EL ZOOLÓGICO BIBLICO
ALGUNAS AVES, BESTIAS E INSECTOS DE LA BIBLIA
POR ALBERT GLENTHORNE MACKINNON, M.A.
EL ZOOLÓGICO BIBLICO* GLENTHORNE MACKINNON*15-16
4. El cuervo reprendedor es la cuarta ave que nos habla desde las Escrituras. Cristo hizo que esa ave nos predicara un sermón de contentamiento y fe.
Los hombres tienden a pensar que los cuervos solo croan; bien, graznarían con algún propósito si tan solo escucháramos lo que nos dicen.
¿Has visto alguna vez un cuervo? Hay algo muy tranquilo, digno y satisfecho en él. Creo que Cristo debió notarlo cuando, señalando a este tipo de ave, dijo: «Considerad a los cuervos: que no tienen sembradora ni siega; que no tienen despensa ni granero; y sin embargo, Dios los alimenta. ¿Cuánto más valen ustedes que las aves?» «Confía en Dios, y él te vestirá y te alimentará». Estas son las palabras que Cristo puso en la boca del cuervo, y deberían hacer sonrojar de vergüenza a muchos sabios.
“Porque
el cuervo común es un genio con
plumas y un pájaro de cuenta que nunca acaba de dar sorpresas…. de no hallar nada que llevarse, gritaba « ¡Vete al diablo!»… el pajarraco dio en gritar picarescamente
apenas le echaba la vista encima a una buena moza: « ¡Ayayay!... ¡Peligro
grave!»… han llegado a saber un centenar de palabras sueltas y hasta unas
cincuenta frases. …«¡Arre!»
«¡So!» y otras semejantes aprendidas de labriegos y arrieros… ladeó la cabeza y empezó a gritar: «Ja, ja, ja!»
Quienes
siempre se preocupan por el futuro o están descontentos deberían tener un cuervo en casa para que les repita este sermón.
Ahora bien, si alguna vez te sientes tentado a enojarte porque no te dejan hacer lo que deseas, o a llorar porque tu padre te ha negado un vestido o un juguete nuevo, recuerda las palabras de Cristo: «Considera al cuervo»; y al observar a esa ave anticuada, estoy seguro de que verás una mirada de reproche en sus ojos y estarás más dispuesto a aceptar con gratitud los dones diarios de Dios.
19-6-20
Aquí tienen
ustedes al cuervo...
(Condensado de
«Nature Magazine»)
Por Alan Devoe
AVE DE
TRETAS... DE PLUMAS PRIETAS
SELECCIONES DEL READER'S DIGEST Mayo de 1948
HENRY WARD BEECHER* *Teólogo y predicador estadounidense famoso por sus conferencias y sermones, que le valieron ser tenido por el orador más elocuente de su época en la América de habla inglesa. Fue tino de los jefes del movimiento que abogaba por ¡a abolición, de la esclavitud en los Estados Unidos.dijo en cierta ocasión que si los hombres echasen alas y plumas muy pocos tendrían suficiente viveza para igualarse con el cuervo. Pudo añadir que muy pocos lo igualarían en lo ocurrente, lo travieso y lo imprevisible. Porque el cuervo común es un genio con plumas y un pájaro de cuenta que nunca acaba de dar sorpresas.
Del que una señora tenía domesticado en su casa cuentan que era tan escrupuloso que lavaba las lombrices antes de echárselas al gaznate. Otro cuervo, ratero habilísimo, no solamente le limpiaba los bolsillos al más precavido, sino que, de no hallar nada que llevarse, gritaba « ¡Vete al diablo!» y salía volando muy colérico. El dueño de un alambique clandestino adiestró a un cuervo para que montase guardia y le diera aviso cuando se aproximaran los guardas. Extralimitándose en sus funciones, el pajarraco dio en gritar picarescamente apenas le echaba la vista encima a una buena moza: « ¡Ayayay!... ¡Peligro grave!»
Desde luego, no todo cuervo aprende a hablar; pero algunos, domesticados desde muy jóvenes, han llegado a saber un centenar de palabras sueltas y hasta unas cincuenta frases. Aun de los cuervos que viven libres en los campos se dice que haya habido quienes les oigan interjecciones como «¡Arre!» «¡So!» y otras semejantes aprendidas de labriegos y arrierosComo el cuervo es animal sociable, con frecuencia anidan varias parejas—tal vez 50 ó 60—en una corta extensión de terreno. Los habitantes de esas colonias satisfacen su astucia y travesura hurtándose unos a otros los materiales con que fabrican sus nidos. Aprovechando los ratos en que el vecino sale en busca de comida, alguno le sustrae del nido, para esconderlas en el propio, las mejores hebras de liquen y las raicillas más escogidas. El así despojado aprovecha por su parte la ausencia del ladrón para recobrar cuanto éste le quitó, y alzar, además, con una docena de lo mejorcito que haya en el nido ajeno.
