Fundación Americana Para LOS CIEGOS inc
MENSAJES DE ESPERANZA
GEORGE MATHESON
(Pastor y escritor, quedó ciego desde su adolescencia)
1908
MENSAJES DE ESPERANZA*MATHESON* 9-14
EL DOLOR QUE IMPLICA GLORIA
"Comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer." muchas cosas." — Marcos 8:31.
"Comenzó a enseñarles." Fue, en efecto, el comienzo de una nueva lección para la humanidad
La antigua lección para la humanidad había sido que un "Hijo del Hombre" no debía sufrir nada; que cuanto más elevada fuera la vida, más exenta de dolor estaría.
Esa creencia estaba profundamente arraigada en los corazones tanto de gentiles como de judíos.
El gentil deificaba una fuerza descomunal, una fuerza en la que las aflicciones del mundo no podían hacer mella y que era incapaz de llorar.
El judío exaltaba a los hijos de la mañana, los hombres que se regodeaban en la radiante sonrisa de la fortuna; consideraba que los más dotados debían ser los más queridos por Dios.
El cristianismo comenzó a pintar un nuevo ideal de humanidad, un ideal opuesto. Decía que la prueba de la altura de un hombre no era su incapacidad, sino su capacidad de sentir.
"El Hijo del Hombre debe sufrir mucho." No se trata simplemente de que Él pueda, pero que debe hacerlo.
El sufrimiento está implícito en el hecho de que Él es el Hijo del Hombre: que Él está en la cima de la colina. Si Él estuviera más abajo, estaría protegido.
La misma elevación de Su persona lo ha puesto en colisión con la fuerza de la ráfaga y la frialdad del aire.
Recuerden, esa fue la fuente misma de la tentación de Cristo en el desierto. El tentador dijo: «Si eres el Hijo del Hombre, debes disfrutar.
No debes desear el pan, no temer los precipicios, no temer los reinos del mundo y su gloria; debes vivir suntuosamente, andar con temeridad, reinar con despóticamente».
Cristo invierte todo esto. Dice que es precisamente por ser el Hijo del Hombre que está destinado a sufrir: a sentir como un hambre personal, la falta de pan del mundo, a experimentar como un temor personal el peligro de caída del mundo, a compartir como una carga personal la sujeción del mundo a la tiranía humana. Y aunque Él está en la cima, el principio es cierto en cierta medida para quienes ascienden.
Hay un sufrimiento que solo los buenos pueden conocer.
Hay un horno que solo se calienta para el hombre de Dios, un foso de leones que solo espera a los santos.
No todos pueden llorar por Jerusalén; ese es un don divino de lágrimas.
Los hombres dijeron de Jesús: "¡Que Dios lo libre si se deleitó en él!". Si es bueno, ¿por qué está tan agobiado? Si hubiera sido menos bueno, habría estado menos agobiado.
Su pureza lo hizo sentir dolor; su ternura, lágrimas; su altruismo, tristeza; su justicia, inquietud; su brillo, soledad; su bondad, desamparo; su corona, cruz. Porque era el Hijo del Hombre, no tenía dónde reclinar la cabeza.
Señor, tu dolor puede curar todos los demás dolores; ¡déjame entrar en su secreto! No hay homeopatía en todo el mundo como esta, con la que tu dolor pueda vencer el mío.
Nada más que un dolor desinteresado puede desterrar mi preocupación egoísta. La alegría no puede ;(desterrar mi preocupación egoísta)
La preocupación la corrompería en una hora. La belleza no puede; ;(desterrar mi preocupación egoísta) el polvo de la vida la opacaría en un día. La fama no puede; ;(desterrar mi preocupación egoísta) el corazón cansado la marchitaría en una noche.
la riqueza no puede ; ;(desterrar mi preocupación egoísta) la fuerza del trabajo consciente la robaría de mi alma. Pero, si pudiera obtener la homeopatía Divina, me curaría. Tú puedes concedérmela, oh Dios mío.
Dame una nueva preocupación, y la vieja morirá. Envíame tu peso, y tendré alas. Dame tu cruz, y seré coronado.
Hazme oír el suspiro del cansado, y el mío callará. Hazme llevar la carga del pobre, y la mía se aliviará. Hazme saber llevar la carga del débil, y la mía se apaciguará. Hazme escuchar los murmullos del enfermo, y los míos enmudecerán. Hazme ayudar en la tarea del trabajador, y la mía no tendrá lágrimas.
Hazme saber tocar la mano del leproso, y la mía sanará. Hazme ayudar a los pies del cojo, y los míos volarán.
Que yo detenga las caídas de los tentados, y las mías serán pocas. Que el dolor del Hijo del Hombre sea mi panacea para el dolor.
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