sábado, 2 de noviembre de 2024

4 ÁNGELES NEGROS GIGANTESCOS CONTRA EL VUDU-*HISTORIA REAL*

UN SUSURRO DE ANGELES

Por Marilynn Carlson Webber y William D. Webber

Relatos acerca de ángeles de la vida real y de las Escrituras.

KAY KALLANDER
ACAMPANDO DE NOCHE EN HAITÍ

Los tambores de vudú comenzaron suavemente. Con el pasar de las horas su incesante cadencia se hacía más fuerte e insistente. Había casi un poder de hipnotismo en su predominante ritmo.

Kay había venido como enfermera misionera, traba­jando en una clínica a las afuera de la ciudad de Puerto Príncipe, en Haití. Ella compartía una pequeña casa con otra mujer misionera. Una cerca baja rodeaba su casa, marcando los límites de la propiedad. Ciertamente no era lo suficientemente alta para detener a nadie que de­seara entrar a la casa.

Cada noche los tambores señalaban que los rituales vudú estaban siendo practicados.

 En la mañana, mien­tras Kay se dirigía hacia la clínica, podía ver la evidencia de las ceremonias de la noche: sangre, pedazos de ani­males y objetos de culto. Era desagradable; y en ocasio­nes bastante grosero.

Cada noche había problemas. Kay trataba de no pen­sar en ello cuando iba a dormir al final de un largo día.

Cuando los tambores comenzaban, ella oraba por aque­llos que estaban atrapados bajo el encantamiento del vu­dú. Y también oraba por su propia protección.

Durante el día, en la clínica, a menudo Kay debía tra­tar las heridas y lesiones que eran resultado de la histeria de los rituales de la noche anterior. Antes de oscurecer ella regresaba a su casa. Era un lugar atemorizante para estar, pero Kay le había dicho a Dios que ella iría adonde El deseara que fuera, y estaba convencida de que Dios deseaba verla usar sus habilidades de enfermera donde tanta falta hacía.       t

La pobreza estaba en todas partes. En su desespera­ción, los pobres entraban en las casas y robaban cual­quier cosa de valor. De acuerdo al nivel de los Estados Unidos, las dos mujeres misioneras solo tenían pertenen­cias muy modestas, pero en esa área de Haití lo que ellas tenían valía la pena robarlo. Y cosas mucho peor le suce­día a mujeres que vivían solas.

Sin embargo, las dos misioneras no tenían ningún problema; su casa nunca había sido robada. Noche tras noche los tambores sonaban, y Kay sabía que abundaba la violencia alrededor de donde ellas vivían.

Cierto día, un hombre haitiano de edad media, vino a la clínica dental sufriendo gran dolor. El dentista hizo una operación oral y un trabajo de reparación extensa en la boca de este hombre. Por causa de la cantidad de tra­bajo, el hombre se quedó mucho tiempo. Ese día Kay es­taba trabajando con el tratamiento del dolor y tuvo tiem­po de conversar con el paciente. Ella encontró que era amistoso y abierto para conversar, por lo que le preguntó algo que la estaba inquietando:

—¿Cómo es posible que con todos los problemas que hay en nuestro vecindario y los robos que suceden cada noche, que nunca ha habido ningún asalto en nuestra ca­sa? Parecería que fuésemos un blanco natural —agregó.

Nunca nadie entraría a su patio —dijo el haitiano. Todo el mundo sabe acerca de los guardias que usted tiene.

—¿Los guardias? —preguntó incrédua- —¿Qué guardias?

Los guardias que tiene vigilando cada noche. Siempre hay cuatro de ellos. Grandes, hombres grandes. Oscuros, hombres bien oscuros.( negros)  Cada uno se para en cada esquina de su propiedad y dan mucho miedo. Na­die se atrevería a entra en su casa. Todo el mundo sabe de ellos, señora. Nadie la molestará.

¿Quiénes eran estos guardias? La misionera no había contratado a ningún guardia. A menudo miraban afuera de sus ventanas a la noche. Nunca habían visto un guar­dia —ni a ninguna otra persona— en su propiedad.

Kay está segura que eran ángeles de Dios, invisibles a las misioneras, pero claramente visibles a personas que ofrecían peligro.

«El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los rescata»,. Al hablar de esto, Kay cita el Sal­mo 34:7: «En nuestra casa en Haití tenemos cuatro ánge­les que acampan cada noche».

