron a Brandy echado en el umbral, como
si estuviese aguardando que ellos volvieran.
No
sabían qué partido tomar con el perro; al cabo resolvieron
llevárselo
otra vez al pueblo para tratar de
alimentarlo, pero. esta vez no lo encadenaron
. A la mañana siguiente notaron
que había consumido parte del alimento.
Esto animó a los bondadosos
vecinos a ir de nuevo a la granja al cabo de dos días, para volver con el perro
y darle de comer como anteriormente.
Más adelante, advirtieron que,
si le dejaban la comida en el sitio acostumbrado, Brandy acudía todas las noches al pueblo, comía y regresaba luego
prontamente a montar guardia en la granja.
Con
frecuencia me pregunté en qué pensaría el perro al proceder así. Creo saberlo.
Pensaría que, en ausencia de los amos,
le tocaba a él guardar la casa y esperar allí su regreso.
Al
cabo de un año vendieron la granja. La ocuparon los nuevos dueños. ¿Abandonó
entonces Brandy su larga y fiel vigilancia? No.
Lo único que hizo fue montar
guardia, no en la puerta, sino en una
loma a espaldas de la granja.
Muchas veces, en los años siguientes,
lo vi en sus viajes de ida y vuelta. Trotaba sin detenerse ni reparar en nada, como dominado por un único
pensamiento: «Debo estar allá cuando ellos vuelvan.»
Al
fin llegó una noche en que Brandy no fue por la comida.
Los
vecinos
que tan cariñosos habían sido con él por tantos años, se dijeron que con
seguridad le habría pasado algo.
Una mañana de primavera, cuando la nieve
empezaba a derretirse, vi en la loma
donde Brandy montaba guardia un mechón de pelo rojizo.
Me detuve y escarbé en
la nieve.
—Dr. G. P. C.
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