EL JUICIO Y LA MUERTE DE JESUCRISTO
UNA HISTORIA DEVOCIONAL DE LA PASION DE NUESTRO SEÑOR
JAMES STALKER
CRUZ DOMINI, PALMA, CEDRUS, CYPRESUS, OLIVA
NEW YORK
1894
EL JUICIO Y LA MUERTE DE JESUCRISTO *STALKER* 1-2
A MI ESPOSA
PREFACIO
Desde que escribí, en forma abreviada, La vida de Jesucristo, he albergado el deseo de describir a una escala mucho más extensa los pasajes finales de la historia terrenal del Salvador; y, aunque un estudio renovado ha profundizado mi sensación de la imposibilidad de hacer justicia plena a estas escenas, el tema nunca ha dejado de atraerme, por ser más impresionante y gratificante que cualquier otro.
Los límites de la Pasión de nuestro Señor son algo indeterminados. Krummacher comienza con la Entrada triunfal en Jerusalén, Tauler con el lavatorio de pies antes de la Última Cena, y Rambach con Getsemaní; la mayoría termina con la Muerte y el Entierro; pero Gümm, católico romano, el escritor más reciente sobre el tema, pretende extender su Leideëisgeschichte hasta el final de los Cuarenta Días
Tomando la palabra "pasión" en sentido estricto, he comenzado en el punto donde, al caer en manos de sus enemigos, nuestro Señor fue privado de la actividad voluntaria; y he terminado con el Entierro. Sin duda, la misma grandeza singular pertenece a las escenas de la noche anterior; y me gustaría escribir sobre Cristo entre sus amigos como lo he hecho aquí sobre Él entre sus enemigos; pero para este propósito se requeriría un volumen al menos tan extenso como el presente; y la parte aquí descrita tiene una evidente unidad propia.
La bibliografía de La Pasión se encuentra con considerable plenitud en Das Kreuz Christi de Zockler. Pero se puede decir que muchos de los libros allí enumerados fueron superados por la obra monumental de Nebe, La tragedia de Jesucristo (2 vols., 1881), que, si bien no es una obra de genio, está escrita con un plan tan completo y con tanta erudición que nada podría servir mejor a quien desee dibujar el esqueleto antes de pintar el cuadro.
De las numerosas Vidas de Cristo, las de Keim y Edersheim merecen especial atención en esta parte de la historia, debido a la abundancia de información procedente de fuentes clásicas en una y talmúdicas en la otra. Steinmeyer [Leidnsgeschichte] es valiosa en cuestiones apologéticas. Sobre las Siete Palabras de la Cruz existe una extensa literatura especializada. Schleiermacher y Tholuck son notablemente buenos; y hay volúmenes de Baring-Gould, Scott Holland y otros.
En el subtítulo he llamado a este libro Historia Devocional, porque el tema debe estudiarse tanto con el corazón como con la mente. Pero por esta razón no he escrito en el estilo declamatorio e interrogativo común en las obras devocionales. Debo confesar que incluso algunos de los libros más famosos sobre la Pasión me resultan intolerablemente tediosos, porque están escritos, por así decirlo, con «ohs» y «ahs». Sin duda, esto no es esencial para la devoción.
Las escenas de la Pasión deberían, sin duda, conmover lo más profundo del corazón; pero este propósito se logra mejor, no mediante la exhibición de las propias emociones por parte del narrador, sino mediante la fiel exposición de los hechos, como lo demuestra el incomparable modelo de los Evangelios.
Glasgow, 1894.
CAPÍTULO I.
EL ARRESTO
Nuestro estudio de las escenas finales de la vida de nuestro Señor comienza en el momento en que cayó en manos de los representantes de la justicia; esto ocurrió a la puerta de Getsemaní, a la medianoche.
En el lado oriental de Jerusalén, el terreno desciende hasta el lecho del arroyo Cedrón; y al otro lado del arroyo se alza el Monte de los Olivos. La ladera de la colina estaba rodeada de jardines o huertos pertenecientes a los habitantes de la ciudad; y Getsemaní era uno de ellos. No hay probabilidad de que el recinto que ahora se señala a los peregrinos al pie de la colina sea el lugar real, ni de que los seis olivos centenarios que contiene sean aquellos a cuya silenciosa sombra solía refugiarse el Salvador. Pero la escena no debía de ser lejana, y la piedad que perdura con admiración en el lugar tradicional no puede estar muy equivocada. La agonía en Getsemaní acababa de terminar, cuando 2 EL JUICIO Y MUERTE DE JESUCRISTO "He aquí", como dice San Mateo, "Judas, uno de los doce, llegó, y con él una gran multitud". Habían bajado de la puerta oriental de la ciudad y se acercaban a la entrada del huerto. Era luna llena, y la masa negra//la sombra, silueta de laa multitud que llegaba// era fácilmente visible, avanzando por el polvoriento camino. El arresto de Cristo no fue realizado por dos o tres oficiales de justicia comunes. La "gran multitud" debe tomarse literalmente, pero no en el sentido de una multitud desordenada. Como la aprehensión se produjo a instancias de las autoridades eclesiásticas, sus sirvientes —la policía levítica del templo— estaban al frente. Pero, como Jesús contaba con al menos once hombres decididos, y estos podrían animar a innumerables seguidores en el camino a la ciudad, se consideró prudente exigir al gobernador romano una división de soldados*, que, en tiempos de la Pascua, se encontraba en la fortaleza de Antonia, con vistas al templo, para intervenir en cualquier emergencia. Algunos miembros del Sanedrín incluso habían acudido, tan ansiosos estaban de que el plan no fracasara.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario