LAS GUERRAS DE JEHOVÁ,
EL CIELO, LA TIERRA Y EL INFIERNO
THOMAS HAWKINS, ESQ
EN NUEVE LIBROS. CON ONCE GRABADOS DE EXCELENTE ACABADO, POR JOHN MARTIN, ESQ., K.L.
LONDRES
1844
LAS GUERRAS DE JEHOVÁ*HAWKINS*1-2
A SU GRACIOSA MAJESTAD,
VICTORIA,
Por la gracia de Dios, reina de Gran Bretaña e Irlanda, defensora de la fe, etc.; si así lo desea Su Majestad, al aventurarnos en la obra que aquí se presenta humildemente a sus pies, nos sentimos muy alentados por la gentil aceptación de un volumen anterior por parte de Su Majestad, e inspirados por la esperanza de que este pudiera servir como marco para el reinado de Su Majestad hasta la posteridad.
El predecesor de Su Majestad tuvo a Spencer y a Shakespeare, y nosotros no somos de los que, imaginando la época de celebraciones de príncipes pasados, desperdician su talento en una novela o romance al estilo de Hércules cuando se puso a hilar: de no ser por esto, algún bardo más dotado, algún Anfión con números extraordinarios, hubiera disuadido a nuestra leal, aunque presuntuosa, línea. y esperamos que este ejemplo —recordando a un genio tan noble a su vocación legítima— asegure mejor a la memoria de Su Majestad todo lo que con gran afecto encontramos.
Que Su Majestad gobierne por mucho tiempo a un pueblo amoroso; no menos renombrado por todas las artes y bendiciones de la paz, que si la Musa sonara a la conquista del mundo.
Advertencia
. Se ruega al lector cortés que tome nota, en primer lugar, de que el tiempo se trata a lo largo de toda la historia de estas guerras tal como las Sagradas Escrituras declaran que existe en la comprensión de Jehová, es decir, mil años nuestros por día.
Esta estimación del tiempo eleva la acción y a los actores muy por encima del estándar más elevado existente, pone todos los acontecimientos más asombrosos del universo al alcance del hombre y lo eleva o lo reduce a su propia escala en la presencia del Dios Eterno. En segundo lugar, que la palabra Tierra no tiene relación alguna con el globo terráqueo en el que vivimos, sino que se refiere a la materia agregada de nuestro sistema solar en un estado de máxima expansión y ocupando más espacio que todos los soles que indica la astronomía. No necesitamos analizar la palabra, que expresa con mayor propiedad algo que no es el cielo, y es sobre este algo —para el cual no se puede dar otro nombre— que nos hemos visto obligados a llamar la Segunda Guerra de Jehová en la Tierra. Londres, 18 de junio de 1844.
LIBRO I.
El solemne canto comenzó a reverenciar De guerras dolorosas que aún ningún bardo adivina ¡Intentando, Musa sagrada! Sintoniza, Ante el Trono Trinal aceptado encontrado Y ¡oh!, inspirado por Dios Todopoderoso Que estruendoso sacudió el universo antes de que la tierra Girase el colgante, o la existencia infernal hubiera existido. Cuando el Orgulloso Príncipe de los Arcángeles se elevó Ambicioso de la eterna Corona del Cielo, Con miríadas de ángeles intrépidos como él Armados con armas mortales, no impotentes Su amenaza, como entonces apareció, tanto tiempo que el gran Dios los retrasó para exterminarlos, o expulsarlos Azotados por la explosión de su reino inconmensurable LAS GUERRAS DE JEHOVÁ Donde ahora sufren. Ahogados en tus melodías, sean los profundos suspiros que desde el Golfo Estigio vienen perpetuos, como las olas que resurges que algún solitario marinero náufrago en su roca se inclina con el cabello erizado.
Pero primero el vacío del recuerdo vacío, en el que despertó vida rápida con efervescencia indescriptible, recorrió mi cuerpo, los brazos ideales extendidos hacia los espacios apáticos sus propias partes un momento considerado e insondable, ¡alma salvaje e ignorante! la tuya. ¡Espíritu inmortal! tal fue tu constitucionalidad, tal tiempo te elevaste al misterio del cambio agudo e intensamente mareado desde el mar de la nada dispuesto a actuar instantáneamente 30 omnipotencia: recupera tu poder acostumbrado, ¡evoca el pasado! y sin varita mágica crecida en suelo noruego ni laponia, ni de la delgada griega de una necrópolis robada, sino con Mnemosyne (mi lámpara de medianoche atendiendo), ¡tuyo: Titán! Tus tablillas del Olvido salvadas producen figuras trazadas Como las antiguas tumbas del anticuario Hallazgos pelásgicos, o en la espesa selva EN EL CIELO. 5 El Indostán esculpido en grandes piedras de templo. 40 ¡Tú también, Urania coronada de estrellas! Si no fuera por ti Estos registros en la lengua divina vanamente Son meditados; muchas páginas posteriores demasiado bien ¡Ay! son conocidas, pero están registradas en esta Históricas son los hechos como medio borrados Por las edades oficiosas —aún su fama Zumba en los oídos a menudo cuando se lame en el sueño Egeria a mi vista mental revela:
Pero ¡oh! ¿Qué lengua podrá decir su primer pensamiento? Comprensiblemente, el Creador allí, único testigo de mi apasionado ascenso, entre los poderes trascendentes; ¡misterioso! Tú, solo tal tarea puedes realizar dignamente, en un susurro que vibra en el cerebro del soñador, tan bajo como si temieras a las malvadas Larvas, de todos los osarios que velaban por tu persona.
¡Gran Emperatriz! A quien estos blasonados Libros, de Guerras, llegarán si mi aventurero vuelo, de retrospección a climas elíseos, prospera, nuestro lugar de nacimiento, regresa pronto a la tierra, de allí al infierno demolido, obligada en curso, ¡así, Diva! aprende de mi estado una vez vaporizado Formado inconsistente, y como el arpa más áspera 6 LAS GUERRAS DE JEHOVÁ eólico, sujeto al ardor del Destino Profundamente reverenciado, las sinfonías asisten.
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