martes, 19 de agosto de 2025

(*Selecciones, ENERO 1941 )

  La persona más inolvidable que he conocido.

*Fragmento* 

ENEMIGO DE LO BUENO, AMANTE DE LA PERFECCIÒN

Por Walter Pitkin

Enero 1941

Selecciones Readers digest`s Tomo 1 No. 2

Hacer una cosa a la perfección no era motivo para tontas alabanzas!

Leíamos la última línea de la llíada ( en griego) un día de junio, caluroso y húmedo. Sherrard cerró el libro, miró por la ventana, pasó a la puerta y desapareció. Jamás lo volví a ver.

Pero ahora, medio siglo después, todavía mido a la gente    maes­tros, alumnos y otros — de acuerdo con su regla: "Lo que merece ser hecho, merece ser hecho bien y, al merecer ser bien hecho, merece que uno lo haga perfectamente tam­bién."

Resolví dedicarme a escribir, como me había dedicado a estudiar el griego. Pronto era capaz de desa­rrollar en pocos minutos temas dia­rios para los cuales se nos daban varias horas.

Luego me puse a escri­birles las composiciones a los atra­sados, para matar el tiempo.

 En­sayé el método de la perfección para aprender el hebreo, el árabe y la sociología. Después de dos años de Sherrard, me era intolerable una clase común y corriente.

He hallado dos clases de hombres que no se satisfacen con nada menos que la perfección los sabios ver­daderamente grandes que luchan por la exactitud hasta la quinta cifra decimal, y los oficiales del Estado Mayor alemán.

Cuando era estudiante en Alemania conocí a varios generales y a muchos oficiales jóvenes. Pensaban y vivían como Sherrard.

 Para consigo mismos eran tan crueles como lo eran para con sus subalternos. O se sabía una cosa, o no se la sabía. O podía hacerse o no se podía. Si usted no sabe, o si no puede, entonces, ¡afuera!

Cuando los nazis invadieron a Francia, me acordé de Sherrard.

Todos deberían  de caer, por lo menos tina vez en la vida, bajo el hechizo de un perfeccionista fanático. Sólo así puede llegar el hombre corriente a comprender sus propias y sorpren­dentes posibilidades. Observar a un hombre dedicado por completo a alcanzar el ideal más alto posible, es más que una educación. Es como una conversión religiosa. Ver en acción a un hombre que es el im­placable Enemigo de los Buenos porque sólo ama a los Mejores, es ver el mundo entero bajo una luz sorprendente y nueva.

Hay algo que se enciende en nosotros cuando lle­gamos a entender que es posible de­testar la sabiduría a medias, la ha­bilidad a medias, los ideales que, desprovistos de entusiasmo, son ideales a medias.

Nuestro mundo perece extravia­do por los estultos que no creen en la perfección. Calificándose a sí mis­mos de realistas, no son en verdad sino víctimas de un mito vulgar, el de la suprema e invencible incompetencia del hombre. Juzgando a la gente mucho peor de lo que es, estos lla­mados dirigentes se vuelven con­temporizadores cobardes, o seudo liberales que se deleitan con la retó­rica y se echan a temblar ante los hechos.

"No se puede hacer a la gente perfecta ni al mundo perfecto", es lo que objetan. Pero los hombres, mediante un esfuerzo por perfec­cionarse a sí mismos, por mejorar sus negocios y su gobierno, pueden hacer que todo ello sea diez veces mejor de lo que es. ~No valdrá la pena hacer el esfuerzo ?

Ya he olvidado casi todo el griego que me enseñó Sherrard.

 Pero jamás olvidaré la pasión de perfecciona­miento que habitaba en ese hombre de triste y desmirriada figura.

Diez mil años después  que yo haya muerto, esa extraña llama seguirá ardiendo en otras razas, en otros pueblos. El día que esa llama se ex­tinga en el alma humana, desapa­recerá la humanidad

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