Estas mutuas raterías son probablenente un juego
más que otra cosa; pues,
en realidad, los cuervos se llevan muy bien unos con otros. He sido testigo en repetidas ocasiones del
modo como se conduelen del compañero lastimado o herido, al cual
procuran alimentar Para que luego se restablezca. El ornitólogo Edward Forbush refiere el caso
siguiente. Un cuervo incapacitado de volar cayó en mitad de un río. A los lastimeros y penetrantes
graznidos con que pedía auxilio acudieron varios cuervos que se turnaron para sostenerlo a flote e irlo
llevando poco a poco hasta la orilla.
Individualistas y un tanto rebeldes a todo yugo, estos pájaros suelen ser
víctimas-durante el celo de
las complicaciones del eterno triángulo amoroso. Raro es, sin embargo,
que resulten de ello peleas. Los tres interesados acaban por arreglárselas para
vivir en paz y concordia. No
hay nada de extraño en que dos machos alimenten la misma nidada; y me ha tocado
ver dos hembras que empollaban en compañía y compartían las atenciones de un
solo cuervo.
Los polluelos permanecen en el nido alrededor de tres semanas, durante las
cuales engullen diariamente una cantidad de alimento igual a su propio peso.
Trascurrido ese tiempo empiezan a ejercitarse en mover las alas y en ensayar
los diversos movimientos del vuelo bajo la mirada vigilante de los cuervos
machuchos, que los
instruyen en las leyes de la comunidad corvina. Los corvatos se
aprovechan del período de aprendizaje para sacar la tripa de mal año, comiendo
de gorra todo lo más que pueden. Aunque perfectamente capaces de procurarse el
alimento por sí mismos, acosan a los padres pidiéndoles a chillidos que les den
de comer, y a veces se fingen
enfermos a fin de lograrlo.
El cuervo se alimenta principalmente de verduras, frutas, y nueces. Pero
llegado el caso come cualquier otra cosal avispas, ratones, sapos, carroña,
todo, en fin, lo que halla al alcance de su pico. Como ejemplo curioso merece
citarse el del cuervo perteneciente a un naturalista. Este voraz pajarraco devoró en cierta ocasión un
bote de pintura... y sobrevivió a tan peregrino festín.
Las estratagemas que emplean los cuervos para proporcionarse algunos de sus
bocados favoritos no tienen cuenta. Como cazar ratones es bastante cansado, hallan más cómodo subirse en el
lomo de un cerdo que ande hozando por el campo. Cuando el cerdo
desencueva un ratón, maese cuervo lo atrapa y echa a volar lanzando alegres
graznidos. Si ve un zorro que va con su presa, grazna y grazna para que acudan
cuantos cuervos se hallan e las cercanías, los cuales revolotean hostigando al
zorro, que al cabo opta por soltar lo que lleva en la boca y salir
huyendo. »
Todos los cuervos poseen, en grado mayor o menor, el don de imitar la voz
de otros animales. Los que más sobresale en esto remedan a maravilla el cacareo de la
gallina, el canto del gallo, el gañido del perro. Vi un cuervo que astutamente oculto
en un corral cloqueaba y cacareaba sin descanso tratando de alejar a una
clueca del nido. Al convencerse de que no lo conseguiría, salió de su escondite
y empezó a pasar y repasar, con
desesperante insistencia, frente a la gallina, que al fin acabó por
embestirle. Mientras él esquivaba ágilmente los picotazos, otros dos cuervos que había al
acecho cayeron sobre el nido y se llevaron un pollito cada uno.
El buho grande, llamado también gran duque, visita en una que otra de sus
nocturnas correrías los nidos de los cuervo, y mata al que sorprende dormido. En justa correspondencia,
cuando los cuervos tropiezan durante el día con un gran duque le caen *encima
todos a una acompañando el ataque con insultantes graznidos. En igual forma se
lanzan sobre gavilanes, mapaches, mofetas, gatos monteses o cualquiera otros
animales capaces de causar daño a sus nidadas.