¡Estos ángeles guerreros son maravillosos! Pregúnte­le a una persona cómo luce un ángel y las probabilidades son que él o ella le describirán una hermosa mujer rubia con alas —en ocasiones los ángeles aparecen de esa for­ma. Pregúntele cómo luce un querubín, y le dirán que es un ángel con apariencia de niño. Pero no es así en la Bi­blia. Los querubines en la Biblia son ángeles guerreros. Ellos son los primeros en aparecer en la Biblia, en Géne­sis 3~4, donde guardan el Huerto de Edén para que na­die entre. En el templo de Salomón había querubines es­culpidos que tenían nueve metros de altura, con alas que tenían cada una cuatro metros y medio de ancho; algo muy lejano a los graciosos querubines que encontramos en las tarjetas de felicitaciones. A través de la Biblia los querubines no son siempre descritos de la misma mane­ra. Quizás la forma en la que estos seres espirituales se manifiestan cambia de acuerdo a las funciones que les toque ejecutar.

Aprendemos mucho sobre los ángeles de la Biblia y de la experiencia. Algunas cosas sobre los ángeles son aún un misterio para nosotros. Hemos notado que losángeles no son usualmente visibles, pero cuando sirven al propósito que Dios les encomienda, pueden serlo. Es interesante notar que hay ocasiones cuando algunas per­sonas pueden ver a los ángeles, mientras que otras que están presentes en ese momento no pueden verlos. Nuestra lógica humana nos dice que los ángeles pueden ser vistos por personas que son de fe, mientras que de­lante de aquellos que no creen se mantienen invisibles. Pero como sucede a menudo en asuntos espirituales, la lógica humana no siempre sostiene la respuesta. Por ejemplo, el misionero Patton no vio a los ángeles, pero los hombres de la tribu que venían a asesinarlos sí.

Un principio sí parece estar claro: Los ángeles son vistos, por aquellos que tienen necesidad de verlos. ¿Có­mo se hace esto? Algunas cosas son aún un misterio. Hay algo de evidencia que se puede encontrar aun dentro de este libro. Algunos de los que han experimentado encuentros angelicales han estado muy conscientes de la presencia de ellos, aunque no los han visto; no obstante otros sí. Es interesante el notar que sus apariciones no son iguales. Las descripciones que las personas dan de los ángeles varían desde lo que parece ser una persona corriente hasta una esfera de luz que se mueve. Y sin embargo otros sí ven a los ángeles luciendo como los te­nemos en nuestras imágenes tradicionales de las huestes celestiales.

¿Cómo podemos explicar esta diferencia en las for­mas que toman para sí los ángeles cuando se materiali­zan? ¿Será que simplemente escogen en qué forma van a aparecer? ¿O será que diferentes órdenes o rangos se ma­nifiestan a sí mismos en diferentes formas? La Biblia responde esta pregunta en ninguna parte. Los profesores de teología pueden especular cuando enseñan angelolo­gía, pero su especulación es tan buena como la de otros. Nosotros, simplemente, no lo sabemos.

(Nota del blog: Dios nos sorprende cada vez más con su infinita sabiduría.

Imaginemos que los haitianos hubiesen visto en las noches a cuatro hombres de color blanco, cabellos rubios y ojos azules, con toda certeza hubiesen dicho

“!Ah! son cuatro guardaespaldas  provenientes de Estados Unidos, como las misioneras tienen dinero, se dan el lujo de contratarlos, …etc.” Y el asunto no les hubiese llamado tanto  la atención mas alla de lo normal.

La cuestión es que  los (voy a permitirme llamarlos negros para efecto de una mayor comprensión) habitantes de ese lugar se sintieron profundamente impactados, por ejemplo muy bien podrán haber  pensado o dicho entre ellos.

—“ ¡ Cómo!  Grandes, hombres grandes. Oscuros, hombres bien oscuros ( de piel muy negra , ¿ de donde salieron estos, son mas oscuros  y muy gigantescos , que nosotros ) y dan mucho miedo…… Na­die se atrevería a entra en su casa. Todo el mundo sabe de ellos

“Estos son de los nuestros…con estos no podemos “jugar”, Estos saben muy bien  nuestras costumbres y tretas de vudú…mejor apartaditos, de esas señoras..”

Sobr el miedo que sentían ya, se añadia el desconcierto que es una gran arma  sicológica

UN SUSURRO DE ANGELES

Por Marilynn Carlson Webber y William D. Webber

Relatos acerca de ángeles de la vida real y de las Escrituras.

 

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