EL MINISTERIO DE LA NATURALEZA
POR HUGH MACMILLAN
, D.D., LL.D., F.R.S.E.;
AUTOR DE Enseñanzas Bíblicas sobre la Naturaleza", "La Vid Verdadera" y "Vacaciones en las Tierras Altas".
MACMILLAN AND CO.
LONDRES
1885.
EL MINISTERIO DE LA NATURALEZA * HUGH MACMILLAN*i-vi
INTRODUCCIÓN
En el Salmo Diecinueve se dice: «Los cielos declaran la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara conocimiento. No hay habla ni lenguaje donde no se oye su voz». Gran parte de la belleza y la fuerza de estas palabras se pierde por la interpolación de la palabra "donde" —impresa en italica— para indicar que no está en el original.
Al omitirla y atenerse a la traducción literal de la versión hebrea, se altera todo el significado del pasaje, y en lugar de una obviedad común —o una mera tautología— tenemos la poesía más significativa. «No hay ni habla ni lenguaje; Su voz no se oye."
El universo de las cosas visibles no tiene facultad de hablar, ni lenguaje articulado; y sin embargo, tiene el poder de declarar la gloria de Dios y transmitir instrucción a todas las épocas y países.
Es un testigo silencioso que apela a la mente humana de una manera no menos poderosa, pero, al ser comprendido, incluso más poderosa, que el lenguaje escrito o hablado, es decir, mediante signos objetivos y representaciones pictóricas.
Siglo tras siglo, las páginas iluminadas por el sol y las estrellas de este antiguo testamento, esta Biblia de imágenes, han estado revelando su secreto a voces e impartiendo sus solemnes lecciones a la humanidad. Toda la naturaleza es un lenguaje que apela a los sentidos, el "Dios que habla" por mediode la creación.
Entendemos las palabras silenciosas, porque Aquel que formó los mundos creó nuestras mentes a imagen de la suya. Aunque su voz no se oye, la naturaleza es, sin embargo, la intérprete universal: la criatura más antigua que primero escuchó y aprendió la palabra de Dios, y por lo tanto interpreta entre Dios y el hombre, y entre el hombre y el hombre. Todo lenguaje humano es un reflejo de la naturaleza; sus palabras articuladas, tanto las más prosaicas como las más metafóricas, se tomaron originalmente de imágenes y sonidos naturales.
No podemos pronunciar una sola frase sin recurrir a la naturaleza objetiva; no podemos conversar entre nosotros hasta que la naturaleza intervenga para darnos el alfabeto de la conversación e interpretar nuestros pensamientos y sentimientos mutuos.
No podemos derramar nuestras almas ante Dios en oración a menos que la naturaleza nos diga, por así decirlo: "Tomen //hagan fabriquen,inventen,formen,// palabras y vuélvanse /7 reconozcan, alaben/7 al Señor".
La naturaleza es la intérprete de la Biblia, no solo porque explica lo específicamente metafórico en ella, sino porque explica todo su lenguaje; es el molde en el que se moldean // vierten, se funde// sus pensamientos, la base sobre la que permanecen sus revelaciones más sublimes; no solo su bordado, sino la urdimbre misma de su sustancia.
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