Pájaros tan precavidos y marrulleros como éstos pueden reírse hasta del mismo
rey de la creación. Mientras come la bandada, varios de ellos apostados en lo
más alto de un árbol pueden ver a diez cuadras de distancia si el hombre que se
acerca trae en la mano un bastón, una caña de pescar o la temible escopeta. En
este último caso, a la señal
de alarma, la bandada levanta el vuelo en el más completo silencio y huye a
una velocidad de 72 kilómetros por hora. El cuervo parece poseer un lenguaje compuesto hasta de 25
sonidos o conjunto de sonidos que le sirve para comunicarse con sus
semejantes. Dotado de finísimo oído, percibe el ruidillo más leve, como
el crujir de una rama, con mayor prontitud que ningún otro animal, salvo el
venado.
Poco expuesto a morir por falta de alimento o víctima de enemigos, vive por
término medio unos 25 años, de los cuales emplea la casi totalidad en retozos y
bromas. Una de sus diversiones predilectas es el picaresco juego de
«Despiertadormidos.» En los mediodías calurosos, échase a volar a ras de tierra
por los campos, y aquí se abate sobre un conejo adormilado para darle un
picotazo en la cabeza, y allá se posa sigilosamente en el lomo de una vaca que
está sesteando, a la cual asusta con súbitos y ensordecedores graznidos.
Otro juego es el escondite. Un cuervo joven, oculto en el hueco de un tronco,
grazna pidiendo auxilio. Acude la bandada, busca inútilmente, se aleja. Grazna
de nuevo el que dio la alarma, y de nuevo torna la bandada a buscar, sin ningún
resultado. Ocasiones hay en que esto se repite hasta doce veces. A la última,
sale el que estaba escondido y grazna como burlándose de los demás, que en vez de enojarse, graznan
también ruidosamente celebrando la broma.
Los cuervos son aficionadísimos a reunir conchitas y guijas blancas, ya para
regodearse en ellas como avaro en sus monedas, ya para emplearlas en una
especie de juego de pelota. El que da comienzo a la partida se desprende de la
rama donde estaba posado llevando en el pico la guija o la conchita. Los otros
cuervos lo acosan tratando de obligarlo a que la suelte. Cuando lo consiguen,
uno de ellos la atrapa en el aire y huye perseguido por los demás, que lo
acosarán como al anterior a fin de que deje caer lo que lleva en el pico y
continúe así el retozo.
La más extraordinaria de las costumbres de estos pájaros es el «juicio» que le siguen al cuervo que falta a las leyes de la bandada. En tanto que el culpado permanece a cierta distancia, los demás deliberan reunidos, a veces durante horas enteras. De súbito cesa la discusión; y tras unos instantes de silencio, la bandada alza el vuelo, bien para alejarse de allí, bien para caer en masa sobre el delincuente, al que sacan los ojos a picotazos y golpean hasta que muere.
En el otoño, las pequeñas bandadas de los meses de
verano van agrupándose en otras mayores que emigran a los lugares donde pasarán
el invierno. Un naturalista del Instituto de Johns Hopkins calcula en 230.000
los cuervos que invernara anualmente cerca de Baltimore; según otro
naturalista, no bajan de too.000 los que acuden todos los años a las
inmediaciones de la ciudad de Perú, en el estado de Indiana. Los relatos de los primeros
colonizadores demuestran que la antigüedad de algunos de esos cuarteles de
invierno de los cuervos se remonta a la época del descubrimiento de América.
Muchos son los casos curiosos que se cuentan de los cuervos domesticados. El naturalista William Crowder
tenía uno que contrajo la
mala costumbre de jugar con los fósforos de la cocina. No queriendo ver la casa
incendiada el día menos pensado, Crowder reemplazó
la caja de fósforos corrientes por otra de fósforos de seguridad. Un día, al
entrar en la cocina, halló al
cuervo muy atareado en tirar uno por uno esos fósforos. Al ver a su amo, el pájaro, sin
interrumpir la faena, ladeó la cabeza y empezó a gritar: «Ja, ja, ja!»…. ladeó la cabeza y empezó a
gritar: «Ja, ja, ja!»
Estas hazañas del cuervo no pueden, naturalmente, atribuirse a nada que se
asemeje a la inteligencia del hombre; son cosa de astucia
instintiva y travesura innata, pero constituyen para quien las observa una fuente de diversión y sorpresa.
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