TRABAJO REALIZADO POR EL AUTOR DEL BLOG DE TRADUCCION LIBRE AL IDIOMA ESPAÑOL DEL TEXTO EN ORIGINAL INGLES.
ALGUNAS COMENTARIOS
SOBRE
LA HISTORIA ECLESIÁSTICA
DE LAS ANTIGUAS IGLESIAS
DEL PIAMONTE.
POR PETER ALLIX, D. D.
UNA NUEVA EDICIÓN.
OXFORD,
EN LA PRENSA DE CLARENDON.
1821
*i-x*
A EL REY
. . Si a Vuestra Majestad le place,
SI Vuestra Majestad, siguiendo el ejemplo de vuestros gloriosos antepasados, no creyera que es un honor mantener la Religión Reformada, yo nunca me habría propuesto presentar a Vuestra Majestad un tratado de esta naturaleza.
Esta defensa de las antiguas Iglesias de los Valles del Piamonte es una especie de apología de la Reforma llevada a cabo en el siglo pasado, en la que aquellos héroes de vuestro nombre tuvieron tan gran parte.
La Reforma, correctamente considerada, consiste únicamente en el rechazo de lo que durante muchos siglos se ha añadido a la religión cristiana.
La conducta de las antiguas Iglesias de los Valles del Piamonte ha servido de modelo a nuestros Reformadores, y ha justificado su empresa, puesto que siempre han preservado entre ellos las sagradas verdades de la religión cristiana que les fue encomendada, tal como las habían recibido de los discípulos de los Apóstoles, y han rechazado sus corrupciones, a medida que poco a poco fueron apareciendo en Occidente.
Esto ha sido lo único que los ha convertido en objeto del odio de la Iglesia de Roma, y ha atraído sobre ellos, durante tantos siglos, tan prodigiosas oleadas de persecución. Es muy cierto que los miserables restos de estas antiguas Iglesias parecen demasiado despreciables para atraer hacia ellos las miradas de los Príncipes de la tierra; su desolación actual parece tan universal, que el mundo no las ve de otra manera que irremediablemente perdidas y finalmente destruidas. Pero toda Europa sabe que Vuestra Majestad no juzga las cosas según las máximas corruptas del mundo, sino según la verdadera luz del Evangelio, que nos informa que la prosperidad externa (= mundanal) no está ligada a la verdadera Iglesia; que Jesucristo reconoce como discípulos suyos sólo a quienes toman su cruz y lo siguen; que sabe cómo frustrar las esperanzas de sus perseguidores, apoyando y continuando milagrosamente su Iglesia, mientras ellos creen haberla triunfado finalmente.
Esto es lo que Vuestra Majestad dio una gran prueba, cuando, desde su Trono Real, se complació en echar un ojo a la miserable situación de ese pequeño rebaño de cristianos dispersos, al brindarles un feliz retiro en sus dominios, como a los antiguos profesantes del cristianismo puro, y a los testigos fieles de esas verdades salvadoras . v que todos los protestantes profesan. ¿Qué muestras de vuestra caridad y compasión no han recibido? ¿Y de qué eficacia no ha sido este gran ejemplo de Vuestra Majestad, para obligar a vuestros súbditos a darles nuevos ejemplos de su amor y afecto fraternal hacia ellos?
Así, Gran Señor, mientras vos hacéis honor a la imagen de un Príncipe que atrae las miradas de todo el mundo por la grandeza de sus hazañas, por la firmeza de su conducta y por la moderación de su gobierno, lleváis al mismo tiempo la impronta de un Príncipe verdaderamente cristiano, lleno de celo por los intereses de su Salvador y de compasión por los que sufren por causa de su Evangelio.
Siendo ésta una verdad tan generalmente admitida, he tomado la osadía de poner a los pies de Vuestra Majestad y publicar bajo vuestro augusto nombre la defensa de estos ilustres confesores de la verdad, a quienes sus enemigos han intentado derribar con sus calumnias, después de haberlos derribado con la violencia de sus horribles y sangrientas persecuciones.
Dios ha levantado tan milagrosamente a Vuestra Majestad para rescatar a la religión protestante de la destrucción preparada para ella, y que hubiera sido infalible sin la vigilancia y el coraje heroico de Vuestra Majestad; que aquellos que sufren por ello, supongan que pueden tener permiso
. Así me dirijo a Vuestra Majestad, mientras ellos se consuelan en sus sufrimientos, con la perspectiva de esa poderosa salvaguardia y apoyo que Dios ha provisto para su pobre, afligida y angustiada Iglesia, en la persona de Vuestra Majestad, como una señal evidente de su favor y protección.
Que el gran Dios, que tan tiernamente ha preservado a Vuestra Majestad contra todos los intentos y maquinaciones de vuestros enemigos, y hasta ahora os ha hecho triunfar con tanta gloria sobre ellos, continúe derramando sobre Vuestra Majestad la más selecta de sus bendiciones y favores, coronando con un éxito glorioso las grandes empresas de Vuestra Majestad para el bien de sus súbditos, para la ventaja de Europa y para el consuelo de todos los que profesan la verdad; son las ardientes oraciones que constantemente presenta a Dios por aquel que es, con el más profundo respeto.
Su majestad,
su más humilde y obediente
súbdito y servidor,
P. ALLIX.
EL PREFACIO.
