LOS CONSTRUCTORES DE LA TORRE DE BABEL
DOMINICK M´CAUSLAND
Londres
1874
LOS CONSTRUCTORES DE LA TORRE DE BABEL*M´CAUSLAND*163-169
CAPÍTULO IV.
JAPHET.
Dios engrandecerá a Jafet, y morará en las tiendas de Sem —Génesis 9.
La existencia política del otrora poderoso e influyente hamita ha cesado, y la misión religiosa del semita ha quedado suspendida durante más de mil ochocientos años; y durante ese intervalo, el jafetita ha sido el único vehículo para la expansión de la religión revelada y la civilización ilustrada por todo el mundo.
Este pueblo siempre ha poseído cualidades morales e intelectuales que no se encontraban en ninguna de las otras dos razas. La ciencia, las artes, la literatura y el comercio han tenido en sus manos una influencia revitalizadora que ha generado bendiciones temporales duraderas para la humanidad.
Su expansión requirió conquista; pero el objetivo de la conquista jafetita no fue la destrucción, como las conquistas tártaras, ni el aislamiento, como los chinos, sino la reconstrucción y la instauración de un mejor estado de humanidad, ya sea mejorando la condición moral y física de los conquistados posteriormente, en la costa de África y en Australia; y en nuestros días... Se han dado los primeros pasos entre las razas superiores de China, Japón y en todo el Archipiélago Oriental, cuyo resultado, aunque puede prolongarse, no deja lugar a dudas.
El registro bíblico presenta a los hijos de Jafet como numérica y políticamente inferiores a las otras dos tribus cuando fueron separadas en Sinar; y fueron los últimos en aparecer en el campo de la historia mundial. Pero se ordenó que se expandieran; y han superado con creces a sus hermanos en extensión de población, por su superioridad en el vigor moral, físico e intelectual que constituye y asegura todo lo valioso en el progreso de la humanidad. El registro bíblico de los jafetitas es escaso. Poco se encuentra allí que los relacione directamente con ellos, más allá del bosquejo de sus migraciones que se da en el décimo capítulo del Génesis, por el cual parece que sus primeros asentamientos se encontraban al norte y al oeste de Sinar. Gomer y Magog, Javán, Tubal y Mesec, Asquenaz y Togarma, Eliseo, Tarsis, Quitim y Dodanim, y las islas de los gentiles, señalan aquellas partes de la tierra ahora conocidas como Asia Menor, Grecia y partes de Rusia.
Por lo tanto, antes de sus migraciones, las viviendas de sus antepasados debieron estar en o cerca de las tierras altas de Armenia, fuera del territorio de los camitas y semitas, al norte de Sinar; y la historia, la tradición y la evidencia etnológica y filológica indican para establecer que de esta región procedió toda la civilización europea, persa e india.
La ciencia del lenguaje, como hemos visto, nos permite rastrear a los antepasados de los habitantes de esos países hasta su cuna en Asia, con tanta certeza como la de varios ríos divergentes que pueden rastrearse hasta una fuente común: la India. LOS CONSTRUCTORES DE BABEL. 166 Si el relato bíblico de Sinar es cierto, los hijos de Jafet estaban, hace unos cuatro mil años, concentrados en una pequeña comunidad, viviendo juntos en Oriente, no lejos de Mesopotamia, cuyo destino era expandirse y colonizar el mundo que los rodeaba.
Las frías y lúgubres tierras baldías del Asia central tenían poco atractivo para ellos; y al sur, desde el Éufrates hasta el Mediterráneo, y a lo largo de sus costas meridionales hasta las columnas de Hércules, los hijos de Cam y Sem ocupaban y competían entre sí por la posesión de esos territorios, que desde entonces han sido una barrera entre los jafetitas y el continente africano.
Por lo tanto, los distritos que invitaban a los instintos emprendedores y colonizadores de los jafetitas eran Europa, al norte y al oeste, y Persia e Indostán, al este; y en esos países se encuentran; y su identificación como hijos de Jafet es tan segura como la identificación de un colono británico o alemán en las regiones remotas de América, o de un comerciante portugués u holandés en las costas de África, como de ascendencia europea, en la actualidad. Estructura anatómica, leyendas mitológicas y tradiciónLas lenguas, y sobre todo sus lenguas, declaran que el persa, el hindú y el europeo pertenecen a la misma raza, comúnmente conocida como caucásica, y son descendientes declarados de un solo par de ancestros//es decir Japhet y su esposa//.
Las lenguas antiguas de Persia e India, el zend y el sánscrito, son, como hemos visto, lenguas hermanas del griego, el latín, el eslavo, el teutónico y el celta, que comprenden todas las lenguas europeas. Todas ellas son, como hemos visto, descendientes de una lengua madre, formada y hablada por una sola familia, cuya morada debió estar situada entre India y Europa. Hasta ahora, este registro se confirma con todo lo que la ciencia etnológica y filológica ha descubierto.
Al oeste de las tierras altas de Armenia se encuentra el Mar Euxino o Mar Negro, mencionado en las Escrituras como «Asquenaz». Esto, naturalmente, interrumpió y cortó la marea de emigración en esa dirección, dividiendo a los emigrantes en dos grupos. Una ola pasó por la costa sur del Mar Negro, atravesando Asia Menor, y azotó primero las costas de Grecia y luego las de Italia. •
Estos fueron los padres de la civilización griega y romana. Otra fluyó hacia el norte a través del Cáucaso y bordeó las costas septentrionales del Mar Negro hacia Europa central y occidental. Estos fueron los pioneros de la civilización celta //irlandeses, escoceses, británicos…// y teutónica.//germanos, daneses, noruegos,suecos…//
Mientras tanto, una tercera ola se extendió hacia el este, al sur del Mar Caspio, a través de Persia, y continuó por las montañas de Afganistán hasta el Indo y el Indostán, y llevó la civilización a esos países. Y primero, sigamos la historia de estos hijos orientales de Jafet. En el Indostán se encuentran, hasta el día de hoy, los brahmanes, un antiguo cuerpo u orden de sacerdotes que han sido, durante casi tres mil años, los únicos guardianes y ministros de la religión hindú.
A su custodia se confió la literatura sagrada de los hindúes, escrita en el famoso sánscrito, que dejó de ser una lengua viva o hablada ya en el año 400 a. C. Esta antigua literatura comprendía cuatro Vedas y otros libros que los comentaban o explicaban, como los Brahmanes, los Sutras, etc., y los brahmanes los guardaban con tanto celo que nadie más que ellos tuvo acceso a ellos hasta finales del siglo pasado, cuando por primera vez, gracias a la influencia y la energía de los agentes de la Compañía de las Indias Orientales, salieron a la luz y fueron sometidos a la mirada inquisitiva de los filólogos europeos
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