miércoles, 6 de noviembre de 2024

RAMON MONSALVATGE-*xxi-xxvii*

LA VIDA

DE

RAMON MONSALVATGE

UN MONJE ESPAÑOL CONVERTIDO,

DE LA ORDEN DE LOS CAPUCHINOS.

CON UNA INTRODUCCIÓN, POR EL REV. ROBERT BAIRD, D. D.

"Para manifestar las virtudes de Aquel que me llamó de las tinieblas a su luz admirable".—1 Pedro 2: 9.

NUEVA YORK:

IMPRESO POR J. F. TROW & CO.,

33 ANN-STREET.

1845

xxi-xxvii

Después de haber sido llevado encadenado a Italia, y de allí a Argel, que el Emperador intentó en vano capturar, fue llevado a Valladolid. n su país natal, donde fue juzgado por la Inquisición, condenado y quemado. La manera cristiana en que encontró esta muerte terrible, junto con la naturaleza de la acusación por la que fue condenado, inspiró a muchos en esa ciudad que secretamente sostenían las nuevas opiniones a profesarlas con valentía y esforzarse activamente en su propagación.

 Entre los distinguidos españoles que abrazaron las doctrinas reformadas, estaban tres hermanos de nombre Enzinas, Jayme, Francisco y Juan, quienes fueron enviados por su padre a continuar sus estudios en Lovaina, una universidad en los Países Bajos. Fue allí donde conocieron por primera vez el evangelio. Las vidas de estos jóvenes fueron diversas. Uno de ellos, Juan, estudió medicina y se convirtió en profesor de esa ciencia en Marburgo, en Alemania. Jayme residió en Roma durante varios años, dedicado a la prosecución de sus estudios y viviendo la vida de un cristiano devoto. Pero justo cuando estaba a punto de abandonar la Ciudad Eterna para irse a Alemania, fue denunciado, arrestado, condenado y quemado como hereje. Sufrió esta muerte terrible con el alegre heroísmo de un mártir. El segundo hermano, Francisco, después de haber residido en París, Ginebra y Bruselas, publicó su traducción del Nuevo Testamento en Amberes en el año 1543; y por hacerlo, y especialmente por su supuesto apego a las opiniones reformadas, fue arrojado a prisión en Bruselas, donde permaneció varios meses; pero, al escapar del encierro, se refugió en Alemania y luego visitó Londres, de donde regresó al continente y se fue a residir a Basilea.

Los esfuerzos de Francisco Enzinas por dar a sus compatriotas las Escrituras en su lengua vernácula, fueron seguidos por los de Juan Pérez, Casiodoro de Reyna y Cipriano de Valera, todos amigos de Egidio, que buscaron seguridad al abandonar Sevilla, cuando ese excelente hombre fue arrojado a prisión. El primero de ellos tradujo el Nuevo Testamento y los Salmos al español, y escribió un catecismo, o resumen de la doctrina cristiana, que se publicaron en Venecia en los años 1556 y 1557.

Después de su muerte, de Reyna continuó la traducción del Antiguo Testamento y produjo una versión de toda la Biblia, que se imprimió en 1569 en Basilea. Cipriano de Valera revisó todo y publicó el Nuevo Testamento en 1596 en Londres, y tanto el Antiguo como el Nuevo en 1602 en Amsterdam. Y aunque estas traducciones aparecieron después de que se hubiera suprimido la Reforma en España, ayudaron a difundir la verdad entre los españoles que residían fuera de España y son un monumento del noble celo de sus autores en favor de la Palabra de Dios. Entre los líderes más distinguidos de los amigos de la doctrina reformada en España, después de la muerte de Egidio, se encontraban, sin lugar a dudas, Constantino Ponce de la Fuente, en Sevilla, y Cristóbal Losada, doctor en medicina, Don Juan Ponce de León y Domingo de Guzmán, de la misma ciudad; Domingo de Roxas, Agustín Cazalla (considerado uno de los mejores oradores de púlpito de España, y de extracción judía), y Don Carlos de Seso, en Valladolid. Hubo, sin embargo, muchos otros que fueron activos en la buena causa. Sevilla y Valladolid fueron las dos ciudades en las que más se extendió la Reforma, y en sus alrededores, penetrando incluso en varios monasterios y conventos.

Sin embargo, había muchos protestantes en Aragón, en Castilla la Nueva y en las provincias de Granada, Murcia y Valencia. De hecho, las doctrinas de la Reforma encontraron amigos secretos en casi todas partes de la Península. Y lo que no es poco notable, se encontraban entre personas distinguidas del país, por su rango y su erudición. Y tan grande fue el progreso de la Verdad, que si el Gobierno no hubiera conspirado con la jerarquía romana y puesto en requisición todos los medios que proporcionaba la Inquisición, España, sin duda, se habría convertido pronto en un país protestante.

En el país de Aragón. La Inquisición se ejerció con la crueldad española, o, en otras palabras, infernal. Fue en el año 1558 cuando Roma soltó a los mirmidones de Santo Domingo sobre los protestantes de España, y cumplieron tan eficazmente su tarea, que en el espacio de dos años lograron acabarla por completo. Grandes cantidades huyeron del país. Los que residían en Aragón y otras partes de la parte norte del reino, escaparon por centenares a Bélgica y otras provincias adyacentes en Francia, donde fueron recibidos con alegría por sus hermanos protestantes. Pero ( En España) muchos fueron condenados a trabajos forzados, a confinamiento solitario u otras formas de penitencia; y no pocos fueron quemados en la hoguera.

El grande y bueno Constantino Ponce de la Fuente murió en una mazmorra repugnante; lo mismo hizo Olmedo, un hombre distinguido por su erudición y piedad; Cazalla, y su hermana doña Beatriz de Vibero, don Carlos de Seso, Domingo de Roxas, Juan Sánchez, don Juan Ponce de León, Juan González, García de Arias, Cristóbal d' Arellano, Juan de León Fernando de San Juan, Cristóbal Losada, y muchos otros, fueron quemados.

Entre estos hubo varias damas que sufrieron esa muerte espantosa, de las cuales pueden mencionarse a doña Marina Guevara, doña Isabel de Baena, María de Virves, María de Cornel, y María de Bohorques, todas ellas mujeres distinguidas, que soportaron noblemente el tormento, y la muerte misma, "no aceptando la liberación, para obtener mejor resurrección".

 

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