El obispo de Meaux ha publicado recientemente un tratado titulado La historia de las Variaciones de los protestantes. Había elaborado el borrador hace algunos años para obligar a la corte francesa a revocar el Edicto de Nantes, sin ningún escrúpulo ni vacilación. El pretexto parecía muy plausible: el clero, que era a la vez partido y juez contra los protestantes, debía declarar que, puesto que los protestantes franceses habían cambiado de creencia, la corte ya no estaba obligada a la observancia de un edicto que Enrique IV había concedido a sus antepasados, que eran de otros principios. Pero como este edicto fue revocado antes de que el Obispo terminara su obra, y la corte francesa, que no es culpable de ser demasiado escrupulosa, no creyó que necesitaba tan vano pretexto, el Obispo quiso emplear su obra en otro uso. Por lo tanto, su propósito en la presente publicación es engañar a aquellos, que por medios violentos han sido obligados a entrar en el seno de la Iglesia Romana, y a quienes la misma violencia los mantiene allí, contra el sentido de su conciencia. Este Prelado se había esforzado antes, en su Exposición de la Fe Romana, donde emplea su máximo artificio para endulzar, disfrazar y disimular las cuestiones y dificultades en controversia, injuriar a los protestantes, con el fin de hacerles digerir más fácilmente la religión romana de lo que son propensos a hacerlo cuando la ven en sus colores naturales.
Y ahora, en esta su Historia de sus variaciones, él intenta representarles la creencia de los reformadores, y los más ilustres doctores protestantes, en los colores más extraños imaginables; para que aquellos a quienes los dragones han convertido a la fe romana puedan ver la fuerza que se ha utilizado para expulsarlos de una comunión tan detestable como una violencia salvadora y caritativa. Es siempre el mismo espíritu de falsificación y malabarismo el que lo anima y guía. En este último designio, hubiera sido natural para él, si su intención hubiera sido correcta, haber intentado hacer ver que los protestantes, o sus maestros, estaban divididos en su creencia de los artículos del Credo; sobre el objeto de la oración y su necesidad; de la obediencia a los mandamientos de Dios, así como el alcance de esa obediencia; y sobre la doctrina y el número de los sacramentos: pues en estos puntos es en los que los protestantes hacen consistir la esencia de su religión. Ahora bien, es bien sabido que en todo esto están de acuerdo: las cuestiones que se ventilan entre ellos son, como las cuestiones que quedaron entre los cristianos primitivos, sobre varios puntos de teología; y algunas de ellas no son más que meras controversias, sobre las cuales los protestantes han aprendido a dividirse a imitación de las escuelas de los teólogos romanos. Pero si el obispo hubiera seguido este método, no habría logrado su objetivo; Por eso, creyó que era suficiente para su propósito tocar ligeramente los asuntos en controversia y poner en buen francés todo lo que pudiera reunir de los escritos de los de su comunión, para exponer a los primeros reformadores y hacer odiosa la Reforma.
Sería una afrenta para la época en la que vivimos imaginar que esta gruesa capa de pintura ( maquillaje) pudiera imponerse a alguien que tenga tan poco juicio. El obispo puede complacerse en halagarse con el éxito de su primera obra, la Exposición de la fe romana, pero creo que es demasiado sincero para no reconocer que no ha causado impresión en el espíritu de ningún protestante, salvo aquellos que estaban dispuestos a aceptar las primeras pretensiones que se les ofrecieron para librarse de una religión que los exponía a tantas miserias ; o cuya profesión impedía su asentamiento en el mundo.
Aquellos que se han visto obligados a convertirse en papistas contra su conciencia han descubierto por experiencia que no les bastaba suscribir la Exposición del Obispo de Meaux: No: sus perseguidores no estaban en absoluto dispuestos a hacerlos de su religión; pero estaban dispuestos a tragarse entera e íntegramente la Profesión de Fe redactada por Pío IV.
Y podemos asegurar al Obispo que lo mismo será el destino de esta obra, que ha titulado Historia de las variaciones de los protestantes en materia de fe.
Pues supongamos que este Prelado ha demostrado muy bien lo que pretende inventar, lo que se seguirá de aquí, pero sólo esto: que los Reformadores no eran infalibles que no rechazaron al principio todo lo que merecía ser censurado como papado; que se han encontrado algunas dificultades en la hipótesis de aquellos que no fueron lo suficientemente felices como para refinar y aclarar tales asuntos corruptos; en una palabra, que no descubrieron al principio todo lo que se debía saber y creer en cuanto a varios puntos de la teología, y que se esforzaron mucho en descubrir esa verdad que la Iglesia Romana se había tomado tanto esfuerzo en oscurecer y confundir?
Supongamos que un casuista protestante en este momento escribe sobre asuntos de conciencia y, por falta de examinar con suficiente cuidado las decisiones de casuistas licenciosos, sigue a algunos de ellos, siendo seducido por los falsos principios de estos casuistas romanos, que el obispo de Meaux condena; ¿Se deducirá de ello que ciento cincuenta años después de esto algún otro obispo de Meaux tendrá derecho a proponer, bajo el título de Variaciones protestantes, la opinión equivocada de este casuista, aunque después su partido, al percibir el engaño, se haya declarado en contra de su opinión?
El Obispo es muy amable al prohibir a los protestantes que utilicen el camino de la recriminación contra la Iglesia de Roma, en este punto de variación, aunque, en realidad, un solo ejemplo de variación en la fe, de los cincuenta de los cuales podemos convencerlos, sería una convicción suficiente de una Iglesia que pretende ser inamovible, por ser infalible.
Pero siendo muy consciente de la debilidad de su causa en este punto, se encontró obligado, o bien a reconocer que su Iglesia es una Iglesia falsa, y mucho más merecedora de esa censura que la Protestante, por haber estado sujeta a un número mucho mayor de variaciones en su creencia; o bien que se vería obligado a hacer uso de la misma respuesta que nosotros, al renunciar a la infalibilidad de su Iglesia.
Pero no es de extrañar que, sólo por grados, lleguemos al conocimiento perfecto de la verdad
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